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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

Archivo de abril, 2017

El Cine en su laberinto

El último Consejo de Ministros de marzo rebajó el IVA de los espectáculos en directo del 21% al 10%. El Cine, de nuevo, es discriminado respecto a otros espectáculos como los toros, el teatro o la danza.

Parece que el Cine sigue pagando su enfrentamiento con el PP de la época de Aznar y el no a la guerra en la ceremonia de los Goya de aquel año.

Méndez de Vigo, el portavoz del Gobierno, prometió un cambio en los impuestos al Cine para el momento en que mejore la situación económica. A cambio, dijo, se han aumentado en diez millones de euros las subvenciones a la producción.

Ramón Colom, Presidente de FAPAE, parece aceptar esta situación: el cine es una industria y lo importante es apoyar la producción. Ahí sí se ha conseguido una situación mejor.

Y es que aunque el cine español vive un buen momento (en cinco de los últimos seis años la película más vista en España ha sido española) una rebaja en los impuestos de las entradas favorece sobre todo a Hollywood, a las grandes productoras estadounidenses.

En los últimos años el Cine ha comenzado un lento proceso de recuperación. En 2016 se superaron, por poco y por primera vez desde 2008, los cien millones de entradas vendidas, con un crecimiento importante respecto a años anteriores, aunque quede muy lejos de los más de 400 millones de espectadores a los que se llegaba en la edad dorada del medio.

Parte de la recuperación se debe al cine español, que ha aumentado su participación en los últimos años, y en concreto a las producciones financiadas por los grupos televisivos en virtud de su obligación de dedicar un 5% de sus ingresos a la producción de cine. Esa fortaleza maquilla la debilidad del resto de la estructura de producción cinematográfica española, que pocas veces consigue realizar películas de gran presupuesto y casi nunca pagar las importantes campañas de marketing necesarias para conseguir el éxito en un mercado tan competitivo.

Otro aspecto controvertido es el del precio de las entradas y la publicidad.

La Fiesta del Cine revitaliza dos veces al año las salas.

Hace unas semanas Carme Chaparro publicaba el siguiente tuit: Tras pagar una pasta por 4 entradas de cine… de verdad tengo que aguantar 16 minutos de publicidad? @cinesa

A ese siguieron unos cuantos tuits más que consiguieron cierta repercusión.

En estos tiempos en los que parece que todo tiene que ser gratis y sin publicidad el extremo opuesto (caro y con publicidad) parecería no tener sentido.

Los exhibidores lo justifican basándose en que la mayor parte del precio de la entrada se lo lleva la distribuidora y, al final, los creadores de la película. El negocio de las salas sería ruinoso si no fuera por los ingresos publicitarios y las ventas en el bar.

La publicidad se convierte así en el bastón que necesita la industria cinematográfica (como tantas otras) para seguir adelante. Según datos de Infoadex la publicidad en Cine supuso en 2016 un total de 22,6 millones de euros, un 2,6% más que el año anterior.

El Cine sólo representa un 0,4% de la inversión publicitaria en medios convencionales pese a que, según demostró en 1995 el estudio Lumière realizado por Zenith y han corroborado después estudios similares realizados por la AIMC, es, con gran diferencia, el medio que genera un mayor recuerdo de marca. En algún momento ha llegado a producir 12 veces más recuerdo por contacto que la televisión. El retorno de la inversión en Cine es el más alto también si se utiliza el criterio de comparar los porcentajes de notoriedad obtenidos ( en estudios como el de IOPE) con los porcentajes de inversión captada (con datos como los de Infoadex).

La publicidad en el Cine se ve a oscuras, sin otros elementos que distraigan, en gran formato, tanto de imagen como de sonido…y el público ha pagado por asistir, con todo lo bueno y lo malo que eso puede tener para la imagen de la marca. Una marca que, en muchas ocasiones, utiliza en el Cine sus mejores piezas, en formatos mayores que en otros medios. Se explica que el recuerdo generado pueda ser mucho mayor.

Otro factor polémico es el precio. Ya hay algunos exhibidores que varían el precio por día de la semana pero en la mayor parte de los casos las únicas excepciones son la Fiesta del Cine, que se celebra dos días al año, y el Día del Espectador, una vez a la semana. Para el resto parece preferible mantener el precio a costa de proyectar la película en salas casi vacías, en lugar de reducirlo entre semana en los días de menor asistencia. ¿Tiene sentido?

El Cine se mueve así en su propio laberinto de contradicciones.

Internet ya no es lo que era

Ya no estamos a mediados de los noventa o a principios de los dos mil, cuando una crítica en Internet podía arruinar la reputación de una empresa. ¿Recuerdan el caso del músico al que una compañía aérea destrozó una guitarra e hizo una canción que se popularizó en todo el mundo? ¿O el del vídeo que demostraba que los candados de bicicleta supuestamente inviolables eran muy fáciles de abrir…si se sabía cómo?

Esos y otros parecidos se ponían como ejemplo del nuevo poder que Internet había otorgado a los ciudadanos.

Ahora Internet es tan grande, está tan saturada de contenidos que cualquier cosa, incluida cualquier crítica, puede pasar inadvertida.

Cuento mi caso:

No tenemos ninguna casa en la calle Clara Campoamor. (Ni siquiera sabemos dónde está).

No podemos tener ninguna deuda por una línea fija en esa casa de la calle Clara Campoamor, que desconocemos.

No hemos dejado de pagar ningún recibo.

No hemos recibido ningún aviso de apremio por impago.

El pasado jueves acabábamos de comer cuando entró una llamada al móvil de mi mujer.

-¿Se llama usted…xxx?

-Sí.

-¿Su DNI termina en…yyy?

-Sí.

-Pues (ya en tono amenazador) le vamos a embargar porque usted tiene una deuda con una compañía telefónica…

-Perdone: yo no…

-Usted sabe perfectamente que tiene una deuda por una línea fija que tiene en su casa de la calle Clara Campoamor. La vamos a embargar y usted está en nuestras manos.

-Mire, yo no…

(En tono cada vez más violento)

Usted tiene una deuda y si no paga le vamos a embargar, le pondremos en la lista de morosos y…

Como parecía un caso de esos intentos de estafa del que nos suelen advertir (y se veía perfectamente el teléfono desde el que nos estaban llamando) intervine yo para decir:

No tenemos ningún piso en esa calle, no podemos tener una deuda,…

(Ya en tono viloento)

Ustedes tienen una deuda y lo saben. Deme su número de cuenta. Les vamos a embargar!!!!

-Mire: ahora mismo les voy a denunciar.

-¡¡¡PUES HÁGALO!!! LAS COMISARÍAS ESTÁN ABIERTAS LA 24 HORAS.

Efectivamente. Sin perder un minuto me dirigí a la comisaría de Chamberí y lo denuncié.

El policía que me atendió, sumamente amable, me dijo que podía tratarse de una estafa pero también que hay todo un grupo de bufetes de abogados que se dedican a amenazar y extorsionar por cuenta de grandes compañías.

Para comprobarlo llamé al número que tenía apuntado. Efectivamente: se trata de un bufete de abogados.

Luego entré en Internet: hay cientos de denuncias respecto a ese bufete de abogados y sus prácticas de extorsión…

…lo que no impide que sigan actuando de la misma manera y que, lo que es peor, algunas de las grandes corporaciones de este país les contraten para que extorsionen por su cuenta.

Incluso con datos falsos que no sé de dónde habrían sacado.

Internet ya no es lo que era: puede haber cientos de denuncias sobre casos similares pero los denunciados no cambian su comportamiento.

#JubilARTE, El arte de jubilarte

Yo era una más de esas personas que piensan que al cumplir los 65 años se acaba la relación con la empresa en la que trabajan y empieza una, quizá, mejor vida.

Cuando se acercaba la fecha, mi empresa me sugirió la posibilidad de seguir colaborando de algún modo.

No me pareció mal. Siempre me ha gustado el trabajo que hacía y he disfrutado de muchos buenos momentos; también he sufrido algunos malos, pero esos se olvidan más fácil.

De algún modolo difícil fue encontrar el modo. En el sector publicitario hay muy pocas personas que lleguen activos a la edad de jubilación. En mi empresa yo era el primero. No había experiencia en jubilaciones y menos aún en buscar fórmulas para seguir colaborando a tiempo parcial, algo que parecía, casi, un requisito imprescindible.

Al final, con ayuda de un bufete de abogados, lo encontramos: desde 2013 existen varias fórmulas. La que más se ajustaba a mi caso era la jubilación parcial: seguir trabajando en la misma empresa pero a otro ritmo, con reducción de horario y sueldo y la posibilidad de cobrar una parte de la pensión (proporcional al tiempo que se deja de trabajar). La Seguridad Social aprobó el acuerdo sin ningún problema. Creo que es satisfactorio para todas las partes, incluida la ahora tan de moda hucha de la Seguridad Social.

A lo largo del proceso me planteé qué habían hecho otras personas, cómo habían afrontado los momentos previos y la propia jubilación.

Decidí preguntárselo.

Fruto de ello es el libro #JubilARTE, el arte de jubilarte, que hemos lanzado hoy, con testimonios de cuarenta personas, muchas de ellas del sector publicitario pero también muchas de otros sectores diferentes: un minero, un médico, un topógrafo, varios profesores, un ingeniero, varios altos directivos de empresas, algún periodista, un abogado, un productor de televisión,…

Logo de El Arte de JubilARTE

No hay dos situaciones iguales porque cada profesión es diferente y porque cada uno la vive según le toca en su momento. Por eso es importante que exista cierta flexibilidad por parte de las empresas y de las administraciones para buscar la mejor adecuación a cada caso.

Por supuesto en el libro no están representados todos los casos posibles. Seguro que hay muchas personas que están deseando jubilarse porque están hartas de trabajar, porque lo han hecho en un sector que quema mucho o porque han sufrido malos tratos laborales.

Pero en el libro está Miguel, que pasados los 85 años sigue activo y con pasión por lo que siempre ha hecho. O Enrique, que después de llegar muy joven a dirigir una multinacional, se reinventó cuando antes de cumplir los cincuenta se vio fuera del mercado laboral. O Patricio, el minero que se prejubiló muy joven, y enfermo, pero ahora es feliz y piensa que si volviera a nacer volvería a ser minero. O Fuensanta, que se olvidó de su trabajo en cuanto se jubiló y ahora es toda una experta en conseguir disfrutar de planes de ocio gratuito. O Ramón, que montó una ONG para ayudar a investigar la enfermedad rara que padecen dos de sus hijas…y así hasta cuarenta casos.

Juntos hemos redactado un manifiesto, que os invitamos a firmar.

#JubilARTE, el arte de jubilarte, puede descargarse en pdf de forma gratuita gracias a la colaboración de Ibercaja desde la web del proyecto o adquirirse en papel o formato epub a través de Amazon.

 

Audiencia de Televisión ¿qué se mide y qué no?

Ha pasado algo más de un mes desde que se celebró en León el Seminario de AEDEMO de Televisión Multipantalla. AEDEMO es la asociación que nos agrupa a los investigadores de marketing y opinión españoles así que se supone que éste es el foro anual más importante sobre medición de audiencia de televisión. Ésta era su 33ª edición.

Hubo interesantes ponencias y reflexiones y también alguna, la de Fernando Santiago especialmente, que analizaba la situación actual de la medición.

A los pocos días me vi citado en lo que acabó siendo una interesante conversación en Twitter. Luis Miguel Pedrero, profesor de la Universidad de Salamanca, me etiquetaba en un tuit en el que decía:

  • La industria TV asume que el audímetro no es fiable y hacen falta métricas digitales eficientes.

El artículo que enlazaba no decía exactamente eso así que le contesté:

  • Yo no diría que no es fiable, lo que mide lo hace bien; sí que es insuficiente: deja muchas cosas sin medir.

La conversación en Twitter siguió:

  • LMP: El audímetro registra el canal sintonizado, pero no si se está mirando: ¿GRPs? Su muestra es exigua y sus resultados relativos…
  • EM: Salvo para algunas autonómicas los GRPs no cambiarían (o cambiarían muy poco) con una muestra mayor…que, de todos modos, hace falta.
  • LMP: ¿Tú crees que cada español vio 233 minutos diarios de televisión lineal, tal como indican los datos del audímetro en 2016? Yo no.
  • EM: La media de los españoles. Es un dato alto pero aun así cuando cae un 5% en tres años hay quien habla de la muerte de la TV lineal.
  • LMP: La lógica del actual audímetro (registra tiempo, no atención) proporciona datos de consumo orientativos, pero demasiado irreales y antes o después los anunciantes exigirán ¿o impondrán? una fiabilidad que no ofrecen ni la muestra ni la metodología actual
  • EM: En la época multidispositivo el tiempo se multiplica por el mismo factor por el que se divide la atención. Y (respecto a lo de los anunciantes): ¿Tú crees? ¡Ojalá!

A partir de aquí ya decidimos que el tema daba para mucho más que una discusión en Twitter y que en algún momento tendremos que conocernos para charlar. De momento este encuentro no se ha producido. Pero estoy seguro de que llegará.

Pero ¿cuál es el estado actual de la medición? Lo recogía Fernando Santiago, Director Técnico de AIMC, en su ponencia, de la que voy a extraer los principales puntos.

Fernando Santiago durante su intervención (Foto:Eduardo Madinaveitia)

En su ponencia partía de otra que hice yo hace cuatro años en el AEDEMO TV que se celebró en Zaragoza. Entonces yo definía lo que debería ser el ideal de la medición del audiovisual: para cada pieza (programa, anuncio,…) se debería medir su audiencia en cualquier momento, en cualquier lugar y en cualquier dispositivo (o en siglas en inglés ATAWAD: any time, any where, any device). Fernando utilizó alguna de mis diapositivas para ilustrarlo, incluida la que entonces llamé Carta a los Reyes. Hace cuatro años medíamos bien:

La audiencia en cualquier televisor en el hogar principal.

Y no medíamos (o no reportábamos):

La audiencia en segundas residencias.

La audiencia fuera del hogar.

La audiencia en otros aparatos.

La audiencia de invitados.

La audiencia en diferido.

Desde entonces, cuatro años, ¡¡¡hemos avanzado!!! (Reproduzco los tres signos de exclamación de Fernando; los avances, y la ironía, los merecen).

Ya se miden:

La audiencia en diferido (desde el 1 de febrero de 2015).

La audiencia de invitados (se reporta a partir del 1 de marzo de 2017).

Está en proceso la medición del consumo en otros dispositivos y en discusión la medición de los consumos en las segundas residencias.

Aquí Fernando Santiago llamaba la atención sobre la lentitud que demuestra el mercado en su toma de decisiones: la medición de la audiencia en diferido tardó tres años en hacerse pública desde que se iniciaron las primeras pruebas. ¿Parece mucho? Nada comparable con la medición de la audiencia de invitados: los primeros análisis se hicieron en junio del año 2000; será casi 17 años después cuando se abran los datos para el conocimiento de los usuarios.

Fernando también se detuvo en el análisis de la evolución de los deseos, las necesidades y las realidades mostrados a lo largo de los últimos catorce años. En 2008, en Granada, Pablo Romero dibujó un mapa de las oportunidades y las propuestas que introducía la digitalización. Llamó la atención sobre un fenómeno entonces incipiente pero que ha ido creciendo sin parar: la desintegración del sistema lineal y en directo y el paso hacia consumos fragmentados.

Dos años después Jaime Agulló introducía como reto la medición de la audiencia multipantalla de un mismo usuario, un reto que pareció que se resolvería cuando hace dos años se anunció el acuerdo entre Kantar Media y ComScore. Pero este año ya nos han dicho que este asunto marcha más lento que lo deseable, con lo que la rápida evolución de la tecnología aleja cada vez más la medición de esa nueva realidad.

Hace tres años, Eduard Nafría presentó del TAM al VAM, un medidor virtual que resolvería casi todos los problemas pero también parece que su desarrollo es más lento de lo deseado.

El pasado octubre se anunció el acuerdo entre Kantar Media y Movistar TV para la medición de audiencia de sus abonados, utilizando la combinación de un panel de abonados y los datos censales (RPD: Return Path Data). Será el mayor servicio de este tipo en Europa y un gran salto adelante en medición pero para el mercado se quedará escaso: sólo conoceremos el comportamiento de los abonados dentro de esa plataforma.

Una realidad cada vez más compleja exige una medición también más compleja. La distancia entre la realidad y la medición no parece acortarse en los últimos años: por una parte tenemos problemas con las metodologías de medición; por otra es el propio mercado el que no se atreve a dar pasos hacia una medición mejor. El mantenimiento del statu quo produce una sensación de falsa seguridad.

No parece importar que no se mida, o se mida mal, la audiencia en dispositivos diferentes del televisor pero para determinados programas y para determinados tipos de público (los jóvenes urbanos fundamentalmente) esa audiencia es cada vez más importante.