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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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2018: El año en que la publicidad se la juega (I)

Este es el octavo año en que Pedro Urquidi, redactor jefe de la revista IPMark; me encarga un artículo dedicado al ejercicio que comienza.

Tengo la mala costumbre de releer los anteriores, como preparación y, sobre todo, como cura de humildad que me confirma lo difícil que es acertar en las previsiones. Eso me lleva a que cada vez los artículos sean más un resumen del año anterior y de la situación del mercado publicitario que una previsión de lo que puede ocurrir en el futuro. En las circunstancias actuales el futuro, incluso el muy próximo, se ve con mucha dificultad. Todo cambia muy rápido y no siempre en la dirección que pronostican los expertos.

Situación complicada

En 2017 hemos vivido algunas situaciones complejas para el mercado publicitario. Algunos de los grandes anunciantes, con Procter&Gamble a la cabeza, mostraron sus dudas sobre la eficacia de la publicidad digital y, como en los últimos años una buena parte de su esfuerzo inversor se había dirigido hacia ahí, fue la publicidad en general la que salió perjudicada.

También seguimos viendo cómo los grandes medios digitales (Facebook, Twitter, YouTube,…) reconocían errores en sus mediciones de la repercusión de la publicidad; se produjeron algunas reacciones, todavía tímidas y concentradas en Estados Unidos pero de momento el mercado sigue consintiendo que los propios medios sean quienes proporcionen las mediciones de las campañas que los utilizan y sin exigir una medición por parte de terceros.

Las campañas en sitios no deseados, el tráfico no humano, los problemas de visibilidad de la publicidad y los adblockers han seguido creando dudas sobre el uso que se está haciendo de la publicidad digital. Las malas prácticas de unos pocos enturbian la imagen general de nuestra actividad.

En cualquier caso la publicidad digital, y en especial la que se sirve a través del móvil, es la que experimenta el mayor crecimiento un año tras otro. Y va a seguir siendo así.

La presión que las grandes empresas de distribución han realizado sobre los fabricantes ha reducido en gran medida las posibilidades de inversión publicitaria de éstos, lo que ha perjudicado a la publicidad y a los medios pero también a las propias marcas, dañadas en su imagen y en sus ventas.

Cambios en el consumo audiovisual

Tras muchos años en que los grandes grupos de Televisión bloquearon el dato de audiencia de invitados, en marzo de 2017 se hizo público. Eso ha hecho posible un aparente aumento del consumo de televisión lineal. Pero si se compara el dato que veníamos utilizando hasta ahora, ese consumo se reduce de nuevo unos pocos minutos, como viene ocurriendo desde 2012. Nos conformamos con maquillar los datos para que la foto siga saliendo bien. Pero la realidad cambia. Poco a poco pero siempre en una misma dirección.

Alejandro Echevarría, Presidente de UTECA y de Tele5 en la jornada de UTECA de Noviembre. (FOTO: E. Madinaveitia)

El consumo audiovisual en dispositivos diferentes del televisor, o el de opciones diferentes a las grandes cadenas generalistas crece sin parar, especialmente entre los jóvenes. Pero también sin medida, o al menos sin una medida reconocida y valorada por todo el mercado. Aun así la televisión medida muestra un nivel de fragmentación sin precedentes: nunca una cadena había dominado un año con una cuota tan baja como Tele 5 en 2017: un 13,3%.

La construcción de coberturas para las campañas, que sigue siendo la manera en que se construyen las marcas, es cada vez más difícil. La televisión sigue siendo el arma fundamental pero sus disparos tienen cada vez menos alcance. Esto complica los planes de medios: han de utilizarse más soportes cada vez para alcanzar coberturas que ya nunca son las mismas. Si además nos dirigimos a públicos innovadores (jóvenes o usuarios intensivos de dispositivos diferentes del televisor) el problema se complica aún mucho más: la fragmentación de la televisión es una broma si la comparamos con la de los medios digitales.

Por su propia naturaleza es prácticamente imposible encontrar dos personas consumiendo simultáneamente un mismo contenido digital.

 

(*) Este artículo es la primera parte del que se ha publicado en la revista IPMark, en papel, del mes de enero de 2018.

Hace falta una nueva manera de medir la audiencia de Televisión

Soy lector habitual de BezDiario. Creo que hacen una excelente selección de temas de interés y los tratan con la profundidad adecuada.

Pero el día de Reyes fue mi amigo Eladio Gutiérrez quien me puso al tanto mediante un mensaje de correo electrónico: había un artículo La muerte del audímetro tradicional firmado por Miriam Puelles que, indudablemente, me interesaba.

El día de Reyes en mi casa ha sido siempre una revolución; ahora, con un nieto de tres años, mucho más. No pude hacer mucho más que leer el artículo y tuitearlo:

Ahora y aquí voy a explicar el porqué de mi frase en el tuit.

Es indudable que debemos ir hacia un sistema de medición capaz de medir el consumo audiovisual sea cual sea el momento, el lugar o el dispositivo en el que se vea. El concepto ATAWAD (any time, anywhere, any device) del que ya hablé aquí, pronto hará cuatro años.

Es cierto también que desde entonces se ha agudizado el problema, que cada vez se producen más visionados en momentos diferentes del de emisión y en dispositivos diferentes de los televisores del hogar principal. El visionado en grupo en el hogar está pasando a la categoría de excepcional.

Vel la televisión como lo hacían en los 80 los personajes de Cuéntame es ya excepcional. (Foto: TVE)

Pero del informe de Barlovento que ya comenté aquí no se desprende una tragedia para la audiencia que mide Kantar. Es verdad que el consumo cae por cuarto año consecutivo pero se mantiene aún en 233 minutos por persona y día, una cifra que supera a la de cualquier año anterior a 2010 y en aquellos momentos nadie habría dicho que la Televisión estaba en crisis, o al menos en una crisis mayor que la que empezaba a vivir el país y las economías occidentales. (Es verdad que está hecho a partir de datos de Kantar, con todo lo que eso pueda signifiar).

Siguiendo con el excelente artículo de Puelles: el público de la Televisión está envejeciendo pero el consumo siempre ha sido mayor entre las personas mayores y las personas que sólo trabajan en el hogar que entre los jóvenes. Tienen más tiempo y menos disponibilidad para otras opciones de ocio. En ese sentido sí son los jóvenes quienes se están trasladando en mayor medida hacia otros dispositivos y otros modelos de consumo.

Y sí, que la audiencia se vaya hacia otros tipos de consumo es un problema para las cadenas tradicionales; sobre todo si esa audiencia no se mide. La audiencia es la mercancía por la que se paga en el mercado publicitario que es la principal fuente de ingresos de la Televisión.

El problema del audímetro no es que sólo registre la televisión lineal (de hecho también mide el consumo en diferido siempre que se haga en televisores del hogar principal: el año pasado eso ha supuesto 3 minutos por persona y día. No parece una tragedia). El problema es que no mide consumos fuera del hogar o fuera del televisor y eso sí puede estar creciendo algo más.

La audiencia social complementa pero no cambia el dato de audimetría y, por el momento, no tiene valor comercial.

Así que estoy completamente de acuerdo con Miriam Puelles cuando dice:

Es necesario poder congregar en un mismo sistema la medición de visionados para cada una de las pantallas o dispositivos, con conocimiento preciso de qué se ve y quién ve cada una de las opciones. Pero no solo en la televisión tradicional, sino también en las redes sociales, smarpthones, tablets, videoconsolas e infinidad de plataformas y soportes disponibles.

pero discrepo bastante con la forma en la que llega a esas conclusiones.

Creo que el audímetro tradicional ha hecho un gran servicio a lo largo de sus más de treinta años de historia, pero en una época de transformaciones tecnológicas aceleradas como la que hemos vivido treinta años son una eternidad.

La misma tecnología que nos ha complicado tanto la realidad que tenemos que medir nos acabará dando las soluciones que necesitamos.

Creo que cada vez están más cerca.

En todo caso muchas gracias a Miriam Puelles por su magnífico artículo y por poner de actualidad un tema sobre el que los profesionales debemos profundizar y encontrar soluciones. En ello estamos.

600 islandeses no vieron el partido

Islandia está siendo la sensación de la Eurocopa de fútbol.

Que un país de 300.000 habitantes haya llegado a los cuartos de final del torneo, que se sitúe como uno de los ocho mejores países de Europa tras eliminar a los ingleses, los inventores de ese deporte, un país mucho más grande y que presume de tener la liga de clubes más importante del mundo, es, cuando menos, sorprendente.

Un jugador islandés celebra el gol del triunfo frente a Inglaterra.

Pero también está siendo la sensación en el mundo de la medición de televisión. Según una noticia que han publicado diversos medios, nada menos que el 99,8% de los islandeses vieron el partido entre Inglaterra e Islandia por televisión.

Estoy seguro de que fueron muchísimos los islandeses que vieron ese partido. En un país pequeño en el que el balonmano es el deporte nacional, tiene que ser toda una sensación que el equipo nacional de fútbol se clasifique por primera vez para la fase final de un torneo europeo, más aún que supere la fase de grupos y ¡claro! más todavía que juegue en octavos de final contra Inglaterra. Pero…

No sé cuántos hogares tendrán audímetros en Islandia. Por el tamaño del país supongo que no llegarán a seiscientos; o sea que en número de personas no estaremos hablando de más de 2.000. Por tanto, hablamos de que cuatro de esas personas que tienen audímetros en casa no vieron el partido…puede ser.

Pero por otro lado veo que había gente viendo el partido en pantallas en las calles; no sé cómo será el parque de bares en Islandia, seguro que muy pequeño comparado con el español. Pero alguno habrá y tendrá tele y quizá sintonizó el fútbol.

Pero…mucho más aún: en las imágenes de los partidos se ve que la selección islandesa tenía su pequeña, o no tan pequeña, hinchada en los campos de fútbol. Parece que el 8% de la población (26.000 personas) acompañó al equipo a Francia. Hoy mismo, esta tarde, en el partido de cuartos de final contra Francia, se espera que haya 15.000 islandeses entre el público.

Unos datos muy impresionantes pero también muy incoherentes, que demuestran que en cuestión de números estamos dispuestos a creernos cualquier cosa, sin pensar demasiado.

Eso sí: ¡qué grandes son, otra vez, esos islandeses que vuelven a darnos lecciones como ya ocurrió en la crisis o con ocasión de los papeles de Panamá!

Y lo serán sea lo que sea que ocurra hoy en el partido ante Francia.

Al Gobierno le salió el tiro por la culata

Ahora que está a punto de comenzar la campaña electoral (se ve que lo que había hasta ahora era otra cosa) creo que es bueno recordar el papel que deberían cumplir las televisiones públicas.

Las televisiones públicas deberían estar al servicio de todos nosotros y ser independientes del Gobierno de turno. Dicen que así funciona la BBC, que es una referencia mundial.

En España ni las televisiones autonómicas ni TVE han sido casi nunca así, independientemente del partido que estuviera en cada caso en el Gobierno responsable. Puede que haya excepciones, pero no son muy conocidas.

En el caso de TVE, que es el que conozco mejor, sólo hay dos momentos, que yo recuerde, que se aproximen a ese modelo: cuando fue Director General Fernando Castedo, en la época de UCD (que acabó tras el 23 F; los meses siguientes ya fueron muy distintos) y cuando fue Directora General Carmen Cafarell y luego Presidente de la Corporación Luis Fernández, con el PSOE y Rodríguez Zapatero en el Gobierno. Quienes dirigían los informativos en esos momentos, Iñaki Gabilondo en aquella primera época y Fran Llorente en la segunda son recordados como modelos de independencia, o de intento de conseguirla. Ninguno de los dos salía habitualmente en pantalla, pero se rodearon de un equipo sólido y capaz de transmitir la deseada imagen de independencia.

El pirulí, Torrespaña, uno de los símbolos de TVE

Durante el resto de la historia, los gobiernos han interpretado que la televisión pública estaba a su servicio; en muchos casos han nombrado para dirigir la cadena, los informativos o las dos cosas a hombres de partido. Con las consecuencias que se podían prever; las que se buscaban en el caso de la orientación ideológica, pero también unas, seguramente no deseadas, en el caso de la audiencia, que tiende a perderse.

El Gobierno actual no lo dudó: la orientación de la programación, y en especial de los informativos, ha de hacerse a la mayor gloria del partido en el poder.

Claro que, si la manipulación es muy evidente el público lo nota; la audiencia huye hacia otros lares. Cuando llega la campaña electoral sólo quedan como espectadores los muy fieles al Gobierno de turno, con lo que el discurso favorable al Gobierno llega a muy poca gente, a los ya convencidos, así que no sirve para cambiar la opinión a nadie y ganar votos.

Así que el tiro de la manipulación le acaba saliendo al Gobierno por la culata: poco más del 5% de los españoles vieron la entrevista que Ana Blanco hizo a Mariano Rajoy el pasado 26 de octubre en La 1. Unos informativos independientes y más creíbles podrían ser, a la postre, más útiles.

Claro que siempre queda la opción de utilizar otro tipo de programas. Si se tiene la suerte de dar en el clavo con un formato como En la tuya o en la mía siempre se puede tirar de Bertín Osborne para que haga una entrevista con alta audiencia al Presidente del Gobierno. (*)

(*) El programa En tu casa o en la mía batió ayer su récord de audiencia. Lo vieron 4.231.000 espectadores, una cuota del 23,2%. Superó en 552.000 espectadores la audiencia conseguida por la entrevista a Pedro Sánchez (que tuvo 3.679.000 y un 20,8% de cuota). Si, como otras veces, la pelea electoral se diera sólo entre estos dos competidores habría salido bien la jugada. Esta vez no lo sé.

Este artículo se basa en el que escribí, con un título parecido, en la revista IPMark del mes de noviembre.

Tele 5 completa un año seguido de liderato

Puntual como cada día 1, incluso cuando cae en festivo, me ha llegado el informe de audiencias de Barlovento Comunicación.

Una vez más, y ya van doce meses seguidos, Tele 5 se ha situado como líder. Agosto no suele ser el mejor mes de esta cadena; por el menor consumo de televisión es un mes menos comercial y no es raro que los muy comerciales hombres de Mediaset levanten el pie del acelerador. De hecho, hace un año fue la última vez que cedieron el liderato a Antena 3. Ahora han mantenido el tipo, aunque sólo sea por dos décimas de diferencia.

La audiencia no es, como decía Joaquín en su comentario de hace unos días, el criterio de calidad (al menos no el único criterio que debería influir en la programación de las televisiones públicas). Pero para las televisiones comerciales la audiencia es clave: es la mercancía que venden a los anunciantes, que son su principal fuente de financiación. También es una medida de cuánto saben adaptarse a los gustos del público (unos gustos que ayudan a crear).

Vivimos unos tiempos de audiencias muy fragmentadas. Entre las tres grandes cadenas sólo alcanzan el 35,2% de cuota. Recuerdo, no hace tantos años (o sí) cuando yo hablaba del paralelo 27, el límite del que no debía bajar una cadena si quería ser líder (entonces lo era casi siempre La 1). ¿Quiere eso decir que los gustos son muy variados? No está claro.

Si prescindimos del fútbol (incluso en agosto, el mes menos futbolístico del año, los cinco programas más vistos son de fútbol; también lo es el programa más visto en Tele 5, Antena 3, Cuatro y La Sexta) parece que los gustos dominantes se concentran en los realities, los programas y tertulias de cotilleo y poco más. Últimamente también han pegado con fuerza los programas de cocina, pero no ha sido así en agosto.

Parece que Tele 5 es la cadena que mejor  ha captado los gustos actuales de los telespectadores españoles. Pero también vemos que una parte cada vez mayor de esos espectadores opta por otras alternativas. Casi un 65% de la audiencia se va a cadenas diferentes de las tres más grandes y tanto como un 45% a alguna que no se incluye entre las seis de mayor audiencia.

Además el consumo de televisión convencional cae; lentamente pero cae. En agosto un minuto menos que en el mismo mes de hace un año. ¿Una situación preocupante para las cadenas? Según se mire: aún con el descenso, en el mes de menor audiencia del año el español medio vio 191 minutos de televisión convencional al día. ¡Más de tres horas!

Si yo fuera directivo de Mediaset (Tele 5) o de Antena 3 miraría primero a los resultados del primer semestre ¡muy positivos! luego a la evolución de la audiencia y luego estudiaría muy a fondo las amenazas de Internet y de las nuevas opciones de pago. El presente es excelente; el futuro, cada vez más, incierto.

Por cierto, los resultados económicos del primer semestre han sido muy similares para Tele 5 y Antena 3 pese al claro dominio en audiencia de la primera. Parece que cuando hay programas rechazados por una parte de los anunciantes la audiencia no es el único criterio.

El target comercial, que se inventó en su momento Publiespaña (Tele 5) ha acabado volviéndose en su contra.

El Tour, las audiencias y TVE

El Tour de este año ha sido el más interesante de los últimos tiempos.

Aunque Chris Froome, el ganador final, era líder desde la primera semana, hasta el último día (hace ya muchos años que el desfile del domingo por los Campos Elíseos no cuenta) hubo batallas que podían cambiarlo todo.

En la etapa del sábado en L’Alpe D’Huez, seguramente la más clásica del ciclismo actual, se vivió un emocionantísimo duelo entre los hombres del equipo español Movistar y los del Sky, el equipo del líder.

Nairo Quintana y Alejandro Valverde atacan camino de L’Alpe D’Huez. Foto: EFE

Los continuos ataques del murciano Alejandro Valverde y el colombiano Nairo Quintana, ambos del Movistar, pusieron en riesgo el triunfo del ciclista británico de origen kenyano. Finalmente se tuvieron que conformar con ser segundo (Nairo) y tercero (Alejandro). Pocas veces se ve a dos personas del mismo equipo en el podium.

Pues bien, esa etapa, que para nadie que sepa un poco de ciclismo fue una sorpresa, se emitió por Teledeporte. Aún así fue el programa más visto del día: una media de 1.774.000 personas vio la etapa decisiva. Esta cifra supuso un 16,4% de cuota, seguramente el récord para una cadena temática.

El día anterior se corrió también una gran etapa, pero mucho menos decisiva. Como se emitió en La 1 consiguió una audiencia media bastante superior: 2.181.000 espectadores (un 19,5% de cuota) y se quedó a tan sólo 30.000 espectadores de distancia del Gran Premio de Hungría, el programa más visto del fin de semana.

¿Hasta dónde habría llegado la etapa de L’Alpe D’Huez si se hubiera emitido por La 1? Nunca lo sabremos.

Como nunca entenderemos los extraños juegos que han hecho los directivos de TVE trasladando la emisión del Tour de una cadena a otra con un criterio (priorizar la programación habitual de La 1 durante los fines de semana) difícil de explicar.

 

5 minutos menos

Por segundo año consecutivo cae la audiencia de Televisión. La que mide Kantar Media, o sea la que se refiere al visionado en el momento de su emisión y en televisores situados en el hogar principal.

¿Tenemos que preocuparnos?¿Tienen que preocuparse los anunciantes? Sí y no. O sí, pero no especialmente por esto.

Aun con la bajada, el español medio vio 239 minutos de televisión al día. Se quedó sólo a un minuto de distancia de las ¡cuatro horas! pero a siete minutos de distancia del récord absoluto que se estableció en 2012.

Muchas veces he dicho que ver la televisión es la segunda actividad a la que el español medio dedica más tiempo, sólo superada por dormir, pero dejando muy lejos al trabajo remunerado fuera del hogar (si tenemos en cuenta que la población activa no llega al 60% y casi un 25% de esas personas están en el paro).

Así que no hay que procuparse porque ya no llegue a cuatro horas diarias el consumo de televisión.

Viendo el espléndido análisis que puntualmente me hizo llegar la semana pasada Barlovento Comunicación creo que las preocupaciones deben ser otras:

Un porcentaje todavía apreciable de esa audiencia casi no verá publicidad porque en TVE sólo se pueden hacer patrocinios culturales.

Una parte creciente de esa audiencia prestará poca atención a lo que ve, porque estará atendiendo a la vez a otras pantallas.

Aunque la fragmentación remitió en 2014, en parte debido al cierre de canales, sigue siendo complicado alcanzar grandes coberturas, sobre todo si eres un anunciante cuidadoso que no quiere ligar sus productos a determinado tipo de contenidos.

Algunos públicos son cada vez más difíciles de alcanzar porque ya no ven la televisión como se veía antes. Siguen consumiendo contenidos audiovisuales (incluso en mayor medida) pero ya no lo hacen en el televisor ni en el momento de la emisión.

Así que ¿deben preocuparse los anunciantes? ¿O quienes deben preocuparse son los dueños de las emisoras de televisión?

 

 

¿Conseguirá Antena 3 ganar el mes de abril?

La voladura controlada de TVE está teniendo consecuencias inesperadas.

Después de muchos meses en los que la primera cadena de la televisión pública se situaba como líder de audiencia, Tele 5 se hizo con el mes de marzo. No fue una sorpresa. Durante varios meses se situaba cada vez más cerca y Gran Hermano sigue siendo (creo que España es el único país en el que ocurre) un valor seguro.

Esta mañana, a la vuelta del fin de semana, me he encontrado con que los datos de los 15 primeros días de abril sitúan a Antena 3 como líder del mes. Todavía quedan otros 15 días y la diferencia sobre La 1 es de sólo una décima (seis décimas sobre Tele 5). Todavía puede cambiar todo radicalmente;  pero si finalmente Antena 3 ganara el mes sí sería una sorpresa. Hace varios años que Antena 3 no consigue ser líder de audiencia al finalizar un mes. Si lo fuera este mes marcaría un hito.

Seguro que nos queda mucho que ver en estos próximos 15 días.

 

¿Vuelve la audimetría pasiva?

Hace ya muchos años (ya va haciendo veinte años de casi todo, como dijo Gil de Biedma) se presentó en España un sistema para medir la audiencia de televisión en el que no hacía falta ningún tipo de intervención del espectador.

Se trataba de un aparato que disponía de una cámara de vídeo de baja resolución que detectaba a las personas presentes en la habitación y comparaba sus imágenes con otras de los miembros del hogar previamente introducidas. Dicho así sonaba muy bien. Creo que la empresa, de matriz francesa (seguramente no se llamaba Motivac, pero ese es el nombre que me viene a la memoria) llegó a instalar una pequeña muestra de prueba en hogares españoles.

De la comunicación se encargaba el hermano de un famoso periodista. Fueron los tiempos en los que se publicó en ABC la muestra de Ecotel, uno de los peores baldones de la investigación española.

El aparato tenía los fundamentos de la visión artificial y la identificación de imágenes que ahora están tan desarrollados, pero entonces tenía muchas pegas: si la señora se cambiaba el peinado o el perro se subía en el sofá podían producirse informaciones erróneas.

Por aquellas fechas (o poco después) nos llegó un vídeo, que se emitió en Canal + contando los problemas de la audimetría y analizando diversas propuestas del prestigioso MIT en la línea de la audimetría pasiva. Hacía más hincapié en sus carencias que en sus virtudes.

Sin embargo todos conocemos las críticas hacia nuestra audimetría habitual, basada en los people meters, con un botón para cada miembro del hogar: ¿qué pasa si alguien se levanta a coger el teléfono o a atender momentáneamente la olla o a hacer sus necesidades? Si no se acuerda de apretar su botón para darse de baja, o si simplemente considera que va a faltar poco tiempo y eso no es importante, seguirá figurando como audiencia. Si ese incidente se produce durante un corte publicitario, el anunciante pagará por una audiencia que no está consiguiendo.

La audimetría pasiva solucionaría este problema.

Hoy he leído en Panorama Audiovisual que una empresa israelí tiene resuelto el problema.

Han pasado muchos años y los avances en visión artificial y en comparación de imágenes han sido muy importantes, así que puede ser verdad. Lo que no sé es si no llega un poco tarde: la televisión, la televisión tradicional, ha dejado de ser el centro de la vida de mucha gente y la inversión publicitaria no crece a un ritmo suficiente para establecer ese nuevo sistema de medición que, seguramente, será caro.

En el artículo se nos cuentan las múltiples virtudes del aparato, que por ejemplo, podría ahorrarnos energía puesto que apagaría el televisor si detectara que no hay nadie en la habitación.

Los Goya: Sin publicidad arrasan

La entrega de los Premios Goya consiguió en TVE una audiencia media de 4.567.000 espectadores, un 27,2% de share, un share de los de antes y un rating de 10,9%.

¿El cine español está de moda?

Ya he comentado aquí más de una vez que el año 2009 fue un año relativamente bueno para el cine en sala, el segundo mejor de la década.

Además coincidieron varios buenos estrenos españoles y el cine nacional recuperó algunos puntos de cuota.

¿O sea que tenemos que deducir que el cine español interesa tanto como para liderar la audiencia de televisión de un domingo de febrero?

De eso ya no estoy tan seguro.

¿A quién hay que atribuirle este éxito?

¿A Alex de la Iglesia?

¿A la sorpresa de la vuelta de Almodóvar?

¿Al traje de González Sinde?

¿A la espalda de Natalia Verbeke?

¿A Ágora y Celda 211, las películas más premiadas?

¿A la actuación estelar de Pocoyó?

¿A la presentación de Andreu Buenafuente?

Seguro que todos estos factores que he citado tuvieron algo que ver, pero no podemos olvidar el principal.

¡Sí! también de esto es responsable la UTECA y su logro de una televisión pública sin publicidad.

Por cierto, permítanme un juego de palabras ¿para cuando una televisión privada sin privacidad?

El año pasado la entrega de los premios Goya fue superada ampliamente por la emisión en El Peliculón de Antena 3 de la película Mr y Mrs Smith. Se quedó en 3.291.000 espectadores, 21,4% de share y 7,9 % de rating.

Entre todos los factores que hemos citado antes y la UTECA aumentaron un 38% los resultados de audiencia de los premios Goya.

Seguro que las televisiones privadas, que según Jorge del Corral, Secretario General de UTECA, están encantadas de que TVE sea líder de audiencia estarán aún más encantadas con este resultado.