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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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La publicidad se estanca

Estos días se han publicado los dos informes sobre inversión publicitaria referidos al primer semestre. Y han saltado las alarmas. En un año en el que las variables económicas se revisan al alza y ya se esperan crecimientos del PIB superiores al 3% la publicidad no crece.

¿De verdad estamos mejor que en 2011? Foto: GTRES

Para Infoadex se ha producido un estancamiento (una caída del 0,04%; prácticamente no hay variación respecto al año pasado); pero aún es peor para Arce: el informe i2p recoge una caída del 1%.

¿Qué está pasando?

Los lectores de este blog, o quienes leen mis informes sobre los páneles Vigía y Zenthinela ya estaban avisados: las previsiones iban empeorando cada mes y además el índice IPMP que se refiere a la publicidad se situaba muy claramente por debajo del IPSE, que se refiere a la situación económica.

En más de una ocasión y en diversos foros he reclamado una reflexión del sector sobre lo que puede estar ocurriendo.

Hasta ahora la publicidad multiplicaba por un factor situado entre 2 y 3 las variaciones de la economía: si el PIB subía un 3%, la inversión publicitaria subía un 8%; si el PIB caía un 5% la publicidad podía caer un 13%. Esta regla sólo se rompía en los puntos de cambio de tendencia. Espero que éste no sea el caso.

Sé que la revista Anuncios ha planteado una reflexión sobre este tema, que verá la luz en septiembre.

Ayer me entrevistó Laura Blanco en Capital Radio. Como en tantas otras ocasiones me quedó la sensación de que se me habían quedado muchas cosas sin decir.

La publicidad ha vivido dos cambios trascendentales en los últimos años: la crisis económica y la digitalización.

La crisis económica ha reducido el poder adquisitivo de una parte considerable de la población, que se ha refugiado en las marcas blancas. El poder de las empresas de distribución, que siempre era muy alto, ha crecido; las marcas de fabricante han visto cómo se reducían sus márgenes y con ello la capacidad de invertir para fortalecer sus marcas. Vemos cómo grandes marcas de distribución que apenas hacen publicidad (Mercadona, Zara,…) son ahora más poderosas que nunca. Por el camino, la publicidad sufre.

La digitalización ha traído consigo nuevas formas de comunicación, a las que hemos llamado Medios Propios y Medios Ganados, (las webs de las marcas, su participación en las Redes Sociales, la repercusión que consiguen sus acciones en esos medios,…) que no suponen una inversión directa en medios, que es la que contabilizan las empresas de medición.

Además, desde la industria publicitaria se ha jaleado, en festivales e incluso en premios de eficacia, el éxito de esas campañas que casi no hacen uso de los medios pagados, de la publicidad tradicional.

Si analizamos los datos publicados por Infoadex e i2p vemos que sólo Internet y la Radio (la incombustible Radio que nunca crece mucho pero tampoco cae mucho) crecen. La Televisión crece una décima para Infoadex pero cae 1,2 puntos para i2p.

Que caigan todos los otros medios, incluido Exterior, el medio en el que se deberían refugiar los anunciantes que buscan cobertura, ahora que la Televisión está cada vez más fragmentada y que las audiencias de más de dos millones de personas empiezan a ser excepcionales, me parece muy preocupante.

Yo sigo creyendo que la publicidad, la buena publicidad, bien planificada, es eficaz; las marcas la necesitan para crecer y nuestra sociedad basada en el consumo necesita marcas fuertes.

Pero hay todo un movimiento de desconfianza hacia la publicidad.

El sector debe reflexionar y hacer algo para romper esa mala tendencia.

La publicidad pierde el paso

La inversión publicitaria ha guardado siempre una estrecha relación con las variaciones de la economía. Cuando la economía crece, la publicidad crece; y cuando vienen mal dadas para la economía, la publicidad también sufre.

Ocurre en todos los países con economía de mercado y con mercados publicitarios desarrollados.

Portada del número de IPMark en el que se publicó este artículo. (FOTO:E.Madinaveitia)

Tradicionalmente en España esa relación se acentuaba: cuando la economía crecía, la inversión publicitaria crecía mucho más; cuando caía la economía, la inversión publicitaria se derrumbaba. La reciente crisis fue el mejor ejemplode esto: en los cinco años más duros de la crisis, los comprendidos entre 2009 y 2013, la caída del PIB se situó en torno al 10%; la de la inversión publicitaria se aproximó al 50%.

Las cosas parecen estar cambiando: todo parece indicar que este año crecerán el PIB y la inversión publicitaria pero ésta lo hará en menor medida que aquél.

Si se cumplen las previsiones de los estudios Zenith Vigía y Zenthinela, que diseñé y coordino, la inversión publicitaria crecerá este año algo menos que el PIB.

Además todos los índices relacionados con la publicidad se sitúan por debajo de los relacionados con la economía.

Es un poco pronto para sacar conclusiones. De hecho, ni siquiera es seguro que el resultado publicitario de este año se vaya a quedar tan corto.

Pero mi sensación es que la inversión publicitaria, al menos la inversión en medios pagados que es la que miden las fuentes de datos, ha salido de la crisis, y de la creciente digitalización, muy debilitada.

Hace ya unos años, desde la IAB se puso en marcha un estudio de Inversión en Comunicación Digital, inspirado por Daniel Solana y que yo dirigí. El estudio pretendía poner de manifiesto el hecho de que la digitalización ha traído consigo un aumento de la inversión en comunicación pero que ese aumento, por diversas razones, no se contabiliza. El estudio era complicado; hay acciones que no se contabilizan porque no son fáciles de valorar. Se realizó en los años 2012 y 2013. Luego ya no.

Quizá si ese estudio se hubiera podido realizar bien nos daría las respuestas a mis preguntas: ¿dónde está esa inversión que no se acaba de recuperar?

(*) Este artículo se publicó en el número de junio de la revista IPMark. Hoy he publicado una nueva ola del estudio Zenthinela. Parece que la hipótesis se confirma. Otra explicación, sugerida por uno de los panelistas: la gran distribución ha apretado tanto durante la crisis, y lo sigue haciendo ahora, que no quedan márgenes para inversiones como la publicidad.

La @: una apuesta por la innovación (I)

Los días 15 y 16 de junio se ha celebrado La @ de AEDEMO, un seminario que nació para acercar el mundo digital y el de la investigación de mercados. Tienen muchos puntos de contacto, necesitan caminar juntos, pero a veces parece que no lo saben y miran en direcciones distintas.

La digitalización ha transformado la realidad; en muchos sentidos la ha hecho más compleja. Para la investigación de mercados tradicional medir esa realidad es más difícil pero a su vez la digitalización nos proporciona nuevas maneras de aproximarnos a esa realidad.

Cada vez se generan más datos; el análisis de esos datos nos da información que podemos transformar en conocimiento. Los datos, el big data, estuvieron presentes en varias ponencias. El neuromarketing ha avanzado mucho es estos últimos años y también tuvo su protagonismo. El reconocimiento de imágenes, los bots, el tratamiento de voz, la investigación en general y la de la eficacia publicitaria en concreto, completaron el panorama. Un panorama al que aún le faltaría una pieza si no tuviera en cuenta a las start ups que se inician en el negocio; también de eso tuvimos, incluso a la gran triunfadora de estos últimos años.

Gemma Muñoz al comenzar su intervención. (FOTO: EMadinaveitia)

La @ tuvo un comienzo de lujo. Es posible que haya alguien que sepa más de big data que Gemma Muñoz (@sorprendida); lo dudo, pero es posible. Pero seguro que nadie habla de datos con más pasión y conocimiento que Gemma. Los datos contienen información de la que hay que extraer conocimiento para la toma de decisiones. Hay que detectar qué nos pueden decir los datos; hacer big data no es acumular datos: no siempre es mejor tener más datos. @sorprendida sorprende también con su ironía:

los analistas hacen dashboards para que les dejen en paz.

Pero tiene muy clara la importancia de visualizar bien los datos así que recomienda no enseñar nunca una tabla y sí buscar buenos sistemas de visualización.

Gemma define su empresa El arte de medir como Pasión y precisión. Cuando se asiste a una de sus presentaciones queda claro que cumple con su eslogan.

Los datos y su tratamiento estuvieron presentes a lo largo de todo el seminario pero lo que más sorprendió fue la visión de Juan Mora, de Datacentric, que aportó una visión muy diferente. Su investigación es más detectivesca que sociológica. Juan habla de pasar del big data al deep data: enriquecer la información acerca de cada posible cliente utilizando información pública (del catastro, de los ficheros de morosidad, de la cobertura de fibra óptica,…). Añadiendo información fue perfilando la fotografía de un posible cliente (persona individual o empresa) hasta dotarla de una gran nitidez. Reforzó así la idea de que, también en datos, la calidad puede ser más importante que la cantidad.

Algo pasa con la publicidad

Este fin de semana he estado analizando las previsiones del estudio Vigía correspondientes a este mes de mayo que acaba. Un análisis que se hace cada vez más complejo porque en el mundo de la publicidad está pasando algo que no terminamos de explicar bien.

El año 2017 empezó flojo y aunque la economía parece no ir mal, para la publicidad el año sigue flojo.

Todo parece indicar que la inversión publicitaria ha entrado en una fase en la que crecerá por debajo del incremento del PIB. Hasta ahora cuando la economía crecía, la inversión publicitaria crecía más; cuando la economía caía, la publicidad caía más.

Ya no es así.

Quizá ha llegado el momento de preguntarse los motivos.

Hemos pasado una larga crisis económica que ha convivido con una intensa transformación digital. La crisis se llevó en cinco años algo más de la mitad del volumen de la inversión pero ¿y si no fue sólo la crisis?

A lo largo de estos años se nos ha llenado la boca con el discurso de los medios propios y los medios ganados, que acompañaban a los medios pagados. Nadie contabiliza como inversión publicitaria los medios propios, y mucho menos aún los ganados. Los datos de inversión se refieren siempre a los medios pagados. Pero nuestro sector ha aplaudido todos los años en los Premios EFI (y en muchos festivales) a aquellas campañas que conseguían más repercusión en medios no pagados. El viernes pasado, en la presentación del nuevo posicionamiento de Zenith, un anunciante tan grande como L’Oreal presentaba orgulloso una marca que ha conseguido un gran retorno sin utilizar la publicidad.

Publicidad de un medio sin publicidad en la Puerta del Sol de Madrid. (FOTO: E.Madinaveitia)

En estos últimos meses hemos visto también como algunos grandes anunciantes, y también algunos de los agentes del mercado, anunciaban grandes recortes en sus presupuestos publicitarios, al menos en los digitales, basándose en la falta de transparencia o en los problemas que puede acabar causando la (mala) planificación programática si lleva a las marcas a asociarse con sitios y contenidos inadecuados.

Ahora que debería ser más fácil hacer las cosas bien parece que se cometen más errores…o que se cometen como siempre pero ahora también es más fácil detectarlos.

Vivimos unos nuevos tiempos; probablemente no van a ser los mejores para nuestro sector.

Todo parece indicar que este año habrá crecimiento de la inversión publicitaria; todo parece indicar que el crecimiento será muy moderado, por debajo del incremento del PIB.

¿Puede deberse al repunte de la inflación? ¿Influye la sensación de escasa estabilidad política y la oleada de casos de corrupción en políticos, en empresarios, en deportistas,…? ¿O se debe, como insinuaba antes, a factores intrínsecos a nuestro mercado?

En el análisis de Vigía vemos que mientras la mayor parte de los indicadores económicos son buenos y casi todos mejoran, incluida la percepción de la situación económica, la previsión de inversión empeora y también lo hacen la percepción del mercado publicitario y el número de sectores para los que se espera que la inversión crezca aunque estos tres indicadores se siguen manteniendo positivos.

Algo está pasando en la inversión publicitaria.  No parece un cambio coyuntural sino estructural. Merece la pena que el sector se ponga a analizar las causas y a buscar soluciones.

No es fácil.

Revolución en Exterior

Ayer estuve en la presentación de Clear Channel.

Fue todo un éxito. Eduardo Ballesteros, el Director General, nos contó al final del acto que habíamos sido más de 600 personas las congregadas en el Teatro Real. Y eso, una mañana de un día de trabajo, no es fácil de conseguir.

Algo está pasando en Exterior. La resolución en los últimos meses de importantes concursos (quizá el más llamativo el del mobiliario urbano de Madrid, pero no es el único) supone un cambio notable en el panorama del medio.

Por otro lado la digitalización, presente en Exterior desde hace varios años, va tomando cada vez más fuerza.

Ya he hablado aquí en otras ocasiones de las bondades del medio, que aporta modernidad a las ciudades y que se está convirtiendo en el refugio de los anunciantes que buscan cobertura. La hiperfragmentación de la audiencia de Televisión está acabando con una de las mayores fortalezas de ese medio.

Exterior se consolida así como el gran medio alternativo si se quiere conseguir cobertura, a la vez que con la digitalización incorpora cada vez más las posibilidades de utilizar comunicaciones diferentes en los diferentes soportes o incluso en diferentes momentos. Se podría ver ahí una cierta contradicción: más cobertura pero frgmentando desde el mensaje. Pero en esto nadie hace hincapié.

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William Accleshare durante su presentación

En la presentación en el Teatro Real William Eccleshare, CEO de Clear Channel International, destacó la importancia creciente de las ciudades (donde se concentra la mayor parte del patrimonio de Exterior) y la capacidad del medio para llegar a los consumidores en el momento adecuado (servir de entretenimiento en el atasco, o durante la espera del autobús o el Metro) sin interrumpir otras actividades.

Clear Channel está instalando 300 mupis (columnas informativas) digitales en las calles de Madrid que empezarán a comercializarse en los próximos meses.

A lo largo de la presentación se destacaron las posibilidades de personalización del medio, en especial en su combinación con Móvil.

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Recientemente Callao City Lights anunciaba la instalación en el centro de Madrid de la mayor pantalla vertical de Europa.

Tras la compra de Cemusa, el gigante francés JCDecaux está experimentando fuertes cambios. La pérdida de alguna de sus exclusivas más clásicas seguro que va a actuar como revulsivo para una empresa que no puede permitirse dejar de ser líder en nuestro mercado.

Exterior sigue siendo un medio cargado de posibilidades y con un gran potencial de crecimiento. En la presentación de Clear Channel se destacó que, a nivel internacional, el crecimiento de la inversión en el medio duplica el crecimiento de la Televisión. Esto no ocurre en España.

¿Puede ser esta la gran oportunidad?

También a la Televisión le llegó la hora

Nunca se habían hecho tantas fotos pero ya casi no se venden carretes. Se leen más noticias que nunca pero los editores de periódicos viven su más profunda crisis. Se viaja como nunca, pero cierran las grandes agencias de viaje. Se ve más Cine que nunca, pero muy poco en las salas. Ya casi no se venden discos en la época en que se escucha más música
La Televisión había aguantado bien los primeros envites de la digitalización: aumentó el número de cadenas, las audiencias se fragmentaron, algunas se hicieron de pago y convirtieron parte de los grandes eventos en eventos para élites y con audiencias reducidas, pero el cambio no había pasado de ahí. El espectador medio sigue dedicando cerca de cuatro horas cada día a la Televisión convencional (la que se ve en casa, en el televisor; la que mide Kantar) y sigue siendo la reina de las grandes campañas publicitarias.
O eso dicen los números oficiales.
Pero en los últimos años ha crecido un fenómeno que, aunque no se mida bien del todo, todos conocemos y que va a afectar mucho (mucho más de lo que lo hace ahora) a la manera en que se ve la Televisión y, sobre todo, al papel de este medio en las campañas publicitarias.
La Televisión (o el audiovisual) ya no se ve sólo en casa, en directo y en el televisor; se puede ver también en el ordenador, en la tableta, en el móvil o en otros dispositivos que dispongan de una pantalla. No todas esas opciones se miden y las que se miden no siempre se miden bien.

No sólo Emilio Aragón ha cambiado en los últimos 20 años

Además la imagen de toda la familia reunida alrededor del televisor del salón, mirando todos atentamente las mismas escenas en la pantalla, hace mucho que pasó a la historia. La mitad de la población (el 90% entre los jóvenes) está utilizando otra pantalla mientras ve la Televisión. ¿Cómo afecta este hecho a la eficacia de la publicidad?
En Zenith nos preocupaba desde hacía tiempo. Por fin pudimos hacer un estudio en los últimos meses de 2014, que presentamos en Sevilla en el Seminario de AEDEMO del pasado mes de febrero. Los resultados fueron muy interesantes. Por una parte ya sabemos cuánta gente hacía multipantalla simultánea en aquellas fechas (podemos pensar que es un fenómeno creciente, que aún habrá crecido y seguirá creciendo algo); por otra, tenemos medido cómo influye eso en el recuerdo publicitario.
Y aquí encontramos la parte más interesante del estudio:
Podemos dividir a la población multitarea en dos grandes grupos: los que mientras ven la Televisión están realizando en otra pantalla una tarea que no tiene nada que ver con la primera (un videojuego, chatear en el WhatsApp o en otra red social, o incluso revisar los e.mails) y los que utilizan la segunda pantalla para comentar con sus amigos, o con muchas más personas en las redes sociales, lo que están viendo en el televisor. Las nuevas tecnologías han ampliado el alcance de las típicas conversaciones sobre los programas de televisión que siempre existieron en el trabajo o en el centro de estudios y las han acercado en el tiempo hasta hacerlas simultáneas con el evento.
Los resultados del estudio confirman lo que, por lógica, se podía sospechar de antemano: mientras los telespectadores del primer grupo tienen su atención dispersa y recuerdan la publicidad mucho menos que la media (y mucho menos que quienes sólo ven la Televisión) entre los del segundo grupo el recuerdo de la publicidad crece incluso en el caso de la publicidad convencional. Son personas que ya no zapean como lo hacían antes cuando llegaba el bloque publicitario.
Pero el mejor resultado es la puerta que nos abre: si ya la mitad de la población (y creciendo) hace otras cosas mientras ve la Televisión y si una parte importante de esas cosas que hace están relacionadas con lo que está viendo en el televisor, podemos aprovechar para realizar acciones que, utilizando la segunda pantalla, potencien el recuerdo.
El selfie más retuiteado de la historia llevó a Samsung y a la ceremonia de los Óscar a miles de millones de teléfonos móviles. A una escala más local la aparición en Master Chef del campeón de España de corte de jamón hizo que más de 120.000 personas se descargaran la App de Navidul en que esa misma persona enseña a cortar jamón.
Las posibilidades son infinitas, como lo son las posibles combinaciones entre programas de Televisión y acciones en las redes sociales. Serán acciones que llegarán a una audiencia mucho menor que las de la Televisión tradicional pero que, entre ese público al que lleguen, tendrán una eficacia mucho mayor.
No se puede decir que la Televisión haya muerto (todo lo contrario, goza de muy buena salud; nunca se había visto tanto audiovisual como ahora) pero sí que se abre una nueva era para la Televisión: la era multipantalla se adivina interesante.
También a la Televisión le ha llegado su hora digital.

 

(*) La revista Anuncios celebra estos días su 35º cumpleaños. En el número conmemorativo de este aniversario se publica este artículo del autor de este blog.

Gestores del corto plazo (1)

Hace ya quince años nos hablaron del fin de la historia y de los ciclos. Extinguido ya el enemigo del capitalismo y con la llegada acelerada de nuevas tecnologías, el crecimiento sería continuo; ya no habría de qué preocuparse. Sin embargo no habían pasado ni ocho años desde aquella optimista profecía cuando el mundo se vio sumido en una de las crisis económicas más profundas y prolongadas que se recuerdan. Precisamente por los abusos de ese capitalismo triunfante que iba a terminar con los ciclos.

Siete años después, con millones de parados más, con las centenarias cajas de ahorros desaparecidas y tras cientos de miles de deshaucios aún nos preguntamos qué pasó para que todo cambiara tan radicalmente.

En una sociedad dominada por el corto plazo (el directivo sólo piensa en su bonus de este año; lo que le pasara a su empresa a medio plazo no le importaba porque muy probablemente dentro de dos años trabajaría para la competencia) la globalización y la digitalización han acortado aún más ese plazo. Ahora las decisiones se toman pensando en la evolución de la cotización de la Bolsa hoy mismo y sabiendo que esa cotización se verá influida por lo que ahora mismo esté decidiendo alguien en Tokyo, Sidney o San Francisco (y cada vez más en Shanghai o Hong Kong).

La Bolsa, además, penaliza la contratación de personas y premia la reducción del equipo humano, sin ningún tipo de matices. Expulsar capital humano, sea del tipo que sea, incluso cuando se trata del talento que hace progresar la empresa, tiene una prima en la cotización bursátil.

Todo esto ha traído una generación de directivos que no piensan en el futuro, mucho más allá de fin de mes, justo en el momento en que las transformaciones que se están produciendo, debidas precisamente a las mismas causas, exigirían una mirada mucho más estratégica y a largo plazo. ¿Cómo debería ser mi empresa dentro de diez años en el nuevo panorama que nos abre un mundo interconectado, digitalizado, globalizado?

El pequeño mundo de la publicidad y los medios de comunicación en España ha sido un buen ejemplo de todo esto en los últimos años. En 2007 las dos empresas cotizadas en Bolsa más rentables de Europa eran nuestras dos televisiones privadas. Los beneficios que obtenían se repartían religiosamente entre los accionistas. ¿Invertir?¿El futuro?¿Eso qué es?

Pero no pasa nada. Cuando, ya en plena crisis, bajó la rentabilidad (aunque siguió siendo positiva) bastó presionar al Gobierno de turno para conseguir que se suprimiera la publicidad en la televisión pública. Con esa inyección de varios cientos de millones de euros la rentabilidad se recuperó. ¿Hacer mejor programación?¿Cambiar la política comercial? ¿Para qué? Ya nos aprovecharemos cuando vuelvan las vacas gordas.

Por supuesto, el Gobierno que sustituyó al que tomó tan discutible medida no la revocó en ningún momento.

Ahora que el mercado publicitario parece empezar a reaccionar es el momento de subir los precios y ordeñar más a la vaca. Los anunciantes siguen necesitando la televisión y no les queda otra alternativa que pasar por el aro.

Claro que los anunciantes no son conscientes de la fuerza que podrían tener; y si lo son no son capaces de explotarla. El corto plazo nos exige comprar barato ¿qué es eso de comprar mejor?¿Pagar por una mayor calidad? ¡Ni pensar! Yo quiero calidad, pero que no me suban el precio.

Mucha  de la televisión que se ve ahora, sobre todo los jóvenes, pero no sólo los jóvenes, no se mide o se mide mal. Nos dejamos fuera muchas cosas a pesar de que ya disponemos de la tecnología para medirlo bien. Haría falta un nuevo consenso, quizá algún lider que se pusiera al frente. ¿Alguien lo ve?¿Alguien intuye quién podría ser? Yo no.

Es más: el corto plazo es tan corto en algunos casos que llevamos varios años en los que el Presidente elegido de la IAB (la asociación de la publicidad digital, que podría ser una de las que liderara el proceso) nunca llega a completar su mandato de un año; antes de ese plazo ya ha cambiado de empresa (o, en el peor de los casos, se ha ido a su casa).

Al menos en 2011 se llegó a un consenso para recomendar un medidor de Internet (o de digital, para ser más amplio) y se eligió a ComScore. Es difícil imaginar un acuerdo más débil, pero al menos hubo un acuerdo. Recientemente se ha prorrogado la recomendación, aumentando las exigencias a ComScore.

Necesitaríamos líderes del mercado con amplitud de miras, capaces de pensar en las necesidades comunes y de mirar a los próximos ¿diez?¿quince? años; capaces de hacer que se alcancen los necesarios consensos de mercado. Pero yo no los veo por ninguna parte.

Mientras tanto el mercado publicitario se ha visto reducido a la mitad y podría tardar más de veinte años en recuperar sus cifras de 2007.

Muchos medios han cerrado; casi todas las agencias han reducido su personal; los que siguen teniendo trabajo cobran menos que hace siete años.

Pero quienes tomaron las decisiones que produjeron este caos cobraron sus bonus o sus millonarias indemnizaciones.

¡Y todos tan contentos!

Este artículo es la actualización del que publiqué con el mismo título a comienzos de 2010, hace ya casi cinco años en Investigación y Marketing (I&M) la revista de AEDEMO. Creo que mantiene (incluso acentuada) toda su vigencia.

Crisis en el negocio de medios

El pasado 28 de abril se celebró en un hotel de Madrid una jornada bajo el título Los medios en la crisis y la crisis de los medios. Tuve el honor de compartir estrado nada menos que con Jesús Martínez Rioja, Director del diario Expansión y Juan Luís Cebrián, Consejero Delegado de PRISA, Director histórico de El País y académico de la lengua.

Nuestra mesa se centró en los medios impresos. Este artículo resume mi intervención.

Los medios viven un momento de profunda crisis estructural, un cambio provocado por la fuerza de tres factores concluyentes: la digitalización, la globalización y la convergencia. En los últimos meses a esa crisis estructural se le ha superpuesto una profunda crisis económica.

Es conveniente pararse a reflexionar sobre los efectos de estas crisis superpuestas, porque si algo sabemos con seguridad es que la crisis económica pasará. Pero casi con el mismo grado de seguridad podemos decir que cuando pase la crisis el negocio de los medios será muy diferente del que conocíamos hace pocos años. Nuestro trabajo, el de todos los que nos dedicamos de una manera u otra a este negocio, es luchar para que sea mejor que antes.

La digitalización ha cambiado el valor de la información. Ahora tenemos al alcance de un solo click una información casi infinita, de manera prácticamente instantánea, a un coste prácticamente nulo y casi en cualquier formato.

Pero esa información está ordenada según unos criterios, los del buscador, que no tienen por qué coincidir con los nuestros. Aquí es donde el valor de las marcas de información cobra mayor importancia.

La globalización hace que los efectos de un hecho en cualquier parte del mundo puedan extenderse muy rápidamente a lo largo de todo el mundo. Lo hemos vivido recientemente con la crisis económica o con la nueva gripe A.

La convergencia entre informática, telecomunicaciones y medios de información ha abierto un panorama nuevo: Un vídeo musical en la versión digital de una revista en internet ¿es radio, es televisión, es revista, es internet, es otra cosa o es una combinación de todas ellas?

Por último, la crisis económica está golpeando muy duramente al mercado publicitario, la fuente de ingresos más importante de la mayor parte de medios de comunicación.

La actual crisis publicitaria es la más grave que se ha producido en España desde que existe un mercado publicitario relativamente maduro, un momento que no podemos llevar mucho más allá de los años ochenta, la denominada década prodigiosa.

La inversión publicitaria en medios cayó un 11% en el año 2008 y podría caer otro 17% si se cumplen las estimaciones del panel Zenthinela correspondiente al mes de abril. En estas condiciones el mercado perdería en sólo dos años más de 2100 millones de euros, un 26,5% de su volumen del año 2007.

Estos resultados pueden representar una verdadera catástrofe laboral tanto para el sector propiamente publicitario, los diferentes tipos de agencias, como para los medios de comunicación que cuentan con la publicidad como su principal medio de financiación, que llega a ser casi exclusivo en algunos casos (la radio, las televisiones privadas en abierto o los diarios y las revistas gratuitos).

Además la publicidad ha venido perdiendo desde el año 2000 peso relativo en la economía. En los países con una economía de mercado más avanzada, la publicidad suele representar aproximadamente el 2% del PIB. En España llegó en el 2000 hasta un 1,94%. Eran los tiempos de las salidas a Bolsa de grandes compañías, el inicio de la competencia en las telecomunicaciones y el lanzamiento de compañías digitales que terminó denominándose burbuja de internet. En el año 2008 ya sólo representaba un 1,36% y todo parece indicar que este año aún reducirá más su participación.

Por otra parte, la participación de los medios gráficos en la tarta publicitaria no deja de disminuir. Si hasta el año 2003 superaba a la televisión, ahora está ya más de 11 puntos por debajo.

Y aquí es donde nos encontramos sumidos en una fuerte contradicción.

El consumidor se ha acostumbrado a disponer gratis de los contenidos a través de internet; además un uso abusivo de la publicidad, especialmente en televisión, ha hecho que la publicidad se rechace en gran medida; la instauración de cánones por compra o uso de aparatos es altamente impopular y además se hace necesaria una tarifa plana más barata para la generalización del acceso a la banda ancha.

Los números no salen.

Se está generalizando un discurso, especialmente en el mundo digital, que habla de publicidad aceptada (incluso solicitada) por el usuario; publicidad que involucre o que enganche, publicidad de experiencias. Es un discurso interesante, pero por el momento no mueve suficiente dinero como para pagar todo lo que la sociedad necesita que la publicidad pague.

El negocio de los medios no es el único que ha cambiado radicalmente a raíz de la digitalización. Hoy día se hacen muchas más fotografías que nunca, pero no se venden rollos. Nunca había habido tantas personas que viajaran, pero vemos menos agencias de viajes que nunca. Las grandes discográficas están en crisis, pero nunca se había oído tanta música. Las salas de cine sólo aguantan los fines de semana, pero el consumo audiovisual no para de crecer. Nunca habíamos recibido tantos correos…ni tan pocos sobres. Los hogares sin teléfono fijo empiezan a ser numerosos pero nunca se había hablado más…Seguro que veremos grandes cambios en el mundo de los medios.

Si la publicidad va a ser, y tiene que serlo, quien mantenga la mayor parte del negocio de la generación de contenidos, creo que va siendo hora de que hagamos saber al ciudadano el papel tan relevante que juega. La publicidad no es sólo un importante motor de la economía, es también quién hace posible que recibas gratis, o a un coste reducido, todos los contenidos de los medios. También de internet.

La sociedad de consumo está en deuda con la publicidad. Es el momento de reconocerlo y de paso ayudar a los medios a encontrar su nuevo camino.

Nota: Este artículo se publicó recientemente en la revista de la APD. Resume la charla que dí en el Hotel Eurobuilding en día 28 de abril, festividad de San Prudencio, Patrono de las tierras de Álava. Lo que quiere decir que si hubiera estado en mi pueblo, habría sido fiesta.

Publicidad en tiempos de crisis

Ayer estuve dando una charla en el IFEMA.

Se trataba de una jornada organizada por la AEEPP, la asociación que agrupa a editores de revistas profesionales.

El tema era sencillito: ¿cómo vender publicidad en tiempos de crisis?

Un dato curioso: me tocó hablar después de Juan Jesús Castellano, vitoriano como yo. Creo que es la primera vez que me pasa en mis más de veinte años de charlas. Ni siquiera en el par de ocasiones en que he hablado en Vitoria.

Él es un showman, conferenciante vocacional. Además es editor y estaba en su ambiente.

Yo ya he hablado varias veces a este público; muchos de los asistentes me conocían de otras ocasiones.

En alguna me han tirado los perros. Ayer hubo un coloquio interesante.

El enfoque de mi charla fue hacer hincapié en los valores centrales de la venta de publicidad (o de cualquier venta): tratar de establecer relaciones a largo plazo y que sean beneficiosas para las dos partes. Conocer bien nuestro producto y las necesidades del cliente.

Esto sirve tanto para los periodos difíciles como para los normales.

Creo que a los buenos profesionales les afecta menos la crisis.

La crisis económica es coyuntural. No sabemos cuanto tiempo durará, pero sí sabemos que pasará.

Pero esta crisis coyuntural se superpone a una crisis estructural. Aquí hay que entender crisis en el sentido etimológico, de cambio.

Vivíamos ya un momento en el que la conjunción de la globalización, la digitalización y la convergencia nos dejaban vislumbrar un mundo muy diferente del que hemos vivido hasta ahora.

La globalización hace que un problema como el de las hipotecas subprime, puramente americano, acabe repercutiendo en todo el mundo.

Lo mismo puede decirse de la quiebra de Lehman Brothers, de la presidencia de Bush o, ahora, de la de Obama.

La digitalización significa disponer de cantidades infinitas de información de forma casi instantanea.

Eso puede acelerar el ritmo de las crisis y, yo creo, el de la salida de ellas.

Significa también información casi sin coste, si uno se resigna a aceptar cualquier tipo de información, sin filtro, sin selección por calidad.

La convergencia ha roto las barreras entre los medios. Un video en una página de un periódico en internet ¿es televisión, es un diario, es internet? ¿es todo a la vez?

La clave de estas dos crisis superpuestas, la coyuntural y la estructural, es que cuando la crisis económica pase, se habrá llevado por delante a muchos de nosotros, profesionales (de valía en muchos casos) y empresas.

Pero cuando pase, ya nada volverá a ser como antes.

Quien aproveche estos años para replantear adecuadamente su futuro, saldrá reforzado.

Una nueva era en la comunicación

Seguro que esto ya se ha dicho muchas veces, siempre que un invento ha parecido más o menos revolucionario: la imprenta, la electricidad, el automóvil, los vuelos espaciales… todos ellos han cambiado en mayor o menor medida la historia.

También se escribió, nada menos que en la Biblia (capítulo 3 del Eclesiastés): “No hay nada nuevo bajo el sol” y seguramente, en esencia, eso ha sido así hasta hace muy poco. Sólo cambiaba la velocidad o la facilidad con que se podían hacer determinadas cosas: comunicarse, desplazarse

Ahora no. Ahora se han producido cambios mucho más profundos y estos cambios afectan a toda la sociedad pero muy especialmente al mundo de la comunicación. Lo mejor es que el proceso provocado por la digitalización no ha hecho más que comenzar.

En España tenemos una fecha simbólica, el 3 de abril de 2010, para la que ya faltan menos de dos años: el Apagón Analógico de la Televisión.

Hasta ahora los cambios que se producían en los medios eran compatibles con la tecnología anterior: la introducción del cine sonoro no inutilizaba las salas preparadas para proyectar cine mudo; la televisión en color utilizó estándares complejos para que uno de sus valores, la luminancia, permitiera el visionado en blanco y negro; cuando la radio adoptó la FM se siguieron haciendo receptores que, además de la nueva señal, captaban la AM. Ahora no; ahora la televisión analógica dejará de existir; un parque de treinta millones de receptores deberá adaptarse o sustituirse.

Pero esto, decía, es un símbolo. Nada menos que un símbolo, pero sólo un símbolo.

Lo importante es todo lo que la digitalización está cambiando. Tenemos toda la información que necesitamos a sólo un click (o a unos pocos clicks, para no exagerar). Es más, cualquiera puede generar una nueva información y ponerla en unos instantes al alcance de todo el mundo. Casi sin coste, sólo con el coste del valor que cada uno dé a su tiempo.

Con esto todo cambia. El consumidor toma el mando. Literalmente. La comunicación, también la comercial, deja de ser unidireccional; los emisores se multiplican y las audiencias se fragmentan. El medio tradicional, el anunciante, la agencia pierde una parte importante del control que ejercía hasta ahora.

Este post es sólo el principio del artículo de entrada que escribí para la newsletter de mi empresa Zenith Informa. Pero creo que refleja bien el momento tan interesante, y tan complejo, que vivimos.