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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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60 años

Hoy hace sesenta años de la primera emisión de Televisión Española.

Para la gente de mi edad fue todo un acontecimiento ver las imágenes de algo que se estaba produciendo a mucha distancia.

Una imagen de los primeros años de TVE.

Una imagen de los primeros años de TVE.

Mi padre, un sesudo profesor de instituto, nunca fue muy partidatio de aquella ladrona del tiempo: ¡sus hijos teníamos que estudiar! Sólo muchos años más tarde los partidos de fútbol le engancharon. Así que el primer aparato que entró en casa lo hizo bastante después cuando mi hermana Blanca tuvo que permanecer varios meses en cama por una enfermedad del corazón y la tía Cristi se lo regaló para paliar su aburrimiento.

Al principio yo sólo veía la televisión algún rato suelto en los escaparates de una tienda de la calle Dato al volver del instituto. Luego subía a verla en ocasiones especiales (el Tour de Francia, Eurovisión,…) a casa de la vecina del segundo, Eloísa, una señora algo mayor que mi madre que tenía tres hijas más o menos de mi edad pero con las que yo nunca coincidía.

No sé lo que pensaría mi padre cuando mi primer trabajo fue precisamente en RTVE a donde llegué el año en que la tele iba a cumplir sus primeros veinte años.

Seguramente aún le pareció peor cuando quince años después dejé mi puesto en la cadena estatal (que había ganado por oposición, algo sagrado para la gente de la edad de mi padre…y para la de la mía) para irme ¡a una empresa de publicidad! una actividad que, sin ninguna duda, consideraba menor y, muy probablemente, poco adecuada para un licenciado en Matemáticas.

Pero la televisión, y más tarde los medios en general, ha sido el centro de mi vida, mi pasión y el trabajo con el que me he ganado, bastante bien, la vida.

Aquel 28 de octubre de 1956 yo acababa de iniciar mi primer curso en la preparatoria de ingreso del Instituto Ramiro de Maeztu de Vitoria (aunque saqué muy buenas notas tuve que repetirlo un segundo año por razones de edad). Seguramente no me enteré de que se había puesto en marcha un nuevo medio de comunicación que, aunque entonces no llegaba a Vitoria (sólo se pudo ver en algunas zonas de Madrid) ya había empezado a marcar mi vida.

¡Felicidades TVE!

Otro día hablaremos de la trayectoria de una empresa que ahora, como casi siempre, vive un momento muy complicado.

Y si quieres recordar un buen número de programas de todas sus épocas, aquí puedes hasta votar el que te parece mejor.

Juegos Olímpicos, mujeres y ropa

Ha vuelto a ocurrir. Las mujeres españolas han ganado más medallas que sus compatriotas masculinos. Como ya ocurrió en Londres, de nuevo a la hora de recoger medallas han sonado más los nombres de las Maialen, Mireia, Ruth, Carolina que los de sus colegas masculinos.

Es un fenómeno que sólo se produce cada cuatro años. En las olimpiadas, los intervalos entre dos juegos olímpicos, sólo se habla de fútbol…y de fútbol masculino. El remo, que nos ha dado cuatro medallas, no existe para los medios, como no existe, casi, el atletismo, o la natación o el badminton. Sólo en los últimos tiempos se han metido en las noticias de actualidad Mireia Belmonte, con sus récords mundiales y sus triunfos internacionales o Carolina Marín, con sus dos campeonatos del mundo.

He leído que el día en que Ruth Beitia ganó el oro algunos noticiarios y casi toda la prensa deportiva abrieron con el comienzo de la Liga de fútbol o con los últimos fichajes futbolísticos del verano. No lo he cofirmado, pero me parece verosímil.

Este año las mujeres han tenido también  otro tipo de protagonismo. Han tenido mucha relevancia los comentarios machistas que se han dado en una gran parte de la prensa deportiva, sobre las características físicas de las deportistas; también en muchos casos por la atribución de los triunfos de las deportistas a sus entrenadores (hombres).

Pero creo que la polémica del verano ha sido la de las ropas, los uniformes de las deportistas de algunos países musulmanes. Ya en los primeros días una foto de un partido de vóley playa en la que se podía ver a una deportista alemana en bikini frente a su competidora egipcia con un traje integral, desató una fuerte polémica sobre las modas y la libertad para vestir cada uno como quiera.

Ya muy cerca del final de los juegos un tuit de la ex ministra Carme Chacón en el que comparaba las indumentarias de los supuestos equipos de voley de Irán en los juegos de 1974 y en los actuales volvió a traer el mismo tipo de polémica. El tuit era completamente

erróneo: en 1974 no se celebraron Juegos Olímpicos; en 2016 la selección de Irán no ha participado en los juegos. Pero la idea de fondo era, en mi opinión, correcta: tras la revolución iraní de 1979 y el sucesivo triunfo del fundamentalismo en otros países musulmanes no sólo han cambiado las modas, también el trato a la mujer, el papel de las mujeres y la relación de muchos de esos países musulmanes con el resto del mundo. Y no siempre para mejor.

Creo que en ese tuit equivocado hay una importante carga de razón: la situación de las mujeres (y no sólo de su ropa) en los países musulmanes, la situación de los países musulmanes mismos y la del mundo en general, asediado por yihadismos y fundamentalismos, es ahora peor que en los primeros años setenta.

Cuando veo a una pareja de musulmanes, él vestido con camiseta y pantalón corto y ella tapada hasta el último centímetro de su cuerpo, sé que no se trata de un ejercicio de libertad de la mujer musulmana para vestir como quiera.

Digan lo que digan.