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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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2018: El año en que la publicidad se la juega (I)

Este es el octavo año en que Pedro Urquidi, redactor jefe de la revista IPMark; me encarga un artículo dedicado al ejercicio que comienza.

Tengo la mala costumbre de releer los anteriores, como preparación y, sobre todo, como cura de humildad que me confirma lo difícil que es acertar en las previsiones. Eso me lleva a que cada vez los artículos sean más un resumen del año anterior y de la situación del mercado publicitario que una previsión de lo que puede ocurrir en el futuro. En las circunstancias actuales el futuro, incluso el muy próximo, se ve con mucha dificultad. Todo cambia muy rápido y no siempre en la dirección que pronostican los expertos.

Situación complicada

En 2017 hemos vivido algunas situaciones complejas para el mercado publicitario. Algunos de los grandes anunciantes, con Procter&Gamble a la cabeza, mostraron sus dudas sobre la eficacia de la publicidad digital y, como en los últimos años una buena parte de su esfuerzo inversor se había dirigido hacia ahí, fue la publicidad en general la que salió perjudicada.

También seguimos viendo cómo los grandes medios digitales (Facebook, Twitter, YouTube,…) reconocían errores en sus mediciones de la repercusión de la publicidad; se produjeron algunas reacciones, todavía tímidas y concentradas en Estados Unidos pero de momento el mercado sigue consintiendo que los propios medios sean quienes proporcionen las mediciones de las campañas que los utilizan y sin exigir una medición por parte de terceros.

Las campañas en sitios no deseados, el tráfico no humano, los problemas de visibilidad de la publicidad y los adblockers han seguido creando dudas sobre el uso que se está haciendo de la publicidad digital. Las malas prácticas de unos pocos enturbian la imagen general de nuestra actividad.

En cualquier caso la publicidad digital, y en especial la que se sirve a través del móvil, es la que experimenta el mayor crecimiento un año tras otro. Y va a seguir siendo así.

La presión que las grandes empresas de distribución han realizado sobre los fabricantes ha reducido en gran medida las posibilidades de inversión publicitaria de éstos, lo que ha perjudicado a la publicidad y a los medios pero también a las propias marcas, dañadas en su imagen y en sus ventas.

Cambios en el consumo audiovisual

Tras muchos años en que los grandes grupos de Televisión bloquearon el dato de audiencia de invitados, en marzo de 2017 se hizo público. Eso ha hecho posible un aparente aumento del consumo de televisión lineal. Pero si se compara el dato que veníamos utilizando hasta ahora, ese consumo se reduce de nuevo unos pocos minutos, como viene ocurriendo desde 2012. Nos conformamos con maquillar los datos para que la foto siga saliendo bien. Pero la realidad cambia. Poco a poco pero siempre en una misma dirección.

Alejandro Echevarría, Presidente de UTECA y de Tele5 en la jornada de UTECA de Noviembre. (FOTO: E. Madinaveitia)

El consumo audiovisual en dispositivos diferentes del televisor, o el de opciones diferentes a las grandes cadenas generalistas crece sin parar, especialmente entre los jóvenes. Pero también sin medida, o al menos sin una medida reconocida y valorada por todo el mercado. Aun así la televisión medida muestra un nivel de fragmentación sin precedentes: nunca una cadena había dominado un año con una cuota tan baja como Tele 5 en 2017: un 13,3%.

La construcción de coberturas para las campañas, que sigue siendo la manera en que se construyen las marcas, es cada vez más difícil. La televisión sigue siendo el arma fundamental pero sus disparos tienen cada vez menos alcance. Esto complica los planes de medios: han de utilizarse más soportes cada vez para alcanzar coberturas que ya nunca son las mismas. Si además nos dirigimos a públicos innovadores (jóvenes o usuarios intensivos de dispositivos diferentes del televisor) el problema se complica aún mucho más: la fragmentación de la televisión es una broma si la comparamos con la de los medios digitales.

Por su propia naturaleza es prácticamente imposible encontrar dos personas consumiendo simultáneamente un mismo contenido digital.

 

(*) Este artículo es la primera parte del que se ha publicado en la revista IPMark, en papel, del mes de enero de 2018.

La televisión se muere

Hay días para todo. Incluso hay días en los que coinciden dos o más dedicatorias. Hoy 21 de noviembre es el Día Mundial de la Televisión.

¿Cómo está hoy la Televisión? Llevamos años oyendo que la Televisión se muere; incluso sin remedio. Pero ¿es cierto?

Tengo muy reciente la clase que di el viernes en el ICEMD sobre El sector televisivo y que me sirvió para actualizar los principales datos respecto al medio.

Aunque hay experimentos previos, incluso en el último decenio del siglo XIX, se considera que la Televisión es un invento de los años veinte del siglo pasado; las primeras emisiones de lo que luego serían canales para el público se sitúan en 1930. En España acabamos de celebrar los 60 años de la primera emisión de TVE (el 28 de octubre de 1956) y los cincuenta del UHF, la actual La 2, en noviembre de 1966.

Desde entonces no hemos vivido un mes sin cambios en el sector, unos cambios que se han acelerado en los últimos tiempos, en muchos casos motivados por la digitalización galopante de la sociedad. La Televisión ya no se ve como antes, toda la familia alrededor de un mismo aparato concentrados para ver lo mismo que se estaba viendo en la mayor parte de los hogares del país. Ahora es muy posible que cada miembro de la familia esté viendo una cosa diferente en un dispositivo diferente mientras, con una gran probabilidad reparte su atención con otro o varios aparatos diferentes.

Pero la Televisión sigue siendo el medio de mayor cobertura (más del 85% de los españoles ve la televisión un día cualquiera) y sigue siendo la actividad a la que se dedica más tiempo después de dormir. Aunque el consumo cae desde el máximo alcanzado en 2012 todavía sigue estando muy próximo a las cuatro horas diarias de promedio y es superior al de cualquier año anterior a 2010. ¿Se muere la Televisión? El muerto está muy vivo.

Mi amigo Eladio Gutiérrez hace mención hay a un documento de tres grandes asociaciones europeas en el que se recalca esta misma situación: la Televisión mantiene en toda Europa su situación de dominio, incluso entre los jóvenes, el grupo en el que puede estar más amenazada; incluso en el Reino Unido, el país en el que las alternativas digitales tienen más fuerza.

Eso sí: se trata de un medio muy diversificado, con una audiencia muy fragmentada: ya nunca encotraremos a más del 60% de la población viendo el mismo contenido como ocurría a veces a mediados de los ochenta; ya es muy raro que un programa alcance los diez millones de espectadores, incluso si es uno de los partidos del siglo que el fútbol nos ofrece en varias ocasiones cada año.

Las campanadas de año nuevo en TVE siguen siendo uno de los programas de mayor audiencia del año (FOTO: TVE)

Las campanadas de año nuevo en TVE siguen siendo uno de los programas de mayor audiencia del año (FOTO: TVE)

Puede parecer contradictorio pero ese medio de audiencia fragmentada está muy concentrado desde el punto de vista empresarial. De las más de 280 emisoras medidas por Kantar en octubre dos grupos (Mediaset y Atres) concentran el 58,5% de la audiencia, casi el 81% de la publicidad emitida y más del 87% de los ingresos publicitarios.

No nos debería sorprende si tenemos en cuenta que, en el ámbito digital a nivel mundial, dos empresas Google y Facebook concentran el 85% de los ingresos y dejan el restante 15% para varios millones de otras empresas (algunas tan grandes como Apple, Amazon, Twitter o Baidu).

También está muy concentrado el sector de la producción: según datos proporcionados por Barlovento Comunicación sólo cuatro de las cincuenta y tres productoras de las que se ha emitido algún programa entre enero y octubre han producido más de quinientas horas de programas; entre las cuatro suponen más del 54% de la producción; en el otro extremo cada una de las 33 con menor producción ha producido menos del 1%; entre todas suman menos del 10% de la producción emitida.

La Televisión de Pago ha experimentado un fuerte crecimiento estos últimos años, empujada por las operadoras de telecomunicaciones pero sigue siendo la hermana pequeña: aproximadamente un 35% de los hogares pagan ahora por disponer de esa oferta más amplia.

La Televisión vive tiempos interesantes: cada vez más contenidos se ven en dispositivos diferentes del televisor; cada vez más contenidos provienen de personas o empresas que no estaban en el circuto tradicional. Pero con todos los cambios, innegables, creo que el medio sigue gozando de una salud envidiable.

Antena 3 renuncia a liderar la audiencia

Tele 5 ha vuelto a ser líder de audiencia en agosto. Y van…24 meses. O sea que no es noticia.

Pero esta vez podía haber sido diferente. Tele 5 suele bajar la guardia en verano. De hecho, la última vez que no fue líder fue en agosto de hace dos años. Además estaban los Juegos Olímpicos, que daban una fuerza inusual a TVE, con sus canales La 1 y Teledeporte en las mejores cifras desde hace muchos meses. De hecho el 3,0% de Teledeporte ha sido su máximo histórico, según destaca Barlovento en su informe.

Antena 3 comenzó el mes por delante de Tele 5 y mantuvo unas cifras muy igualadas, que parecían dejar ver que iba a haber pelea al menos hasta el día 20. A partir de ahí Tele 5 se fue distanciando poco a poco hasta llegar a ganar el mes por cuatro décimas de diferencia. Eso sí, con cifras ya muy pequeñas; que la cadena ganadora se quede en un 12,3% nos pone en una situación de fragmentación que, casi, podríamos llamar norteamericana. Entre las tres primeras cadenas no llegan al 35%.

Las Campos, uno de los éxitos del verano en Tele 5

Antena 3 concentra la mayor parte de los eventos más vistos: la emisión más vista del mes fue la prórroga de la Supercopa; la película más vista fue Flores en el ático, emitida el 24 de agosto en esa  cadena; la serie más vista fue Lucifer, el 1 de agosto en Antena 3; la serie de animación más vista fue, una vez más, Los Simpsons…y sin embargo no consigue liderar el mes. Le fallan los informativos y tener una mayor fortaleza en entretenimiento (aquí ganaron Las Campos, en Tele 5) y a lo largo del día, en lo que se suele llamar day time.

Da la impresión de que, al contrario de lo que ocurría hace algunos años, el liderato no es un objetivo por el que Antena 3 luche.

Pero la verdad es que, a la vista de los resultados comerciales parece que ese liderazgo por el que no lucha no le hace ninguna falta.

Algo se mueve en la medición de televisión

Esta semana se han producido varias noticias de esas que no llegan a la portada de los periódicos pero que tienen una gran trascendencia para un sector, en este caso el publicitario y de los medios.

Tres de ellas contemplan hechos que pueden cambiar el panorama de la medición de televisión. En Estados Unidos, pero con posible repercusión mundial y, en concreto, en España.

La semana comenzaba con la noticia del acuerdo de Zenith (la agencia de medios en la que trabajo) para utilizar los datos de Rentrak (que sustituirán poco a poco a los de Nielsen) como medida en los mercados locales de televisión. Era importante. Yo lo tuiteé y lo comenté internamente: la sustitución de datos muestrales de personas por datos censales de dispositivos tiene sentido para la medición de audiencias relativamente pequeñas pero supone un cambio de paradigma Bueno, sólo afectaba a mercados locales y Zenith en Estados Unidos no es la agencia más grande.

Los primeros audímetros de televisión daban audiencia de aparatos, una información que luego se complementaba mediante diarios de escucha para tener los datos de personas y sus perfiles. Así que esto sería, en cierto modo, una vuelta atrás.

Pero a mediados de semana saltaba otra noticia. En la misma línea pero a una escala mucho mayor: Group M (el mayor grupo de agencias de medios del mundo, perteneciente a WPP) llegaba a un acuerdo, de nuevo con Rentrak, pero en este caso ya para sustituir las mediciones de Nielsen en todo Estados Unidos, incluida la medición de las networks, las grandes cadenas nacionales. El movimiento empezaba a cobrar una fuerza insospechada.

El jueves saltaba la bomba: Rentrak compra Kantar Media USA y WPP entra en el accionariado de Rentrak.

Kantar Media no es la operación de medición de audiencia más importante de Estados Unidos, pero…

Rentrak está presente en España desde hace varios años: mide la audiencia del Cine en salas y las descargas de Vídeo on Demand (VOD) de algunas de las principales operaciones de Televisión de Pago.

Kantar Media es la empresa responsable de la medición de audiencia de Televisión en España. Pertenece al grupo WPP, que dirige Sir Martin Sorrell, que nunca da un paso en falso. En España Kantar es mucho más grande que Rentrak.

Se me quedó muy grabado un dibujo de El Perich de hace muchos años. Parodiando a una campaña contra incendios, el mayordomo entraba al despacho del conde y decía :

Cuando un bosque se quema, algo suyo se quema, señor Conde.

Creo que ahora se puede decir:

Cuando la medición de audiencia se mueve, algo suyo se mueve, señor Kantar.

Desaparece Teledeporte

Este post podría ser uno más, el cuarto, de la serie TVE lentamente hacia su desaparición, que escribí hace ahora más o menos un año. También podría ser la continuación de Desaparecen 9 canales de televisión, que escribí a primeros de mayo.

La desaparición de Teledeporte o, como se ha anunciado, su fusión con La 2 es un síntoma más de la crisis en la que se encuentra inmersa la televisión pública. Por un lado la crisis de la televisión como sistema de licencias o concesiones para uso del espectro radioeléctrico, atacado por la voracidad de las nuevas telefonías, cada vez más exigentes. Por otro el ataque sistemático hacia todo lo público que viene de la mano de los neoliberales (y sus fundaciones, sustentadas muchas veces por ese dinero público al que denigran).

La situación de TVE y de todo el grupo RTVE, que ya era difícilmente sostenible antes de la eliminación de la publicidad, se ha vuelto imposible en las actuales circunstancias. Si no se encuentra una manera lógica de financiar a la Corporación, ésta desaparecerá a corto o medio plazo. Estoy seguro de que seremos muchos los que lo lamentaremos.

La labor que hace Teledeporte, apoyando a deportes minoritarios (y casi todos lo son desde el punto de vista de la rentabilidad, medida en audiencias, para las grandes cadenas privadas) es muy importante. También la que ha hecho tradicionalmente La 2, con documentales, programas culturales y cine de calidad.

Ahora se plantea la fusión de las dos cadenas como un ahorro y una manera más de ajustar unos gastos que, con el actual sistema de financiación, son excesivos.

Otra solución, que yo apoyo aunque sé que es muy poco probable, es la vuelta de la publicidad, en determinadas condiciones, a TVE. Es también la que plantea la AEA (Asociación Española de Anunciantes) de nuevo en un reciente comunicado.

La otra, claro, es que la mayoría de los contenidos sean de pago. Beneficia a unas pocas compañías y es excluyente para la mayoría de la población, pero está muy en la línea de la ideología cada vez más dominante.

¿Es eso lo que queremos?

Desaparecen 9 canales de televisión

Parece que la cosa va en serio. La semana que viene desaparecerán nueve canales de televisión.

Todo parte de una arbitrariedad: en 2010 el Gobierno de Zapatero llegó a un acuerdo para favorecer al lobby de UTECA y concedió sin concurso  los nuevos canales, que surgían como posibles con el paso a la TDT, a las empresas ya existentes.

En 2012 una sentencia obligaba a eliminar los canales concedidos sin concurso y tras varias apelaciones el Tribunal Supremo puso en diciembre pasado una fecha para el cierre: el 6 de mayo, el próximo martes.

Desaparecerán así los canales Nitro, Xplora y La Sexta 3, del grupo A3; La Siete y La Nueve, de Mediaset; los que MTV e Intereconomía tenían alquilados a Grupo Vocento y AXN y Teletienda del multiplex de Unidad Editorial.

UTECA, la asociación que agrupa a las televisiones comerciales, se ha opuesto radicalmente a una medida que tira por tierra las inversiones realizadas durante estos años y puede costar muchos puestos de trabajo directos e indirectos. Deja claro que los ciudadanos, además de ver reducida la oferta de canales tendrán que hacer frente a las fuertes indemnizaciones que el Estado tendrá que pagar a las empresas afectadas.

Vertele puso en marcha, sin éxito, una iniciativa a través de change.org para pedir la anulación de esa medida. La AUC, Asociación de Usuarios de la Comunicación, también pidió al Gobierno que garantizase la oferta, pero nada ha cambiado.

Las cosas podrían no quedar ahí ya que, como indicaba Victor Calvo-Sotelo, secretario de Estado de Telecomunicaciones y para la Sociedad de la Información, aún podrían desaparecer otros ocho canales cuando se distribuya el llamado Dividendo Digital.

La cuestión es compleja:

– una decisión al margen de la Ley tomada hace cuatro años por un Gobierno

– unas inversiones importantes hechas a raíz de las concesiones

– un Gobierno de otro signo que no rectifica

– algún concesionario que no ha sido capaz de rellenar con contenido esas concesiones (Teletienda, alquiler a otras compañías, incluídas multinacionales,…)

– una situación nueva, con peso creciente de Internet donde las concesiones de frecuencias ya no son necesarias

– la sospecha de que se quiere favorecer a la televisión de pago frente a la televisión en abierto, gratuita

– las todopoderosas telecos peleando por los contenidos para hacerse con la audiencia de los canales en abierto

Estamos en un momento crucial. El próximo martes se abre una nueva etapa. Habrá que estar atentos.

¿Cómo se redistribuirá la audiencia de las cadenas que desaparecen? ¿Cuánta saldrá de los dos grandes grupos hacia los canales menores?¿Cambia realmente la situación?

¿Tiene futuro la televisión conectada?

Según el Informe de la Sociedad de la Información (SIE12) de Fundación Telefónica, la televisión conectada creció el año pasado en España un 800%. Se trata, por tanto, de un fenómeno en auge. Claro que esa cifra se relativiza bastante si consideramos que la penetración de este tipo de aparatos pasó del 0,1% al 0,9%. O sea que aún podría crecer otras dos veces el 800% y todavía no llegaría a alcanzar la penetración actual de Internet.

Pero ¿se trata de televisiones conectadas o simplemente conectables? Existe la sospecha de que muchos televisores de última generación, una gran parte de los aparatos de alta gama adquiridos durante los últimos dos años, sólo se usan para el visionado tradicional de televisión y no se usan, o se usan en muy pequeña medida, para ver en la televisión contenidos de Internet.

La evolución de la tecnología es muy rápida; suele ir muy por delante de las necesidades percibidas por la mayor parte de la población. En muchos casos los avances sólo llegan a ser comprendidos, y disfrutados, por una pequeña minoría de geeks o early adopters en otros, en la mayoría, tardan en penetrar hasta capas mayoritarias de la población.

No sé si éste va a ser el caso de la televisión conectada; por el momento no parece que esté siendo protagonista de un boom. El caso es que, desde el punto de vista publicitario, si consideramos que Internet es ya el segundo medio por inversión, después de la Televisión, y que entre los dos captan alrededor del 60% de la tarta publicitaria, una Televisión Conectada bien entendida reuniría lo mejor de los dos mundos; todo un sinfín de posibilidades. 

Publicidad interactiva en Televisión

No es la primera vez que se plantea la utilización de la interactividad en la publicidad televisiva. El 29 de junio de 1998 Zenith participó en la primera campaña de publicidad interactiva en televisión realizada en España: la emisión de un spot de Renault Clío en Canal Satélite Digital fue un gran éxito al conseguir más de 4.000 llamadas (entre los poco más de 100.000 abonados que tenía entonces la cadena) que se tradujeron en más de 1.200 pruebas de producto, muchas más de las que se conseguían en la jornadas de puertas abiertas y ofertas similares. Esa campaña inauguró una época, de poco más de dos años, en la que más de veinte anunciantes realizaron campañas con diversas propuestas interactivas (juegos, promociones, ofertas personalizadas,…) en las tres plataformas digitales entonces existentes. Pero desarrollar una campaña interactiva tenía complicaciones tecnológicas, diferentes para cada plataforma y para cada tipo de propuesta; demasiado complicado para lo que se podía conseguir entonces con este tipo de publicidad y una tecnología incipiente.

Ahora no vivimos el mejor momento económico; el volumen del mercado publicitario se ha reducido a la mitad en cinco años, pero el número de actores que quieren su parte de ese mínimo trozo de una tarta más pequeña se ha multiplicado: ya no son sólo los operadores, también los fabricantes de aparatos y los desarrolladores de aplicaciones quieren morder. El mundo de iTunes y las Apps, todo un éxito como negocio particular, ha hecho mucho daño al gran negocio de la publicidad masiva.

Ahora no hay tiempo, ni ganas, para estandarizaciones (lo que fue el sistema PAL para la televisión en color o el VHS para el vídeo), al revés, cada fabricante busca su propia diferenciación y ventaja competitiva.

De los dos caminos posibles uno, el que lleva a la estandarización y la simplificación del proyecto, abre la puerta a los grandes anunciantes y las grandes inversiones; el otro, el de la aplicación particular para cada modelo de televisor y para cada plataforma, dificulta que los grandes dediquen una parte importante de sus presupuestos a esos experimentos y lleva a un negocio más complejo, basado en muchas pequeñas inversiones de muchos pequeños anunciantes. Todo parece indicar que el mercado ha elegido esta segunda dirección.

Yo creo que es un error.

En lugar de pelearnos por un trozo de una miguilla, hagamos crecer la tarta y peleemos después por llevarnos la mayor parte.

Simplifiquemos el proceso.

Si para hablar la agencia y el medio necesitan un ingeniero, el negocio tardará en crecer.

Si para cada modelo de televisor o para cada cadena de televisión se necesita un ingeniero diferente o una tecnología diferente, el negocio tardará aún más en crecer. 

Social TV/multipantalla

¿Y si, tras casi treinta años hablando de convergencia, ahora que ya tenemos los aparatos en los que todo converge prefiriéramos utilizar un aparato para cada cosa?

Ese parece ser el camino que han tomado muchas personas si hacemos caso de la relevancia que está adquiriendo el fenómeno de la Televisión Social: vemos la programación en el televisor, conectado o no, pero comentamos desde la distancia del sofá con un aparato diferente: la tableta o el smartphone.

Se trata de un fenómeno todavía minoritario (cada vez menos) que no podemos perder de vista y que parece estar revitalizando la audiencia de la televisión más convencional. No se entendería el éxito de algunos programas actuales si no fuera por el morbo del comentario simultáneo en la red de amigos.

Pero este es otro tema, que ya he tratado en varios lugares. 

La importancia de la medición

Llevamos ya 20 años de publicidad en Internet (las primeras campañas de Zenith se remontan a 1994) el medio en el que, ya entonces, todo se podía medir. Llevamos 15 años de publicidad en el Móvil, un medio en el que, en teoría, la medición es aún más fácil. Sí; llevamos mucho tiempo con unos medios que sólo son nuevos porque nos empeñamos en llamarlos así, pero aún no hemos llegado (o no terminan de madurar) a los consensos de mercado necesarios. Y sólo hay una cosa peor que no tener una medida de lo que estamos haciendo: tener cinco mediciones diferentes de un mismo fenómeno.

La medición debería proporcionarnos un modelo de representación de la realidad tan bueno como permita el estado de la tecnología en cada momento.

Deberíamos ser capaces de medir para cualquier contenido audiovisual su audiencia ATAWAD (any time, anywhere, any device): en cualquier momento, en el lugar que sea y en el aparato que sea.

Pero tener una buena medición implica invertir en nuevas tecnologías y no está el momento, ni el mercado, cada vez más estrecho, para ese tipo de bollos.

Otra vez la pescadilla que se muerde la cola: si no tenemos mediciones fiables invertiremos menos, pero si invertimos menos no tendremos dinero para conseguir esas mediciones fiables.

Y cuando se pase la crisis, que se pasará, y no tengamos disculpas ¿a quién le vamos a echar la culpa?

 

(*) Publiqué este artículo en el número de abril de la revista IPMark con el que celebraba sus 50 años en el mercado.

Lecciones desde la estratosfera

El salto de Felix Baumgartner el domingo pasado ha sido una de las noticias amables de la semana.

El aventurero austriaco batió al menos tres récords:

El de velocidad vertical sin usar paracaídas de guía, al alcanzar los 1324,8 kilómetros por hora.

El de altura de salto, con 39.045 metros.

El de caída libre más larga en distancia, con 36.529 metros.

Además, como destacaba Panorama Audiovisual, la novedosa tecnología utilizada también batió varios récords de trabajo en condiciones extremas, de temperatura, velocidad y variación acelerada de situaciones.

Acostumbrado a las cifras millonarias de la televisión, a mí me impresiona poco que ocho millones de personas (en todo el mundo) vieran en directo la hazaña a través de YouTube. Incluso si eso supone multiplicar por 16 la mayor audiencia simultánea obtenida, en los JJOO de Londres, hasta ahora por el portal de vídeo de Google. Muestra el potencial del nuevo medio, pero también su todavía relativamente pequeño tamaño: poco más de una de cada mil personas del mundo.

Porque la televisión siguió mostrando todo su poderío. En España una cadena especializada minoritaria, como Teledeporte, superó los 4.300.000 espectadores en su minuto de oro: casi uno de cada diez espectadores posibles.

Y no podemos olvidarnos de las redes sociales. A lo largo de la tarde del domingo y buena parte del lunes el salto de Baumgartner fue el claro protagonista de los contenidos, con varios trending topics mundiales y muchos más en los diversos países. Yo, que venía conduciendo de regreso tras el puente del Pilar, viví la retransmisión en directo minuto a minuto a través de Twitter que me iba leyendo mi hija desde el asiento de atrás.

He llegado hasta aquí sin hablar de Red Bull y sin embargo es la marca de bebidas, también austriaca, quien nos ha dado más lecciones con esta acción.

Llevamos años hablando de branded content, de contenido generado por las marcas, como alternativa, o al menos complemento, de la publicidad convencional. Se ha abusado tanto de la publicidad en alguno de sus formatos que nos dicen que es intrusiva, interrumpe los contenidos que queremos ver, nos obliga a ver lo que no queremos.

Este caso nos muestra justo lo contrario: la gente huía de otras programaciones para buscar el salto estratosférico.

Red Bull lleva muchos años apoyando deportes extremos, generando contenidos que ofrece a los medios y estos a su vez ofrecen gustosos a una audiencia que los ve porque los considera interesantes. El salto de Felix no sólo fue el anuncio más largo de la historia (prácticamente en todo momento durante la transmisión se veía perfectamente el logotipo y el nombre de la marca) y figuró como tal, Red Bull Stratos, en las parrillas de los canales que lo emitieron; también consiguió su tiempo en los noticiarios a lo largo de toda la semana; las emisoras de radio retransmitieron el evento en directo y muchos periódicos llevaron las fotografías a su portada.

Puede que los retrasos se debieran al viento, pero el resultado final fue que el salto se emitiera en directo durante el prime time de la mayor parte de los países de Europa justo en uno de los pocos domingos del año en que las cadenas no están absortas con las ligas de fútbol. Un domingo que ya había empezado con el triunfo de los prototipos de Red Bull en la prueba de Fórmula 1.

Red Bull lleva años dándonos lecciones de marketing: es una bebida cara, un lujo asequible, asociada al aguante nocturno, un riesgo controlable; con este tipo de eventos no hacen publicidad (¿no?) apoyan valores y proezas. El posicionamiento de la marca es claro.

Al ser cara consigue unos márgenes altos que puede invertir en patrocinios (hasta un 25% de sus ingresos según Marketingdirecto.com ) que generan contenidos interesantes deseables por los consumidores. Con ello la notoriedad de la marca crece. Y se añade una nueva vuelta a la espiral.

La hazaña de Red Bull todavía es difícil de cuantificar ya que la repercusión del evento no ha terminado. Algunos de los primeros análisis que se han hecho están muy centrados en Estados Unidos. Un primer análisis de urgencia para España elaborado por Kantar Media cifra en más de siete millones de euros (a precio de tarifa publicitaria) la repercusión en radio y televisión, a la que habría que sumarle el valor aportado por la prensa, en muchos casos con sus portadas a las que ni siquiera se podría atribuir una tarifa.

Sin duda Felix Baungartner ha ayudado a Red Bull a completar una lección magistral en el campo del marketing.

Y eso abre un nuevo tema para los medios ¿hasta qué punto podrán seguir apoyando sin cobrar (o incluso pagando) las acciones/noticias que generen las marcas, que retiran así las inversiones en publicidad de las que se mantenían hasta ahora?

De nuevo hay materia para una profunda reflexión.

El primer spot interactivo en televisión

Hoy hace catorce años se emitió el primer spot interactivo en televisión en España.

En aquella época llevábamos en Zenith la cuenta de Renault, un anunciante muy ligado a la innovación (al menos en aquella época).

Era una tarde del mes de junio; estábamos cuatro gatos en la oficina porque entonces empezábamos  la jornada continua antes que ahora. Llamaron de Canal Satélite Digital para contarnos que con una nueva tecnología se podía hacer un anuncio interactivo en televisión.

Tenemos otro fabricante de automóviles interesado.

Con ese cebo no teníamos escapatoria; el anuncio tenía que ser de Renault. Y lo fue.

Esa misma tarde Maribel Moreno, que era entonces la subdirectora general, habló con el cliente y con la agencia creativa, Tiempo BBDO.

Se modificó el audio de una campaña de Renault Clio que se estaba emitiendo en aquellos momentos, los técnicos de CSD añadieron las funciones necesarias para la incipiente interactividad, se puso en guardia a los concesionarios y en pocos días teníamos la campaña en el aire.

Fue un éxito.

De los poco más de cien mil abonados que tenía entonces CSD más de cuatro mil interactuaron con el anuncio y cerca de mil quinientos solicitaron la prueba. El cliente nos dijo que había sido más efectiva que cualquiera de las acciones de marketing directo que habían llevado a cabo hasta entonces.

La semana pasada participé en Vitoria en el Congreso CARVI sobre televisión conectada. Quise empezar mi charla proyectando aquel viejo anuncio pero no lo encontré: ni en Zenith (en el traslado archivamos todo lo antiguo); ni en Digital +, la heredera de CSD (nos estamos volviendo locos y de momento no lo localizamos); ni Santi, ni Mercedes, que lo sabían todo de Renault en aquella época.

Sí encontré, perdida en la página 50 de Google más o menos, la noticia en la que se contaba aquella campaña en El País.

En la primera página de Google se daba como primer spot interactivo el que ha realizado este año, también para Renault, en esta caso Twizzy, su actual agencia OMD. Curioso ¡catorce años después la misma marca vuelve a tener el primer spot interactivo!

En aquella primera época la empresa más activa fue Corporación Multimedia; Eduardo Matilla me ha proporcionado una memoria con casi toda la producción interactiva de aquellos primeros momentos.

Luego, cuando se fusionaron CSD y Vía Digital y desapareció Quiero, el interés por la interactividad desapareció o casi.

Ahora parece que vuelve, entre otras de la mano de Microsoft. Aunque no sé si, como dice Eduardo Vázquez en su blog, la interactividad y la manera de ver televisión no se llevarán nunca bien.

Si es así, aquellos primeros experimentos de hace catorce años no habrían sido una anticipación sino un error.

¿Tiene futuro la interactividad en televisión? Y usted ¿qué cree?

Televisión concentrada

Ayer estuve grabando en Intereconomía un programa que se emitirá dentro de un rato: hoy domingo hacia las 21:30.

Se trata de un especial informativo sobre la telebasura, pero yo participé en el coloquio inicial con Alejandro G. Lavilla (actualmente profesor, pero anteriormente alto directivo de varias cadenas de televisión), Luis Petit, Director de la AM (Asociación de Agencias de Medios) y Luis Usera Director General Comercial de la propia cadena Intereconomía. El coloquio se centró en las peculiaridades de nuestro mercado publicitario de televisión.

En teoría, en un mercado perfecto, si una cadena consigue el 20% de la audiencia debería llevarse el 20% de la inversión publicitaria. Pero está claro que el mercado no es perfecto. Para empezar más de un 20% de la audiencia no se puede comercializar porque la tiene TVE a quien se la ha prohibido competir en el mercado publicitario.

La semana pasada se publicaron los resultados de Antena 3 y Mediaset (el grupo de Tele 5, propiedad de Berlusconi). Ambos grupos publicaron beneficios escandalosos; de nuevo volverán a estar entre las empresas cotizadas en Bolsa más rentables de Europa.

Las cuentas que hacían en Intereconomía venían a decir: si entre los dos grupos reúnen alrededor del 50% de la audiencia y tienen más de 200 millones de beneficios, si nuestra cadena tiene un 1,5% de la audiencia debríamos tener en torno a 6 millones de beneficios.

Pero en un mercado en el que prácticamente tenemos un duopolio, con la capacidad de presión que eso supone y en un momento de crisis, que no sólo lleva a la reducción de la inversión publicitaria sino también a una gran concentración, tenemos a dos grupos con grandes beneficios y todos los demás al borde de la asfixia.

¿A quién beneficia eso? Sólo a esos dos grupos. Todos los demás actores: otras cadenas, anunciantes, agencias, productoras…son los grandes perjudicados por esta situación, que tiene todos los visos de perpetuarse.

Curioso que los adalides del capitalismo ultraliberal sean las primeras víctimas de un sistema que, en sus formas actuales, tiende inevitablemente a la concentración.