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Cinco novelas para leer, reír y espantar la astenia primaveral a librazos

En la librería siempre me sacudo la astenia primaveral a librazos. Pero este año la melancolía y la desgana amenazaban con desplomarse sobre mi regio pelucón como una masa densa y gelatinosa de la que no iba a lograr desprenderme tan fácilmente, así que me autoprescribí la lectura encadenada de cinco títulos para echarme unas risas de novela.

Y funcionó, queridos, vaya si funcionó. Tanto que llevo unos días que soy todo dientes, con una sonrisa que me da la vuelta a la cara. Palabra de Regina ExLibris.

De hecho ha sido tan efectiva mi bibliomedia y tan radical el cambio en mi ánimo que mi equipo de libreros decidió probar mi biblioterapia. Y como a ellos también parece que les funciona me he dicho:

“Nena, que fluyan las risas de novela. Monta una mesa con esas cinco novelas que tantas carcajadas de tan hecho soltar”

Y aquí estoy. Y estas son mis más recientes cinco novelas para leer y echarse unas risas y, de paso, sacudirse la astenia primaveral del demonio a librazos.

¿Listos? Vamos:

1. Lucky Jim. Kingsley Amis. ImpedimentaDesternillante novela ambientada en el ecosistema universitario británico que catapultó a la fama a Kingsley Amis. Su protagonista es Jim Dixon, un profesor universitario de Historia Medieval que procede de un estrato social humilde y que si quiere conservar su puesto debe escribir y publicar un artículo que haga hincar la rodilla a lo más granado de los eruditos del claustro. Si ya de entrada con semejante papelón no sabe por dónde demonios salir, también necesita ganarse la camaradería de su jefe de departamento, un pedante insufrible de difícil trato. Y para rematar, tiene que reconducir la atracción que siente por una compañera en un precario equilibrio emocional tras intentar suicidarse por un desengaño amoroso. Vertiginoso despliegue de humor cáustico e inteligente, que es marca de la casa en un género, el de la narrativa de campus, que es típicamente inglés.

Lucky Jim

Lucky Jim

2. Mi abuela rusa y su aspiradora americana. Meir Shalev. Ático de los libros. Todas las abuelas son especiales, pero algunas más que otras. En Nahalal, el pueblo natal de Shalev, conocemos a su asombrosa abuela Tonia, que llegó a Palestina en barco desde Rusia y pasó toda su vida luchando contra el peor enemigo de su familia en esas nuevas tierras: la suciedad. A Tonia no se la vio nunca sin un trapo al hombro. Recibía a los visitantes fuera de casa y sólo permitía a unos pocos elegidos entrar en su inmaculada morada. Hilarante y conmovedora, la historia de la abuela Tonia y sus reglas cobran vida en un relato que gira alrededor de la llegada de una enorme y reluciente aspiradora americana, regalo de un tío que había emigrado a EEUU. Todo el pueblo asistirá atónito a la llegada del curioso objeto, que despertará reacciones encontradas. La abuela Tonia estará encantada con su misterioso aparato hasta que un detalle la relegará a un aseo al que ya nadie entra. Mezclando magistralmente realidad y ficción, Shalev crea personajes inolvidables y traza un retrato emotivo de su familia y de toda una época, la de los primeros colonos judíos en el recién creado Estado de Israel, con humor, ternura y sin caer en adoctrinamientos.

Mi abuela rusa y su aspiradora americana

Mi abuela rusa y su aspiradora americana

 3. Genio. Patrick Dennis. Acantilado. En un Hollywood donde la mentira, el engaño y la ostentación son moneda corriente, el director de culto Leander Starr es capaz de engatusar al mismísimo diablo. Pero los años no perdonan ni a un genio como él, y aunque el público le adora, sus ex mujeres y el fisco terminan por cercarle. Por eso se fuga a México decidido a rodar una película, que le permita recuperar el prestigio y la fortuna. Se trata de El Valle de los Buitres, y solo necesita dinero y a un guionista. Por suerte conoce al candidato perfecto, Patrick Dennis, un escritor en plena crisis creativa. El encuentro del director y el escritor detona una lucha de egos y una hilarante sátira del disparatado mundo de las estrellas del cine clásico de Hollywood tan trepidante, divertida y asombrosa como pocas, sí, pero en la línea de su maravillosa Tía Mame.

Genio

Genio

4. Cómo se hizo la guerra de los zombis. Libros del Asteroide.  Josh Levin es un aprendiz de guionista treintañero que se gana la vida dando clases de inglés para extranjeros mientras sueña con vender sus historias a una productora de Hollywood. Su portátil está lleno de ideas para guiones, pero su mayor apuesta es «La guerra de los zombis». Cuando un día llega a su apartamento y se encuentra al casero -un veterano de guerra tarado- hurgando en su colada, decide mudarse con Kimiko, su adorable novia. Todo parece ir bien hasta que Josh va a una fiesta en casa de Ana, una estudiante bosnia con un marido violento y celoso… Ambientada en unos Estados Unidos todavía traumatizados por los atentados del 11-s, esta es una hilarante novela sobre un tipo que está convencido de que «uno se puede organizar bien la vida sobre la base de la ausencia absoluta de esperanza y ambición». Risas y lucidez a cada salto de línea.

Cómo se hizo La guerra de los zombies

Cómo se hizo La guerra de los zombies

5. Lunario del Paraíso. Gianni Celati. Periférica. A finales de los años 70 el gran Gianni Celati, uno de los autores italianos más relevantes del cambio de siglo, publicó esta novela mítica y desopilante. En ella Giovanni se enamora en una playa de su país de una jovencita alemana y la sigue hasta el Hamburgo de The Beatles presa de cien mil furores, tanto de la carne como del espíritu. He aquí un filósofo andarín, un amante caballeroso y galante hasta el delirio, pero con un agujero en el zapato, un pobre infeliz que filosofa con profundidad y con palabras sencillas. Esta divertidísima novela, escrita en estado de gracia, cargada de diálogos y de escenas memorables, ofrece humor a raudales y aventuras trepidantes y disparatadas con ecos de la mejor literatura picaresca. Un antihéroe entre bobalicón y admirable que, sin duda, termina por conquistarte como lector.

Lunario del paraiso

Lunario del paraiso

Échate unas risas de libro con ‘La hija de Robert Poste’, de Stella Gibbons

Pocos lectores se resisten a una buena carcajada de novela. Tanto es así que reírse leyendo un libro es la mejor, la menos invasiva y la más infalible de las fórmulas de prescripción que, como libreros, practicamos en reginaexlibrislandia.

Lo acabo de verificar una vez más hace apenas unos instantes cuando, café en mano y tras finiquitar un maratón de papeleo, decidí tomarme un bibliorespiro de ficción con la hilarante La Hija de Robert Poste, de la gran Stella Gibbons.

(Cold Comfort Farm, 1995 / BBC)

(Cold Comfort Farm, 1995 / BBC)

Su protagonista, Flora Poste, es una criatura tan tozuda y descarada como divertida, y más allá de las múltiples relecturas que yo haya podido hacer es una de las biblioterapias de risas que me autoprescribo de vez en cuando para espantarme el tedio, la angustia, la rabia o la desgana a librazos.

Total, que me puse a leer La Hija de Robert Poste en la impecable edición de Impedimenta y en apenas un par de páginas reía y temblaba toda yo como un flan de gelatina dejado a su suerte sobre la mesa coja del vagón-restaurante de una locomotora, que es como servidora se ríe “para adentro”, mientras me encapsulaba las carcajadas en lágrimas para poder reírme a gusto, sí, pero en silencio y con la máxima discreción para evitar perturbar la quietud de reginaexlibrislandia.

Sin embargo parece que mis esfuerzos resultaron inútiles, porque al poco rato un débil carraspeo me sacó de las entrañas lóbregas de Cold Confort Farm:

Clienta: Oye, perdona

Regina: estooo, ¿sí? ¿dígame?

Clienta: No he podido evitar verla leer y…

Regina: ¿sí?

Clienta: Y, bueno, que no ha parado de reírse con ese libro, y me ha intrigado mucho, la verdad

Regina: ¡Claro! ¿le suena eso de «hay algo sucio en la leñera»?

Clienta: No, para nada.

Regina: ¡Es del libro, jajaja! ¡de La hija de Robert Poste, de Stella Gibbons! Es divertidísimo. Lo de la frase de la leñera tiene su miga, pero no le diré más.

Clienta: Por cómo se reía no lo dudo. ¿Y de qué va? ¿es de humor? No conozco a la tal Gibbons, la verdad.

La hija de Robert Poste

La hija de Robert Poste

Regina: Pues verá, Stella Gibbons es una escritora británica de la primera mitad del S.XX. La Hija de Robert Poste, que es su libro más famoso, se publicó en 1933. Con él pretendía satirizar las historias rurales y de corte costumbrista y romántico que arrasaban entonces. Y vaya si lo logró… de la mano de Flora Poste, que es todo un PERSONAJE, la verdad. De esos para “darles de comer a parte”. La historia es simple: Flora Poste, que nunca había convivido con sus padres tras haber encadenado internados, se queda huérfana y con una renta muy limitada. En lugar de buscar trabajo y asentarse en Londres decide hacer un “casting” entre parientes a quienes no conoce para acoplarse con ellos. Los afortunados son una lejana, turbia y rústica rama de la familia Poste atrincherados en Cold Confort Farm, una destartalada granja que la matriarca controla con mano de hierro.

Clienta: ¡Ahh! ¿Y entonces lo divertido es cómo se adapta a la vida rural?

(Cold Comfort Farm, 1995 / BBC)

(Cold Comfort Farm, 1995 / BBC)

Regina: No exactamente. Flora Poste viaje con la idea de civilizar a esos parientes asilvestrados. NO de adaptarse ella, sino de que ellos se adapten a ella y su forma de vida refinada. No solo se les acopla, sino que pretende reventar su existencia desde dentro. Así que las escenas que monta son antológicas, y no solo las escenas: los personajes y las ideas de la propia Flora.

Clienta: Pues tiene buena pinta, sí. Pero, vamos, que solo con verla reírse ya había decidido llevármelo… ¡jajajaja!

Y se fue de mis confines librescos con su ejemplar de La hija de Robert Poste bajo el brazo y una enorme sonrisa estampada en la cara.

Y a mi, justo antes de regresar a lo mío con Flora Poste, me vino a la mente la adaptación que filmó la BBC a mediados de los años 90, que tiene mucho del mordaz encanto de Stella Gibbons:

Yo me apuesto el pelucón y parte de mi biblioteca personal no solo a que se echa unas risas de libro con esta grandísima novela, sino a que no será lo único que lea de Stella Gibbons.

Porque, queridos, una vez pasas el rato con la Gibbons siempre quieres más. ¿O es que hay algo más atractivo que la promesa de una buena carcajada de libro?

¿Tienes «El guerrero entre la cebada», de Salinger?

A cada uno lo suyo, queridos, nada de intrusismos. Por eso y porque, además de reinona librera soy noctámbula, hipotensa y cafeinómana siempre dejé las primeras luces del día para los ruiseñores y demás seres que las disfruten.

De hecho, en reginaexlibrislandia de buena mañana hay más vida en el plumero que bajo mi pelucón, y mi relación con el mundo se limita a algún que otro gruñido ininteligible.

Pero El Señor (llamadlo X) en su infinita bondad me llenó ese lapso mañanero en el voy de la vigilia a sueño y vuelvo, y vuelta a empezar entretenida con tareas administrativas, pedidos de clientes y mares de café. Y así como voy amaneciendo a trompicones hasta llegar al mediodía parlanchina y espídica, en todo mi esplendor.

Sin embargo hoy una clienta me sacudió el sopor de una sola frase pasadas las diez de la mañana:

– Clienta: Buenos días, busco un libro- Regina: Mmm, bien, ¿cuál es?

– C.: Seguro que lo tiene, es un clásico: «EL GUERRERO ENTRE LA CEBADA»

– R.: ¿El guerrero entre la cebada?

– C.: Si, es muy famoso. Tiene que conocerlo.

– R.: Pues si le digo la verdad, no caigo… déjeme pensar… ¿Guerrero? ¿Cebada?

(Y aquí, misterios del universo, fue cuando se me encendió un neón púrpura en el cerebro: CENTENO, CENTENO, CENTENO…)

– R.: ¿Seguro que es «cebada«? ¿No podría ser «centeno«?- C.: Uy, pues quizás… ¿El guerrero entre el centeno?

– R.: Creo que se refiere a El guardián entre el centeno, de J.D. Salinger.

– C.: ¡Si, si, ese, de Salinzer!

Se lo di, y se fue. La gracia del patinazo y mis esfuerzos por mantener a raya mis rasgos para no dejar escapar una risilla traicionera fueron como una descarga eléctrica. Y he de deciros que para mi sentirme de sopetón tan despierta a esas horas fue una experiencia total y definitivamente reveladora.

Y a vosotros, queridos, ¿os ha patinado alguna vez algún título?

Además, para terminar el día como lo empecé, a carcajadas, os dejo para seguir devorando la nueva novelita de Eduardo Mendoza: El asombroso viaje de Pomponio Flato… Una bacanal de risas a cada salto de linea, queridos, palabra de Regina.