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Reflexiones de una librera
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Hazte un bibliofavor y lee ‘Alta Fidelidad’ de Nick Hornby si no lo has hecho ya

En la librería nos pierde la bibliofagia, la cafeína, la cinefilia y la melomanía. Por eso cuando prescribimos libros como Alta fidelidad, de Nick Hornby, que toca todos esos palos, el subidón es cuádruple aunque agridulce.

Alta fidelidad, novela y película homónima

Alta fidelidad, novela y película homónima

Agridulce porque tenemos tan interiorizada esa novela como de culto -al menos entre cierto perfil lector y de edad- que cuando alguien nos dice que aún no la ha leído o, peor aún, que no conoce la novela, la bibliofilia se nos congela en el rostro en una mueca fugaz que revela estupefacción y desconcierto.

Pero pasados unos segundos irrumpe el ansia por dar de leer Alta Fidelidad, y el silencio incrédulo deja paso al biblioentusiasmo histérico. Llegados a este punto no hay quien nos pare: somos una máquina de biblioprescripción masiva.

Y justo ayer uno de mis libreros y yo vivimos uno de esos ‘momentos altafidelidadianos’ en reginaexlibrislandia con dos chicos jóvenes que se adentraron en nuestros confines en busca de la colosal Patria, de Aramburu.

Se materializaron frente al escritorio con el ejemplar de Tusquets en la mano, mientras mi librero y yo punteábamos albaranes:

Regina: ¡Hola!

Cliente 1: ¿Qué tal? Mira, me llevo este para mi madre… y bien, ¿no?

Regina: Es un pedazo de novela, sí. Para cualquier perfil lector.

Cliente1: Sí, eso he leído por ahí. Igual hasta me lo leo yo también, no sé

Cliente2: ¿Tú? ¿te lo vas a leer tú? Eso tengo que verlo, chaval

Cliente1: ¡Serás capullo!

Cliente 2: A ver, tío, que tú no eres de leer. Entre María, la música y la play sencillamente NO tienes tiempo. Y aunque lo tuvieras….

Regina: ¡Ah! ¿Melómano? Entonces, ¿te suena Alta Fidelidad?

Cliente 2: ¿De los equipos, no?

Cliente1: ¡Ja, ja, ja! ¿Qué dices, tío? ¡Se te va mucho! Me suena de algo, sí, pero no sé

Regina: Es una novela de Nick Hornby de mediados de los 90. Va sobre un treintañero melómano que lleva una tienda de vinilos en Londres. Hazte un bibliofavor y léetela, porque te va a entusiasmar.

Cliente1: Espera, espera… ¿pero eso no era una peli?

Cliente 2: ¡Sí! Con el tipo este, cómo se llama… ¡Cusack! ¿no? ¿O qué?

(Alta fidelidad, 2000 / Touchstone Pictures)

(Alta fidelidad, 2000 / Touchstone Pictures)

Regina: Sí y no. Hay una peli, sí, dirigida por Stephen Frears que se basa en la novela.

Cliente1: La peli si la he visto, pero hace mucho. ¿No salían unos colgaos que se pasaban la vida haciendo listas? Unos locos de la música, ¿no?

Regina: Sí. Pues la novela es mejor que la película, que es un clásico ya. Muy, muy divertida y bastante reveladora, la verdad. Y con muchas referencias musicales.

Cliente1: ¿Y la tienes?

Regina: De Alta fidelidad siempre tengo ejemplares en la recámara…. Por aquí nos encanta a todos.

Cliente 2: ¿Y dos? Si ves que tal me la llevo yo también.

Cliente1: Pero, tío, ¿seguro? Ya te la paso yo luego

Cliente 2: No, no. Tiro para el norte el fin de semana y de pronto como que me ha apetecido.

Y se fueron con sus dos ejemplares de Alta Fidelidad, NO hizo falta que mi librero y yo cruzáramos apuestas sobre si les enganchará o no el biblioartefacto de Nick Hornby: ambos sabemos que les va a encantar.

En lugar de eso nos abalanzamos sobre el ordenador para reponer los dos ejemplares a la velocidad de la luz. Que ese sí que es un libro de fondo que hay que tener en balda. Al menos en reginaexlibrislandia. Palabra de Regina ExLibris.

NOTA DE REGINA EXLIBRIS

Alta fidelidad. Nick Hornby. Anagrama. Título de referencia aunque no pionero del subgénero de las novelas de rock nos introduce al ya legendario Rob, un treintañero adicto a la música pop que regenta una tienda de vinilos en Londres con dos ayudantes. Solo vende lo que él escucha y, además, en vinilo, así que a falta de clientela, este trío de melómanos compulsivos pasa el rato confeccionando listas de temas –y de lo que se tercie, desde películas a vestimenta– para cada ocasión (rupturas, funerales, citas…). Cuando su novia lo deja por otro, Rob escarba en su pasado emocional para demostrar que esta ruptura no es tan traumática como lo fueron otras, esas que reblandecieron su autoestima transformándolo, siempre al son de hits pop, en un hombre inmaduro, inseguro y melancólico. Hornby realiza una divertida disección de un treintañero con síndrome de Peter Pan con chupa de cuero, que no sabe si quedarse con los niños perdidos en el País de Nunca Jamás tarareando viejos hits de adolescencia o crecer y fugarse con Wendy al mundo real. Divertido, lúcido y conmovedor esbozo del sexo y la masculinidad, la memoria y la música desde el punto de vista masculino, y con banda sonora incluida. ¿Quién da más?

Alta Fidelidad (La conjura de la risa)

 

Y para terminar e ir haciendo bibliosalivar a potenciales lectores o relectores os dejo con el trailer de la película Alta fidelidad, dirigida por Stephen Frears en el 2000:

Viva el ‘humor inglés’ de Anagrama

Tenía que ser Jorge Herralde, cuerpo y alma de la editorial Anagrama, quien impulsara una gloriosamente inesperada promoción bibliófila más de las que se incluyen en el programa de celebraciones del 40 aniversario del sello.

La cosa va así: al comprar dos títulos de Anagrama el cliente se lleva de regalo un ejemplar de ‘El mejor humor inglés’, que recoge fragmentos de 11 novelas de las lenguas y los ingenios más afilados, hilarantes y certeros de las letras de la Gran Bretaña.

Sí, queridos, sin duda una iniciativa a la medida de Reginaexlibrislandia, donde como firmes defensores de las propiedades terapéuticas del humor hecho letras, recibimos la iniciativa herraldiana a lo grande: con un lingotazo extra de café.

Tan contenta estaba yo con este oasis promocional en medio de la aridez estival sembrada de reediciones de los mismos títulos de siempre con cubiertas renovadas y en formato bolsillo –así, entre nosotros os diré que como vea otra reedición más de La sangre de los inocentes creo que me voy a poner a gritar– cuando la Providencia Librera arrojó a mis confines a una mujer que, parapetada al otro lado de un bolso descomunal, me soltó a media voz:

 

– Clienta: Buenas, ¿puede ayudarme?- Regina: Sí, claro, ¡usted dirá!

– C.: Verá, el humor inglés me gusta, y quisiera leer libros de humor inglés.

 

A ver, queridos, una petición tan singular a bocajarro no es fácil de encajar con gracia, y a veces el estupor me bloquea la neurona y retarda mi capacidad de reacción bibliófila.

En esos momentos me quedo en ‘modo regina automática», programada para no dejar de sonreír y para parpadear cada dos segundos, mientras de epidermis para adentro me entrego a una frenética actividad cerebral…

… Y en esas estaba, cuando ella prosiguió:

 

– C.: Me refiero a algo de un tal Barnes, o de Gudhose… y de alguno más que no recuerdo.

¡Plim! Campanilla cerebral a lo juego de pim-ball que me desactivó el automatismo y me retrotrajo a la realidad bajo mi regio pelucón. Ella misma me dió la clave:

 

– Regina: ¿Julian Barnes?- C.: Sí, ese.

– R.: ¿Y Wodhouse, quizás?

– C.: Sí, sí, me equivoqué. Y también un tal Jornby.

– R.: Mmm, ¿Hornby? ¿me permite una indiscreción?

– C.: Sí, dígame.

– R.: ¿Tiene usted un ejemplar de El mejor humor inglés, de Anagrama, que recoge fragmentos de británicos dados al humor?

– C.: Uy, si, ¿cómo lo sabe? En realidad se lo vi a un compañero de trabajo, me lo prestó a la hora de la comida y me hizo tanta gracia lo que leí que decidí comprarme los libros de donde sacaron esos textos. Es que, verá, con tanto problema y tanta crísis esa será una buena terapia de choque, ¿no cree?

– R.: Sin duda. Pues, mire, le enseño los títulos para que los vea:

 

 

Wilt no se aclara, de Sharpe; Relatos de los inesperado, de Roald Dahl; Con lo puesto, de A. Bennet; El loro de Flaubert, de Julian Barnes; Mar gruesa, de Martin Amis; Primer amor, últimos ritos, de Ian McEwan; Guía del autoestopista galáctico, de Douglas Adams, y Alta fidelidad, de Nick Hornby.

 

 

Ella se llevó ¡Pues vaya!, de P.D. Woodehouse, Merienda de negros, de Evelyn Waugh y, como no, su ejemplar de regalo de El mejor humor inglés no sin antes decirme:

 

«Mira qué bien, así ya sé los que me puedo seguir comprando. ¡Gracias!»

En ese momento fue en el que decidí montar una mesita veraniega dedicada al ‘Humor Inglés» con los títulos seleccionados por Herralde (gracias de antemano, caballero), con el ejemplar de regalo en medio.

Y vosotros, regianexlibrislandianos de pro, ¿vísteis en alguna librería la promoción de Anagrama? ¿Conocíais el volumen ‘El mejor humor inglés’? ¿Qué títulos de autores británicos editados o no por Anagrama me sugeriríais para mi mesa temática?

«Tengo casi 40 años y quiero empezar a leer»

¿Qué diríais que tienen en común un buen librero y el Príncipe de la Cenicienta? Pues que si éste removió su corte para hallar el pie que se ajustara al zapatito de cristal nosotros tenemos que poner nuestra librería y nuestra mente paras arriba hasta dar con el libro que busca cada reginaexlibrislandiano que se adentra en nuestros confines.

Siempre hay un título adecuado a cada persona y su circunstancia, aunque a veces es difícil dar con él en cuestión de minutos.

Sin ir más lejos ayer un desconocido me noqueó poco antes de echar el cierre, aunque creo que reaccioné a tiempo. Llevaba gafas de sol negras, el pelo largo, un arete de plata, vaqueros negros y unos cascos que escupían acordes a bastantes decibelios según comprobé cuando se los quitó para dirigirse a mi:

– Cliente: Buenas tardes.- Regina: ¡Ah! ¡Hola!

– C.: Verás, quiero un libro.

– R.: Bien, creo que estás en el lugar adecuado.

– C.: Ya, pero es que, bueno, no leo demasiado.

– R.: OK, ¿qué es lo último que leíste?

– C.: Es lo que trato de decirte, que apenas leí nada en toda mi vida. De libros, quiero decir. Y tengo casi 40 años y quiero empezar a leer, por eso quiero que me des alguno que me guste, para que no lo deje. ¿Sabes cómo te digo?

– R.: Mmm, si, déjame pensar.

– C.: ¿Qué te gusta hacer?

– R.: La música, el fútbol, los bares, ya sabes

Paréntesis: Trabajando en las trincheras libreras he aprendido que, por ejemplo, si buscas un libro para un niño al que le cuesta leer lo esencial es que la historia tenga un personaje protagonista de su edad para que se identifique con él, y alguna afición común. Si eso no engancha a la criaturita -y pocas veces falla- poco más se puede hacer por el pequeño lector, salvo rezar… Total, que decidí emplear con este chico la misma estrategia, y me saqué del pelucón un libro fantástico al que llegué hace meses gracias a mi ‘armstrongfl, querido’.

– R.: ¿Te suena la película Alta Fidelidad, de allá por el 2000, con John Cusack? – C.: No, la verdad.

– R.: Bien, porque se basó en el libro que tengo en mente y no quería que conocieras la historia. Se llama igual, Alta Fidelidad, y es de un escritor inglés: Nick Hornby.

– C.: El título mola, ¿de qué va?

– R.: En él Rob, un adicto a la música pop de 36 años, regenta una tienda de vinilos en Londres junto a dos ayudantes. A falta de clientela, confeccionan listas de temas -y de lo que se tercie- para cada ocasión (rupturas, funerales…). Cuando su novia lo deja por otro, Rob escarba en su pasado emocional para demostrar que esta ruptura no es tan traumática como lo fueron otras, esas que reblandecieron su autoestima transformándolo, al son de hits pop, en un hombre inseguro y melancólico. Vamos que Nick Hornby realiza una divertida disección de un Peter Pan con chupa de cuero que no sabe si quedarse con los niños perdidos divirtiéndose al día en el País de Nunca Jamás o fugarse con Wendy al mundo real, donde todo es rutina, responsabilidades y facturas.

– C.: ¡Esa canción me suena, siiiiii! ¿ Y lo tienes?

– R.: Pues sí, aquí está. Y mira, si te gusta y tienes ocasión ve después la peli, porque está muy bien adaptada.

Y se fue con su Alta Fidelidad y yo me quedé con la esperanza de traer de nuevo a la vida un apetito lector en coma.

Y vosotros, queridos, ¿leísteis Alta Fidelidad? ¿Qué título le recomendaríais a alguien que, entrado en años, quiere aficionarse a la lectura?

Os dejo con el trailer de Alta Fidelidad: