Vivir para ver… la tele. Y una vez vista, morirse de la vergüenza, ajena y casi propia.
Como llevo en el alma la responsabilidad de manteneros informados de cualquier cosa que ocurra en el siempre difícil mundo de los realities, y aunque no siempre (más que nada por salud mental) cumpla con esa responsabilidad, hoy sí, amigos de lo ajeno (de la vergüenza ajena, ya os digo) os contaré algunos pasajes de Las joyas de la corona.
Una de las cosas que más me llamaron la atención (y que una vez llamada hicieron que metiera la cabeza en el horno) fue el profesor de protocolo y oratoria, Liberto López, que se dedicó a tirarle los tejos a las alumnas, sí, a esas mismas a las que luego miran con desprecio porque son más de barrio que la Macu y la Lore.
A Azahara le dijo que tenía unos ojos preciosos, y se lo soltó a lo Bella Durmiente, arrodillado frente a ella y poniendo carita de galán…
Poco después, le dijo a Lara que tenía una sonrisa preciosa, lo que a ojos vista es una mentira, porque la muchacha va bien de piñata. Creo que fue también a Lara a la que le dijo que se tapara porque «se le veía todo». Bueno, ahí le disculpo, porque la muchacha estaba aireando el tanga.
El caso es que este hombre, que tiene toda la pinta de haber pasado y de pasar mucha hambre carnal y estar a dieta copulatoria, se ha aprovechado de que puede ver los vídeos de los alumnos, entre otros, una conversación medio en broma, medio en serio en la que las dos implicadas hablaban de lo atractivo que eran Liberto y sus finas palabras.
Sí, amigos, ese profesor de protocolo que se los lleva a tomar el té con pastas y luego se pasa la clase intentando despegar con la lengua un paluego de galleta de la muela.
Y claro, a Lomana, que ayer iba vestida como un cruce entre Lady Marmalade y una burbujita de Freixenet, le echó la bronca al profe galanátiro (mezcla de galán y sátiro) y le dijo que se abstuviera de decirles piropos a las chicas.
Para qué lo vamos a negar, la del profesor/a ha sido siempre una de las fantasías sexuales más recurrentes. Yo, y aquí os abro mi corazón he tenido más de una profesora con la que me habría gustado hacer un máster en relaciones y no precisamente internacionales.
Y «asín» están las cosas.
Por si a alguien le interesa, el expulsado fue Julián, que se fue al pozo por la técnica del suicidio analfabeto.
NOTA: Gracias por el apunte, Paco, se me cruzaron los dichos.