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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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¿Todos ganan o todos perdemos?

Creo que esta es una de las primeras veces en que veo a varios partidos reconocer en la noche electoral o al día siguiente que no han alcanzado sus objetivos. Lo habitual es siempre encontrar el lado bueno de los resultados y, al igual que el día que se publica el EGM parece que todas las cadenas de radio han ganado (y, como hay muchos indicadores, siempre es posible encontrar alguno en el que los resultados mejoran) el día de las elecciones lo normal es que todos ganen, o digan que han ganado.

Estas de Cataluña han sido unas elecciones tan atípicas en todo que hasta ha habido muchos partidos que no han ganado.

Así es como yo lo veo:

El PP, que montó todo esto, eligió la fecha de las elecciones y las condiciones en las que se harían (con la Generalitat controlada desde Madrid, varios candidatos encarcelados y otros en el exilio) casi desaparece de Cataluña y consigue los peores resultados de su historia.

Ciudadanos, ganador indiscutible de las elecciones, no consigue su objetivo de gobernar. Su granero de votos no han sido la abstención ni los partidos independentistas sino los otros partidos constitucionalistas en los que se tendría que haber apoyado.

El PSC consigue frenar su caída de los últimos años pero al conseguir sólo un escaño más se queda sin fuerza para apoyar a cualquiera de las combinaciones con opciones de gobierno que se puedan contemplar.

Cataluña en comú/Podem consigue menos escaños de los que tenía y tiene pocas opciones de ser relevante en su intento de conseguir el diálogo entre las dos partes de una sociedad enfrentada. No parecen haber acertado con una estrategia con poca cabida en un momento tan caliente.

Los independentistas, en su conjunto, vuelven a ganar en escaños pero no consiguen superar un escollo (no tener mayoría en voto popular) que en mi opinión y en la de muchos otros les inhabilita para avanzar en su objetivo principal.

La CUP retrocede. Es posible que su estrategia de no personalizar y cambiar las caras en cada ocasión no sea muy eficaz en los tiempos que corren.

Y entre los dos grandes partidos indepes llama la atención que, en contra de lo que parecían apuntar las encuestas, los votantes hayan apoyado más a quien huye que a quien es fiel a sus valores hasta el punto de ir a la cárcel por defenderlos. Me parece toda una demostración del orden que van adoptando los valores en esta sociedad en la que vivimos.

Todo eso por lo que respecta a los políticos pero ¿y en lo que nos afecta a los ciudadanos?

No creo que quienes han cifrado todos sus objetivos en la independencia puedan estar satisfechos: hemos vuelto, prácticamente, al punto de salida. La galería de imágenes que les regaló el 1 de Octubre un Gobierno torpe (si de ninguna forma se iba a dar validez a los resultados del referendum sobraban las imágenes de colegios rotos y ciudadanos apaleados) no parece haberles aportado votos ni un gran apoyo internacional.

Quienes pensamos que no vivimos tiempos de divisiones sino de sumar esfuerzos (y en muchos casos tenemos amigos catalanes a ambos lados de la línea divisoria) creo que volvemos a perder frente a la ineficaia de unos políticos incapaces de salir del mero enfrentamiento y pasar a la búsqueda de soluciones.

Ayer, como en los últimos tres meses, como en los últimos años, perdimos todos.

El día de la Televisión

El 21 de noviembre es el Día de la Televisión.

UTECA, la asociación de las televisiones en abierto aprovecha ese día para celebrar una Jornada sobre el medio. Es una jornada para las loas y las reivindicaciones; a un nivel muy alto: el discurso de apertura lo imparte la Vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáez de Santamaría. Un discurso muy correcto y muy bien preparado, por cierto. Esta vez el título de la jornada miraba al futuro: 2020 y más allá.

Este año he tenido el honor de que me invitaran a la jornada; no es la primera vez pero tampoco es habitual. Voy a tratar de hacer un resumen de los asuntos más interesantes (desde mi punto de vista) que se trataron.

Foto de familia con la Vicepresidenta. FOTO: UTECA

Creo que se pueden agrupar en tres grandes áreas: las cifras del medio, las audiencias y su problemática y la legislación con sus implicaciones.

Concha Iglesias de Deloitte fue quien dio más cifras, aunque también se escucharon algunas interesantes en la conversación sobre la audiencia. La Televisión en Abierto muestra una buena salud si miramos a la cifra de negocio: se recupera poco a poco tras la crisis; se mueve ya en las cifras de 2011 (muy lejos todavía de las de 2007; pero mejor que la mayor parte del resto de los medios). Si atendemos a la audiencia las cifras también son saludables: aunque el tiempo de consumo se reduce poco a poco desde 2012 aún se mantiene cerca de las cuatro horas diarias, por encima del dato de 2010 cuando a nadie se le ocurría hablar de muerte de la Televisión. Además el 98% del consumo medido en televisores corresponde a visionado lineal (el clásico de la televisión en abierto).

La Televisión es clave por su papel vertebrador en lo económico, lo social y lo cultural.

Desde el punto de vista de la realidad medida no parece haber problemas: el consumo de la televisión en abierto se mantiene y el mercado publicitario, su principal fuente de ingresos, sigue apostando por la Televisión. No parece haber preocupación en este aspecto. Y sin embargo…el discurso dominante en muchos ámbitos es el fuerte auge de YouTube o de plataformas como Netflix, Amazon y similares, que llevaría a la muerte de la Televisión tradicional. ¿Qué ocurre en realidad? La publicidad sigue apostando en gran medida por la Televisión en abierto porque sigue siendo el medio con el que se pueden conseguir grandes coberturas, algo que las marcas necesitan y que no obtienen en el hiperfragmentado mundo digital. Eduard Nafría destacó en su intervención que Digital es el medio para conseguir efectos a corto plazo pero también se agota enseguida por la dificultad para alcanzar grandes coberturas, un papel en el que la Televisión todavía es única. El otro aspecto del problema es precisamente la medición de lo que ocurre en otros dispositivos diferentes al televisor en los que todo parece indicar que se concentra el consumo de la otra televisión. Eduard Nafría prometió que pronto tendremos esa medición, fruto del acuerdo entre Kantar y ComScore. Pero no podemos olvidar que, dada la fragmentación de la realidad digital será una medición mucho más compleja y entraremos en el mundo de los etiquetados y las mediciones híbridas, con todo lo que eso implica.

La caída de audiencia de la Televisión en abierto es mucho mayor entre los jóvenes que en la media de la población

La legislación es el gran tema que preocupa al sector. Aún no se ha aprobado la nueva directiva europea sobre el Audiovisual; se espera que se apruebe a lo largo del próximo año. A partir de ahí los estados miembros tienen dos años para hacer su transposición a las legislaciones nacionales. Nos pondríamos así, con suerte, en el 2020. Pienso que a la velocidad que evoluciona la realidad, la legislación llegará ya obsoleta.  Y se trata de una legislación muy necesaria porque en este momento tenemos dos realidades muy diferentes compitiendo en un mismo mundo y por unos mismos clientes. Como recalcó Alejandro Echevarría, Presidente de UTECA, mientras las Televisiones en abierto se mueven en un marco muy regulado (limitaciones en publicidad, horarios protegidos, obligación de financiar la producción cinematográfica,…) los nuevos distribuidores desarrollan su actividad en una jungla legal, con limitados o nulos controles y obligaciones y con escasa contribución a la economía nacional.

Muchas veces nos quedamos mirando a nuestro pequeño duopolio local y se nos olvida que el gran duopolio, el que concentra las mayores inversiones publicitarias y el mayor crecimiento, lo forman empresas que no se rigen por nuestras leyes y que prácticamente no pagan impuestos en España. Parece lógico pedir que todos los competidores de un mercado se rijan por unas mismas leyes.

Fue una Jornada muy interesante; el mundo de la televisión en abierto lo sigue siendo.

La campaña de Trump

Me he dado cuenta de que soy muy osado.

En el programa Millennium sobre el legado de Obama en el que participé estábamos hablando sobre campañas políticas de referencia. Yo dije que las campañas de Obama (las dos) habían sido muy innovadoras, utilizando las últimas novedades digitales en cada momento y que de las de este año la que parecía mejor era la de Bernie Sanders, Ramón Colom me preguntó si la de Trump se tomaría a partir de ahora como referencia.

Yo afirmé rotundamente (minuto 5,35) que no, que solamente se tomaría como referencia de lo que no se debe hacer: una campaña a base de exabruptos y barbaridades sólo puede crear enemigos.

¡Vaya error! Una vez vistos los resultados está claro que el equivocado, de medio a medio, era yo.

Leo ahora en más de un sitio que con Trump ha triunfado la autenticidad: el presidente electo dice las cosas como las siente y así llega más directamente al corazón de sus electores.

Donald Trump en su discurso como Presidente electo

Donald Trump en su discurso como Presidente electo

Me parece tremendo, a la vez de todo un signo de la sociedad en la que ya vivimos y, peor aún, en lo que se puede llegar a convertir.

Si para triunfar en un mundo de patanes hay que hablar como el más patán de todos y decir las barbaridades mayores que las que diría cualquiera de los otros patanes, ¡aviados estamos!

Siempre se dice que Hitler llegó al poder gracias a los votos; ahora vemos que un político que ha presumido de machista, xenófobo e ignorante llega al poder con el apoyo de más de sesenta millones de personas. ¿Todos patanes? Supongo que no, pero sí personas que admiten ese tipo de lenguaje y de «razonamientos«.

Dicen que a estas desviaciones conducen las redes sociales. Yo soy un gran admirador de Twitter; de mi Twitter, ¡claro! Cada uno tiene el Twitter que se va construyendo a partir de la gente que considera próxima, o al menos interesante.

Supongo que el Twitter de los seguidores de Trump tiene poco que ver con el mío.

Y volviendo al tema inicial: ¿tendrán las marcas que dirigirse a sus potenciales clientes utilizando un lenguaje soez porque vamos hacia un mundo cada vez más soez?

Me resisto a apoyar esa idea.

¡Trump! Y otra vez fallaron las encuestas

Mi primera reacción esta mañana al enterarme ha sido pensar: ¡qué desastre!

Luego he recordado mi incursión en el tema americano, mi participación en el programa Millennium de hace unas semanas. Aunque todos los participantes estábamos convencidos de que ganaría Hillary, en varios momentos del coloquio Elvira Lindo insistió en que Estados Unidos no es Nueva York, ni California y en la América profunda el discurso de Donald Trump había calado a fondo en los ciudadanos. También Álvaro Longoria nos decía que el americano medio es machista y racista y por tanto Trump estaba acertando con su discurso.

Donald Trump ¿sorprendente? ganador de las elecciones.

Donald Trump ¿sorprendente? ganador de las elecciones.

Me quedó la sensación de que es muy difícil juzgar lo que puede pasar en un país desde la mentalidad de otro muy diferente.

Hoy esa sensación se ha confirmado: Trump gana en electores y en voto popular. Además no habrá contrapoder en las cámaras: los republicanos ganan también el Senado y la Cámara de Representantes.

Aquí se habían mezclado nuestras percepciones (Trump es un maleducado, xenófobo, machista, racista,…) con la imagen que nos han dado los medios (destacando siempre sus exabruptos) y lo que nos decían las encuestas (en todas ganaba Clinton aunque casi nunca por mucha ventaja).

Otra vez han fallado las encuestas: en el Reino Unido no acertaron que ganarían los partidarios del Brexit; en Colombia no acertaron que ganarían los contrarios al tratado de paz y en Estados Unidos no vieron que Trump iba a ser el ganador. Por no hablar de los fallos en España respecto a la magnitud de las victorias del PP y sobre el posible sorpasso de Podemos sobre el PSOE.

Los que de alguna manera nos dedicamos a actividades que dependen de encuestas o estudios que utilizan procedimientos de muestreo tenemos un problema y debemos analizarlo a fondo.

AEDEMO y las asociaciones profesionales del sector son conscientes de ello. La revista Investigación y Marketing dedicó su último número, casi monográfico a analizar este tema.

Hoy he oído que en las encuestas privadas sí salía ganador Trump y sólo en las que se hacían para los medios y se acababan publicando (en unos medios casi unánimemente favorables a Clinton) el resultado era el contrario. Si esto fuera verdad el problema lo compartiríamos con los medios: los profesionales de la investigación sociológica no deberían prestarse a manipular los resultados de los sondeos con el fin de influir en los resultados.

No sé si ha sido así; sería muy grave.

También puede ser que las encuestas no estén bien diseñadas y se dirijan sólo a la parte de la población más fácil de entrevistar y que esos fueran partidarios de Clinton. Pero ¿todas las encuestas?¿todas las empresas de investigación que en este tipo de estudios se juegan una buena parte de su prestigio lo han hecho mal?

La otra posibilidad es que los encuestados mientan. Por saturación o por hartazgo.

Tampoco debería extrañarnos demasiado: si, una vez tras otra estamos dispuestos a votar a políticos que nos mienten ¿por qué no mentir también aquí?

Eso es lo que puede hacer aún más grave el problema.

Nos llevaría a creer sólo los resultados de estudios basados en mediciones mediante aparatos y no en aquéllos en los que lo que se mide sean opiniones, intenciones o recuerdos.

Sumisión, de Michel Houellebecq. #Unoalmes

Estaba leyendo Sumisión cuando se produjo el atentado de Niza y también, claro, cuando ocurrió el intento de golpe de estado en Turquía.

¿Casualidades? No sé si se pueden considerar así.

Sumisión es una novela que invita a la reflexión sobre Europa y sus políticas y también sobre el islam y su evolución. En el mundo y, especialmente, en Europa.

Portada de Sumisión

Michel Houellebecq iba a presentar esta novela a principios de enero de 2015. Justo el mismo día se produjo el atentado contra la revista Charlie Hebdo. ¡Qué casualidad! Desde entonces no han dejado de suceder episodios violentos relacionados con el islamismo radical. Cada vez hay más acontecimientos de nuestra vida cotidiana que coinciden en el tiempo con actos terroristas (de lobos solitarios recientemente radicalizados o de grupos perfectamente organizados) relacionados con el Daesh.

Sumisión es una novela de anticipación política pero es sobre todo una invitación a la reflexión.

La anticipación, poca: se centra en las elecciones presidenciales francesas del año 2022. En la primera vuelta la candidata del Frente Nacional gana con unz importante ventaja; en segunda posición se produce casi un empate entre los candidatos del Partido Socialista y de la Hermandad Musulmana; en el último momento es éste el que tiene que enfrentarse en la segunda vuelta a una Marine Le Pen (a la que, si no me equivoco, nunca se llega a nombrar). Tras duras negociaciones los partidos constitucionalistas deciden sumar sus votos para frenar a la candidata ultraderechista.

Con esto no destripo el argumento porque lo realmente interesante, lo que plantea la reflexión a que invita el libro, es todo lo que ocurre después.

La voz, el narrador, es un prestigioso profesor de una de las universidades de París que contempla con asombro (y sin hacer nada por oponerse) todos los cambios que se van produciendo a raíz del cambio de presidente.

¿Real? No. ¿posible? Sin duda.

Las democracias europeas se ven impotentes para frenar a quienes se oponen a las ideas que deberían ser el centro de toda la política común hacia su unión. Así puede producirse el Brexit o la llegada al poder de partidos que estén en contra de las propias ideas de democracia.

Una novela para leer…y para pensar.

 

Un regalo de Dios

El golpe de estado (su fracaso, entendemos) ha sido un regalo de Dios, en palabras de Recep Tayyip Erdogan, Presidente de Turquía.

Desde el mismo momento en que volvió a hacerse con las riendas del poder empezó una dura depuración: militares golpistas (lógico), otros militares, magistrados, jueces, periodistas…y todo lo que huela a oposición. Supongo que entre los kurdos va a haber muchos damnificados.

Es la primera vez que vemos un intento de golpe de estado en un país importante prácticamente en directo en estos tiempos de redes sociales.

Yo vi muy pronto en Twitter (antes de las once de la noche) que estaba pasando algo grave en Turquía. Junto a los rumores luego no confirmados (Erdogan ha huído; ha pedido asilo en Alemania pero se lo han denegado; ahora lo intenta en Qatar,…) se podía ver en Periscope a los tanques tomando los puentes en Estambul o, después del mensaje de Erdogan por Facetime, a la gente echándose a las calles para impedir el avance de esos mismos tanques.

Civiles encaramados a un tanque tras el fracaso del golpe

En seguida la cadena 24 horas enfocó su tertulia hacia ese tema; sin mucha más información de la que podíamos recibir cualquiera de nosotros por las redes pero con la opinión de sus expertos.

En estos tiempos nadie es partidario de golpes de estado y menos si los dan los militares. Lo hemos podido ver estos días, a toro pasado, en las declaraciones de nuestros políticos de cualquier signo. Pero en las poco más de dos horas en las que no estaba claro hacia dónde se iba a decantar la balanza sí vimos algunas cosas curiosas: la primera, que nadie apoyó explícitamente a Erdogan hasta que se vio que había ganado; la segunda que, siendo un país importante de la OTAN, fronterizo con las áreas de mayor riesgo y con un reciente acuerdo con Europa para acoger de vuelta a los refugiados rechazados, ningún país se manifestó en uno u otro sentido hasta conocer la opinión de Obama. Estados Unidos es, claramente, el único líder.

Pero en ese intervalo hubo algunos momentos, en los coloquios y en las redes se veía, en los que una parte de la opinión no veía mal el triunfo del golpe. Al fin y al cabo Erdogan ha ido dando pequeños golpes desde el poder para cambiar a su país y convertirse en un líder perpetuo. Con su islamismo moderado ha conseguido destruir uno de los pilares del estado laico de la Turquía moderna, la que surgió hace casi un siglo del golpe de estado de Ataturk y los jóvenes turcos. No dudó en modificar las leyes para poder ser Presidente y acumular un poder que anteriores presidentes no tenían. Ha aprovechado la guerra en la frontera con Siria para apretar un poco más las tuercas a la minoría kurda de su país.

Un político que, una y otra vez, consigue el apoyo mayoritario de su pueblo pero que no termina de concitar la simpatía de la opinión pública europea. Una Europa cada vez más dependiente de que Turquía sea una frontera fuerte y a la vez más temerosa de que, en una creciente islamización, los elementos marginales acaben convirtiéndose en ese peligro cada vez menos latente que son los islamistas inadaptados.

Esta vez el golpe no ha triunfado. ¿Llegaremos a saber quién estaba detrás?

 

El paro en Madrid

Hace unos días se ha reproducido la polémica sobre los datos del paro en Madrid. Al parecer la Comunidad (gobernada por Cifuentes, del PP) crea más empleo que el Ayuntamiento (Gobernado por Carmena, de Podemos).

Carmena y Cifuentes tras una comida en diciembre

Ya fue un argumento empleado en la campaña electoral: hay políticas que crean empleo y otras que lo destruyen. Seguramente es verdad.

Pero yo me pregunto: en unas poblaciones tan interrelacionadas como las de Madrid, capital y comunidad, en las que la capital representa además un porcentaje altísimo de su población ¿es posible discriminar de esa manera los datos?

Los datos de la EPA se refieren al lugar de residencia del entrevistado. En mi empresa que está en Madrid capital (por los pelos, pero en la capital) trabajan muchas personas que viven en núcleos diferentes. Si mi empresa pasara una buena racha y creara empleo ¿lo crearía sólo en Madrid capital o, si contrata a personas que viven, pongo por caso, en Majadahonda, lo estaría creando también en la comunidad?

Siguiendo con el sector publicitario: cuando Group M decidió llevarse sus instalaciones de la capital a Majadahonda ¿restó empleo en la capital o, si no contrató a nadie, dejó las cosas igual? Ahora que su matriz WPP ha decidido concentrar todas sus empresas en el edificio de la calle Ríos Rosas ¿creará empleo en la capital (aparte de los obreros que están acondicionando el edificio)?

Por otra parte, cuando se crea empleo en la capital también se crea en la comunidad, en la que está incluida.

Es bonito crear polémicas y si además tienen connotaciones políticas aún parecen tener más morbo pero en muchos casos, y este es uno, yo creo que los datos no dan para tanto.

La fe y las audiencias del debate

El lunes se celebró el Debate a cuatro, entre los cuatro principales candidatos en las elecciones del próximo día 26. Se trataba del evento electoral más importante de esta precampaña; además coincidía en el mismo día de emisión que el partido entre España y la República Checa, en el que nuestra selección debutaba en la Eurocopa. Había un cierto morbo por saber si (a pesar de la hora intempestiva, poco futbolera) el fútbol conseguía más audiencia que el debate.

Y aquí es donde entran los temas que suelo tratar en este blog.

El partido tuvo 8.574.000 espectadores mayores de 4 años, según Kantar. Pero ya sabemos que Kantar sólo mide la audiencia dentro del hogar principal y que el fútbol se ve en muchos casos en grupo, en casa de amigos, en bares o (en un partido que se juega a las 3 de la tarde de un día laborable) en la propia empresa. Seguro que todos conocemos a alguien que lo vio en su empresa, que dio algún tipo de facilidad para tener contento a un personal que, en cualquier caso, iba a estar pendiente del desarrollo de ese partido.

Hay dudas sobre la cadena en la que se vio el debate

¿Y el debate?

La audiencia del debate fue de 10.496.000. Casi dos millones más que el fútbol. Así que, si nos olvidamos de quienes vieron el partido fuera de casa, el debate ganó al fútbol.

Y ahora viene otra cuestión interesante: ¿en qué cadena se vio el debate? Porque, por primera vez, el debate se emitió simultáneamente por 17 cadenas, entre ellas cuatro de las principales. (Cuatro fue la única que se desmarcó: emitió la película John Carter y consiguió congregar a 1.451.000 espectadores. No le fue mal: consiguió una cuota del 9,1%, cuando su media durante este mes se queda en el 6,9%).

Bueno, pues el debate se vio mayoritariamente en alguna de esas cuatro grandes cadenas. Entre las cuatro sumaron 9.303.000 espectadores, un 88,6% de la audiencia total del debate. Y entre las cuatro estuvieron muy igualadas: La Sexta consiguió 2.602.000; La 1 2.435.000; Tele 5 2.236.000 y Antena 3 2.030.000.

¿O no?

Paolo Vasile, el máximo ejecutivo de Tele 5, cuestionaba al día siguiente la validez de esos datos durante la presentación de los resultados de Mediaset: Creerse los datos de audiencia del debate es un acto de fe.

No suelo estar de acuerdo con Vasile (ni en general con ningún directivo de ninguna cadena) cuando cuestiona los datos de audiencia. Casi siempre se quejan de los defectos del sistema, que los tiene y son conocidos, cuando los resultados no les favorecen y los utilizan a bombo y platillo cuando les vienen bien.

Pero esta vez tengo que reconocer que Vasile tiene toda la razón: desde hace varios años Kantar Media utiliza el sistema de audio matching (identificar el sonido del televisor con el de algún programa que se esté emitiendo o, rizando el rizo en los últimos tiempos, que se haya emitido durante la última semana) para adjudicar la audiencia a la cadena que emite un programa con ese sonido. El sistema es válido, incluso diría que muy riguroso, en la mayor parte de los casos. Pero justo este debate, como el Discurso del Rey de cada año en Nochebuena y algún otro caso similar, supone la excepción: todas las cadenas emiten el mismo sonido simultaneamente. Aquí la atribución se hace utilizando unos criterios que pueden distorsionar la realidad y favorecer a la cadena que tuviera más audiencia en los momento previos al comienzo del debate.

Así que ¿el debate se vio sobre todo en La Sexta? Puede ser; lo será si hacemos el acto de fe que nos pide el señor Vasile.

El catálogo de Ikea y otras fotos de marketing

El catálogo de Ikea es, probablemente, el mayor éxito editorial del mundo. Hay versiones que dicen que cada año se imprimen más ejemplares del catálogo de muebles que de cualquier otra obra, incluídos la Biblia y el Corán.

En cambio los programas electorales de los partidos son, también probablemente, algunos de los textos menos leídos por sus destinatarios, incluídos también los principales textos religiosos.

Portada del programa de Unidos Podemos

Así que convertir, como ha hecho Unidos Podemos, un programa electoral en un catálogo de Ikea es, cuando menos, una gran idea de marketing. No sé si este programa se leerá más (probablemente no; los programas electorales no son precisamente la lectura favorita de un pueblo que, como el nuestro, lee poco). Pero lo que sí han conseguido es que se hable de ese programa. Todos los periódicos, todas las radios, todas las televisiones lo están haciendo, incluso dos días después de su lanzamiento.

Una vez más el partido morado ha conseguido ese primer objetivo: ser el protagonista de las fotos de portada.

Llevar a un niño de pecho a la sesión de apertura del Congreso es un acto discutible; a mí no me pareció mal porque ponía de manifiesto un problema que afecta a muchas madres (quizá no a Carolina Bescansa) pero muchos de mis amigos estaban muy en contra. Discutible sí, pero consiguió centrar la atención, las fotos de portada y que se hablara de ellos, del partido y del fenómeno de la lactancia materna.

No tengo nada en contra de que dos hombres se besen pero cuando en la sesión de investidura fracasada Pablo Iglesias besó en la boca al representante de Compromís Xavier Domenech volvió a conseguir las fotos, las portadas y los comentarios, por encima de los resultados de la propia sesión de investidura.

No sé cómo sería Unidos Podemos si llegara al Gobierno pero sí creo que son unos verdaderos maestros en comunicación. Si yo fuera presidente (me acuerdo aquí del gran Fernando García Tola) me plantearía muy seriamente confiarles el ministerio de Comunicación.

La deuda griega

Ya casi no se habla de Grecia y cuando se hace casi siempre es sobre los refugiados. La deuda ha pasado a segundo plano. Ahora lo importante es Venezuela; allí es donde se decidirán las elecciones españolas.

Pero hoy me he acordado de Grecia. Y de su deuda.

Resulta que la deuda de Grecia, en términos absolutos, es aproximadamente un tercio de la española ¡y unas seis veces menor que la alemana! Resulta que en los últimos dos años la deuda griega ha disminuido. Poco, con la ayuda de las instituciones europeas y todo lo que se quiera. Pero ha disminuido.

Alexis Tsipras

Aun así la prima de riesgo griega supera los 700 puntos básicos. O sea que está sometida a unas condiciones (más del 8% de intereses para una deuda que casi duplica su PIB) que la hacen casi imposible de pagar. Y todo eso porque los griegos son malos y eligieron a un partido apestado como Syriza. No importa que la deuda se generase cuando gobernaban los partidos buenos.

España es casi el caso contrario. Aquí en 2011 elegimos bien. Desde entonces la deuda ha aumentado casi un 50% y ya supera el 100% del PIB. Pero aunque en la primera mitad de 2012 la prima de riesgo se disparó hasta superar los 600 puntos básicos, los mercados pronto entendieron que íbamos a ser buenos y nos situaron en unos muy razonables ciento y pocos puntos. Podemos mantener un déficit descontrolado y seguir endeudándonos. Es más: esas multas que están previstas si se incumple el déficit se aplazan hasta después de las elecciones de junio.

Si a los españoles se nos ocurre votar mal, votar a alguno de los partidos apestados, habrá multa, la prima de riesgo se disparará y no habrá manera de pagar esa deuda que se ha generado en tiempos en los que gobernaban los partidos buenos. Y el ganador, si consigue formar Gobierno, tendrá que ser dócil. ¡Que aprenda de Tsipras!

Es lo que tienen los tipos de interés bajos. Parece que no importa endeudarse. Pero es que sólo son bajos mientras gobiernan quienes tiene que gobernar.

¿O nos habíamos creído que los mercados son tontos?

La deuda y la prima de riesgo son unos magníficos mecanismos de control.

Así que ¡a ver a quién votamos! Votemos bien. En otro caso, la amenaza está clara.