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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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Yo sí pagaría tres euros por Twitter

La llegada de Internet hace ya un cuarto de siglo vino acompañada de la idea de que todo iba a ser gratis. La publicidad, y nuestros datos, lo pagarían todo. Luego también nos empezamos a quejar, con razón, de que había demasiada publicidad y de que, a lo mejor, no estábamos de acuerdo con todo el uso que se hacía de nuestros datos.

Hay empresas, Google y Facebook serían los mejores ejemplos, a las que le ha ido muy bien con el trato. Pero también ha habido muchas otras (y aquí los ejemplos serían la mayor parte de los medios que provenían del papel) que se han ido a pique o lo están pasando muy mal.

Yo me empiezo a hartar de ver cómo mueren medios, empresas, que me gustaban o me caían bien pero no han sabido adaptarse al paradigma del todo gratis.

Este verano he leído un artículo muy interesante sobre las dificultades de Twitter para sobrevivir.

La interacción entre Twitter y la TV es importante.

Twitter tiene más de 300 millones de usuarios en el mundo, ingresa más de 2.000 millones de dólares al año y sus pérdidas se acercan a los 500 millones. Su cotización en Bolsa no para de caer.

Y sin embargo…

Los medios de comunicación usan Twitter. Los políticos usan Twitter. La sociedad usa Twitter.

Vamos a Twitter cuando queremos seguir al instante cualquier acontecimiento. Los casos de éxito basados en Twitter son cada vez más abundantes. Este verano se ha hablado mucho de la novela de intriga de Manuel Bartual que, en cuatro días, consiguió cientos de miles de seguidores.

Yo consulto Twitter varias veces al día; de hecho publico tuits varias veces al día casi todos los días. Es mi red social favorita. Cuando, allá por los comienzos de 2008, me metí de lleno en el fenómeno de las Redes Sociales, que venían con fuerza y a las que pronto íbamos a dedicar nuestro primer estudio, ligué mis tuits a Facebook. Cada vez que publico un tuit, automáticamente se ve en Facebook. Ya sé que todas las teorías dicen que no hay que hacerlo así. Pero eso me permite ver cual es la capacidad de respuesta, entre mis contactos, de cada una de las redes. Por cada interacción que consigo en Twitter tengo tres o cuatro, a veces más, en Facebook. Y eso a pesar de que tengo cuatro veces más contactos en Twitter (algo más de 2.600 seguidores) que en Facebook (poco más de 500 amigos). Está claro quién es el ganador.

Pero, vuelvo al artículo que dio origen a estas reflexiones: si cada uno de los 328 millones de usuarios de Twitter pagáramos tres euros al año las pérdidas de 500 millones pasarían a ser ganancias en una cantidad similar.

Ya sé que cuando se rumoreó que Whatsapp iba a pasar a cobrar ochenta céntimos al año hubo muchas personas que se dieron de baja, o dijeron que iban a hacerlo.

Pero yo sí pagaría esos tres euros al año por seguir disfrutando de mi red social favorita.

¡Qué poco nos gusta pagar!

Hace unos días, coincidiendo con el Mobile Worldwide Congress celebrado en Barcelona se ha publicado un interesante estudio realizado por el comparador Acierto.com.

El estudio muestra algunas de las contradicciones en las que incurrimos los españoles (o una gran parte de nosotros) en nuestra relación con los móviles, la tecnología y las aplicaciones que sirven para obtener un mayor rendimiento de ellas.

No nos importa pagar buenas cantidades de dinero para tener el último dispositivo, el más moderno, el más actual, (un 39% hemos cambiado de móvil en el último año – un 78% en los dos últimos – y un 20% hemos pagado más de 250 euros por el nuevo) seguramente porque eso es lo que podemos exhibir pero ¿qué tenemos dentro de ese móvil de última generación? Si atendemos a los resultados del estudio únicamente Apps (aplicaciones) gratuitas: un 48% de los españoles no ha pagado nunca por una aplicación y dos tercios de los que han pagado sólo lo han hecho por WhatsApp (y recordemos la que se montó cuando esta aplicación dejó de ser gratuita en Android: un buen número de usuarios estaba dispuesto a renunciar a algo que usaba a todas horas si tenía que pagar a cambio algo menos de un euro al año).

Teléfonos móviles

Por el contrario sólo un 4,9% ha gastado más de 10 euros en aplicaciones de pago.

Las aplicaciones más usadas son las de mensajería, incluidas las de las redes sociales aunque, sorprendentemente, esas mismas redes sociales no son especialmente usadas desde el móvil. Las aplicaciones de juegos son las segundas más usadas.

Menos de un 40% cree que sabe sacar todo el partido a las posibilidades de su telefono móvil mientras en el otro extremo un 7% sólo utiliza su teléfono para realizar llamadas; en un punto intermedio, aunque próximo a este último, se encuentra el 16% que sólo utiliza su móvil para realizar llamadas y enviar mensajes.

Vuelvo al principio: no nos gusta pagar por las aplicaciones; el 95% de los españoles nunca ha pagado más de diez euros por todas las aplicaciones que tiene en su móvil. Igual que no nos gusta pagar por los contenidos en Internet.

Yo lo relaciono con lo que en ocasiones he llamado el error Internet. En el principio de la red todo era gratuito, porque se transcribían contenidos ya amortizados en papel o en otros medios; incluso la publicidad que acompañaba a esos contenidos era aparentemente gratuita, porque se regalaba al comprar la publicidad en los medios analógicos de los que dependían los sitios de Internet.

Así nos acostumbraron a que en Internet todo, los contenidos que nos gustaban, los que resolvían nuestros problemas, los que buscábamos con fruición, era gratis. Y, ¡claro! pagar por algo que antes era gratis molesta.

Luego Internet se vio invadida por una publicidad que, como había sido gratuita, era muy barata y, como no daba para pagar los costes, era muy abundante y empezamos a pensar que la publicidad nos molestaba. Y aquí empezaron otros problemas, que dan para otros posts.

Pero la publicidad es la que paga la fiesta. Porque si algo es gratis, el producto eres tú.

El año en que perdí la memoria

¿Ya recuerdas lo que te ha pasado?

No. No recuerdo nada.

¿Recuerdas lo que te pasó ayer?

No. La verdad es que no. Tengo como un hueco en la memoria y no recuerdo nada de ese rato.

Cada vez que entraba un médico o un enfermero eran las mismas preguntas y la misma sensación de impotencia. Por momentos pensaba que si no lo recordaba, nunca me dejarían salir del hospital.

Creo que fue al día siguiente cuando llegó la doctora Escribano y me dijo: no hagas ningún esfuerzo; no te vas a acordar nunca…y no hace ninguna falta.

Pasé ocho días en el hospital y cuatro o cinco más de baja. Luego volví al trabajo. Lo concentré en menos horas para poder hacer una vida más saludable.

Ahora como sin sal (salvo cuando lo hago fuera de casa), procuro andar un buen rato (en torno a hora y media todos los días), hago fotos de mis paseos, intento escribir, aunque no siempre lo consigo…

Mi vida ha cambiado.

Cuando perdí la memoria mi nieto tenía dos meses; ahora tiene algo más de un año; casi anda y no para de chapurrear, aunque aún no se le entiende casi nada. Paso con él mis mejores ratos.

Cuando perdí la memoria mi hija tenía trabajo; ahora es toda una experta en conciliación: ha publicado #mamiconcilia y #papiconcilia y ha lanzado la iniciativa #SalPuntual. Ha salido un montón de veces en televisión y en otros medios y espera que todo eso sea un primer paso en su nueva vida profesional.

Cuando perdí la memoria creo que aún no se había convocado el concurso de Telefónica, un concurso que ganamos, pero que luego nos quitaron y nos dejó con un palmo de narices. Volvimos a ver que hacer el mejor trabajo no es lo más importante cuando otros manejan los hilos de más arriba.

Cuando perdí la memoria quería hacer un homenaje a los panelistas de Vigía y Zenthinela, los dos estudios que diseñé y coordino y que iban a cumplir sus primeras cien previsiones. Aunque al principio parecía que iba a ser casi imposible, ese homenaje se hizo el 26 de noviembre, cuando las previsiones llegaban a 105 y fue todo un éxito.

Cuando perdí la memoria me llegaron cientos de mensajes por Whatsapp, que ya era la aplicación por la que todos nos comunicábamos. Aún no sabíamos que valía 14.000 millones de euros, los que pagó Facebook poco después.

Cuando perdí la memoria España ya era un pozo de corrupción; luego hemos conocido más casos. Entonces aún no habíamos oído hablar de Podemos (yo al menos). Ahora parece que es una alternativa de poder y una esperanza o un revulsivo que hará cambiar las cosas.

Cuando perdí la memoria el Rey se llamaba Juan Carlos y en el PSOE mandaba Rubalcaba. Ahora el Rey es Felipe y el PSOE lo dirige Pedro Sánchez del que yo, ¡seré inculto! no había oído hablar cuando aún no había perdido la memoria.

Cuando perdí la memoria la amenaza terrorista se llamaba Al Quaeda y parecía haberse debilitado. Creo que nadie había oído hablar del Estado Islámico (yo al menos no); los malos en Siria parecían ser los que apoyaban a Al Assad, ahora ya no se sabe si hay buenos…

El año en que perdí la memoria pasaron estas y muchas otras cosas, en el plano personal, en el empresarial, en el nacional, en el internacional… espero que en el año siguiente a mi pérdida de memoria vuelvan a ocurrir muchas cosas que merezcan un hueco en mi deteriorada memoria. Espero, sobre todo, que predominen las buenas.

Eso deseo. ¡Feliz 2015!

¿Cuánto te costaría Internet sin publicidad?

Queremos tener todos los contenidos de Internet gratis, sin publicidad y que las empresas que nos dan todo eso no trafiquen con nuestros datos. ¿Estamos en el País de Nunca Jamás, de Peter Pan?

Estos días se está comentando mucho el informe Adblocking goes mainstream (Bloquear la publicidad se hace mayoritario, en traducción aproximada) realizado por la empresa Page Fair, con la colaboración de Adobe. El pasado día 9 Enrique Dans, @edans, seguramente el bloguero más influyente de España, lo comentaba en su blog.

Según el estudio, que es la continuación de otro realizado hace un año, los navegadores provistos de software de bloqueo de la publicidad son ya 144 millones en todo el mundo, una cifra espectacular, pero no tanto como su evolución: en un año ha aumentado un 167%, es decir que casi se ha triplicado.

Dans señala que una gran parte de la publicidad presente actualmente en Internet es molesta, y apuesta por una autorregulación del sector. El problema es que los sistemas de bloqueo no distinguen entre publicidad molesta y publicidad grata, aceptable, por lo que toda se bloquea, sin dar oportunidad a las buenas prácticas. La solución propuesta por AdBlok Plus (que las marcas que lleguen a compromisos que eviten esa publicidad molesta sean incluidas en una lista blanca que pase el filtro) parece un tanto ingenua.

Otro gran influyente en temas de tecnología, Antonio Ortiz, @antonello, en su blog Error 500, se preocupa por el porvenir de los medios ante la situación que puede llegar a producirse. Mientras las personas que bloqueaban la publicidad eran un 1% no había por qué preocuparse; el problema se producirá cuando ese porcentaje llegue al 13 (ahora estamos ya en el 5).

¿Qué ocurrirá con los medios (que se financian con publicidad, no nos olvidemos) cuando los usuarios, en una gran proporción, la bloqueen? Antonio propone dos soluciones: la publicidad integrada en los contenidos (que ahora llaman nativa) y el pago directo a los medios. Pero aunque el estudio de PageFair habla de un 29% de usuarios dispuestos a pagar por contenidos @antonello no lo cree realista. Yo tampoco, al menos en España. Y la publicidad integrada corre el riesgo de situarse en la frontera de lo aceptable si no se identifica claramente como algo separado del contenido editorial del medio.

Hace unas semanas la empresa ebuzzing presentó un estudio sobre este tema en el Reino Unido. En el estudio, realizado por la empresa Censuwide, un 98% de l0s encuestados declaró que no estaba dispuesto a pagar por una Internet sin anuncios. En los casos en que existe una versión premium sin publicidad el 77% de la población nunca paga por ella. Ebuzzing calculó que, en el Reino Unido, cada usuario debería pagar 170€ al año para mantener una Internet con los mismos servicios que la actual.

Creo que las cifras no son extrapolables directamente a España, donde pagar por los medios ha sido siempre un fenómeno muy minorotario. Lo más probable es que el porcentaje de quienes no están dispuestos a pagar sea aún más alto.

Recordemos que cuando Whatsapp anunció que iba a cobrar 89 céntimos de euro al año casi se monta una revolución. En muy poco tiempo se nos había olvidado que antes de la llegada de esta herramienta para mandar mensajes SMS, pagábamos por cada mensaje una cantidad comparable a esa.

Una empresa como Spotify (la plataforma de streaming con mayor volumen de suscripción a nivel mundial) que ofrece música a gusto del consumidor a cambio de escuchar publicidad y tiene una versión premium a un precio muy asequible tiene, según cifras no oficiales, un 25% de usuarios premium a nivel mundial, pero un porcentaje mucho menor en España.

Si queremos seguir recibiendo de forma gratuita los contenidos que disfrutamos ahora en Internet tendremos que estar dispuestos a recibir a cambio publicidad. Otra cosa será que exijamos a los anunciantes y a los publicitarios que encuentren y utilicen fórmulas que sean lo menos molestas que se pueda.

En todo caso, siempre podemos recordar que si el producto que usas es gratis es porque tú eres el producto.

La abdicación del Rey y las audiencias

En estos tiempos en que todos nos enteramos de las noticias por Twitter o por Whatsapp, la televisión ya no es lo que era.

El lunes fue uno de esos días que se quedan grabados. Dentro de unos años recordaremos lo que estábamos haciendo cuando nos enteramos de que el Rey Juan Carlos abdicaba.

Yo me enteré por tradicional de boca en boca (que ahora llaman Word of Mouth). Entrábamos en una reunión en la oficina cuando Loreto, una compañera, anticipó la noticia; aún no se había producido la comparecencia de Rajoy.

TVE tampoco es ya lo que era. Hasta hace muy poco, cuando ocurría un hecho como éste la audiencia se concentraba en La 1. Las demás cadenas se quedaban sólo con las sobras e iban recuperando audiencia cuando TVE empezaba a repetir una y otra vez el mismo contenido.

Pese a que TVE realizó cerca de un centenar de conexiones en directo, el lunes la audiencia se fragmentó casi en el mismo orden y proporción que la distribución de audiencia de estos últimos meses, así que, también como viene ocurriendo estos últimos meses, el noticiario más visto fue el de Tele 5 de las 21.

Tele 5  ya ha sido líder en informativos en el mes de mayo, incluso si se considera el simulcast (la emisión simultánea entre La 1 y 24 Horas) algo que no ocurría desde hace mucho tiempo. Hay quien habla del efecto Somoano,  el nombre del actual Director de Informativos de TVE.

Ya sorprendió unos días antes al ser superada por La Sexta, en teoría una cadena menor, en la jornada de las elecciones europeas.

El informe de Barlovento Comunicación sobre las audiencias del lunes puede verse aquí

¡Whatsapp valía 14.000 millones!

Por fin sabemos cual era el modelo de negocio de Whatsapp.

Estaba claro que no podían vivir de los 0,79 euros que se pagaban por la suscripción. Eso no daba ni para pagar el consumo de electricidad de los potentes servidores que se necesitan para mantener vivo este tinglado. Pero los fundadores seguían insistiendo en que su objetivo no era vender, que nunca nos pondrían publicidad y que no venderían sus potentes bases de datos.

Últimamente yo tenía un latiguillo que usaba en muchas conversaciones ¿Sabes cual es el modelo de negocio de Whatsapp? En general mi interlocutor se quedaba boquiabierto y como mucho preguntaba Y tú ¿lo sabes?

Y en el otro lado estaba Facebook, con una enorme liquidez desde su salida a Bolsa, que veía cómo se iban perdiendo algunas de sus características principales: la proximidad, la emocionalidad estaban cada vez más del lado de Whatsapp. Cuando en Zenith, hace ahora un año, hicimos con The Cocktail Analisys, nuestro estudio de Redes Sociales una de las conclusiones más importantes y quizá la que más destacamos Felipe Romero y yo en las presentaciones, fue que Whatsapp, sin ser propiamente una red social, se estaba apropiando de los valores más sociales: los de cercanía, de emocionalidad, de engagement, que inicialmente se asociaban a Facebook.

Yo no soy, sin duda, un usuario típico de Whatsapp (ni de Facebook, claro) en todos los estudios sobre este tema quedaría fuera del universo del estudio, así que contar mi caso es lo que nunca debería hacer alguien que se dedica a la investigación, pero estoy en unos diez grupos de Whatsapp, he chateado en los últimos meses con más de cien personas, las fotos de mi nieto se comparten en algunos de esos grupos y no en la red de Zuckerberg…

Supongo que alguien con cuarenta años menos que yo tiene todos esos datos (salvo el del nieto) mucho más inflados.

Creo que la compra de Whatsapp por Facebook va a ser una de las noticias económicas de este año.

Ahora sólo falta saber qué hará Facebook para rentabilizar esta inversión.

¿A Facebook le quedan tres años?

Karsten Gerloff, Presidente de la Fundación de Software Libre de Europa (FSFE) declaró la semana pasada en el País Vasco que Microsoft desaparecerá en cinco o diez años y que a Facebook le quedan tres y se ganó así unos cuantos titulares en la prensa del verano, ansiosa de ellos.

Lo de Microsoft se entiende muy bien; lo lleva en el cargo. Alguien que preside una fundación para el software libre ha de tener a Microsoft como su principal enemigo. Así que concederle cinco o diez años más a una empresa de tecnología en estos tiempos puede parecer hasta generoso. Claro que, muy probablemente, estará confundiendo sus deseos con la realidad.

¿Y los tres años de Facebook? Podría ser, pero yo no lo creo. El fenómeno de las redes Sociales está aquí para quedarse.

Hace seis años la red líder era My Space. Entonces la compró el conglomerado News International, de Rupert Murdoch y comenzó a declinar. No ha muerto, pero sí ha perdido una parte importante de su valor. Este año se ha hablado de su relanzamiento.

Allá por 2008 vivimos un verdadero boom de Second Life; no era exactamente una red social como ahora las entendemos, pero tenía bastantes puntos en común. Ahora ya nadie habla de ella, pero recuerdo que cuando hace algo más de cuatro años escribí un post breve hablando de su posible final, tuve múltiples comentarios de gente que seguía allí e incluso hacía negocios.

Facebook salió a Bolsa el 18 de mayo de 2012 y alcanzó una valoración de más de 100.000 millones de dólares y a partir de ahí el precio de la acción comenzó a descender, dando muestras de que los analistas habían sobrevalorado la empresa.

Ha tenido problemas para adaptarse al creciente mercado de los smartphones, para diversificar su negocio desde la publicidad, incluso para buscar fórmulas publicitarias de éxito. Pero los ha ido solucionando y esta semana la noticia ha sido que volvía a alcanzar su cotización de salida a Bolsa; algo más de catorce meses después.

Ha disminuido el ritmo de captación de miembros para su red, algo lógico si pensamos que ya supera los 1.100 millones en todo el mundo. En el V Observatorio de Redes Sociales, que hemos realizado este año en Zenith junto con The Cocktail Analysis, se veía claramente que Facebook mantiene una posición de sólido liderazgo en España, aunque su uso va a menos en el caso de buen número de los internautas, muy afectado por dos hechos: el crecimiento de Twitter y, sobre todo, la irrupción de WhatsApp que le roba la parte más emocional de los contactos más cercanos y es ahora el sitio dónde se comparten las fotos y vídeos más apreciados. Aunque en Facebook también se pueden hacer grupos reducidos por tipo de relación, parece que se nos fue de las manos cuando admitíamos a cualquiera como amigo y no era raro tener 500 o más amigos en Facebook. Pocas de nuestras fotos, o incluso de nuestras ideas, querremos compartirlas con 500 personas.

Pero en ese mismo estudio se veía que las Redes Sociales pueden ser una buena vía de contacto entre las empresas y sus clientes, algo que estos días vuelve a estar de actualidad como se puede ver en el post de hoy de Bloggin Zenith.

Estoy de acuerdo con el señor Gerlof en que tanto para Facebook como para Google somos productos y no clientes. Esas dos empresas, como Amazon o tantas otras de las líderes de Internet, viven de explotar la información que tienen sobre nosotros, que en la mayor parte de los casos hemos proporcionado nosotros mismos. Pero creo que Gerlof se equivoca en el pronóstico que hace sobre la duración de la vida de Facebook. En mi opinión, el potencial que todavía tiene sin explotar es altísimo.

Veremos.

Las marcas son bien recibidas en las Redes Sociales

Semana intensa.

Cuatro presentaciones, de cuatro temas diferentes, en cinco días laborables. ¡Uff!

De las cuatro la que he tenido mayor repercusión es la presentación del estudio de Redes Sociales que hemos hecho Zenith y The Cocktail Analysis.

Lo presentamos el martes Felipe Romero de TCA y yo en el Espacio Fundación Telefónica. Hizo la introducción Candi Rodríguez, la Directora General de Zenith, mi jefa.

Como llego tarde a escribir (últimamente no consigo sacar tiempo para el blog, veo que llevaba casi un mes sin escribir aquí) ya está todo dicho. Incluso hay quién lo ha recogido con un resumen de los tuits más importantes que se publicaron sobre el evento. También publicamos un vídeo con el resumen de los principales resultados.

Creo que hay dos grandes titulares para el estudio:

Whatsapp ha irrumpido con fuerza cambiando el papel de algunas redes sociales

y

Las marcas son bien recibidas en las redes sociales

La llegada de Whatsapp, con sus más de diez millones de usuarios, la posibilidad de hacer y deshacer pequeños grupos para una función concreta, la no limitación de caracteres en los mensajes y las funcionalidades como la facilidad de colgar fotos y vídeos, ha trastocado la relación de los internautas con sus redes sociales habituales. Hay cosas que no queremos contar o mostrar a nuestros quinientos amigos en Facebook (sí, se nos fue de las manos) pero sí al grupo reducido de nuestra familia o nuestros colegas. A veces necesitamos más de 140 caracteres para expresar lo que queremos decir.

Hasta ahora no quedaba claro el modelo de negocio de Whatsapp, pero si entra en el entorno de Google, como se ha rumoreado recientemente, no quedarán muchas dudas: la publicidad entrará con fuerza.

Pero en una investigación realizada desde el mundo de la publicidad, la gran noticia, la buena noticia, es que para el 70% de los internautas usuarios de redes sociales las marcas no sólo no molestan sino que se valora lo que pueden aportar. Tras un primer momento de cierto rechazo, ahora se les reconoce su papel y se espera que aporten a sus seguidores ofertas, novedades, información sobre sus productos y ventajas.

En el mundo polifacético de las redes sociales, en el que sigue destacando Facebook, casi universal pero perdiendo emocionalidad, gana fuerza Twitter (que instala ahora en España su oferta publicitaria) y retrocede Tuenti, la de perfil más joven, el resto de las redes (salvo LinkedIn en el plano profesional) no alcanzan el rango de mayoritarias.

El hecho de que las marcas sean bienvenidas (con condiciones, claro, sin abusar de la confianza que nos dan) es una buena noticia para quienes nos dedicamos a la publicidad. En algún momento del trabajo previo a la presentación nos planteábamos que estábamos pasando del mundo de Facebook al de Brandbook, el libro de las marcas.

Espero que lo sepamos hacer bien y que no acabemos destruyendo una oportunidad, como ha ocurrido con otras.

En Zenith hicimos un primer estudio de redes sociales (entonces para Zed Digital) en el año 2008; ese mismo año realizó The Cocktail Analysis su Primer Observatorio de Redes Sociales. Ahora, cuando TCA realizaba su Quinto Observatorio, los dos proyectos se han unido. Creo que las dos partes hemos quedado satisfechas.

Tanto el vídeo resumen del estudio, como la presentación y la infografía están colgadas en Bloggin Zenith.

2013: el año del cambio (I). De donde venimos

Ya empieza a ser tradición. Por tercer año Pedro Urquidi de la revista IPMark me pidió un análisis del año para su número de la segunda quincena de enero. Se publicó ayer. Como es largo lo reproduciré en tres posts.

Nos hemos hartado de repetir la frase de Leonardo: No es una época de cambios, es un cambio de época, pero en la mayoría de los casos cuando se plantea una campaña seguimos pensando primero en televisión, en el spot de televisión, y luego en todo lo demás. Seguimos hablando de la importancia de los medios ganados, pero no sabemos bien cómo ganarlos aunque, eso sí, vamos erosionando el valor de los medios pagados. Seguimos en la época anterior porque no nos sentimos cómodos en la nueva.

Si se cumplen las previsiones,  cuando termine 2012 la inversión en Televisión se habrá quedado en poco más de la mitad (un 52%) en los cinco años (2007-2012) transcurridos desde el comienzo de la crisis. Todo eso a pesar de que los españoles decidimos (bueno, el Gobierno de entonces decidió por nosotros y al nuevo no le parece mal) pagar con nuestros impuestos la televisión pública para que Lara, Berlusconi y los otros accionistas de las cadenas privadas supervivientes se repartieran más beneficios. Parecería lógico pensar que, tras ese batacazo, la Televisión habrá dejado de ser el medio líder o que, al menos, habrá perdido una buena parte de su cuota. Pues no. La Televisión sigue concentrando la inversión; supone más del doble que el siguiente medio, ha perdido en estos años poco más de cuatro puntos de cuota, justo por todo lo anterior: las campañas se siguen armando a su alrededor, se negocian los precios a la baja y, en su caída, arrastran a todo el resto del mercado. En 2012 ha caído incluso la inversión en medios digitales; se ha venido abajo la muralla de los últimos resistentes.

¿Qué ha pasado? Sigo con mis citas italianas: Lo viejo ha muerto, pero lo nuevo no acaba de nacer en palabras de Antonio Gramsci.

 

El año 2012

Para preparar este artículo he revisado el que escribí el año pasado por estas fechas. Se acababan de publicar las primeras medidas del Gobierno del Partido Popular y el artículo me salió pesimista. Busqué un titular que compensara: Hagamos de 2012 el año del final de la crisis, apelando al esfuerzo de todos para tratar de evitar lo que se veía inevitable. Me equivoqué en el título y me quedé corto en el pesimismo del artículo: contra una política basada sólo en los recortes era casi imposible luchar. Por cada punto que se contrae la economía, la inversión publicitaria cae entre 4 y 5. Y en esta crisis parece que aún cae más.

No fuimos capaces de salir de la crisis entre todos. Lejos de eso: la crisis es ahora más profunda que nunca.

La realidad nos ganó por goleada.

Aquellos recortes fueron sólo los primeros, ya nos lo avisaban, de una serie que todavía no ha terminado. Cada viernes el Consejo de Ministros nos da nuevos motivos para echarnos a temblar.

Aún no tenemos los datos oficiales sobre inversión publicitaria en 2012, pero ya podemos decir que si hablamos de un 16% de caída alguno nos podrá tachar de optimistas(*).

Se hunde el PIB: encadenamos ya cinco trimestres de caídas y nos anuncian al menos dos más; el paro batió de nuevo récords y se situó en las cifras más altas de la historia; cayeron a la vez el consumo y la tasa de ahorro; se hundió la confianza del consumidor, también en mínimos históricos, las ventas de automóviles se fueron a cifras de quince años atrás, se hundieron las ventas y los precios de las viviendas y se llevaron por delante a gran parte de un sistema bancario que pocos años antes se ofrecía como modelo a seguir. No nos rescataron como país pero sí lo hicieron con una parte sustancial de nuestros bancos.

La prima de riesgo, esa parienta que desconocíamos hasta hace poco, ha alcanzado máximos históricos (el doble de las cifras que un año antes nos presentaban como preocupantes). Claro que, hasta este principio de año no sabíamos la importancia que para este indicador tenían las decisiones del Congreso de Estados Unidos.

2012 se recordará como el año de los desahucios y de la crisis de Bankia, pero en el mundo de los medios será el año de los cierres (Qué, Público, Capital, ABC Punto Radio,…) y de los EREs (Prisa, Unedisa, Telemadrid, Canal Nou, Intereconomía,…) que también han afectado al lado publicitario del sector.

Después de muchos años oyendo que la competencia desleal de la televisión pública era la que tiraba a la baja los precios del mercado, que hacían de la televisión en España la más barata de Europa, resultó que cuando esa competencia desapareció y el mercado se convirtió prácticamente en un duopolio privado, los precios cayeron aún más. Pero no disminuyó la saturación, ni se hizo nada para aumentar la eficacia para los anunciantes.

Eso sí: el consumo de televisión siguió creciendo, a la vez que crecía el consumo de internet y continuaba el hundimiento de los medios en papel.

Creció la importancia de las redes sociales. En el año de la salida a Bolsa de Facebook, que no cumplió las expectativas de los más optimistas, el protagonismo se lo llevó Twitter, proponiendo los temas de conversación, desde las más serias a las más chuscas, aunque, como dice Víctor Gil, cada uno se configura su propia burbuja en Twitter en función de sus centros de interés. Mi Twitter es, seguro, distinto del tuyo. El mío se parece a mí y el tuyo a ti.  Pinterest atrajo las miradas de muchos publicitarios, aunque a nivel popular no llegó a calar tanto como se esperaba. Fue el año de Instagram, ya en la órbita de Facebook, mientras Whatsapp se comía en pocos meses todo el terreno que a las operadoras de telecomunicaciones les costó años ganar para los SMS. Los 18 mil millones de mensajes que se emitieron por este sistema en el cambio de año son una cifra que impresiona a cualquiera.

Pero desde el punto de vista publicitario aún estamos muy lejos de aprovechar todo el potencial de las redes sociales.

También fue el año de las Apps. No eres nadie si no has creado tu propia App; en los móviles de los jóvenes más enganchados se pueden contar por cientos, si bien muchas no se usaron ni el día en el que se descargaron.

Y, sobre todo, fue el año del branded content. Si tratamos de hacer un recuento de las campañas que tuvieron más repercusión a lo largo del año ¿qué nos viene a la cabeza?:

-. la campaña de Campofrío, que empezó con Cómicos, se llegó a transformar en una Gala en TVE y ahora sigue con El curriculum de todos. Una campaña que se ha llevado todos los premios posibles (incluido el Gran EFI… y el de Agencia de Medios del año para Zenith).

-. la hazaña Red Bull Stratos, que culmina toda una línea de comunicación de Red Bull basada en la generación de contenidos en torno a los deportes de riesgo.

-. el vídeo de Loewe para promocionar su colección de bolsos Oro, que cumplió su vocación de amplia viralidad aún a costa de generar una polémica probablemente superior a la esperada.

-. la campaña tengo un plan de Desigual que, a fin de año, ha buscado también con sus varias creatividades conseguir viralidad a partir de la polémica.

-. las secuelas del Plan B, de Ballantine’s, que se convierte en contenido de un programa de televisión antes de acabar entrando en la órbita de Coca Cola.

Todas tienen en común que el contenido es la clave.

En el plano de la relación entre la televisión y las redes sociales hemos vivido un ejemplo de libro de cómo no se deben hacer las cosas: Tele 5 consiguió el llamado efecto Streisand reabriendo casi un año después el caso La Noria.

En medición, tal como preveíamos, ComScore se consolidó como el medidor de Internet elegido por el mercado, con las dificultades esperadas. Fue una prueba más, como antes lo había sido Nielsen, de lo lejos que queda España de los intereses de las empresas de investigación americanas. Pero el éxito de ComScore sirvió para que Nielsen se pusiera las pilas, lo que puede ser bueno para el mercado español.

También como preveíamos aumentó el consumo de televisión en dispositivos inteligentes, aunque, lejos del 60% que preveían los profetas de la tecnología, los estudios más optimistas colocan ese consumo en el 3%. Los estudios también confirman otros temores: el uso mayoritario de los televisores conectados es para ver la televisión.

(*): Los datos de i2p publicados ayer fijan la caída en un 18%.