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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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Estamos hartos de la publicidad

En pocos días he leído dos artículos que, sin tocar el mismo tema, son prácticamente complementarios.

Por una parte Javier Regueira, socio fundador de Pop Up Brand Content y uno de los diez tuiteros imprescindibles, anunciaba en Marketing News que la publicidad tradicional parece herida de muerte. 9 de cada 10 consumidores declaran estar en contra de los anuncios y sólo se recuerda un 3% de los 5.000 (*) impactos publicitarios que recibimos cada día en una gran ciudad.

Así que, concluye Javier Regueira, hay que anunciarse sin anuncios. Las marcas deben ofrecer contenidos de calidad capaces de atraer el interés del público por su valor informativo o de entretenimiento. Y ofrece algunos interesantes ejemplos de campañas nacionales e internacionales que han triunfado trabajando en esa línea.

Por otra parte Jorge G. Pertierra, Director de Arte de la agencia Clicknaranja, explica en IPMark cómo nos afecta la contaminación publicitaria, producida por el exceso de impactos que experimentamos. La proliferación de publicidad no sólo está convirtiendo nuestras ciudades en un estercolero visual sino que, a nivel personal, llega a producir ansiedad, nerviosismo, angustia, dolores de cabeza, estrés psicológico…

Times Square en la despedida del año

Son las dos caras de una misma moneda. Un problema que tiene difícil solución.

Vuelvo al primer artículo: si recordamos el 3% de 5.000 impactos quiere decir que cada día recordamos 150 anuncios (o 4.500 al mes o 54.750 al año). A mí me parecen hasta demasiados. Está claro que el problema no está en que recordemos sólo el 3% sino en que recibamos 5.000 impactos al día.

Cuando hablo sobre este tema, o cuando explico la evolución de los resultados de los estudios Menfis que hacemos en Zenith, siempre hago la misma referencia: en los primeros años de nuestra televisión recordábamos casi toda la publicidad que veíamos. ¿Eran mejores los anuncios? Seguro que algunos sí, pero no todos. ¿Teníamos entonces más memoria? No; en realidad recordábamos diez o doce anuncios cada día, pero habíamos visto muy pocos más.

Me ocurre lo mismo cuando, cada año, Havas publica su estudio sobre la irrelevancia de las marcas. A un altísimo porcentaje de la población no le importaría nada que desapareciera un porcentaje altísimo de las marcas existentes. A mí tampoco me importa que desaparezcan la mayor parte de las marcas…pero que no me quiten las que me gustan. Supongo que a usted le pasa igual (y que la mayoría de sus marcas no coinciden con las mías).

El problema, claro, es la saturación: hay demasiadas marcas y hay demasiada publicidad. Probablemente también hay demasiados productos.

No estamos hartos de la publicidad sino de su exceso.

Es un problema que tiene difícil solución: los medios necesitan la publicidad; los consumidores también la necesitamos (aunque muchos no son conscientes): no seríamos capaces de pagar todos los contenidos que consumimos si las marcas no nos ayudasen. Ni Internet ni la Televisión ni la Radio existirían sin la ayuda de la publicidad.  Pero la ambición por un lado (los dueños de los medios quieren hacerse ricos) y la crisis por otro (la publicidad ha llegado a ser muy barata, así que hace falta mucha para conseguir el dinero necesario para el primer fin) nos han llevado a esta situación.

No sé si una vez superada la crisis, si esto ocurre alguna vez, se impondrá la sensatez y reduciremos la cantidad de publicidad aun a costa de pagar más por ella.

No lo creo.

(*) Durante mucho tiempo los medios han manejado reiteradamente la cifra de 3.000 impactos diarios que hace ya bastantes años calculé yo para Antonio Núñez, que fue el Director de Planificación Estratégica de Saatchi & Saatchi. Veo que alguien se ha preocupado ya de actualizarla.

Comunicación de persona en persona: La estrategia del pingüino

Conocí a Antonio Núñez hace ya unos cuantos años, cuando él era el planificador estratégico de Saatchi & Saatchi; viendo la edad que tiene ahora está claro que entonces era casi un niño y se rapaba al cero (como ahora) para parecer mayor. No lo necesitaba: en cuanto empezaba a hablar destilaba autoridad.

Preparamos algunas presentaciones juntos; entonces Saatchi era, como ahora, una compañía del mismo grupo que Zenith Media, pero entonces trabajábamos conjuntamente, algo que ahora, no me pregunten por qué, no ocurre. Creo que hasta ganamos alguna cuenta, no sé si para las dos compañías o para alguna de las dos.

Antonio se hartó pronto del mundo de la agencia como tal, pero sigue enganchado al mundo de la comunicación.

Hace ya casi tres años ví que Antonio había publicado un libro: Será mejor que lo cuentes. Ahora acaba de publicar su segundo libro: La estrategia del pingüino. Hace algo menos de un mes acudí a la presentación, compré un ejemplar y tuve el honor de que me lo dedicara. Desde entonces lo he ido leyendo a ratos perdidos y hoy lo he terminado.

La estrategia… trata de los cambios que se han producido en el mundo de la comunicación, con especial incidencia en lo que afecta a la comunicación de las marcas. Ya no basta con crear un buen mensaje y repetirlo una y otra vez en los diferentes medios, interrumpiendo al consumidor cuando quiere ver o leer otras cosas; ahora hay que conseguir la complicidad del ciudadano para que sea él quien se encargue de redifundir nuestro mensaje.

El autor analiza un buen número de casos reales, algunos de ellos muy conocidos como la estrategia electoral de Obama, el de la guitarra rota en un vuelo de United Airlines o el pastor que amenazaba con quemar ejemplares del Corán, para extraer sus conclusiones sobre la manera de conseguir que nuestro mensaje sea repetido por quienes lo reciben en primera instancia hasta conseguir lo que él llama hacer un pingüino.

Evidentemente hay que leer el libro; es muy interesante y se lee muy fácil, pero Antonio resume sus enseñanzas en un decálogo (apoyado por un ejemplo práctico en cada uno de sus mandamientos):

El primero: Sea sencillo

El segundo: Sea contextual

El tercero: Sea breve

El cuarto: Sea contagioso

El quinto: Sea narrativo

El sexto: Sea rápido

El séptimo: Sea líquido

El octavo: Sea femenino

El noveno: Sea transparente

El décimo: Sea usted mismo

Lean el libro. Merece la pena.

 

 

Dos buenos libros de marketing

En la pasada Feria del Libro de Madrid me compré ¡Será mejor que lo cuentes!, de Antonio Núñez un libro sobre el relato como instrumento de comunicación.

Lo leí este verano.

Hace poco Víctor Gil me envió Crossumer, el libro sobre los nuevos consumidores que ha publicado junto con Felipe Romero. Lo he ido leyendo a ratos perdidos y acabo de terminarlo.

Por cierto, ayer en la presentación del estudio sobre inversión en marketing en el móvil, coincidí con Felipe Romero, con el que creo que no había hablado nunca antes. Resulta que tenemos otro punto en común, que él descubrió por mi post del otro día sobre los aguacates: él también tiene casa en Santiago de la Ribera. Nada de seis grados de separación; unos pocos cientos de metros.

Pero estaba hablando de libros; de dos buenos libros que tiene muchos puntos en común pese a ser radicalmente diferentes.

Uno, que los autores son amigos míos; amigos de la profesión. Nunca me he tomado una caña con ellos. Pero todo se andará.

Otro, que son dos buenos libros, sobre temas actuales, bien escritos y que mantienen el interés desde el principio hasta el final.

Conocí a Antonio cuando era el planner de Saatchi & Saatchi, hace ya unos años de eso. Trabajamos juntos en algunos concursos. Es un tipo brillante. Yo aprendí y disfruté mucho en aquellos trabajos. Luego se fue a SCPF.

Su libro nos muestra la importancia de elaborar buenos relatos para transmitir nuestras ideas, tanto si es para pedir un aumento de sueldo como si se trata de presentar una idea, una campaña de publicidad o una compañía. Y, por supuesto, un programa político.

Antonio lo cuenta con pasión (y con arte) y nos enseña las técnicas para lograrlo. El libro mantiene el interés de principio a fin. Merece la pena leerlo.

Puedes conocer mejor a Antonio Núñez y las ideas que refleja en su libro en dos webs: www.antonionunez.com y www.seramejorquelocuentes.com.

Crossumer, el libro de Víctor y Felipe, se subtitula Claves para entender al consumidor español de nueva generación. Yo creo que al subtítulo le sobra lo de español, porque en realidad trata del nuevo consumidor en general y, salvo el grado de penetración, no creo que el español se diferencie mucho del de otras partes.

El crossumer, ese nuevo consumidor, se caractiza por tres ingredientes: mantiene una actitud de recelo, tiene conocimientos de marketig y es capaz de recurrir a las nuevas tecnología.

Además cruza sin dificultad la frontera que hasta hace poco separaba al emisor del receptor.

Yo mismo, en este momento, estoy actuando como un crossumer: un consumidor/lector de unos libros, que utiliza un medio de cierta repercusión para convertirse en recomendador (pero también podría actuar como un crítico muy negativo) de esos productos leídos.

El libro comienza con una serie de casos prácticos para demostrar la actitud de ese nuevo consumidor. Algunos ya se habían publicado en el blog que Víctor Gil /strong>mantiene con el mismo título en la revista

Anuncios. Pero, curioso, se leen (o a mí me lo parece) mejor en papel.

A partir de ahí vamos conociendo al consumidor 2.0 y a la sociedad 2.0 y las herramientas que nos permiten conocer mejor estos fenómenos.

Yo intento mantenerme al día en estos temas. Sé que es imposible y que cualquier cosa que se publique hoy habrá quedado anticuada en pocas semanas.

Pues bien, en este libro he encontrado un montón de informaciones útiles, muchas de las cuales no conocía, sobre el mundo 2.0 y sus posibilidades. Pero además todo ello presentado en un lenguaje claro y con un estilo que mantiene el interés en todo momento.

No voy a decir que lo he leído de un tirón, porque eso me resulta imposible en temporada de trabajo, pero sí que he tardado muy pocos días en leerlo a ratos perdidos, que en este caso, claro, han sido ratos ganados.

Además del ya citado blog de la revista Anuncios, donde Víctor toca estos y otros muchos temas, también se puede consultar la web www.crossumer.com.

Un paseo por la Feria del Libro

Ayer estuve en la Feria del Libro.

Si contamos los eventos como medios, y lo son, se trata del medio más importante que tiene la industria editorial para promocionar sus productos.

Sólo puede comparársele el día de San Jordi en Cataluña.

En mi familia es una tradición. Creo que no he faltado ningún año desde que vivo en Madrid.

Además solemos ir en familia. Y comprar un libro, al menos, para cada uno.

Como yo soy el que más leo me suele tocar alguno más.

Pero como también tengo tendencia a comprar más de lo que luego soy capaz de leer y tengo muchos libros acumulados, esta vez me hice el propósito de no comprar demasiado.

Después de la primavera lluviosa y más bien fría que hemos tenido en Madrid, ayer hizo una tarde espléndida, muy agradable para pasear. Sin lluvia y sin excesivo calor.

Siempre ve uno a famosos.

Ayer paseaba, con un séquito numeroso, Esperanza Aguirre.

No ví grandes colas de firmas; sólo al final a mi admirada

Almudena Grandes. También estaba el televisivo Boris, que este año fue finalista del Planeta y la semana pasada presentó la gala de El Sol en San Sebastián.

Al final sólo me compré dos libros. Será mejor que lo cuentes, que hace unos meses publicó Antonio Núñez, que fue planner de Saatchi & Saatchi y de SCPF y La fórmula preferida del profesor, de la escritora japonesa Yoko Ogawa. Este, más que nada por lo que podía tener de reminiscencias matemáticas.

Ya les contaré.

Hoy he terminado de leer El Mundo, de Juanjo Millás. Me ha encantado.

Como en uno de los comentarios me decían, la gente que lee en los blogs debe de ser aficionada a la lectura. Trataré de sacar tiempo para comentarles mis impresiones sobre estas dos últimas lecturas: la citada y El Juego del Ángel, de Ruiz Zafón. Por cierto, no he entendido en el artículo de Antonio Muñoz Molina en El País de hoy si considera una buena novela o no, por el hecho de que venda muchos ejemplares.