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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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Vivir mata

Esta semana la OMS nos ha asustado con los riesgos de las carnes procesadas. Resulta que consumirlas con frecuencia aumenta el riego de sufris cáncer de colon. Si se analizan los datos resulta que el riesgo aumenta desde un 5% referido al ciudadano medio hasta algo menos del 7% del comedor compulsivo de carne procesada.

Creo que no hay que abusar de nada; estoy de acuerdo con las recomendaciones de hacer una comida variada, que además es más agradable y divertida, pero pienso que incluso en el caso de quienes sólo se alimentan de carne procesada, si es eso lo que les gusta, merece la pena correr el riesgo.

Estoy seguro de que dentro de una o dos generaciones las personas vivirán muchos más años que ahora en condiciones aceptables, pero entiendo mal esta tendencia que sufrimos en los últimos años a prohibirnos alimentos o actividades que hacían la vida más agradable. De momento sabemos que todos moriremos.

Fumar mata. Sí; y en este caso el riesgo de contraer enfermedades mortales es muy elevado.

No es bueno abusar del alcohol pero una copa, unas cañas o unos vinos no van a matar a nadie si no se nos ocurre conducir un vehículo a continuación.

El azúcar es más peligroso que el tabaco, según algunos agoreros.

La sal produce hipertensión y riesgo cardiovascular.

Y así.

Si llevamos esto al extremo acabarán diciéndonos que respirar mata (cada vez que respiras es una menos que te queda para la muerte), o comer mata (con un razonamiento similar).

Vivir mata. Sí. Pero no vivir es mucho peor.

Contra la pena de muerte

Hoy hace cuarenta años se ejecutaron en España las últimas penas de muerte.

Cinco jóvenes, tres pertenecientes al FRAP y dos a ETA, murieron aquella madrugada como último tributo del dictador al régimen y a la ideología que lo había mantenido.

Fue, como se diría ahora, el acta de defunción de la dictadura. Cinco días después, en la manifestación de apoyo a aquella actuación, se pudo ver a Franco por última vez. Allí contrajo la enfermedad que mes y medio después le llevó a la tumba.

Yo tenía entonces más o menos la misma edad que algunos de los ejecutados y una ideología muy distante, tanto de la suya como de la de quienes les condenaron. Pero aquellas muertes, con su claro componente ideológico, me marcaron mucho. Creo que a mucha gente de mi generación le ocurrió lo mismo. Nadie sabe cómo habrían evolucionado esos jóvenes de haber seguido con vida en la nueva España que surgía. Sí sabemos que algunos de los condenados a muerte en el Proceso de Burgos del año 70, indultados y finalmente amnistiados, tuvieron un papel clave en la transición.

La pena de muerte fue abolida poco tiempo después en España y está bien que así sea aunque en algunos momentos, cuando se conoce un crimen especialmente atroz, vuelvan a surgir las voces de quienes la echan de menos.

El Papa Francisco durante su viaje a Estados Unidos

Hace unos días, en la Asamblea General de la ONU, el Papa pidió la abolición en todo el mundo de la pena de muerte. Hasta los peores criminales merecen una oportunidad de rehabilitación.

Eso en uno de los países que en este momento realizan más ejecuciones y donde también se llegan a conocer más casos de condenas erróneas. La pena de muerte, una vez ejecutada, no tiene vuelta de hoja; no hay una segunda oportunidad.

Yo, en esto, estoy con el Papa: creo que hay que abolir la pena de muerte.

Y no viene mal recodar que no hace tanto tiempo que en nuestro país se tomaban este tipo de decisiones irrevocables, con un claro componente ideológico.

Los otros catalanes

Llevo un tiempo resistiéndome a tratar este tema, pero creo que ya no puedo dejarlo para más tarde.

Tengo muchos y muy buenos amigos catalanes; entre ellos alguno de mis mejores amigos, con los que mantengo una excelente relación desde hace casi cincuenta años.

Viví en un colegio mayor la mayor parte de mi carrera en aquellos años (finales de los sesenta y principios de los setenta) en los que nos mezclábamos allí gentes de todos los rincones de España y algunos, pocos, extranjeros. Luego, por mi profesión, he seguido teniendo mucha relación con Cataluña, donde tenían su sede (hace años bastante más que ahora) una buena parte de los grandes anunciantes. Así seguí ampliando mi nómina de amigos catalanes.

Algunos son claramente independentistas, otros muchos son partidarios de seguir en España y de otros no tengo la menor idea de cómo piensan respecto a esta cuestión porque nunca ha salido el tema en nuestras conversaciones.

Yo soy más partidario de las sumas que de las restas, más de las uniones que de las divisiones, pero creo que si de verdad una mayoría amplia de los catalanes quisieran separarse de España, a medio plazo nadie lo podría evitar.

Por eso creo que habría que haber llegado a acuerdos sobre los procedimientos: que nunca se pudieran tomar decisiones tan trascendentales por mayorías de muy pocos votos; que nunca pudiera decidir una mayoría de escaños en un parlamento, sin estar apoyada por una mayoría de votos. Cuando oigo razonar en sentido contrario, no puedo evitar pensar en la mala intención de quien lo hace.

Cuando Más dice que emprenderá el procés si tiene mayoría de escaños incluso aunque no tenga mayoría de votos, está diciendo que va a hacerlo no contra España (o no sólo contra el resto de España) sino contra una mayoría de catalanes que habrá votado a opciones no independentistas.

Sufrimos una generación de políticos mediocres, sin altura de miras. Desde el Gobierno central se ha optado por las amenazas (dando por perdidas de antemano unas elecciones que aún no se han realizado) en lugar de por tender puentes. ¿No sería mejor que la mayor parte de los catalanes se sintieran queridos y vieran las ventajas de seguir compartiendo Estado con el resto de los españoles?

Es curioso cómo, tanto una parte como la otra utilizan argumentos históricos, en los que se mezclan verdades y medias verdades, para apoyar sus argumentos. Como si se estuviera dilucidando el pasado en lugar del futuro.

El caso es que el día 27 todos nos jugamos mucho: quienes viven en Cataluña y quienes vivimos en el resto de España; los catalanes que quieren separarse y los que quieren seguir con nosotros…que no deben de ser tan pocos cuando se ha buscado la fórmula de las elecciones autonómicas plebiscitarias, la fórmula en la que los partidarios de la ruptura tienen más posibilidades de ganar. En las elecciones autonómicas vota menos gente y los partidarios de la independencia tienen más oportunidades de ganar.

Es difícil saber lo que pasará esta vez; es posible que la trascendencia del momento movilice a más votantes…o no. El nivel de abstención puede ser la clave, según las encuestas, como  se puede ver en este artículo de Lluis Fatjó.

Creo que se han cometido muchos errores. Por las dos partes.

Seguramente fue un error decir que se aceptaría, sin discutir, el Estatut que viniera del Parlamento catalán. Fue un error de libro denunciar ante el Constitucional artículos del Estatut que eran iguales a otros aprobados por el PP en otras comunidades.

Creo que fue un error no permitir un referendum con unas condiciones acordadas (hay que ganar, pero no basta hacerlo por un voto; no se vuelve a hacer durante un tiempo,… Quebec y Escocia son buenos ejemplos) pero no se hizo y se sustituyó por una pantomima…que ahora lleva a unas elecciones plebiscitarias, sea eso lo que sea.

Las sentencias del Constitucional, deberían cumplirse, como todas las demás; pero sacar una ley casi en campaña y que la presente el candidato del PP a las autonómicas, me parece una chapuza. Si dos días después de las elecciones se aprueba una Ley para llevar a la cárcel a alguien por cumplir lo que ha prometido en su programa electoral me parecerá una chapuza suprema.

Rajoy y García Obiols

Creo que el del 3% es un problema tan grave como las otras corrupciones que afectan a otros partidos políticos, pero los registros en las sedes de CDC justo en campaña electoral me parecen otra chapuza. Y la independencia del poder judicial sería más creíble si el presidente del CGPJ no fuera siempre del partido del Gobierno.

Creo que las propuestas de boicot a los productos catalanes, que hemos visto tantas veces (y que casi siempre se centran en el cava, olvidando que Josep María Bonet, el Presidente de Freixenet, la marca más representativa, es también Presidente del Foro Marca España y el más firme partidario de seguir juntos) es un error de un calibre difícil de valorar.

Creo que los partidarios del No han dado por perdida la batalla antes de pelearla y por eso amenazan en lugar de tratar de convencer (al menos de que vayan a votar todos los partidarios del No, que yo creo que podrían ser mayoría).

No sé si queda alguna esperanza, pero si es así me alegraría mucho por todos esos catalanes que gritan menos, que se hacen oir menos, pero que son muchos y quieren seguir siendo españoles y llevándose bien con todos nosotros.

Creo que se ha olvidado que esta no es una cuestión entre Cataluña y España sino también, y sobre todo, entre unos catalanes que quieren la independencia y otros que quieren seguir unidos con España.

Deberíamos fomentar los amores y no los odios. Es verdad que hay un antecedente en la Europa reciente de una ruptura sin problemas (la revolución de terciopelo, que separó a Eslovaquia de la República Checa) pero también hemos vivido, en la antigua Yugoslavia y en el extinta Unión Soviética, rupturas sangrientas y que han generado mucho odio.

Ojalá no se rompan los puentes, no se instauren nuevas fronteras donde nunca debió haberlas y nos demos todos cuenta de que vivimos mejor juntos que separados.

Confío en que se repeten las ideas, y los derechos, de los otros catalanes.

El inglés y la soledad del Presidente

Hace unos días se publicó una foto del Presidente Rajoy en una de las reuniones europeas. El Presidente, sentado, solo y meditabundo, mientras el resto de los participantes en la reunión aparecen detrás, sonrientes y en animada conversación.

La foto es muy similar a otra de hace algunos años cuando el Presidente era Zapatero. También solo, con la mirada perdida, lejos del grupo de sus colegas. La única diferencia es la de los periódicos que publicaron cada una.

¡No saben cómo comprendo a mis presidentes! Nunca he sido muy bueno con el inglés (creo que he sido el mayor fracaso de Pauline, la profesora), así que en más de una reunión con los internacionales de mi empresa he visto cómo en seguida me quedaba sin temas de conversación y me acababa aislando, o casi.

Y es que ahora si no sabes inglés no eres nadie.

Nunca he entendido muy bien por qué (creo que tiene algo de complejo de inferioridad) en una reunión en Madrid de veinte españoles con tres ingleses el idioma de la reunión tiene que ser el inglés. Yo he llegado a vivir situaciones como esa en la que el inglés, que obligaba a todos a hablar en su idioma, era el proveedor que venía a intentar vender algo. Ningún problema: él hablaba la lengua del imperio.

O, y por esto hablo de complejo de inferioridad, que nuestra mayor empresa multinacional no sólo admita sino que exija que las presentaciones se le hagan en inglés.

Está claro que en estos momentos no se puede ir por el mundo sin saber inglés.

Leía hace unos días en el blog de Enrique Dans (¡vaya! veo que lo cito dos días seguidos) que Rajoy será el último Presidente español de su especie: cualquiera de los candidatos a sucederle habla con fluidez inglés (y algunos también otros idiomas) y se desenvuelven cada día en las redes sociales.

Así que puede ser que dentro de unos años (no sé cuánto tiempo puede seguir Rajoy; podría ganar las próximas elecciones) podremos ver la foto de un Presidente español en animada conversación con sus colegas en las reuniones internacionales. Parece que esa es la clave; si además es un buen gestor…miel sobre hojuelas.

Pero cuando se ven esas fotos y, sobre todo, los comentarios que suscitan, parece que estoúltimo, lo de hacer bien el trabajo, parece que no importa.

Ésta no es la Europa con la que soñamos

En mi generación, la de los nacidos en torno a 1950, muchos éramos europeístas. Europa no sólo era la salida de la dictadura; era también el progreso, las libertades, la solidaridad, el estado del bienestar, la cooperación entre países que, después de muchas guerras, estaban dispuestos a trabajar juntos y en paz por el bien de todos ellos.

Cuando, hace ahora treinta años, entramos en las instituciones europeas, todavía parecía que seguían siendo eso: los países más avanzados, más ricos, nos ayudaban (con los fondos europeos) a los que íbamos por detrás.

Todo ha cambiado en los últimos años.

El dominio de los mercados, el engaño de los intereses bajos y el dinero fácil que ha traído como consecuencia la deuda generalizada, los recortes y los ajustes, ha dejado ver una Europa corta de vista, en la que destacan los egoísmos. Parece que se busca un enfrentamiento entre el Norte rico y el Sur más pobre.

Estos día lo hemos visto con el referéndum de Grecia. La pregunta era confusa y hasta que los mercados no dejaron claro que el sí era apoyarles a ellos y el no al Gobierno griego, se entendía bastante poco.

Pero pronto salieron las interpretaciones: los griegos son unos golfos, quieren cobrar sus pensiones por las que casi no han cotizado (pensiones de 500€ al mes; y quien les llamaba golfos, Carlos Herrera, acababa de firmar un contrato por el que cobrará, dicen, más de seis millones al año); o quieren quedarse con nuestro dinero, porque a cada español nos corresponden tantos euros de la deuda griega.

También estaban los que, hartos de ajustes y de políticas que han llevado a los griegos al hambre y a la ruina, pedían un cambio de estrategia, para que pudieran prosperar y pagar sus deudas. Los muertos, los arruinados, no pagan. O los que recordaban que Alemania, ahora tan exigente, nunca pagó sus deudas de guerra.

El caso es que las políticas de ajuste, la moneda única para políticas económicas muy dispares y la cortedad de miras de los dirigentes de esta generación han puesto a Europa a la cola en cuanto a innovación y atractivo para las empresas (y para los mejores talentos) muy por detrás de Estados Unidos, pero también de China o de otros países asiáticos e incluso, ya, de los países iberoamericanos más avanzados.

¡Qué pena! Mientras hablamos de las deudas de unos y otros, nos hemos olvidado de lo que debería ser Europa, de lo que podría ser si se mantuvieran las ideas de los padres fundadores.

7 cosas que puedes hacer en Twitter sin meterte en líos

Llegué a mis primeros 10.000 tuits practicamente en los mismos días en que estalló el Caso Zapata. Reconozco que me preocupé. No tengo la sensación de escribir sin pensar; de hecho, casi nunca lo hago. Pero en 10.000 veces ¿seguro que no escribí nunca nada que, sacado de contexto, pudiera ofender a alguien? Y en Twitter el contexto no existe, o está en otro tuit, que alguien con mala intención no encontrará.

Así que me puse a hacer un repaso de los temas que he tratado a lo largo de los últimos cuatro años. (Sí; como tanta gente entré en Twitter hace más tiempo, en mayo de 2008, pero me costó empezar a tuitear con asiduidad y fue en 2011 cuando me lancé). Seguro que me dejo más de una idea pero estas son las que recuerdo haber hecho en más ocasiones:

1.- Retuitear temas que me interesan (casi siempre de temas profesionales que tienen que ver con la publicidad, su investigación o el marketing).

2.- Tuitear cuando asisto a algún evento.

3.- Utilizar Twitter como altavoz de los estudios (Vigía, Zenthinela,…) que elaboro y retuitear cuando algún medio los cita.

4.- Servir de altavoz a las iniciativas de Usúe, mi hija (#mamiconcilia; #~papiconcilia; #salpuntual;…).

5.- Reproducir los temas de interés que se publican en Bloggin Zenith, el blog de la empresa en la que trabajo, o en blogs de amigos (Createch 540;…).

6.- Dar a conocer a mis seguidores que he escrito un nuevo post en este blog o algún artículo en las revistas con las que colaboro esporádicamente.

7.- Publicar series de fotos de ciudades o localidades por las que paseo (desde hace año y medio doy largos paseos por prescripción facultativa:

7.1.- #mispaseosporMadrid Con esto empezó todo. A partir de la idea de hacer fotos durante mis recorridos y publicarlas en Twitter (y en Facebook, que tengo ligados) mis paseos fueron mucho menos aburridos.

7.2.- #SantiagodelaRibera El pueblo a orillas del Mar Menor en el que paso la mayor parte de mis ratos de ocio. A veces son flores del jardín; a veces paisajes de lugares cercanos.

7.3.- #Parispromenade Un viaje a París hace unos meses dió mucho de sí.

7.4.- #Undiaenelzoo En el zoo también se pueden encontrar imágenes interesantes.

7.5.- #Madridportodoloalto Empezó el día en que me di cuenta de todo lo que nos perdemos por mirar hacia el suelo (para no pisar minas) al pasear. Es muy reciente, pero promete ser interesante.

A veces me preguntan el por qué de las fotos en Twitter y no en Instagram o en Pinterest, redes que parecen más indicadas para la publicación de imágenes. No tengo respuesta: simplemente empecé ahí y ahí sigo.

Volviendo al principio: no estoy seguro de no haber ofendido a nadie (10.000 son muchos tuits) pero espero que si me llevan a los tribunales me toque un juez razonable como Pedraz.

Democracias vigiladas: ¿de verdad elegimos a quienes nos gobiernan?

Cada cuatro años nos llaman a las urnas y nos permiten votar para hacernos la ilusión de que elegimos a quienes nos gobiernan. Pero ¿eso es cierto?

Cada vez está más claro que quienes nos gobiernan son eso que se ha dado en llamar los mercados y que nunca se presentan a las elecciones.

Basta ver dos ejemplos muy claros: Grecia y España.

A lo largo de unos años, y no sólo durante la crisis económica, los gobiernos que se iban alternando en Grecia fueron endeudando al país con una política económica equivocada. Cuando llega al poder un partido político diferente, desde los mercados se pone en marcha el mecanismo de la prima de riesgo, que se dispara y hace imposible no sólo pagar la deuda sino tan siquiera intentar pagar los intereses.

Afortunadamente, como ya sabemos desde los tiempos en que Fraga era Ministro de Información y Turismo, España es diferente. Aquí elegimos un Gobierno bueno, bien visto por los mercados, y aunque desde el comienzo de la legislatura la Deuda se ha disparado un 37% y ya supera el billón de euros y supone más del 100% del PIB, la prima de riesgo ha bajado hasta el entorno del 1% con lo cual los intereses son mucho más reducidos y cabe la posibilidad de que los paguemos algún día.

Esa es la diferencia entre De Guindos y Varoufakis.

¿Está claro a quién debemos votar y a quién no?

Que no se nos olvide la lección.

Impuestos para tener

Los impuestos están de actualidad.

Hace pocos días se cerró la campaña de la declaración de la Renta, un impuesto del que se libra muy poca gente.

Hemos visto una campaña publicitaria, muy buena en mi opinión, con dos creatividades diferentes: una en la que el protagonista, con aspecto de empresario (y un cierto parecido a Bárcenas) le dice a una compañera que ha hecho la declaración con trampillas para no pagar. En la segunda la cliente de un taller  le pide al dueño que le haga la factura sin IVA.

En los dos casos el final es similar: para no tener colegios, hospitales, carreteras…para no tener.

También en estos días se ha publicado que por término medio trabajamos 184 días para pagar nuestros impuestos y cargas sociales.

Además, el PP anuncia que bajará ahora los impuestos que subió al llegar al poder.

Si a todo esto añadimos la sensación de que la corrupción está generalizada entre los políticos y las administraciones el mensaje que nos llega puede ser muy contradictorio.

¿Hasta el 4 de julio de cada año estamos trabajando para pagar impuestos?¿Nos dicen que paguemos con IVA los mismos que pagaron con dinero negro parte de las obras de su sede y que con su contabilidad B alimentaron una cuenta multimillonaria en Suiza?¿Defienden que paguemos impuestos por los colegios, los hospitales o las carreteras los mismos que apoyan la privatización de la sanidad y la enseñanza y que han permitido el deterioro de nuestras carreteras?Ahora resulta que bajar los impuestos aumentará la recaudación porque aumentará el número de cotizantes; entonces ¿por qué los subieron hace dos años e hicieron que el paro aumentase de forma desaforada?

Pues bien: con todas las indudables contradicciones, creo que el mensaje básico es correcto. Debemos pagar nuestros impuestos porque con ellos se financian las carreteras, la sanidad, la policía, la enseñanza pública, las pensiones, los subsidios a los parados…Debemos pagar nuestros impuestos para tener todo aquello que es imprescindible en un estado de bienestar como el que queremos seguir teniendo. Si trabajamos medio año para pagar impuestos y cargas sociales lo hacemos porque queremos seguir teniendo buenas carreteras, una buena enseñanza pública, los mejores hospitales…porque queremos seguir teniendo derecho a cobrar una pensión cuando nos jubilemos o el paro si nos quedamos sin trabajo.

Y si hay gente que se lucra con el dinero de los impuestos, si hay ladrones, que se les persiga y se les lleve a la cárcel. Pero eso no es una disculpa para no pagar impuestos.

Pagamos impuestos porque queremos tener.

La lista más votada

Se vuelve a decir ahora que siempre debería gobernar la lista más votada.

Incluso he llegado a leer que debería legislarse para obligar a que fuera así.

Normalmente quienes afirman eso son quienes han obtenido el mayor número de votos pero no se sienten capaces de conseguir los apoyos suficientes para llegar a una mayoría. Cuando no lo consiguen dicen que no se ha hecho caso de la voluntad popular y que se está estafando a los votantes.

Pero en realidad quien tiene que gobernar, en democracia, es quien consiga reunir el apoyo de una mayoría de representantes. Si sólo hubiera dos partidos en liza, la lista más votada siempre tendría la mayoría. Si hay más de dos partidos, no siempre es así.

En algunos países se establece una segunda vuelta (ballotage) entre los dos partidos (o candidatos) más votados para conseguir así que el ganador tenga el apoyo mayoritario del voto popular.

En los países en los que no hay segunda vuelta esa función de conseguir una mayoría la tienen que realizar los propios partidos, a través de sus representantes elegidos.

En pura teoría matemática de las coaliciones si la suma de los representantes conseguidos por el segundo y el tercer partido más votados es suficiente para conseguir la mayoría, esa coalición (la del segundo y el tercero) es la que tiene más probabilidades de hacerse con el poder.

Cuando compiten más de dos partidos la lista más votada puede no ser capaz de conseguir constituir una mayoría a su alrededor. En ese caso no debe gobernar la lista más votada.

¿En qué se parecen Podemos y Uber?

El miércoles pasado los taxis de una buena parte de las grandes ciudades europeas, entre ellas Madrid y Barcelona hicieron huelga para protestar por la competencia desleal que sufren por parte de Uber, una aplicación que permite a diferentes usuarios compartir un vehículo para realizar un mismo trayecto. Se encuadra dentro del concepto de economía colaborativa, ahora tan de moda.

Creo que mucha gente, yo entre ellas, no habíamos oído hablar de Uber hasta esta semana. Ahora ya quedarán muy pocas personas en ese estado de ignorancia.

No sé cómo reaccionarán las personas que fueron víctimas de esa huelga: ¿odiarán a Uber o bien odiarán a los taxistas?

Me encontré en el pasillo de la oficina a una persona que había venido de Barcelona para llegar a una reunión a las 9:30 y no había conseguido llegar a nuestra sede (de muy difícil acceso en transporte público colectivo) hasta cerca de las 14:00. Ruth, una amiga que viajó ese día a Barcelona, me decía que se había arreglado allí bastante bien entre Metro y autobuses y sólo había perdido una de las cuatro reuniones que tenía planificadas.

La campaña gratuita de comunicación que los taxistas europeos regalaron a Uber me recuerda a la que una gran parte de los medios españoles (entre ellos la mayoría de los que tienen una orientación editorial hacia la derecha, o sea no muy próxima a la ideología del partido) hicieron para Podemos en los días anteriores y posteriores a las elecciones europeas. Utilizando todo tipo de calificativos (y en muchos casos descalificaciones muy extremas) no dejaron de hablar de un partido que, como Uber, mucha gente desconocía.

Hace ya muchos años se decía aquello de que hablen de ti aunque sea bien. Pero parece que algunos no conocen esa lección elemental de comunicación.