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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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Sin complejos

Conocí a Andy Stalmann este verano, en Mallorca, cuando los dos estábamos invitados en Talentya. Mientras estuvo allí, Andy fue el protagonista entre los actores secundarios (los que no teníamos ponencia). Él es un tipo brillante, un argentino que irradia optimismo. Cada día 8 propone a todo el mundo que vayamos repartiendo abrazos (8 a las 8 de la mañana y otros 8 a las 8 de la tarde).

Ayer encontré esta entrevista que le hacían en el Diario de Mallorca. En ella habla de los abrazos, pero también de todas las cosas de las que los españoles podemos sentirnos orgullosos. Me acordé de algunos artículos sobre este tema que he empezado a escribir en varias ocasiones y finalmente he dejado a medias. Esta vez voy a llegar hasta el final.

Quieren hacernos creer que somos un desastre, pero yo no estoy de acuerdo.

Unos tipos que recalificaron terrenos a tutiplén para llenarse los bolsillos y otros que dieron créditos a bajo interés por valor muy superior a los bienes que los avalaban nos quieren hacer creer que somos un país de vagos y maleantes y que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades.

Seguro que en España hay vagos; más seguro aún que hay maleantes; también hay gente que ha vivido por encima de sus posibilidades…pero que no nos quieran hacer creer que todos somos como ellos; que no nos hagan pagar sus errores a los que trabajamos, somos honrados y hemos vivido siempre de acuerdo al dinero de que disponíamos.

Hoy nos auguran cinco años más de crisis y retrocesos. Menos mal que el FMI se ha equivocado muchas veces. Esperemos que ésta sea una de ellas.

Mientras tanto, en la línea del artículo de Andy Stalman, quiero enumerar algunas de las cosas de las que, como españoles, podemos sentirnos orgullosos:

Somos líderes en trasplante de órganos

Tenemos una de las redes de trenes de alta velocidad mejores del mundo

La empresa textil más importante del mundo se ha desarrollado desde un pueblecito de Galicia

Tenemos tres de las diez escuelas de negocios más importantes de Europa

La cocina española es una de las tres mejores del mundo, con la mayor concentración de estrellas Michelin

Somos, o éramos, líderes en energías renovables y en su investigación

Telefónica, nuestra vilipendiada Telefónica, se mueve con soltura entre las más importantes operadoras de telecomunicaciones

Si pensamos en deporte, tenemos las mejores ligas de fútbol (con dos de los mejores equipos del mundo) y de baloncesto (una selección que planta cara a la de la NBA) de Europa , campeones de Europa y del Mundo de fútbol, nuestros motoristas dominan el Mundial en todas sus categorías (un Mundial organizado además por una empresa española); varios de los mejores ciclistas del mundo son españoles, Nadal es ejemplo como tenista y como persona, somos una potencia en golf…

Nuestra industria turística es una de las más potentes del mundo: no sólo somos uno de los países que recibe más turistas, también nuestras compañías hoteleras se extienden por todo el mundo

Nuestras constructoras ganan concursos para participar en la construcción de grandes obras. como el AVE a La Meca o el Canal de Panamá

Nos metemos mucho con nuestro cine, pero ningún otro país ha ganado es los últimos veinte años más Óscars que el nuestro

Podemos presumir de grandes empresas de distribución como Mercadona o El Corte Inglés o fabricantes de zapatos, como Camper

A cambio de todo eso tenemos más de cinco millones de parados y una clase política que, como nos ha dicho el CIS, es una de nuestras mayores preocupaciones. A mí me preocupa mucho más después de ver las reacciones que ha suscitado entre los políticos: cada uno dice yo no he sido, la culpa es del de enfrente.

Pero visto todo lo que he enumerado arriba yo creo que podemos ir por el mundo con la cabeza muy alta.

Sin complejos.

La doctrina del shock

Este verano he aprovechado para terminar La doctrina del shock, de Naomi Klein, un magnífico libro denuncia que nos da una visión alternativa de la realidad del mundo en el que vivimos.

El subtítulo del libro, El auge del capitalismo del desastre, resume en parte la tesis de la autora canadiense: para imponer las doctrinas neoliberales de la escuela de Milton Friedman se aprovechan, o se provocan, situaciones extremas. Tanto vale un golpe de estado violento (Pinochet en Chile, Videla y sus compañeros en Argentina, Suharto en Indonesia,…) como una catástrofe natural (el tsunami en Sri Lanka, el Katrina en Nueva Orleans,…) como una guerra (Irak).

La idea partiría de la traslación al mundo de la doctrina social y política de las experiencias en psicología del doctor Ewen Cameron, que pretendía haber curado enfermedades mentales (o desviaciones políticas) mediante tratamientos de electroshock que dejaran la mente en blanco sobre la que instalar las nuevas ideas.

El objetivo en todos los casos es adelgazar el Estado para dar más poder y más capacidad económica a las grandes corporaciones multinacionales. Según Friedman y sus seguidores la reducción del Estado genera más riqueza. Para Naomi Klein lo que se genera son mayores diferencias sociales y mayor corrupción.

El mayor problema es que en casi todos los casos para imponer esas ideas neoliberales ha sido necesario previamente un desastre. Incluso Margaret Thatcher necesitó de la guerra de las Malvinas para poder imponer sus teorías y recortar los derechos de los mineros.

Lo que resulta más curioso es el hecho de que la reducción del Estado se hace en la mayor parte de los casos a base de contratar (desde el Estado) a algunas de esas grandes compañías, que a su vez subcontratan a otras, que subcontratan…El caso de Halliburton, en Afganistán, en Irak o en Nueva Orleans es paradigmático, como lo es también toda la actuación de la administración de Bush hijo.

Si además quienes contratan desde el Gobierno son o han sido grandes accionistas de las compañías contratadas, la sospecha de corrupción es evidente.

El libro está escrito en 2007, antes del inicio de la actual crisis económica. Me gustaría conocer la postura de Klein sobre todo lo que ha ocurrido después: los gobiernos rescatando con el dinero de los ciudadanos a los bancos que habían estafado a esos mismos ciudadanos, el terror generado a partir de noticias económicas difíciles de entender para la mayoría de la población (rescates, primas de riesgo, deuda disparada,…). Todo puede ser válido para recortar derechos y debilitar el sector público.

Claro que la alternativa que propone la autora en el último capítulo (los gobiernos de Correa, Kirchner o Morales en Latinoamérica) tampoco parece lo más deseable.

Estos días he encontrado en Yorokobu una entrevista a Ignacio Ramonet que trata temas muy similares y en la que se cita a Naomi Klein.

El precio justo

No voy a hablar de uno de los programas de televisión de mayor audiencia de la historia de España, aunque no está mal recordar de vez en cuando que a finales de los ochenta dos tercios de la población española se sentaban frente al televisor para ver un mismo programa: El precio justo, que producía Jorge Arqué con su Videomedia, una de las grandes en la producción española.

Esta es otra historia.

Ayer recibí un tuit (uno de esos mensajes cortos en la red Twitter) de Sam Júdez, una publicitaria catalana a la que no conozco personalmente, lo que no impide que goce de una gran admiración por mi parte; hace poco le voté como la mejor publicitaria joven. El tuit linkaba a un artículo de la contra de La Vanguardia y Sam comentaba:

¿Y si abogáramos por el fair cost? Made in Europe: producimos donde no todo vale.

El artículo, una entrevista de LLuis AmiguetNancy Fraser, a quién tampoco conocía (es tremendo, con los años mi incultura crece en lugar de disminuir) está lleno de ideas sugerentes. Lo mejor es que lo lean entero pero voy a entresacar alguna de esas ideas para quienes, como nos pasa a todos habitualmente, no tengan tiempo de acercarse al artículo completo.

el hambre de trabajo de millones de inmigrantes chinos del campo a la ciudad permite milagros productivos globales.

a medida que los trabajadores de países emergentes vayan adquiriendo más derechos –ojalá los logren pronto– nosotros, los empleados de países anteriormente ricos, los iremos cediendo… con nuestros salarios.

Cada vez que un trabajador norteamericano entra en Wal-Mart y compra productos chinos baratos está rebajando su salario.

Usted compra barato lo que antes fabricaban en su país o en otro país europeo que respetaba los derechos laborales y, de ese modo, contribuye a liquidar su empleo y a rebajar su propio salario.

Pero seamos realistas: no podemos bajarnos del tren de la globalización, porque aislarse sería peor que la peor de sus consecuencias.

Cada Estado protegía a sus ciudadanos y, mediante sus impuestos, redistribuía la riqueza que creaba su economía en forma de servicios del Estado de bienestar. Pero para poder redistribuir la riqueza, primero hay que crearla, y lo que Europa fabricaba y vendía para mantener sus servicios hoy lo fabrican y venden mucho más barato los países emergentes.

…los occidentales ya hemos cedido bienestar sin darnos cuenta…Recuerde que sus padres podían vivir relativamente bien sólo con el salario del cabeza de familia. Hoy son imprescindibles dos sueldos para mantener el mismo nivel de vida en un hogar.

la vida low cost: usted paga menos y así le acaban pagando menos a usted.

Y en el otro extremo está el high tech: Google, Facebook, Apple… Son sectores californianos donde los sueldos se han disparado.

¡Aquí (en Europa) evaden sus impuestos!

Porque sus estados nacionales europeos ya son impotentes para hacerles pagar. Pueden confiscar las rentas del trabajo de sus clases medias, pero son incapaces de hacer pagar a grandes fortunas o multinacionales.

Se gravan más las rentas del trabajo que las del capital, precisamente por la misma lógica anticuada: si se molesta al gran capital, se irá a otra parte y perderemos inversiones. Si evitáramos los paraísos fiscales –algo perfectamente factible con la suficiente presión ciudadana–, se frenaría ese proceso.

Y concluye:

Necesitamos un nuevo cosmopolitismo que sepa ver que nuestros grandes problemas globales ya no tienen soluciones nacionales. Así podremos crear instituciones globales para solucionarlos.

La idea de fair cost, que propone Sam Júdez, me parece excelente; utópica, pero excelente. Si nos negáramos a comprar productos que son muy baratos porque proceden de la explotación de personas, si frenáramos el poder del capital financiero especulativo y los paraísos fiscales, estaríamos defendiendo a los trabajadores chinos…y nuestros propios puestos de trabajo. Puede ser la última línea de defensa del Estado del Bienestar.

Merece la pena pensarlo.

Nada cambia en Cuba

Ayer murió Wilmar Vilar tras casi dos meses de huelga de hambre.

En febrero de 2010 murió Orlando Zapata, de una manera muy similar. Como entonces, la noticia de su muerte nos ha llegado prácticamente sin ningún aviso previo. Los medios no se habían hecho eco de la noticia (o había sido una noticia menor).

Siempre me ha llamado la atención la actitud de Occidente respecto a la dictadura cubana: las sanciones y el aislamiento perjudican al pueblo al que se dice proteger y han perpetuado el régimen de los hemanos Castro hasta hacerlo el más duradero de la historia.

Siempre recuerdo una frase atribuida a Einstein si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo. A veces pìenso que a los dirigentes de Estados Unidos y la Comunidad Europea les interesa que se mantenga la dictadura cubana. Se me escapan las razones, pero si no es así, no puedo entenderlo. La política hacia Cuba ha dado como resultado que el régimen se mantenga, sin grandes problemas, durante 53 años. Ha sobrevivido ya más de 22 años a la caída del muro de Berlín y el derrumbamiento del comunismo en Europa.

Los problemas los sufre el pueblo cubano.

¿Querremos que se mantenga otros 53 años más? ¿No tendría sentido intentar otras medidas?

Indignados, comunicación y poder

Ya han pasado tres semanas desde la explosión de los Indignados o Movimiento 15M (¿por qué nos sonará tan mal lo de Movimiento a los de nuestra generación?). Algunos siguen en las plazas donde se iniciaron las concentraciones; otros se han desplazado hacia los barrios para continuar en la búsqueda de ideas que llevar luego a las asambleas. Tengo la impresión de que en este caso extender es diluir.

No tengo ni idea de cómo acabará esto, incluso es probable que no llegue a ninguna parte, pero al menos ha sido un toque de atención y una búsqueda de nuevos caminos. ¿Podemos seguir indefinidamente con un sistema en el que sólo pueden gobernar dos partidos que, a la postre, harán siempre la misma política, la que les impogan eso que llaman los mercados? ¿Quién elige a los mercados? ¿Por qué, tras rescatar a los bancos que tan importante papel jugaron en la marcha hacia la crisis económica actual, tenemos que admitir que sus directivos se lleven indemnizaciones millonarias?¿Por qué, mande quién mande, la política tiene que ser ultraliberal?¿Por qué dejamos que los productos fabricados en China, con nulo respeto a los derechos humanos o laborales de la gente, hundan a nuestras empresas?

Los Indignados, 15M, no les votes, acampada en la plaza… no tienen líderes, no tienen una ideología definida, pero defienden ideas con las que muchos estamos de acuerdo.

Estos días he oído manifestaciones de apoyo de José Luis Sampedro, un hombre que no ha perdido su lucidez pese a lo avanzado de su edad (y que ya prologó el librito de Stéphane Hessel al que se coloca en el inicio de este movimiento). También Eduardo Punset, otro veterano lúcido y que se aparta de los caminos trillados, apoyó a los primeros indignados. Federico Mayor Zaragoza, que fue ministro con UCD y Secretario General de la Unesco, analiza muy bien la situación en el libro Reacciona, que venía a ser una continuación del primer ¡Indignaos! Ahora me ha llegado, a través de LinkedIn la charla que Manuel Castells dio hace unos días a los acampados en la Plaza de Cataluña de Barcelona (se puede ver en video en este enlace). Todo un ejemplo de que los indignados pueden atraer a gente muy interesante.

Hace un par de años leí Comunicación y poder,  creo que es el último libro del profesor Castells, en el que analiza la autocomunicación de masas, este nuevo entorno que ha propiciado la web 2.0, en el que todos nos convertimos (potencialmente) en generadores y propagadores de noticias y opinión. Este hecho, que relativiza el papel de las autoridades y, sobre todo, de los medios (siempre oligopolistas) puede cambiar sustancialmente la sociedad. Quizá este sea el primer paso.

Por cierto, ayer estuve en la Feria del Libro y ya ví varios libros, en papel, que hacían referencia al movimiento 15M. Todo,hasta algo tradicionalmente tan lento como el mundo editorial en papel, se acelera en estos últimos tiempos.

En defensa de RTVE

La supresión de la publicidad de TVE fue una buena noticia para algunos, especialmente para los miembros de la UTECA. Ya he dicho muchas veces, seguramente aquí también, que si hay alguien en España que se gane bien su sueldo ese es Jorge del Corral.

Para los espectadores puede ser una noticia buena: ¡qué gusto ver una televisión sin publicidad; saber a qué hora termina la película! Claro que si el espectador se acuerda de su faceta de contribuyente, a lo mejor ya no le gusta tanto. Y a pocos les gustará saber que una parte importante de los impuestos que pagan para financiar la televisión pública, van a los bolsillos del Primer Ministro italiano, un personaje a punto de ser procesado por pederastia.

El otro día, al salir del seminario de AEDEMO discutía con Pedro, un amigo, sobre la existencia de las televisiones públicas y la conveniencia, o no, de que tuvieran publicidad. Yo estoy convencido de que el hecho de tener publicidad es bueno para las televisiones públicas: supone una garantía de supervivencia, y es bueno también para los ciudadanos, que no tienen que pagar tanto para mantener una televisión de calidad. Pedro piensa que las televisiones autonómicas son un despilfarro y que TVE podrá mantener una programación de calidad sin necesidad de ingresos publicitarios.

Ayer se celebró en Madrid un debate sobre la televisión pública, al que no pude asistir ¡y bien que lo siento! A cambio estuve en una de las reuniones más largas de mi vida: diez horas ininterrumpidas.

Televisión Española podría desaparecer; la Ley de Financiación con la que se suprimió la publicidad define un sistema que ya en su primer año de vida se ha mostrado insostenible: las operadoras de telefonía (que deberían pagar un 0,9% de sus ingresos) han recurrido la ley; las cadenas privadas de televisión (que habrían de pagar un 3% si son en abierto y un 1,5% si son de pago) no ven con buenos ojos financiar a quien está siendo un mes tras otro líder de audiencia y por tanto está reduciendo la cantidad de GRPs (la mercancía en el mercado publicitario) que pueden vender. Harán todo lo posible porque su programación se deteriore.

Los partidos políticos, que han tratado siempre de manipular a las televisiónes públicas, no parecen muy interesados en mantenerla ahora que es algo más neutral y que, en cualquier caso, es mucho menos influyente que antes. Ya hemos visto lo que ha hecho el PSOE durante estos últimos años. Ahora nos dicen que si, como es más que probable, el PP llega al Gobierno, la televisión pública peligra. Con unos mal; con los otros peor.

Por eso en la reunión de ayer se puso en marcha un manifiesto en defensa de la televisión pública. Trata de buscar el apoyo de cuanta más gente mejor. Quien esté de acuerdo con esta idea, puede apoyarla aquí.

Yo creo que hay que dar un paso más, porque si no, no será realista: hay que luchar en favor de la televisión pública y para que vuelva a tener publicidad.

¡Apoyemos una televisión pública con poca publicidad y bien tratada!

Pañuelos y barbas

Estos días las noticias nos llevan a Egipto, donde el pueblo se ha echado a la calle en contra del dictador Mubarak.

En los medios se vive como la lucha de un pueblo por su libertad…y probablemente lo sea. Pero ¿cual será el final de esta historia?

Veo en las imágenes mucho pañuelos (hijab, niqab, puede que algún burka… no lo sé; la verdad es que no distingo bien entre los diferentes tipos de tocados musulmanes) y muchas barbas de aspecto integrista.

Me preocupa. No sé si no acabará todo como hace trinta y dos años en Irán.

Hace treinta y dos años, a comienzos de 1979 acababa de nacer mi hija y yo estaba haciendo la mili en Sevilla. Se me habían acabado todas las prórrogas posibles. Siempre pensé que se acabría suprimiendo el sevicio militar obligatorio (en esto fui un profeta) y esperaba poder librarme. Pero aún era muy pronto.

Cuando volvía hacia el cuartel (el regimiento Soria 9, de nefasto recuerdo para mí) después de haber asistido al nacimiento de Usúe, el aeropuerto estaba lleno de gente que volvía de Irán, de donde habían salido huyendo ante el cariz que iba tomando la revolución.

Seguro que los iraníes entonces pensaban que estaban luchando por la libertad, que la revolución les haría más libres.

Pero no sé si, treinta y dos años después, los iraníes son más libres ahora, con la dictadura de los ayatolás, que en los años setenta, con la dictadura del sha Pahlevi.

Muchas veces pienso que Occidente se equivoca apoyando a dictadores como freno (antes del comunismo, ahora del integrismo islámico).

Pero pienso también que muchas veces se equivoca al apoyar su caída sin tener una solución de repuesto más aceptable.

Jornal do Brasil abandona el papel

Ayer leí en El País una entrevista muy interesante a Rosental C. Alves un experto brasileño en medios y en tecnología que ha hecho buena parte de su carrera en el Jornal de Brasil. Se trata de un periódico con más de ciento treinta años de existencia.

El Jornal do Brasil ha sido noticia a lo largo del verano por su decisión de abandonar el papel y centrarse sólo en su edición digital. La semana pasada se concretó esa decisión y se publicó el último número en papel.

Podría tratarse de una buena noticia. Justo hablando de Brasil podríamos pensar en la cantidad de árboles de la selva amazónica que se van a salvar por esta decisión. Se habría tratado de una buena noticia si fuera una apuesta clara por la red innovadora frente al papel anticuado, si fuera una apuesta por un negocio boyante y no una medida desesperada de supervivencia.

El Jornal do Brasil hace tiempo que había dejado de ser un negocio rentable en papel, pero todavía está muy lejos de ser un negocio rentable en Internet. Así que la decisión de cerrar la edición en papel ha supuesto la pérdida de un buen número de puestos de trabajo.

Aún así no es seguro que la edición digital pueda sobrevivir.

Y estamos hablando de un país, Brasil, uno de los emergentes BRICs, que no se ha visto golpeado por la crisis, o sólo muy levemente.

Yo espero que acabe siendo un negocio rentable. En la entrevista a Alves se apuntaba que ya va llegando el momento de poner en valor la publicidad en internet. Ese podría ser el camino para la rentabilidad de los medios electrónicos. Pero no parece que, al menos aquí, haya llegado el momento de las subidas de precios.

Los medios, como hemos visto tantas veces, están en una encrucijada. Es importante no equivocarse en las decisiones y en el momento en que se toman.

De ello puede depender la supervivencia de las empresas.

El triunfo de la buena gente

El fútbol no es lo mío, pero aquí estoy dispuesto a escribir el segundo post seguido sobre el tema. El ambiente marca mucho.

Como no entiendo mucho de fútbol no sé si todo el mundo estará de acuerdo conmigo en que el mejor partido fue el de Alemania (si todos fueran así, a lo mejor me gustaba el fútbol) y que la final contra Holanda fue bastante más rollo por el exceso de faltas y la violencia que se percibía en los contrarios.

Pero como no entiendo mucho de fútbol en lo que me he fijado es en el tipo de personas que, al menos aparentemente, compone ese grupo ganador.

En contra de lo que nos han venido imponiendo en los últimos años en las empresas, los ganadores no son unos personajes agresivos, dispuestos a cualquier cosa para superar al adversario: uno mira a Iniesta, a Casillas, a Puyol o a  Xavi y ve buenas personas, dispuestas a colaborar con sus amigos para conseguir un fin común. No se pelean para ver quién se lleva la medalla.

Pero al menos los directivos ¿tendrán ese instinto asesino que se necesita para triunfar en la vida?

Pues no. Cuando se ve a Vicente del Bosque se ve la viva imagen de eso que ya casi no queda: la bonhomía.

Pienso que hace unos años le echaron del Real Madrid tras haber ganado una Copa de Europa y que le echaron porque le faltaba esa mala leche aparentemente tan necesaria.

Bueno, pues a lo mejor no era tan necesaria. Parece que un grupo de buenas personas, dirigido por una buena persona también es capaz de hacer grandes gestas.

Se trata, claro, de grandes profesionales que saben hacer muy bien su trabajo. Se trata de eso; de seleccionar bien al equipo y entonces a lo mejor no hace falta ser una mala persona para dirigirlo.

Seguro que es sólo un espejismo, pero me gustaría pensar que vamos hacia esta nueva visión del mundo.

Tiempo de renuncias

Ya empezamos a saber quién pagará la fiesta.

Como siempre serán los más débiles.

Casi nadie se acuerda ya de cómo empezó la crisis: cuando unos banqueros irresponsables concedieron créditos de alto riesgo (los subprime) que nunca pudieron recuperar, los gobiernos salieron al rescate con nuestro dinero.

Ese fue el comienzo de los déficits desbocados que ahora hay que controlar porque si no las agencias de calificación, los primos de aquellos que empezaron el fregado, nos negarán el pan y la sal.

Los bancos, incluidos algunos de los que necesitaron rescate, han seguido registrando beneficios de escándalo, han pagado a sus directivos, incluidos los que gestionaron tan mal, jubilaciones y bonus de escándalo.

A cambio aumentó sensiblemente el número de parados, con ello disminuyeron los ingresos por impuestos y aumentaron los gastos por prestaciones. Más déficit.

Así que ahora lo pagarán los funcionarios, que tienen el empleo asegurado. ¡También creían que no se les bajaría el sueldo!

Lo pagarán los pensionistas, que no tendrán subidas. Esto puede no ser muy grave si se controla la inflación (tampoco iban a tener grandes subidas si el IPC oficial era bajo).

Lo pagarán las ayudas a la natalidad, cuando todos sabemos que tenemos un grave déficit de población.

Lo pagaremos también, ya lo veremos, renunciando a los pocos derechos que los trabajadores conquistamos en los últimos años.

Hay que competir con la producción de países como China. Los chinos son muchos y no tienen esos derechos.

Vienen tiempos duros para los más débiles.

Tiempo de renuncias.