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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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Libros a pares: Infiltrados

A veces cuando uno va leyendo encuentra extrañas similitudes entre libros que tienen poco que ver entre sí. Si además, por razones de salud, lees algo más de lo habitual, parece que aumenta la probabilidad de que esto ocurra.

Soy lector asiduo tanto de Almudena Grandes (he leído trece de sus libros) como de Javier Marías (llevo nueve de sus libros leídos). Nunca he encontrado una gran relación entre ellos dos, más allá de que, en sentido amplio, puedan pertenecer a una misma generación, la de los nacidos en los cincuenta y primeros sesenta, que también sería la mía.

Marías y Grandes coinciden en el mismo tema. Foto: E. Madinaveitia

Con tantos de sus libros leídos no hace falta que diga que me gusta como escriben los dos autores, a pesar de que utilicen estilos muy diferentes: más abierto, más narrativo, más centrado en describir los hechos en el caso de Almudena, más reflexivo, más íntimo, más de mirar hacia el interior y a las razones que tienen los protagonistas para actuar como lo hacen, en el caso de Javier.

Así que me llamó mucho la atención que en sus últimas novelas, las publicadas en 2017, ambos toquen un mismo tema, el del infiltrado. Son, como corresponde a dos autores tan diferentes, dos novelas que no tienen nada que ver.

Berta Isla es la mujer de un antiguo alumno del British College del barrio de Chamberí de Madrid que acaba siendo captado por el espionaje británico e infiltrándose en una organización enemiga (que podría ser, aunque nunca se desvela del todo, el IRA). Estamos en los años ochenta de la guerra de las Malvinas y el final del terrorismo de Irlanda del Norte.

Los pacientes del Doctor García, el cuarto tomo de los Episodios de una guerra interminable, se desarrolla en la postguerra civil española. Manuel Arroyo, un antiguo amigo del Presidente de la República, Negrín, que trabajó para la Sociedad de Naciones se infiltra en una organización que trabaja para ayudar a antiguos líderes nazis a trasladarse a Latinoamérica donde se ocultarán con la ayuda de Perón y otros dirigentes. El objetivo es denunciar ante los antiguos aliados la complicidad del fraanquismo con los supervivientes de la derrota alemana.

Se pueden encontrar algunas similitudes más entre dos novelas tan diferentes: la situación destroza la vida de los dos infiltrados y las de sus familiares. Han sido utilizados por organizaciones mucho más fuertes que cualquier individuo, que luego les ignoran.

Dos grandes libros, muy recomendables, en cualquier caso.

 

Hoy cumplo diez años

Acababa de empezar el año 2008 cuando, tras varios intentos anteriores, por fin me decidí a empezar con el blog. El 3 de enero de aquel año nació Casi Enteros.

Todos los años, cuando llega esta fecha, me hago la misma consideración: nunca pensé que esto podría llegar tan lejos: ¡Diez años!

El año que acaba de terminar ha sido duro para mí; sobre todo al final. Aun así ha sido el año en que superé las mil entradas acumuladas a este blog; algo más de cien de promedio al año. Eso hace que las 69 del año 2017 se queden bastante cortas. Pero al menos no he desfallecido. Y todos los meses he escrito algo.

Durante el año he acumulado algo más de cien mil visitas, unas trescientas al día. No está mal aunque se queden muy lejos del más de medio millón que tenía en 2009 o 2010. Seguramente eran mejores tiempos para los blogs o quizá yo daba más a menudo en la tecla de temas más interesantes.

El blog, Casi Enteros (porque es más que medios), se enfocó desde el principio a temas relacionados con los medios de comunicación, su investigación y su financiación. Pero ya en el título llevaba implícita una declaración de intenciones: hablaría de eso, pero no sólo de eso.

Un libro sobre diez años decisivos

Pero los medios han dado mucho de sí. No en vano estos diez años han sido decisivos para el sector como declara desde su título, Diez años que cambiaron los medios, el libro de Bernardo Díaz Nosty que recientemente han publicado Ariel y la Fundación Telefónica y en el que escribí el apartado dedicado a la publicidad.

Hemos visto cómo la crisis económica reducía a la mitad las fuentes de financiación de los medios; cómo la digitalización lo transformaba todo y dejaba a muchos medios, en especial los que proceden del mundo del papel, buscando con escaso éxito su nuevo modelo de negocio; cómo la investigación de Televisión, la más sólida y con más influencia en el negocio, va perdiendo pie a medida que se multiplica la oferta digital y el televisor ya no es el único dispositivo en el que se ve; cómo desaparecían medidores de Internet y el mercado no veía las ventajas del medidor único recomendado, lo que ha llevado a un nuevo concurso con nuevas especificaciones…y muchas cosas más. De todas, o casi todas, he tratado de escribir en este blog que para algunos es, casi, una referencia. Muchos de los artículos publicados aquí se han reproducido en revistas del sector de la publicidad y los medios.

Pero en el blog he hablado también de mis lecturas; de mi familia y mis amigos; de mis charlas; de las publicaciones de Usúe, mi hija y de mi JubilARTE; de mis problemas de salud…e incluso de temas relacionados con mi formación como matemático. Dos de los posts que cada mes me sorprenden al ser los más leídos corresponden a este último tema. Billones y trillones sigue consiguiendo unos 1.500 lectores nuevos cada mes cuando ya se van a cumplir seis años de su publicación (eso hace ya más de cien mil lectores); Los 15 matemáticos más influyentes supera casi todos los meses los tres mil nuevos lectores cuando lleva ya veintiséis meses publicado: en total supera los ochenta mil lectores.

Bien mirado, con los temas que he ido tratando en el blog se podría escribir un libro…o varios. Sólo haría falta un editor que se anime. Y lectores interesados.

Gracias a todos los que me habéis animado a lo largo de estos diez años con vuestras, críticas, vuestros comentarios, la reproducción de mis artículos en vuestros medios.

¡Y gracias a 20 Minutos por estos diez años en que ha alojado mis artículos!

La publicidad ha ayudado a mejorar la sociedad

A principios de esta semana se presentó el libro Lo que aprendemos con la publicidad, de Fernando Montañés.

Fernando es ahora profesor universitario sobre temas relacionados con la publicidad en la Autónoma de Madrid. Y siempre ha sido uno de los mejores periodistas especializados en publicidad.

Hace un año me comentó su intención de poner en marcha este libro y compartimos unas cuantas ideas. Por motivos de salud (una pequeña operación en el codo justo el día anterior) no pude asistir a la presentación pero he visto algunas reseñas.

Estoy seguro de que el libro, promovido por la Plataforma Publicidad Sí!, que agrupa a las principales asociaciones del sector, no tiene desperdicio.

El objetivo de la publicidad es dar a conocer marcas y productos y ¡cómo no! vender. Pero no siempre; o no sólo.

La publicidad de la DGT ha contribuído (junto con otras causas, por supuesto: mejores carreteras, mejores coches, carnet por puntos,…) a reducir drásticamente el número de muertos en carretera. En los años sesenta, con un parque de muchos menos coches, había cerca de seis mil muertos al año; ahora hay pocos más de mil…que siguen siendo muchos, por supuesto.

Con la llegada de la democracia, la publicidad nos ayudó a comprender que los impuestos son útiles para todos: Hacienda somos todos, fue mucho más que un slogan publicitario, aunque hace poco intentaron hacernos creer lo contrario.

Aprendimos que había que proteger a los peces pequeños para no terminar con algunas especies: Pezqueñines no, gracias.

O a luchar contra el fuego: Todos contra el fuego; o, Cuando un bosque se quema, algo tuyo se quema.

La publicidad ha ayudado a combatir las drogas con campañas como Engánchate a la vida; o a luchar contra el SIDA con campañas sobre el uso de preservativos.

Pero no sólo las campañas de la administración; también las marcas han propagado valores. El papel de la mujer con campañas como las de Porque yo lo valgo, de L’Oréal o el respeto a la diferencia que promovió Ikea con su campaña Redecora tu vida.

La publicidad también nos ha ayudado a modernizarnos: podemos analizar la evolución de la tecnología contemplando la publicidad que ha acompañado a los televisores, los móviles o Internet a lo largo de su historia. O la entrada de medios de pago como las tarjetas de crédito; o la banca sin sucursales (ING, tu otro banco).

También nos ha enseñado a comer sano o a ayudar a nuestra salud con alimentos funcionales, o a que el yogurt no era sólo para niños: Aprende de tus hijosy tantas y tantas cosas.

La Publicidad nos ha ayudado a tener medios libres, de calidad, gratuitos o a precio reducido. Pero también nos ha enseñado a vivir mejor.

Estoy deseando leer el libro de Fernando Montañés. Seguro que merece la pena.

Mis lecturas de verano: En el camino

Este verano he leído mucho. Seguro que no soy capaz de sacar tiempo para reseñar todas mis lecturas pero voy a seguir intentándolo.

En el camino, de Jack Kerouac, ha sido una de mis últimas lecturas estivales. Es la novela que estaba leyendo cuando volví al trabajo.

Portada de En el camino. FOTO: E.Madinaveitia

Se trata de uno de esos libros de los que has oído hablar muchas veces, que siempre estaba ahí desde la juventud, que piensas que es un clásico…y nunca te decides a leer.

Una de las veces que me quedé sin lectura me acerqué a la FNAC, en La Nueva Condomina, y lo compré entre otros libros.

Bueno; ya me he quitado una asignatura pendiente. Seguramente he llegado tarde a un mito, a una especie de Odisea de mediados del siglo XX.

Mi resumen es: mucha velocidad y mucho humo: de tabaco, sobre todo, y también de marihuana. Coches: robados, comprados, prestados,…¿Amistad? De aquella manera.

Las grandes distancias de Estados Unidos recorridas una y otra vez, de Este a Oeste y viceversa y en alguna ocasión de Sur a Norte (y viceversa, como final). México como país subdesarrollado y tierra de promisión a la vez; drogas, sexo y be bop (todavía no era tiempo de rock and roll).

No sé si es el retrato de una época, de una generación (la anterior a la mía) o de un país tan atractivo y, a la vez, tan contradictorio como Estados Unidos. Leído así puede tener cierto interés.

Bueno, había que leerla. Ya está.

Quizá si la hubiera leído hace cuarenta o cincuenta años me habría encantado. Ahora…no me ha entusiasmado.

 

Mis lecturas de verano: El cuento de la criada

No conocía mucho a Margaret Atwood. Me sorprendió cuando hace algunos años, en 2008, le concedieron el Premio Príncipe de Asturias. ¿Una escritora canadiense? ¿Alguien a quien yo no había leído? ¡Qué raro!

Pero  a lo largo del último año no dejaba de recibir noticias una y otra vez sobre su obra El cuento de la criada.

Portada de El cuento de la criada. FOTO: E.Madinaveitia

A principios del verano estaba esperando a mi mujer en unos grandes almacenes sin mucho que hacer. La espera se alargaba, así que decidí pasarme por la sección de librería. El cuento de la criada me aguardaba allí. Y allí mismo comencé a leerlo. Me enganchó en seguida. Lo leí en unos pocos días a pesar de que aún no habían llegado mis vacaciones y algunos días trabajaba en la oficina.

Llevaba muchos años sin leer política ficción o ficción social; no sé muy bien cómo se clasifica este tipo de libros. Mis contactos con el Gran Hermano, del 1984, de Orwell, o la Rebelión en la granja, del mismo autor o Un mundo feliz, de Huxley se remontan a hace casi cuarenta años. Sin embargo dos o tres semanas antes de El cuento de la criada había leído Rendición, el reciente Premio Alfaguara, de Ray Loriga. ¿Casualidad? Puede ser.

Margaret Atwood crea un universo hermético en el que las mujeres, o la mayoría de ellas, viven encerradas con una única misión: engendrar hijos para las familias de la clase dominante. El puritanismo y el totalitarismo se respiran en cada página de la novela, narrada en primera persona. Atwood utiliza el artificio del manuscrito encontrado muchos años después, lo que le permite dejar un final abierto. Como El Quijote, o como tantas otras grandes obras.

No sé hacia dónde evoluciona nuestra sociedad aunque sí se advierten aspectos preocupantes: en los países avanzados cada vez nacen menos niños (y los únicos que ayudan a que las tasas de natalidad no se desplomen son los emigrantes). Un fenómeno al que creo que no se da suficiente importancia pero que ya novelaba la escritora canadiense hace casi cuarenta años, cuando la preocupación podía ser la contraria: la superpoblación. Las consecuencias pueden ser muy importantes, no sólo por lo que afecta a los planes de pensiones.

Lo mismo ocurre con el control de la información, muy presente en las dos novelas que he leído a principios de verano y que en el caso de El cuento de la criada lleva incluso a la imposición de un tipo de tocas que impide la visión lateral.

Hoy he entendido por qué en poco tiempo he visto tantas referencias a El cuento de la criada: la cadena HBO, una de las referentes en la producción de series americanas acaba de ser la triunfadora en los Premios EMI con una serie basada en esta novela. No me atraen nada las series americanas pero en este caso pienso que habrá que buscarla y verla.

En cualquier caso, si pueden y si aún no lo han hecho, lean la novela. Merece la pena.

Mis lecturas de verano: Más allá del invierno

Ya he comentado aquí que llegué al verano con pocas provisiones. Así que pedí consejo. Suelo hacerlo con varias personas que casi siempre aciertan con sus recomendaciones: Raúl Devia, Rosa Margarit y Jesús Muñoz me merecen mucha confianza. Sus gustos se aproximan muchas veces a los míos.

En esta ocasión fue Jesús quien, además de una novela de Amin Maaluf que ya había leído, me recomendó:

Me ha gustado mucho el último de Isabel Allende: Más allá del invierno.

Y, como siempre, acertó. A mí también me ha gustado mucho.

Portada de Más allá del invierno. FOTO: E.Madinaveitia

Ya había leído alguna otra cosa de Allende, con resultados desiguales aunque más bien positivos.

En este caso puede que ayude la edad de dos de los tres protagonistas, muy similar a la de Jesús y la mía.

Richard y Lucía son profesores en una universidad de Nueva York (y además son vecinos); Evelyn es una guatemalteca sin papeles que toma el coche de su jefe para ir a hacer unas compras.

Nueva York sufre una terrible tormenta, una de las peores de los últimos años; el coche de Richard resbala y golpea al de Evelyn por detrás. Lo que no debería haber sido nada más que un pequeño incidente de tráfico pasa a ser el inicio de una aventura memorable.

Durante dos o tres días los tres personajes comparten frío y vivencias con el cadáver que aparece en el coche del jefe de Evelyn. Un viaje a través de los campos nevados con dos coches muy diferentes puede dar mucho juego.

Richard es hijo de un judío refugiado de la Segunda Guerra Mundial; Evelyn llegó a Estados Unidos huyendo de una mara guatemalteca que mató a sus hermanos; Lucía es una chilena cuyo hermano desapareció durante la dictadura. Poco a poco vamos descubriendo la historia de sus vidas, las diferentes maneras de sentirse refugiados y, también, como van cambiando los sentimientos de los tres protagonistas.

Amor, misterio policiaco, sentimientos, políticas sobre refugiados (cuando Trump ya se anunciaba) forman un cóctel delicioso.

Un buena novela, de fácil lectura.

Mis lecturas de verano: La vida negociable y Derecho natural

Este verano he leído mucho…y he escrito poco.

Me gustaría reseñar por aquí todas, o casi todas, mis lecturas de este verano. Como se acaban las vacaciones tengo la impresión de que no me va a ser posible dedicar una entrada diferente a cada uno de los libros. ¿Seré capaz de agruparlos de dos en dos? Es difícil pero voy a intentarlo.

Casi no tenía libros pendientes al salir de Madrid. Es algo raro; siempre suelo comprar para tener algunas reservas. Cuando llegué al pueblo me pasé por Tahiche, la librería de toda la vida y me dejé aconsejar por el libreo. Entre otras cosas compré La vida negociable, de Luis Landero y Derecho natural, de Ignacio Martínez de Pisón, dos autores españoles, casi contemporáneos, algo más jóvenes que yo y a los que he seguido desde sus comienzos. De ambos he leído unas cuantas obras; siempre con placer.

Las dos novelas tienen también algo en común: reflejan la vida española en estos últimos años, tras eso que hemos dado en llamar la transición.

El narrador de Derecho natural vive una vida marcada por la personalidad de su padre, un actor de películas de serie B que acaba convirtiéndose en el doble del cantante Demis Roussos en su época de decadencia. Las sucesivas idas y venidas de un personaje que no es capaz de vivir periodos largos con su familia van determinando la vida del narrador, que abandona su Barcelona natal para estudiar Derecho en Madrid siguiendo un sueño, su amor de infancia a quien cree reconocer en un informativo de televisión.

FOTOS: E.Madinaveitia

La familia desectructurada, los negocios complicados, los amores frustrados y las relaciones humanas forman un cuadro que compone una de las mejores obras de Martínez de Pisón. Creo que es un paso adelante dentro de una carrera muy sólida.

Hugo Bayo, el protagonista y narrador de La vida negociable se convierte en peluquero durante su servicio militar. Todos los esfuerzos que hace a partir de ese momento para dedicarse a otra cosa acaban en fracaso. Lo mismo ocurre con la mujer con la que comparte su vida, una compañera de aventuras de su adolescencia a la que nunca llega a amar.

Con un tono muy cercano al humor negro, la novela se sitúa en la línea de la picaresca española más clásica.

El personaje va de fracaso en fracaso incluso en los momentos en los que parecen irle bien las cosas, cuando se convierte en el peluquero íntimo de la coronela en el cuartel o cuando consigue su propia peluquería en un barrio de Madrid sus inquietudes le llevan siempre en otra dirección.

Un paso más en la obra de Landero. En mi opinión no es una de sus mejores obras.

Mis lecturas de verano: Oscuridades programadas

No soy un gran lector de comics. A lo largo de mi vida he leído más bien pocos, aunque con algunos he disfrutado mucho. Recuerdo especialmente los de la iraní Marjane Satrapi: Persépolis y Pollo con ciruelas. Los cambios que vivió su país tras la revolución islámica se entienden mucho mejor después de haberla leído.

Este verano he leído mucho. Aprovechando que durante unos días ha estado Usúe en casa he aprovechado para leer Oscuridades programadas, de Sarah Glidden, curiosamente otra mujer y, curiosamente también sobre un tema relacionado con Oriente Medio.

Portada de Oscuridades programadas. FOTO: E.Madinaveitia

El argumento es sencillo: Sarah, junto con otros tres jóvenes, viajan en el año 2010 a Turquía, Irak (más propiamente al Kurdistán iraquí) y Siria para producir reportajes sobre la situación en esos países tras la guerra de Irak. Se centran especialmente en los refugiados iraquíes en esos países.

Dan, uno de los otros tres jóvenes, es un veterano que participó en una de las últimas fases de la guerra de Irak. Sus reacciones y en especial la evolución que van experimentando a medida que conoce más y más casos de desplazados a los que la vida les cambió radicalmente, son uno de los puntos claves de la trama.

El otro aspecto fundamental del libro es el análisis del papel del periodismo. Las reflexiones de la periodista, que no consigue reflejar las reacciones que ella había pensado a priori que tendría Dan; el papel de los periodistas en los conflictos y su participación en ellos como empotrados (y por tanto con una visión dirigida por el ejército que les empotra) es otro aspecto interesante. Es curioso que el pequeño grupo reproduce en sentido contrario el fenómeno del empotrado: Dan es un militar introducido de forma más o menos artificial en el grupo de reporteros.

Por fin el gran aspecto que hay que considerar: ¿qué consecuencias tuvo la guerra de Irak? ¿Es mejor el mundo ahora; o al menos ha mejorado la situación en Oriente Medio?

La autora no parece tener muchas dudas: esa guerra fue innecesaria e inútil, el mundo vive ahora una situación más complicada; el Irak actual no es mejor que el de Sadam Hussein; ni siquiera está claro que los intereses de las empresas petrolíferas norteamericanas salieran reforzados. Y Sadam era sólo uno de los muchos dictadores presentes en el mundo; mucho de ellos apoyados, o incluso impuestos, por Estados Unidos.

Yo estoy de acuerdo con este punto de vista.

Me hagustado leer este libro. Buscaré otros de la misma autora.

Mis lecturas de verano: Rendición

Hubo una época, en sus años de universidad, en que mi hija leyó mucho a Ray Loriga, así que en casa había varios libros suyos y yo leí alguno, creo que fue Tokio ya no nos quiere. No me terminó de gustar y no repetí la experiencia.

Luego Usúe le entrevistó, no sé si incluso varias veces, cuando trabajaba en Radio Exterior en el programa Un idioma sin fronteras.

Más tarde aún, las vueltas que da la vida, Ray se convirtió en el vecino de la otra mano, ese vecino superamable que te saluda cuando se cruza contigo en la escalera, se ofrece a ayudarte cuando te ve subir cargado (es un segundo piso sin ascensor y nosotros ya vamos teniendo unos años) y al que oyes gritar como un forofo cuando juega el Real Madrid.

Y un día lees que ha ganado el Premio Alfaguara de novela. Cuando le das la enhorabuena porque te han dado el Premio Alfaguara puntualiza: no me lo han dado; lo he ganado.

Portada de Rendición. Foto: E.Madinaveitia

Decides darle otra oportunidad y vas a comprar Rendición a la librería Antonio Machado, la del barrio. Pero aún no ha salido.

Cuando vas a la Feria del Libro le ves allí: acaba de instalarse en el puesto y no hay aún ninguna cola. Compras el libro y te escribe una dedicatoria muy cariñosa.

Ya sólo falta leerlo.

Desde el primer momento es una fantástica sorpresa: Rendición es una obra mayor, que llegará a ser una referencia para estos tiempos.

La lectura, en algunos momentos puede recordar el estilo del mejor Buzatti; el tema, la evolución de una sociedad controlada por el miedo a una guerra que nadie ha visto, una sociedad en la que desaparecen los olores; ni siquiera la mierda huele y el agua borra recuerdos, puede situarse en el terreno de Un mundo feliz de Huxley, del 1984 de Orwell o de El cuento de la criada, de Margaret Atwood que, curiosamente, he leído unas semanas después.

La guerra se ha llevado a los dos hijos del protagonista pero también le quita todo lo suyo y le lleva al destierro en el límite del mundo. Las paredes son transparentes así que todos ven lo que hace cada uno; todo se hace en público.

Rendición puede ser una alegoría de la sociedad actual en la que exponemos  todo lo que hacemos; también es una alegoría de la sociedad de cualquier momento en la que los poderosos nos controlan con sus guerras más o menos reales y su continua vigilancia.

Rendición es, para mí, una de las grandes novelas de estos últimos años.

Léanla. No se arrepentirán.

#Unoalmes: Lo que Ella diga

Era uno de los primeros días del pasado mayo. Había asistido a una conferencia y volvía hacia casa. Al pasar por La Casa del Libro de la Gran Vía lo vi en el escaparate: Lo que ella diga, el nuevo libro de Rafael Caunedo. Presentación el próximo jueves en la tercera planta.

Lo que ella diga en el escaparate de La Casa del Libro (FOTO:E.Madinaveitia)

Conozco a Rafa hace años; me sonaba que ese libro no era nuevo, pero verlo como tal en el escaparate era una buena noticia. Saqué unas fotos y las colgué en Twitter. Al poco rato vi que el autor comentaba en Twitter la presencia de su libro en las cristaleras de la Gran Vía.

Caunedo es el marido de Ana, que fue compañera mía en Zenith; trabajaba en el despacho de al lado del mío, en aquellos tiempos en que aún tenía despacho. Ahora Ana es una alta ejecutiva de la multinacional publicitaria en la que todos pensamos cuando pensamos en publicidad. Ana sigue siendo un encanto y Rafa es escritor, que va ya por su cuarta novela publicada.

A él le conocí cuando publicó Plan B; su primera novela. Seguro que tenía defectos, pero era muy interesante y entretenida. Se leía muy bien. Luego vinieron Helmut y Se acabó. De todas he hablado en este blog.

Aquel jueves acudí a la presentación, que hizo de la mano de la escritora Carmen Posadas. Sí; la novela no era nueva; se había publicado un tiempo antes; incluso se pudo comprar en la Feria del Libro del año anterior. Recuerdo que le vimos allí pero la tirada, limitada, ya se había agotado.

Carmen Posadas, Rafa Caunedo y la editora en la presentacion. (FOTO:E.Madinaveitia)

Cuando me dedicó el libro, Rafa me dijo que le había gustado ver mis fotos del escaparate y que, de hecho, las había utilizado para publicar en sus propias redes sociales. Me dio un poco de vergüenza porque mis fotos, al menos esas, son bastante malas, con mi propio reflejo en el cristal de la tienda.

En la dedicatoria me pone:

para que disfrutes de este cóctel de emociones.

El libro tiene dos protagonistas:  Santiago Tatay y la ELA, la enfermedad que le sorprende en un cierto momento y transforma la vida de Santiago y de toda su familia. Lo que ella diga es una novela coral en la que vamos viendo cómo la enfermedad va afectando físicamente a Santiago pero emocionalmente a su pareja, a sus padres, a su hija, a su ex mujer, a la pareja de su ex mujer, a sus amigos, al neurólogo que le trata,…

No es una novela sensiblera. Todo lo contrario: es una novela de vida; de vida de muchas personas que se van viendo afectadas, agostadas en muchos casos, por los avancede la ELA, que son retrocesos en la salud se Santiago y en las relaciones entre todos.

Mi hermano José Ramón no tuvo ELA pero sí una enfermedad rara de efectos bastante similares. Eso quizá ha añadido algo más de sentimiento a mi lectura. Sí; he vivido todo un cóctel de emociones.

Cuando terminé de leerlo le escribí:

«He disfrutado, me he emocionado, he sufrido, he llorado,…Como esperaba por el tema que trata tu excelente novela y por lo cerca que me toca en algunos aspectos. Muy recomendable».

Rafa contestó:

Bueno, pues justo de eso se trataba. Mil gracias.

Si quieren un buen libro para el verano que no les va a dejar indiferentes busquen Lo que ella diga, de Rafael Caunedo. No les va a decepcionar.