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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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Futbol y audiencias de televisión

Ayer empezó la nueva temporada de Televisión.

Como viene ocurriendo estos últimos años, el inicio coincide con la celebración en Vitoria, mi pueblo, del FesTVal, seguramente el evento sobre Televisión más importante de los que se celebran en España. Siempre me da pena no estar allí.

Cuando he recibido los datos de audiencia de ayer me ha llamado la atención que transcurridos cuatro días del mes (sí, sólo cuatro, pero cuatro al fin) el orden en que se sitúan las audiencias de las tres cadenas principales es justo el contrario del que viene siendo habitual en los últimos meses: La 1 se sitúa en cabeza con un 11,9%; le sigue Antena 3 con un 11,7% y Tele 5, la habitual líder se sitúa tercera con un 11,3%. Una gran igualdad pero en un orden poco habitual.

Como supongo que esto no va a durar, me animo a comentarlo.

¿Qué ha ocurrido fuera de lo habitual? Muy sencillo: el partido de fútbol que enfrentó a las selecciones de España e Italia se emitió por La 1. No tuvo una audiencia especialmente grande: 5.240.000 espectadores, un 11,7% de la población, un 44,7% de los espectadores de televisión. Todavía es verano y los tiempos en que las audiencias superaban los diez millones de espectadores quedan lejos. ¡Ya casi nadie se acuerda de cuando superaban los veinte millones!

Las audiencias son ahora mucho menores. De hecho durante el mes de agosto muy pocos programas han alcanzado los dos millones de espectadores, una cifra que hace unos años nos habría parecido muy pequeña; incluso en agosto. Son otros tiempos; ahora las audiencias se fragmentan entre muchos más canales y muchas más posibilidades de ocio.

Pero el fútbol en abierto sigue teniendo un gran atractivo para los espectadores. Y la Televisión en abierto sigue siendo la reina a la hora de acumular audiencias.

Mis lecturas de verano: El silencio de la ciudad blanca

No leí 1984 de Orwell el año 1984; lo había leído mucho antes.

También había leído mucho antes del año 2001 la Odisea del espacio, de Arthur C. Clarke.

Así que creo que esta es la primera vez que he experimentado la sensación de estar leyendo una novela en tiempo real.

El silencio de la ciudad blanca, la novela de Eva García Sáenz de Urturi transcurre en Vitoria en los últimos días de julio y los primeros de agosto de 2016, justo en el periodo festivo de mi ciudad de nacimiento.

Por pura casualidad (me lo había regalado mi hermana Ana durante una visita a Madrid en los primeros días de julio) lo comencé a leer justo en los días en que transcurre la acción de la novela y la fui leyendo casi en tiempo real.

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Se trata de una novela policiaca: se suceden los asesinatos de parejas de personas de la misma edad y distinto sexo (cada vez cinco años mayor que la anterior) que siempre aparecen juntos y en la misma postura, que incluye un eguzkilore, la flor de forma solar que tiene un cierto valor mitológico. Unos crímenes que prolongan una serie que se inició veinte años antes. Tasio, el arqueólogo presunto asesino de aquella primera época está a punto de salir de la cárcel cuando la serie se reanuda y se acelera.

El inspector, apodado Kraken, empieza a recibir misteriosos mensajes que le dan pistas que no siempre comparte con su jefa, la sucomisaria Alba.

La novela mantiene su interés en todo momento, hasta la sorprendente traca final.

A través de su recorrido podemos conocer además todos los recovecos de la ciudad de Vitoria Gasteiz y las diversas celebraciones festivas, desde el Día del Blusa, el prólogo de las fiestas, cuando se produce el primer crimen de esta segunda época hasta la bajada de Celedón (el inicio de las fiestas) o su subida (el final) pasando por las fiestas de San Prudencio en las que ocurrió uno de los crímenes de la primera época.

Creo que la novela, imprescindible para los vitorianos, tiene mucho interés también para quienes, simplemente, estén interesados en la novela negra de calidad.

Un caso de crowdfunding de hace 85 años

Los libros del tío Herminio siempre habían andado por casa de mis padres. No se trataba del tío Herminio Foronda, el hermano de mi madre, al que conocí personalmente y con el que fui al campo durante muchos años; no, era el tío Herminio Madinaveitia, tío de mi padre, o sea tio-abuelo mío, que ya había muerto cuando yo nací.

Herminio Madinaveitia tenía en mi familia un cierto aire legendario: había sido Alcalde de Vitoria, era Catedrático de Literatura en el Instituto (donde fue profesor de mi madre cuando ella terminaba el bachillerato) y, se decía, un tanto misógino, algo que no debía de ser muy raro en esa época.

El caso es que yo, que lo leo todo, nunca había leído esos libros que siempre andaban por casa y que mi madre, que aún leía más que yo, nunca me los recomendaba (seguro que el hecho de que su profesor opinara que las mujeres debían quedarse en casa y no estudiar, no le resultaba especialmente simpático). Pero en una de las visitas para ordenar/vaciar la casa de mis padres, cogí algunos ejemplares.

Hace poco he terminado de leer Mañana de Pascua, una recopilación de cuentos. Los cuentos son tristes y el lenguaje que utiliza el tío Herminio es excesivamente rebuscado, lo que hace que hoy parezca anticuado.

Pero lo más sorprendente, lo que me ha parecido más curioso, es que el libro se editó por suscripción popular. En las últimas 19 páginas se recogen los nombres de las personas e instituciones que han contribuído a editar popularmente las obras inéditas de Herminio Madinaveitia. 19 páginas con unos 32 nombres por página, hacen más de 600 contribuyentes (encabezados por el Obispo de la Diócesis) para una tirada de 1000 ejemplares.

En estos tiempos de economía colaborativa nos creemos que estamos inventando cosas (sobre todo si utilizamos sus nombres en inglés) que llevan muchos años funcionando.

¿Qué es esta historia sino un caso de crowdfunding de 1930 (no de 1830 como se me ha deslizado en el tuit), muchos años antes de que esa palabra nos llegara y se pusiera de moda.

La pena es que mi madre no esté aquí para comentarme quién era cada una de esas seicientas y pico personas, esos apellidos de Vitoria de toda la vida, que componen la lista de mecenas que hicieron posible esa edición. Sería algo así como reconstruir la historia del Vitoria de aquella época.

Campeones

Ayer el Baskonia, que ahora se llama Caja Laboral y es el equipo de mi pueblo, se proclamó campeón de la Liga ACB de baloncesto.

Ganó nada menos que por 3 partidos a 0 al Barcelona, que había ganado la Liga regular y además se ha proclamado este año Campeón de Europa. Y lo ha hecho con tres partidazos; muy diferentes a pesar de lo que pueda indicar el tanteo corto de los tres, pero tres grandes partidos.

No sé si algo así había pasado nunca antes (que un equipo que no gana la Liga regular gane por 3-0); casi seguro que no había ocurrido siendo el rival Campeón de Europa.

Como estos días sólo se puede hablar de fútbol, esta victoria habrá pasado casi desapercibida en los medios nacionales. Veo en los datos de audiencia de Kantar Media que só 831.000 espectdores siguieron este partido frente a los 4.435.000 que prefirieron ver a Corea del Norte (famoso equipo) perder contra Brasil.

Pero seguro que en Vitoria están ahora de fiesta.

Así que quiero dar las gracias a Goliat, por su comentario en el post de ayer (aunque ahora se pasa menos por aquí está claro que se acuerda de mis gustos) y la enhorabuena a mis viejos amigos del Baskonia, como Carlos Ízar y de Caja Laboral, como Juan Carlos Cid. Y al equipo, claro.

Yo también me apunto a la enhorabuena, como vitoriano y aficionado de siempre al baloncesto.

Y en lo del fútbol ¡qué le vamos a hacer! Todavía quedan posibilidades, pero nunca ha sido bueno vender la piel del oso antes de cazarla.

El Baskonia campeón

Este fin de semana he estado pendiente de la Copa del Rey de baloncesto.

En realidad desde el jueves he visto más tele que de costumbre.

La final ha sido sumamente interesante: por dos veces todo ha estado a punto de cambiar en el último segundo.

Sí, por dos veces, porque ha habido prórroga y tanto al final de los cuarente minutos como de los cinco añadidos todo ha podido cambiar.

Al final ha ganado el Baskonia, 100-98.

Creo que ha sido una de las finales más emocionantes que he vivido.

Cualquiera de los dos equipos, el otro era el Unicaja de Málaga, ha merecido ganar. Ya sé que es un tópico, pero hoy el tópico ha sido real.

El Baskonia celebra este año sus cincuenta de existencia; con el título de hoy comienza a celebrar ese cumpleños.

Es la institución deportiva más importante de Vitoria, pero también es una referencia en el baloncesto europeo. LLeva muchos años llegando a la final europea, aunque nunca la haya ganado. Es otro de los retos para este año.

Por mi parte, hace casi esos cincuenta años que me aficioné al baloncesto.

En Vitoria se jugaba entonces en el Frontón (algo que también hacía el Real Madrid, en el Vista Alegre). Cuando yo empecé a ir, el mejor equipo de Vitoria era el Natación; Laso, Serrano, Lázaro y compañía subieron de segunda a primera aquel año.

Desde entonces siempre ha habido un equipo de Vitoria entre los mejores. Hace ya muchos años que ese equipo es el Baskonia que organizó y preside Josean Querejeta.

Un compañero mío de instituto, Carlos Ízar de la Fuente, es el Director General.

Mi más cordial enhorabuena, a mis amigos, a Vitoria y felicidades al Baskonia. Y a Tau Cerámica, el parocinador.

Espero que no sea el único título del año.

Publicidad en tiempos de crisis

Ayer estuve dando una charla en el IFEMA.

Se trataba de una jornada organizada por la AEEPP, la asociación que agrupa a editores de revistas profesionales.

El tema era sencillito: ¿cómo vender publicidad en tiempos de crisis?

Un dato curioso: me tocó hablar después de Juan Jesús Castellano, vitoriano como yo. Creo que es la primera vez que me pasa en mis más de veinte años de charlas. Ni siquiera en el par de ocasiones en que he hablado en Vitoria.

Él es un showman, conferenciante vocacional. Además es editor y estaba en su ambiente.

Yo ya he hablado varias veces a este público; muchos de los asistentes me conocían de otras ocasiones.

En alguna me han tirado los perros. Ayer hubo un coloquio interesante.

El enfoque de mi charla fue hacer hincapié en los valores centrales de la venta de publicidad (o de cualquier venta): tratar de establecer relaciones a largo plazo y que sean beneficiosas para las dos partes. Conocer bien nuestro producto y las necesidades del cliente.

Esto sirve tanto para los periodos difíciles como para los normales.

Creo que a los buenos profesionales les afecta menos la crisis.

La crisis económica es coyuntural. No sabemos cuanto tiempo durará, pero sí sabemos que pasará.

Pero esta crisis coyuntural se superpone a una crisis estructural. Aquí hay que entender crisis en el sentido etimológico, de cambio.

Vivíamos ya un momento en el que la conjunción de la globalización, la digitalización y la convergencia nos dejaban vislumbrar un mundo muy diferente del que hemos vivido hasta ahora.

La globalización hace que un problema como el de las hipotecas subprime, puramente americano, acabe repercutiendo en todo el mundo.

Lo mismo puede decirse de la quiebra de Lehman Brothers, de la presidencia de Bush o, ahora, de la de Obama.

La digitalización significa disponer de cantidades infinitas de información de forma casi instantanea.

Eso puede acelerar el ritmo de las crisis y, yo creo, el de la salida de ellas.

Significa también información casi sin coste, si uno se resigna a aceptar cualquier tipo de información, sin filtro, sin selección por calidad.

La convergencia ha roto las barreras entre los medios. Un video en una página de un periódico en internet ¿es televisión, es un diario, es internet? ¿es todo a la vez?

La clave de estas dos crisis superpuestas, la coyuntural y la estructural, es que cuando la crisis económica pase, se habrá llevado por delante a muchos de nosotros, profesionales (de valía en muchos casos) y empresas.

Pero cuando pase, ya nada volverá a ser como antes.

Quien aproveche estos años para replantear adecuadamente su futuro, saldrá reforzado.

¿Quién tiene la culpa de la nevada?

Está claro: la culpa la tiene el Gobierno de la nación (PSOE). No, no, el caos se ha montado en la comunidad (PP), pero aún ha sido peor en el municipio (PP).

Piove. Porco governo.

Está claro: la culpa de la nevada, y del caos consiguiente, ha sido de Zapatero, o de Esperanza, o de Gallardón, según cual sea nuestra ideología.

Claro que, lo que hay que hacer es pedir la dimisión de Maleni, que es gafe y estropea todo lo que toca.

Yo soy de Vitoria y tengo ya muchos años. He visto nevadas de las de antes. En mi recuerdo, que suele magnificar estas cosas, se cruzaba de una acera a otra por estrechos senderos que se habían abierto con palas.

Creo que nunca dejé de ir al instituto, el edificio en el que hoy está el Parlamento Vasco, en pleno Parque de la Florida. Seguro que, a cambio, participé en muchas batallas de bolas de nieve.

Eso sí, iba al instituo andando, igual que ahora voy a trabajar en transporte público.

¿El problema es la nevada o la complejidad de la vida que nos hemos dado, que hace que cada día millones de coches tengan que entrar y salir de la ciudad?

¿Alguien pensó en dejar el coche en casa y buscar un transporte alternativo al ver el calibre de la nevada? ¿Existen esos transportes alternativos?

Pero siempre es bueno tener a algún Gobierno, del color que sea, para echarle la culpa.

Claro que algunos aprovecharon para hacer bien su trabajo.