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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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¡Trump! Y otra vez fallaron las encuestas

Mi primera reacción esta mañana al enterarme ha sido pensar: ¡qué desastre!

Luego he recordado mi incursión en el tema americano, mi participación en el programa Millennium de hace unas semanas. Aunque todos los participantes estábamos convencidos de que ganaría Hillary, en varios momentos del coloquio Elvira Lindo insistió en que Estados Unidos no es Nueva York, ni California y en la América profunda el discurso de Donald Trump había calado a fondo en los ciudadanos. También Álvaro Longoria nos decía que el americano medio es machista y racista y por tanto Trump estaba acertando con su discurso.

Donald Trump ¿sorprendente? ganador de las elecciones.

Donald Trump ¿sorprendente? ganador de las elecciones.

Me quedó la sensación de que es muy difícil juzgar lo que puede pasar en un país desde la mentalidad de otro muy diferente.

Hoy esa sensación se ha confirmado: Trump gana en electores y en voto popular. Además no habrá contrapoder en las cámaras: los republicanos ganan también el Senado y la Cámara de Representantes.

Aquí se habían mezclado nuestras percepciones (Trump es un maleducado, xenófobo, machista, racista,…) con la imagen que nos han dado los medios (destacando siempre sus exabruptos) y lo que nos decían las encuestas (en todas ganaba Clinton aunque casi nunca por mucha ventaja).

Otra vez han fallado las encuestas: en el Reino Unido no acertaron que ganarían los partidarios del Brexit; en Colombia no acertaron que ganarían los contrarios al tratado de paz y en Estados Unidos no vieron que Trump iba a ser el ganador. Por no hablar de los fallos en España respecto a la magnitud de las victorias del PP y sobre el posible sorpasso de Podemos sobre el PSOE.

Los que de alguna manera nos dedicamos a actividades que dependen de encuestas o estudios que utilizan procedimientos de muestreo tenemos un problema y debemos analizarlo a fondo.

AEDEMO y las asociaciones profesionales del sector son conscientes de ello. La revista Investigación y Marketing dedicó su último número, casi monográfico a analizar este tema.

Hoy he oído que en las encuestas privadas sí salía ganador Trump y sólo en las que se hacían para los medios y se acababan publicando (en unos medios casi unánimemente favorables a Clinton) el resultado era el contrario. Si esto fuera verdad el problema lo compartiríamos con los medios: los profesionales de la investigación sociológica no deberían prestarse a manipular los resultados de los sondeos con el fin de influir en los resultados.

No sé si ha sido así; sería muy grave.

También puede ser que las encuestas no estén bien diseñadas y se dirijan sólo a la parte de la población más fácil de entrevistar y que esos fueran partidarios de Clinton. Pero ¿todas las encuestas?¿todas las empresas de investigación que en este tipo de estudios se juegan una buena parte de su prestigio lo han hecho mal?

La otra posibilidad es que los encuestados mientan. Por saturación o por hartazgo.

Tampoco debería extrañarnos demasiado: si, una vez tras otra estamos dispuestos a votar a políticos que nos mienten ¿por qué no mentir también aquí?

Eso es lo que puede hacer aún más grave el problema.

Nos llevaría a creer sólo los resultados de estudios basados en mediciones mediante aparatos y no en aquéllos en los que lo que se mide sean opiniones, intenciones o recuerdos.

Un regalo de Dios

El golpe de estado (su fracaso, entendemos) ha sido un regalo de Dios, en palabras de Recep Tayyip Erdogan, Presidente de Turquía.

Desde el mismo momento en que volvió a hacerse con las riendas del poder empezó una dura depuración: militares golpistas (lógico), otros militares, magistrados, jueces, periodistas…y todo lo que huela a oposición. Supongo que entre los kurdos va a haber muchos damnificados.

Es la primera vez que vemos un intento de golpe de estado en un país importante prácticamente en directo en estos tiempos de redes sociales.

Yo vi muy pronto en Twitter (antes de las once de la noche) que estaba pasando algo grave en Turquía. Junto a los rumores luego no confirmados (Erdogan ha huído; ha pedido asilo en Alemania pero se lo han denegado; ahora lo intenta en Qatar,…) se podía ver en Periscope a los tanques tomando los puentes en Estambul o, después del mensaje de Erdogan por Facetime, a la gente echándose a las calles para impedir el avance de esos mismos tanques.

Civiles encaramados a un tanque tras el fracaso del golpe

En seguida la cadena 24 horas enfocó su tertulia hacia ese tema; sin mucha más información de la que podíamos recibir cualquiera de nosotros por las redes pero con la opinión de sus expertos.

En estos tiempos nadie es partidario de golpes de estado y menos si los dan los militares. Lo hemos podido ver estos días, a toro pasado, en las declaraciones de nuestros políticos de cualquier signo. Pero en las poco más de dos horas en las que no estaba claro hacia dónde se iba a decantar la balanza sí vimos algunas cosas curiosas: la primera, que nadie apoyó explícitamente a Erdogan hasta que se vio que había ganado; la segunda que, siendo un país importante de la OTAN, fronterizo con las áreas de mayor riesgo y con un reciente acuerdo con Europa para acoger de vuelta a los refugiados rechazados, ningún país se manifestó en uno u otro sentido hasta conocer la opinión de Obama. Estados Unidos es, claramente, el único líder.

Pero en ese intervalo hubo algunos momentos, en los coloquios y en las redes se veía, en los que una parte de la opinión no veía mal el triunfo del golpe. Al fin y al cabo Erdogan ha ido dando pequeños golpes desde el poder para cambiar a su país y convertirse en un líder perpetuo. Con su islamismo moderado ha conseguido destruir uno de los pilares del estado laico de la Turquía moderna, la que surgió hace casi un siglo del golpe de estado de Ataturk y los jóvenes turcos. No dudó en modificar las leyes para poder ser Presidente y acumular un poder que anteriores presidentes no tenían. Ha aprovechado la guerra en la frontera con Siria para apretar un poco más las tuercas a la minoría kurda de su país.

Un político que, una y otra vez, consigue el apoyo mayoritario de su pueblo pero que no termina de concitar la simpatía de la opinión pública europea. Una Europa cada vez más dependiente de que Turquía sea una frontera fuerte y a la vez más temerosa de que, en una creciente islamización, los elementos marginales acaben convirtiéndose en ese peligro cada vez menos latente que son los islamistas inadaptados.

Esta vez el golpe no ha triunfado. ¿Llegaremos a saber quién estaba detrás?

 

Bernie Sanders, el Obama de 2016

Cuando, a finales de 2007, se inició la precampaña electoral estadounidense en el bando demócrata había una candidata muy destacada. Ya había vivido en la Casa Blanca (como primera dama. ¿Cómo se le llamará al conyuge cuando finalmente haya una presidenta?) y partía con una considerable ventaja en popularidad y en fondos para financiar la campaña. Todo parecía indicar que sería la primera mujer en alcanzar la presidencia.

Pero a medida que se iban acercando las fechas de la campaña fue surgiendo un candidato, un senador de color, poco conocido que, con una campaña magistral en las todavía no muy poderosas redes sociales (básicamente Facebook y MySpace) y con un gran manejo de Internet no sólo consiguió rápidamente una gran popularidad y la formación de numerosos grupos de apoyo, sino que también recaudó grandes cantidades de dinero para financiar su campaña. El conocido slogan Yes we can (Sí; podemos) seguramente también ayudó.

El final es conocido por todos: Obama consiguió la candidatura demócrata y en noviembre de 2008 ganó las elecciones. En 2012 volvió a ganar; en esta ocasión dijeron que su equipo había manejado como nadie el big data.

Para Hillary Clinton puede repetirse ahora la historia. En el verano pasado se le veía como la única candidata demócrata con posibilidades y parecía que iba a arrasar a quienquiera que se opusiera a ella en unas primarias. Pero cuando empezó el contacto con las urnas muy pronto se vio que no iba a ser así. Un candidato poco conocido, el senador izquierdista Bernie Sanders, cobró fuerza en seguida y, transcurridas una buena parte de las primarias la ex primera dama aún no puede dar la batalla por ganada.

Bernie Sanders

Puede que Bernie Sanders no sea finalmente el candidato demócrata; puede que si lo es no gane las elecciones ante un Donald Trump que está despertando los peores instintos de los americanos más reaccionarios. En esos aspectos no sería Obama, pero en el uso destacado de las nuevas tecnologías parece que sí lo está siendo.

Se dice que está haciendo una campaña digital de 10; como se dijo de Obama hace ocho años. Una campaña impecable que se estudiará en las universidades en los próximos años.

¿Qué es ahora una campaña de 10?

Utilizar casi exclusivamente plataformas digitales; centrarse para la captación de dinero en los ciudadanos y no en las grandes corporaciones; los pequeños donantes se involucran mucho más en las acciones del candidato; utiliza la homepage de su web para recopilar datos de sus más de cinco millones de visitantes mensuales para así poder enviarles contenidos diferentes en función de sus intereses. Las Redes Sociales, ahora ya plenamente conocidas y utilizadas por el gran público, juegan también un papel importante; en Facebook se cuentan historias (storytelling) capaces de emocionar a sus seguidores. Por supuesto también utiliza aplicaciones (apps) para móviles, desarolladas específicamente para apoyo de su campaña.

Si algo tienen las elecciones americanas es que siempre nos traen las técnicas más avanzadas de comunicación.

Sea Sanders o no el candidato demócrata (en pocos días lo sabremos; la batalla de Nueva York puede ser la definitiva y ahí Clinton no debería fallar) su campaña será una de las que tendremos que analizar con lupa.

53 años de bloqueo

Esta madrugada se han cumplido 56 años del triunfo de la revolución cubana. Al comenzar el año 1959 las tropas castristas entraron en La Habana.

Durante algunos años Cuba fue una esperanza de que otra manera de hacer las cosas era posible. La imagen del Che Guevara, todo un símbolo del idealismo (dejó de ser ministro en el nuevo régimen cubano para extender sus ideales a otros países, como el Congo o Bolivia) en posters o camisetas era una de las más habituales entre los jóvenes inconformistas.

En febrero de 1962, después de que Castro se declarara abiertamente comunista, tras el fracaso en la bahía de Cochinos de la invasión anticastrista y la crisis de los misiles, Kennedy, un presidente demócrata de Estados Unidos decreta el embargo comercial a Cuba, como medida de presión.

Que las sanciones comerciales no suelen ser eficaces para conseguir cambios políticos pero sí dañan a los pueblos oprimidos lo sabíamos bien los españoles: Franco murió en la cama, siendo todavía dictador, muchos años después del embargo a España.

Hace unos días el Presidente Obama, otro demócrata, decidió abrir una nueva etapa de diálogo con Cuba. Cuando están a punto de cumplirse los 53 años del comienzo del bloqueo y los hermanos Castro se mantienen en el poder parece evidente que la medida no ha sido eficaz. Pero será un Congreso de mayoría republicana, opuesto a cualquier cambio, el que tendrá que decidir si se suspende el bloqueo.

No sé si las cosas cambiarán ahora en Cuba. Creo que los cubanos se merecen una mejora en sus condiciones de vida. Quizá la interrupción del bloqueo contribuiría a ello. Es curioso que el potente lobby de los cubanos que viven en Estados Unidos se opongan al cese del bloqueo: un bloqueo que no ha cambiado a los dirigentes políticos pero sí ha empobrecido a la población. Seguramente son otros los intereses que defienden.

De momento ya hay empresarios que ven en el posible cambio una oportunidad para hacer negocios en la Cuba que pueda surgir en esta nueva situación.

Comunicación de persona en persona: La estrategia del pingüino

Conocí a Antonio Núñez hace ya unos cuantos años, cuando él era el planificador estratégico de Saatchi & Saatchi; viendo la edad que tiene ahora está claro que entonces era casi un niño y se rapaba al cero (como ahora) para parecer mayor. No lo necesitaba: en cuanto empezaba a hablar destilaba autoridad.

Preparamos algunas presentaciones juntos; entonces Saatchi era, como ahora, una compañía del mismo grupo que Zenith Media, pero entonces trabajábamos conjuntamente, algo que ahora, no me pregunten por qué, no ocurre. Creo que hasta ganamos alguna cuenta, no sé si para las dos compañías o para alguna de las dos.

Antonio se hartó pronto del mundo de la agencia como tal, pero sigue enganchado al mundo de la comunicación.

Hace ya casi tres años ví que Antonio había publicado un libro: Será mejor que lo cuentes. Ahora acaba de publicar su segundo libro: La estrategia del pingüino. Hace algo menos de un mes acudí a la presentación, compré un ejemplar y tuve el honor de que me lo dedicara. Desde entonces lo he ido leyendo a ratos perdidos y hoy lo he terminado.

La estrategia… trata de los cambios que se han producido en el mundo de la comunicación, con especial incidencia en lo que afecta a la comunicación de las marcas. Ya no basta con crear un buen mensaje y repetirlo una y otra vez en los diferentes medios, interrumpiendo al consumidor cuando quiere ver o leer otras cosas; ahora hay que conseguir la complicidad del ciudadano para que sea él quien se encargue de redifundir nuestro mensaje.

El autor analiza un buen número de casos reales, algunos de ellos muy conocidos como la estrategia electoral de Obama, el de la guitarra rota en un vuelo de United Airlines o el pastor que amenazaba con quemar ejemplares del Corán, para extraer sus conclusiones sobre la manera de conseguir que nuestro mensaje sea repetido por quienes lo reciben en primera instancia hasta conseguir lo que él llama hacer un pingüino.

Evidentemente hay que leer el libro; es muy interesante y se lee muy fácil, pero Antonio resume sus enseñanzas en un decálogo (apoyado por un ejemplo práctico en cada uno de sus mandamientos):

El primero: Sea sencillo

El segundo: Sea contextual

El tercero: Sea breve

El cuarto: Sea contagioso

El quinto: Sea narrativo

El sexto: Sea rápido

El séptimo: Sea líquido

El octavo: Sea femenino

El noveno: Sea transparente

El décimo: Sea usted mismo

Lean el libro. Merece la pena.

 

 

¿Cómo ha cambiado internet nuestras vidas?

Hoy, 17 de mayo, es el día de Internet.

Hace 20 años, muy poca gente había oído hablar de Internet. Hoy creo que muchos no nos podríamos hacer a la idea de cómo sería ahora nuestra vida sin internet. Había pensado recoger en este post todos aquellos aspectos de mi vida que han cambiado desde que ¡hace ya 17 años! tuve mi primer contacto con aquella internet incipiente y desesperantemente lenta (que, pese a todo, nos parecía un milagro). Pero no caben en un post de tamaño legible, así que me tengo que conformar con algunos. Y eso que, evidentemente, no soy un nativo digital; ni siquiera un usuario avanzado de internet.

Ya casi no recibo cartas, a lo sumo facturas; a cambio una buena parte de mis horas de trabajo las dedico a leer y escribir e.mails.

Tengo mi propio blog (éste) y me he convertido en un minimedio de comunicación que hasta tiene unos cuantos miles de seguidores habituales, muchos de ellos amigos o colegas de profesión. Además puedo ver su reacción si son de los que comentan.

Cuando publico algo se lo puedo contar inmediatamente a mis cientos de contactos en las redes sociales.

Cuando quiero buscar el significado de algo, casi nunca utilizo un diccionario de papel: voy a la wikipedia o a un buscador, que además me permiten enlazar con las empresas o los sitios en los que encontraré más información o incluso podré comprar el producto si lo necesito.

He dejado de estudiarme los periódicos en papel, que compro muy pocos días; pero no tengo la sensación de estar peor informado que antes.

En el plano profesional internet se ha convertido en mi principal objeto de estudio (estudio de Redes Sociales,estudio de Blogs, Net Radar, estudio de eficacia publicitaria en internet) y también en el vehículo de una buena parte de las investigaciones que llevamos a cabo: Vigía y Zenthinela existen porque existe el e.mail, pero hay otras investigaciones (los cuatro estudios de Móviles, algunos de los estudios Touch Points, más de un estudio rápido de notoriedad, The Pool sobre Vídeo en internet, o post tests de creatividad y varios más) que se han hecho a través de internet.

El propio mercado publicitario, en el que trabajo, ha cambiado radicalmente: Internet ya es el tercer medio por captación de inversiones y se prepara para ser el segundo muy pronto. Y es, como medio muy tecnológico pero intensivo en mano de obra, el que más trabajo da actualmente.

Por si fuera poco, internet ha cambiado también la relación entre los políticos y sus electores; creo que en España estamos lejos de vivir una campaña electoral comparable a la de Obama, pero hay un acuerdo general en que internet fue un factor clave en la elección de Obama.

Además está contribuyendo a cambiar el mundo: las revueltas de Oriente Medio, que cambiaron el Gobierno en Túnez y Egipto y que están complicando mucho la vida a otros dictadores en Libia, Siria o Yemen, tampoco habrían sido lo mismo sin la influencia de internet.

En algún momento me he preguntado si en un país con cinco millones de parados y con una juventud sin esperanza no acabaría ocurriendo algo similar. Europa es mucho más conformista; los sistemas de protección social pueden frenar muchas reacciones, el tener un partido del siglo generador de grandes polémicas cada semana puede atontar…y si falla eso tenemos una buena dosis de Belén Esteban, pero…

…el movimiento Democracia real ya acaba de ponerse en marcha. La repercusión inicial no ha sido muy grande ¿o sí? pero esto no ha hecho más que comenzar y no creo que internet tenga menos fuerza aquí que en los países árabes.

Veremos

Esto sólo lo arreglamos entre todos

Hace unos meses participé en el equipo que preparó en mi agencia la propuesta para la campaña de la Fundación Confianza que se ha resuelto en la idea que da título a este post.

Finalmente la agencia de medios ganadora fue, algunos pensarán que estaba cantado, Arena. Allí tengo muy buenos amigos: ¡enhorabuena!

La campaña está siendo polémica, lo que a lo mejor se pretendía, y muy contestada.

Estoy viendo muchas más críticas negativas que positivas.

No sé si la resolución es la mejor posible, pero creo que la idea inicial, tratar de incrementar la confianza en nosotros mismos era buena.

Nuestro enfoque era diferente: tratábamos de elevar la autoestima destacando la cantidad de campos en los que hemos sido capaces de triunfar los españoles.

Por supuesto en deportes (Fútbol, Baloncesto, Fórmula 1, Tenis, Balonmano, Motociclismo, Ciclismo… y tantos y tantos otros) pero también en muchas otras actividades (Cocina, Energías renovables, Transporte, Pesca, Animación…y tantas y tantas otras).

Y si hemos sido capaces de destacar en tantas cosas ¿no vamos a ser capaces de salir de ésta?

Ya sé que la mayoría de los que estamos inmersos en la crisis no somos los causantes, pero está claro que si sólo nos dedicamos a buscar a los culpables y esperar a que nos lo solucionen ellos no vamos a conseguir nada.

Cuando trabajábamos en nuestra propuesta yo siempre tenía en mi cabeza aquella idea kennedyana de hace ya medio siglo:

no pienses en lo que tu país puede hacer por tí, piensa en lo que tú puedes hacer por tu país.

Creo que es una buena manera de enfocar el asunto.

No es muy diferente del

Yes, we can

o el

Juntos podemos

que propuso Obama.

No nos sentemos a esperar que nos resuelvan los problemas; si luchamos contra ellos estaremos en el camino de solucionarlos.

Publicidad en tiempos de crisis

Ayer estuve dando una charla en el IFEMA.

Se trataba de una jornada organizada por la AEEPP, la asociación que agrupa a editores de revistas profesionales.

El tema era sencillito: ¿cómo vender publicidad en tiempos de crisis?

Un dato curioso: me tocó hablar después de Juan Jesús Castellano, vitoriano como yo. Creo que es la primera vez que me pasa en mis más de veinte años de charlas. Ni siquiera en el par de ocasiones en que he hablado en Vitoria.

Él es un showman, conferenciante vocacional. Además es editor y estaba en su ambiente.

Yo ya he hablado varias veces a este público; muchos de los asistentes me conocían de otras ocasiones.

En alguna me han tirado los perros. Ayer hubo un coloquio interesante.

El enfoque de mi charla fue hacer hincapié en los valores centrales de la venta de publicidad (o de cualquier venta): tratar de establecer relaciones a largo plazo y que sean beneficiosas para las dos partes. Conocer bien nuestro producto y las necesidades del cliente.

Esto sirve tanto para los periodos difíciles como para los normales.

Creo que a los buenos profesionales les afecta menos la crisis.

La crisis económica es coyuntural. No sabemos cuanto tiempo durará, pero sí sabemos que pasará.

Pero esta crisis coyuntural se superpone a una crisis estructural. Aquí hay que entender crisis en el sentido etimológico, de cambio.

Vivíamos ya un momento en el que la conjunción de la globalización, la digitalización y la convergencia nos dejaban vislumbrar un mundo muy diferente del que hemos vivido hasta ahora.

La globalización hace que un problema como el de las hipotecas subprime, puramente americano, acabe repercutiendo en todo el mundo.

Lo mismo puede decirse de la quiebra de Lehman Brothers, de la presidencia de Bush o, ahora, de la de Obama.

La digitalización significa disponer de cantidades infinitas de información de forma casi instantanea.

Eso puede acelerar el ritmo de las crisis y, yo creo, el de la salida de ellas.

Significa también información casi sin coste, si uno se resigna a aceptar cualquier tipo de información, sin filtro, sin selección por calidad.

La convergencia ha roto las barreras entre los medios. Un video en una página de un periódico en internet ¿es televisión, es un diario, es internet? ¿es todo a la vez?

La clave de estas dos crisis superpuestas, la coyuntural y la estructural, es que cuando la crisis económica pase, se habrá llevado por delante a muchos de nosotros, profesionales (de valía en muchos casos) y empresas.

Pero cuando pase, ya nada volverá a ser como antes.

Quien aproveche estos años para replantear adecuadamente su futuro, saldrá reforzado.

Tiempo de contradicciones

Ayer ya no se publicó el diario Metro. Más de ochenta personas, sólo en la redacción, se quedaron sin trabajo. Las víctimas indirectas son muchas más.

Eso sin irnos al tópico de ese trocito de libertad de expresión que todos perdemos cuando cierra un medio de comunicación.

Hoy veo que el Gobierno reduce este año la publicidad un 19%. Un palo más para los medios y para las agencias, que no vivimos precisamente los mejores momentos.

Todo eso en la misma semana en la que se nos incita a consumir más para reanimar la economía, o incluso a consumir más productos españoles. Algo que suena a proteccionismo y autarquía si no se añaden condiciones.

Los bancos, al menos los grandes bancos españoles han publicado esta semana sus resultados de 2008, el año en que estalló la crisis. Son unas cifras que pueden calificarse como obscenas. Pero eso no impide que se estén produciendo grandes restricciones en los créditos.

El nuevo Presidente de Estados Unidos ha denunciado que ejcutivos de alguno de los bancos que han hundido el sistema estén cobrando ahora bonus millonarios, que podrían alimentarse con las ayudas estatales.

Aquí en Europa un directivo del Banco Popular denunciaba ayer que algún banco extranjero que ha recibido ayudas en su país para mantenerse a flote, esté realizando en España ofertas fuera de mercado.

La semana pasada dos de las empresas punteras en el mundo digital (Google y Microsoft) anunciaron despidos masivos, pese a seguir siendo muy rentables, ante una ligera caída en los beneficios esperados.

Ayer se publicó también la cifra de inflación, la más baja en cuarenta años. Esto que, en cualquier otro momento, habría sido una magnífica noticia, enciende ahora todas las señales de alarma. ¿Vendrá la deflación?

Vuelvo al principio: reducir la publicidad institucional (no la publicidad de autobombo de los gobernantes) es otra más de las medidas demagógicas y contradictorias que vamos a seguir escuchando en estos tiempos de máxima confusión.

Ya cerró Metro, pero todos los grandes grupos de medios (Vocento, Prisa, Zeta…) están atravesando dificultades. Lo mismo ocurre entre las agencias de medios: Carat, Iceberg, Media Planning… han despedido empleados en las últimas semanas.

Si queremos salir de esta no hay que reducir impuestos, no hay que reducir gasto público. Lo que hay que hacer es emplearlo bien, en actividades que generen o mantengan puestos de trabajo.

El sector de la comunicación tiene un gran valor añadido y merece la pena invertir en él.

¿Tiene una respuesta para mí?

Ayer La 1 volvió a ser líder de audiencia, con un 21,1% de share, sacó cuatro puntos de diferencia al segundo y consolida, casi asegura, su liderato en el mes de enero.

LLeva más de dos puntos de ventaja a cada uno de sus principales competidores, algo casi imposible de perder en sólo cinco días. Tendrían que sacarle diez de ventaja cada día de los que quedan.

Una buena parte de la culpa la tuvo el programa Tengo una pregunta para usted, todo un éxito de televisión pública, que repitió con su primer invitado, el Presidente del Gobierno José Luís Rodríguez Zapatero.

El programa consiguió un promedio de 6.221.000 espectadores, un 30,8% de cuota y un 14,9% de audiencia media.

Zapatero había aprendido bien la lección: agradecía las preguntas a los entrevistadores (eso que ahora llaman estilo Obama, aunque ya estaba inventado mucho antes), se movía por el plató buscando dar una mayor sensación de cercanía, pero siguió sin saber muy bien qué hacer con las manos.

Supongo que la anécdota del día, (el equivalente al precio del café de la primera vez o al sueldo de Rajoy en su momento) esta vez habrá sido Izaskun, la joven con síndrome de Down, que no sólo leyó la pregunta sino que replicó al Presidente.

A mí se me hizo bastante pesado; no conseguí verlo entero, pasé un rato al teléfono, pero creo que la explicación de la crisis, con tanto número, acababa siendo reiterativa. Seguramente es difícil hacerlo de otro modo y contestar a las preguntas.

Por cierto, el Presidente, espadachín del verbo, como le llamó una entrevistadora, no siempre lo hizo.

Yo, desde este sector, también tengo una pregunta relacionada con la crisis: ¿cree que es mejor reducir la publicidad institucional, como vuelven a recoger hoy los medios españoles o aumentarla para ayudar a los medios a sobrevivir, como está haciendo su colega Sarkozy?

Habrá que esperar a que los medios se hundan para proponer un plan de salvamento como el de la banca (en otros países, aquí sólo se han abierto líneas de crédito).

¿Qué es mejor para el país? (con minúscula, aunque sea más importante que si lo pusiera con mayúscula, pero no quiero malentendidos).

¿Qué es mejor para la economía?

E incluso ¿qué es más de izquierdas?