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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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Factores de riesgo

El tabaco: no he fumado un sólo cigarro en toda mi vida.

El sedentarismo: ando todos los días al menos hora y media a buen paso; entre diez y doce kilómetros como mínimo.

El alcohol: siempre he bebido algo de alcohol pero con moderación; o eso creo.

El colesterol: tuve un pico de algo más de 200 hace cinco años pero desde entonces lo he controlado y en las revisiones me suelen decir que hasta lo tengo un poco bajo.

La hipertensión: hace años que tomo atenolol y normalmente siempre estoy en torno a 12-7. Me dicen que está perfecta o al menos muy controlada.

Diabetes: mis indicadores de glucosa en sangre siempre han sido buenos.

La edad: 67 años. No parecen tantos.

¿Será la edad? Me dicen que no, que en estos tiempos esa no es una edad muy elevada.

Parece que no cumplo ninguna de las condiciones que hacen que se obstruya una carótida pero el caso es que estoy aquí, en el quirófano de la Clinica de la Zarzuela de Madrid. Ya me han sedado con pinchazos en las muñecas y ahora empieza lo más duro: más pinchazos en a zona de mi barbilla derecha y el mismo lado del cuello. Me dicen que ahora dolerá más pero la verdad es que se puede aguantar sin mucha dificultad.

La operación será con anestesia local. No sé tocar el saxofón, ni ningún otro instrumento de esos que luego hacen que saquen tu operación por la tele, así que me dan una pelotita de las de payaso y recuerdo a Harpo Marx cada vez que me dicen que la apriete para demostrar que la otra carótida sigue haciendo bien su trabajo y mi cerebro se mantiene bien regado. De vez en cuando esas órdenes se alternan con otras sobre movimientos de la lengua o de los ojos. Hago lo que me dicen. Parece que no hay problema.

Noto que están hurgando una y otra vez en mi cuello pero no siento ningún dolor. Como tengo que mantener el cuello girado al máximo hacia la izquierda no veo a quienes están trabajando en el interior de mi cuello; sólo al anestesista que se mantiene a mi izquierda a lo largo de toda la operación (o eso creo).

El tiempo va pasando lentamente mientras me arreglan la avería. Durante las dos primeras horas intento no mover un músculo y creo que lo consigo. Pero llega un momento en el que no puedo más; los nervios me pueden y muevo las piernas. ¡No se mueva! me ordenan; estamos en un momento muy peligroso. Trato de mantener de nuevo la calma (y la postura). Creo que lo consigo. Hora y media después, cuando llevo tres y media en el quirófano, la operación ha terminado e informan a mis familiares mientras me transportan a la UCI.

Menos de 24 horas después me pasan a planta. Y aún no se han cumplido otras 24 y ya me voy para casa.

Además de los costurones que tenga por dentro, que incluyen un parche de pericardio de bovino, he ganado veinte nuevos puntos en el cuello.

Hay quien me dice que ahora puedo presumir de cuello de toro. Son muchos más los que me recuerdan que he tenido mucha suerte porque me cogieron a tiempo. Podía haber sufrido un episodio cerebral grave.

Yo prefiero que la próxima vez que me visite la suerte me toque la lotería.

Lo peor es que, como el único factor de riesgo que parece tener algo de sentido, la edad, no lo puedo reducir, no sé qué puedo hacer para que el problema no se vuelva a producir.

La vida sigue. Hoy es mi cuarto día desde la vuelta a casa y hasta he podido salir a dar un corto paseo.

Además de votar ¿qué papel tienen los mayores?

En España la edad media de jubilación está por debajo de los 63 años; la esperanza de vida se sitúa ahora en los 83 años al nacer (80 para los hombres; 86 para las mujeres) pero para quienes ya han (hemos) cumplido los 65 años la esperanza de vida se sitúa en los 86 años (84 para los hombres; 88 para las mujeres).

Así que no es ninguna tontería pensar en esos 23 años que, por término medio, viviremos después de la jubilación. Por ejemplo ¿de qué viviremos durante casi un cuarto de siglo si no somos capaces de defender la hucha de las pensiones?

Ya comenté aquí que hace un par de semanas estuve en una jornada Aeging y diversidad generacional (en ningún campo nos libramos del inglés) en la que se trataron estos temas relacionados con la edad de las personas.

En el año 2050 España será el segundo país más envejecido del mundo, sólo por detrás de Japón: por cada 100 personas en edades comprendidas entre los 15 y los 64 años habrá 48 mayores de 65.

Hoy en día pueden convivir en las empresas hasta cinco generaciones. Mientras los mayores conocen bien los valores y la trayectoria de la empresa, los más jóvenes suelen ser más hábiles con la tecnología. Podría establecerse algún tipo de intercambio de conocimientos (reverse mentoring) en el que cada grupo aporte lo que tiene y que el otro necesita. Las empresas tienen pocas veces planes de final de carrera para sus más veteranos y eso les impide aprovechar sus valores y experiencia.

Viajar: una opción para los mayores.

Eva Levy, Directora de la división de Mujeres en la Alta Dirección de Atos, puso de manifiesto el hecho de que todos los temas relacionados con la edad están relacionados entre sí. Nuestra sociedad sufre ahora las consecuencias de la ceguera de las administraciones hacia la maternidad que nos ha llevado a tasas de natalidad bajísimas y con ello al envejecimiento del país.
Los mayores, los viejos, fueron los sacrificados de la crisis. Mientras se hablaba de talento se prescindía de ellos porque eran más caros.
La sociedad, y el Estado, olvidaron su responsabilidad para con la generación que había sacado al país del subdesarrollo.
Por otra parte está mal resuelta la cuestión de quienes quieren seguir trabajando de algún modo después de la jubilación.
Está reciente el escándalo de los derechos de autor: mientras un inversor puede cobrar el producto de su inversión sin renunciar a su pensión, los autores deben renunciar a su pensión si siguen cobrando derechos. Se dan situaciones similares en otras profesiones. Perder la mitad de la pensión por trabajos esporádicos es absurdo. No tiene sentido tener que elegir entre cobrar la pensión o cobrar por cuatro conferencias al año.
Facilitar que quien quiera seguir trabajando, de algún modo, quizá a otro ritmo, pueda seguir haciéndolo sin perder los derechos a una pensión que haya conseguido a lo largo de su vida parece una medida inteligente, que favorecería a las personas que quieran hacerlo, pero también a las arcas públicas (pagarían impuestos por esos ingresos) y al sistema de pensiones (al que ingresarían una parte).
No vendría mal pensar en los mayores en algún sentido más que para pedirles el voto.

Los mayores también existimos

Esta semana he visto varias noticias que van en la misma línea: se empieza a tener en cuenta a los mayores.

Procter&Gamble, una de las mayores empresas multiproducto del mundo y el mayor anunciante (a nivel mundial y en muchos países, entre ellos España) redescubre al consumidor de más de 50 años. Resulta que tas muchos años pensando sólo en los jóvenes ahora se han dado cuenta de que, tras los cambios que se han producido en la sociedad, los mayores soportan (soportamos) el 70% del consumo y en muchos casos son la mayor fuente de ingresos de la familia.

Entre los mayores hay ahora grandes consumidores

Antena 3 ha hecho un cambio en su política comercial que va en esa misma línea: cambia la definición de su target comercial. Deja de considerar dentro de esta target a los más jóvenes (que ahora tienen poca capacidad de compra) e incluye a cambio un tramo de personas de más edad. El razonamiento es el mismo: tras la crisis el poder adquisitivo ya no está en los jóvenes sino en los maduros.

El jueves acudí a una jornada: Aeging y diversidad generacional: reciclando la experiencia. Se celebró en el Ministerio de Sanidad y la organizaban la empresa de ingeniería Atos, el Observatorio GT (Generación y Talento) y Wmen CEO. El tema central era la convivencia entre generaciones en las empresas y cómo organizarse para que el talento y la experiencia de los mayores no se pierda por la desconexión con las nuevas generaciones que se incorporan.

La jornada fue muy interesante y da para un post completo pero parece claro que los mayores empezamos a tener una cierta relevancia en la conversación social.

O a lo mejor es que yo ahora me fijo más porque ya soy muy mayor.