Todavía no salgo de mi asombro ante la desproporcionada sanción que la FIA ha impuesto al equipo Renault prohibiéndole participar en el GP de Europa.

Una sanción que, en principio, debería impedir a los seguidores españoles ver a Fernando Alonso en las calles de Valencia el próximo 23 de agosto.

Sin embargo, estoy convencido de que al final la FIA rectificará y veremos al piloto asturiano al volante de su Renault en Valencia. La escudería francesa ha presentado un recurso contra la sanción y debe prosperar porque el castigo del máximo organismo del automovilismo mundial no se sostiene por ningún lado.

Fue una decisión tomada en caliente justo después del brutal accidente de Felipe Massa en Hungaroring, que volvió a cuestionar la seguridad en la Fórmula 1. La FIA necesitaba un golpe de efecto para demostrar su dedicación en pos de la integridad física de los pilotos y Renault pagó los platos rotos.

La FIA entiende que Renault «actuó de forma deliberada contra la seguridad de los participantes» al permitir que Alonso saliera de boxes con una rueda mal colocada, pero a mí me cuesta creer que la escudería francesa colocara mal una tuerca adrede.

¿Qué beneficio podía obtener con esa actuación? Ninguno. Lo que ocurrió fue un error humano de un mecánico, que dejó a Alonso sin podio. Y ahora, encima, la FIA castiga al asturiano sin poder correr ante su afición. Creo que una multa para el equipo Renault hubiera sido un castigo más acorde con la falta cometida.

No es la primera vez que vemos a un piloto salir de boxes con una rueda mal atornillada o con una pieza desajustada. Sin ir más lejos, Felipe Massa arrancó una manguera de gasolina en Singapur y Ferrari no fue sancionado cuando aquella acción sí puso en peligro a todo el pit-lane debido al elevado riesgo de provocar un incendio.

Por esa regla de tres, la FIA también debería prohibir a BrawnGP correr en Valencia, ya que un muelle de Barrichello casi acaba con la vida de Massa.