Por Juan Castro – Gil – Abogado
Estos días se presenta Genera, la Feria española por excelencia de las energías renovables.
Realmente, en los últimos años, siempre he pensado que a los gallardos empresarios que acudían a la feria a mostrar sus empresas, el Gobierno tenía que darles la medalla al mérito en el trabajo, pues sobrevivir en el sector de las renovables en España, tiene un mérito difícil de calibrar. Muestra evidente de lo que ha pasado, es la triste y constante caída de expositores desde el 2010 hasta ahora.
Este año, con el ánimo de escenificar el vodevil que los últimos gobiernos han mantenido alrededor de las energías renovables, ANPIER, la asociación de los pequeños fotovoltaicos, ha llevado un estand circense, bajo el sugerente nombre de “El gran circo de la inseguridad jurídica”. Los 5.000 pequeños productores que forman parte de la asociación, le ofrecen por un momento al visitante, convertirse en ministro de energía, y lanzarle bolas con toda la rabia y desprecio que les quepa entre sus dientes a las pequeñas instalaciones fotovoltaicas en manos de un jubilado, de un funcionario o de una familia de Ciudad Real.
“¡Ánimo! ¡Lánzales un pelotazo en forma de retroactividad! ¡Demuéstrales lo poco que vale un BOE! ¡No les permitas que acaben con el oligopolio eléctrico! ¡Impide con tu ira que una señora pueda producir energía en su tejado! ¡Si aciertas con el disparo, nos toca un nuevo arbitraje internacional contra España!”. Son algunas de las soflamas que el jefe de pista les dice a los que se acercan al stand.
Sería cómico si no fuese real.
Todo lo que ha pasado (y sigue pasando) en España con la energía, es un gran circo de tres pistas donde los directores del espectáculo pintan una sonrisa en su cara para que parezca que realmente están sonriendo, donde se siguen manteniendo a viejos tigres y leones a los que alimentan con espectadores despistados, o donde a los jóvenes trapecistas rápidamente les quitan la red, no fuera a suceder, que su espectáculo funcionase.
Decía el genial Charile Rivel, que la risa es el único lenguaje en el que se expresan todos los pueblos de la tierra. Pues si la risa es el camino para que algunos reconozcan en su propia nariz este esperpento, sea pues: pasen y vean, el mayor espectáculo del mundo, el circo español de la inseguridad jurídica.