Reflexiones de una librera Reflexiones de una librera

Reflexiones de una librera
actualizada y decidida a interactuar
con el prójimo a librazos,
ya sea entre anaqueles o travestida
en iRegina, su réplica digital

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«Una de Kafka y su muñeca inquieta»

Ante ciertos ardides de esta Providencia Librera que me guía, me atosiga y me motiva cada día en las trincheras bibliófilas no puedo por menos que

sonreír. Eso explica por qué eché una vez más el cierre con la sonrisa sujetándome las orejas y repitiendo en plan tántrico una frase del autor que ha protagonizado las últimas horas en reginaexlinrislandia: ni más ni menos que el grandísimo Franz Kafka. El checo fue quien escribió:

«Lo cotidiano en sí mismo es ya maravilloso. Yo no hago más que consignarlo»

Y yo, siguiendo su ejemplo, me abalanzo rauda sobre el teclado para contaros por qué Kafka se materializó hace unas horas por entre mis anaqueles. Estaba yo dale que dale al plumero cuando irrumpió en mis confines una mujer cargada de bolsas.

Tras interrumpir de forma abrupta lo que parecía una acalorada discusión vía móvil se dirigió a mi:

 

– Clienta: Oiga, ¡Oiga!

– Regina: Si, ¿puedo ayudarla?

– C.: Verá, busco una novela de Kafka sobre una muñeca inquieta.

– R.: ¿Cómo dice?

– C.: Lo que oye, una de Kafka que va de una muñeca inquieta, viajera o algo así.

– R.: Mmm, pero ¿de Kafka?

– C.: Ay, sí. De Kafka, el que tenía otra de una cucaracha.

– R.: ¿Cucaracha? Bueno, sí, La Metamorfósis. Pero es que, verá, no me suena que Kafka escribiera alguna novela sobre una muñeca.

– C.: Pues lo hizo, el libro existe y me lo encargaron.

 

Justo cuando un silencio incómodo solidificaba hasta el polvo del aire regino el teléfono de la mujer escupió el «Magnificent» de U2 a un volumen desorbitado. Mientras ella retomaba su discusión yo aproveché para entregarme a una febril actividad bibliófilo-detectivesca en pos de la muñeca kafkiana:

 

«¿muñeca inquieta? ¿kafka? ¿novela? ¿novela? ¿muñeca inquieta? ¿KAFKAAAAAAAAAA? Uy, ¿no seráaaaaa….?» Y justo cuando iba a hablar la buena mujer se me adelantó:

– C.: Bueno, ¿lo tiene o no?

– R.: Disculpe, ¿no se referirá a Kafka y la muñeca viajera, de Jordi Sierra i Fabra?

– C.: ¡Ese, ese! ¡No era inquieta, era viajera!

– R.: Verá, no es un libro de Kafka, es una novela juvenil basada en una anécdota real de Kafka.

– C.: Si, juvenil, si es para el cole de mi nena. ¿La tiene?

– Regina: Si, aquí está.

 

Metió el libro en una de sus bolsas, se aferró del nuevo al móvil y desapareció tras la puerta, dejándome a mi con el recuerdo de una de las anécdotas literarias más entrañables que jamás leí.

Os cuento. Imaginaros a Franz Kafka paseando por Berlín poco antes de su muerte. El checo enfila un famoso parque y de pronto se topa con una niña que llora desconsoladamente. Entonces él, tras enterarse de que la pequeña se llama Elsi, descubre que sus lágrimas obedecen a la pérdida de su muñeca. Desarmado, Kafka improvisa y le dice a la niña que su muñeca no se perdió, sino que se fue de viaje. Él lo sabe mejor que nadie puesto que, según improvisa, él es el ‘Cartero de Muñecas’ y al día siguiente a la misma hora le llevará una misiva de su muñeca a ese mismo rincón del recinto…

… Así lo hizo, y así continuó durante semanas, ficcionando cartas remitidas por la muñequita de Elsie, donde contaba a la niña sus aventuras viajeras.

 

 

Pues bien, ese es el punto de partida de Jordi Sierra i Fabra para su Kafka y la muñeca viajera que, editado por Siruela, obtuvo el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil de hace un par de años. Y lo cierto es que lo vale, palabra de regina.

Y vosotros, reginaexlibrislandianos de pro, ¿conocíais la existencia de Kafka y la muñeca viajera? ¿ Oísteis algo sobre esa anécdota real de Kafka? ¿Qué os parece el escritor checo?

Ciudades en Cuento para niños, y en novela para el resto

Como devota de los viajes literarios pocas cosas hay que me gusten tanto como adentrarme en ciudades letra a letra.

Por eso hoy, cuando a reginaexlibrislandia llegaron rumores del lanzamiento de ‘Ciudades de Cuento’, mis libreros y yo nos regocijamos al saber que hay quien intenta inocular ese mismo virus viajero-lector en los más pequeños. ¡Loada sea una y mil veces la Providencia Lobrera, queridos, Loada sea toda ella!

El mensaje embotellado que arribó a nuestras plácidas costas bibliófilas fue éste que os reproduzco:

El Grupo de Ciudades Patrimonio de la Humanidad de España ha editado un libro titulado ‘Ciudades de cuento’ en el que se pretende dar a conocer cada una de las ciudades a los niños mediante un cuento que relata la historia y riquezas de cada una de ellas.El libro se ha presentado en Alcalá de Henares, Madrid, donde se conmemora el décimo aniversario de la concesión del título de Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO, y se distribuirá entre unos 24.000 niños de las ciudades que conforman este exclusivo grupo en España.

Alcalá de Henares, Avila, Cáceres, Córdoba, Cuenca, Ibiza, Mérida, Salamanca, Santiago de Compostela, Segovia, Tarragona y Toledo son las 12 ciudades que han ofrecido una visión al público infantil sobre su patrimonio y su historia.

Con títulos tan sugerentes como ‘Mateo el Genovés’ (Cuenca), ‘Las tres espadas’ (Toledo) o ‘La ranita sabia’ (Salamanca), el Grupo de Ciudades Patrimonio ha querido ofrecer la posibilidad de que los niños conozcan las ciudades donde viven y también el resto de las del grupo de una forma fácil de asimilar.

Lo que es en mis baldas ya tienen su hueco asegurado, queridos. Porque no sé vosotros, pero servidora cree que hay veces en que una buena alternativa o complemento a una guía de viaje es una novela, especialmente si se trata de ciudades.

Sumergirse en Praga de la mano de Kafka, recorrer Estambul junto a Pamuk, dejarse enredar en el dédalo dublinés de James Joyce o maravillarse ante una Barcelona que, bajo el trazo de Eduardo Mendoza, se convierte en La ciudad de los prodigios es un lujo al alcance de todos.

Y no sólo ellos, también podemos seguir los surcos de tinta que forjan el San Petersburgo de Dostoievski, recorrernos Manhattan con Antonio Muñoz Molina o espiar cómo son y viven los venecianos mientras investigamos por qué ardió el mítico teatro de La Fenice.

Cada ciudad tiene su escritor o escritores, urbanitas natos o no, que no contentos con habitarlas y recorrerlas inventaron o recrearon historias y personajes que nos acompañan en paseos literarios que precederán al viaje real y que lo harán aún más placentero.

Así, a bote pronto, me vienen al pelucón unas cuantas obras:

ALEJANDRÍA: Lawrence Durrell, Cuarteto de Alejandría (Justine, Balthazar, Mountolive y Clea). Un viaje poliédrico y de ensueño a una Alejandría con la sombra de la I Guerra Mundial sobre sus arterias y durante el conflicto bélico, vista por sus personajes, cargados de altas y bajas pasiones, pero siempre con el alma hermanada a la mítica ciudad.

ESTAMBUL: O. Pamuk, ‘Estambul´.
El Nobel de Literatura y gran escritor turco oscila del plano histórico al autobiográfico para desvelar las sinuosidades de Estambul, a caballo entre Europa y Asia. Pamuk la ilustra, además, con semblanzas y fotografías de artistas y de escritores, de callejuelas y de hermosos edificios en ruinas. Un misterio a cada vuelta de esquina y de página.

BUENOS AIRES: E. Sábato, ‘sobre héroes y tumbas´
Un impresionante viaje literario por Buenos Aires en una novela donde Ernesto Sábato materializa toda su carga ideológica. Centrada en el personaje de Martín, un hombre en busca de sí mismo, y en su amor atormentado por la carismática Alejandra, el escritor argentino expone su particular visión sobre la soledad con la ciudad de fondo.

DUBLÍN: James Joyce, ‘Dublineses´
Los seres que habitan en este Dublín inolvidable retratado por el irlandés James Joyce forman parte de una realidad aparentemente insignificante. Sin embargo, tras la tristeza o la trivialidad, aguardan agazapadas cuestiones fundamentales que van desde la fatalidad o las penalidades del destino hasta la desidia o el amor más profundo.

GRANADA: W. irving, ‘Cuentos de la alhambra´
Prototipo de historiador romántico, cosmopolita y viajero infatigable, W. Irving encarna la personalidad inquieta y polifacética del hombre del siglo xix. Llegó a Granada en 1826 y de su fascinación por lo que encontró surgen estos cuentos, que recrean cuanto cautivó al norteamericano.

LISBOA: F. Pessoa, ‘Libro del desasosiego´
Obra inacabada e inacabable. Un universo entero en expansión cuya pluralidad literaria y vital es infinita y que se enmarca en la ciudad portuguesa. Bernardo Soares, contable en Lisboa y autor ficticio de este libro es, según Pessoa, «un semiheterónimo, porque, no siendo mía la personalidad, es, no diferente de la mía, sino una mutilación de ella».

PRAGA: F. Kafka, ‘El proceso´
La estremecedora historia de K., arrestado por un crimen que desconoce y procesado por jueces y leyes que nunca conocerá. Al igual que en el resto de su obra, Praga está presente, como el viejo callejón de los Alquimistas, en cuyo número 22 Kafka residió.

SAN PETESBURGO: F. Dostoieski, ‘Crimen y castigo´
Un estudiante justifica el crimen de una usurera de San Petersburgo con fines humanitarios. Pero será incapaz de soportar la culpa, y la ciudad da fe de su tormento.

BARCELONA: E. Mendoza,‘La ciudad de los prodigios´
El meteórico ascenso de un campesino que en 1887 llega a la gran ciudad que aún no lo es, Barcelona, y que se convertirá en uno de los más ricos con métodos turbios.

BeERLÍN: C. Isherwood,‘Historias de Berlín´
Mosaico del Berlín de los años treinta a través de personajes que burlan sus apuros y la decadencia que les rodea a golpe de excesos en antros y cabarés. Mientras tanto, la peste nazi cae sobre la ciudad como una masa gelatinosa que les engullirá a todos. De uno de sus relatos, Sally Bowles, salió el guión original de Cabaret.

NUEVA YORK: Muñoz Molina,‘Ventanas de Manhattan´
Fragmentos de Nueva York, que esconde tantas ventanas como exhibe: las de los decorados de Broadway, de los edificios al otro lado de Central Park, el Harlem y la magia del Village.

VENECIA: J. Berendt, ‘La ciudad de los ángeles caídos´
Impresionante descripción de Venecia, de sus suntuosos palacios y sus callejuelas, y de los venecianos. Pero detrás de esa preciosa fachada se esconde la tragedia y un misterio: el incendio de la Ópera de la Fenice.

Obviamente ni son todas las que están aquí, ni están todas las que son… Y aquí es donde entráis vosotros, reginaexlibrislandianos de pro: ¿qué lectura fue vuestra antesala a qué ciudad? ¿De la mano de qué escritor conocísteis y apreciásteis qué lugar?

A Venecia lo mejor es irse con la novela de John Berendt…

Llamadme enferma si queréis, queridos, pero la perspectiva de sellar reginaexlibrislandia estos cuatros días semanasanteros me lleva inquietando un par de semanitas.

No sé, imaginaros a Isabel II de Inglaterra despojada de su cetro regio, de esa gran corona cargada de joyas y de toda su pompa y arrojada a la fuerza a las calles de Londres. Creo que me sentiré como me la imagino a ella: una enorme cucaracha en un plato de arroz blanco.

Menos mal que siempre llevo a Kafka a mano, y cada vez que me enfrento a situaciones similares, es decir, a entornos libres de libros ergo hostiles, vuelvo de forma compulsiva a La Metamorfosis.

¿Quién mejor que Gregorio Samsa para recordarme que no deje de ser yo misma, con todas mis grandezas y miserias?

Así que en esas estaba yo poco antes de cerrar, reforzando mis cimientos en mi manoseada edición, cuando entró un cliente algo apurado.

– Cliente: Buenas noches, ¿me puede ayudar?- Regina: Si, claro, dígame cómo.

– C.: Verá, en dos días vuelo a Venecia con alguien especial y quería prepararme el viaje. Mi problema es que no soporto las guías al uso, nunca logro leérmelas. Tampoco quiero un tocho de la historia de la ciudad, porque voy contrareloj. En realidad no sé muy bien lo que quiero…

– R.: Ya veo. Pues si yo fuera usted me dejaría guiar por John Berendt y su La ciudad de los ángeles caídos.

– C.: ¿Es un historiador o algo así?

– R.: No, en realidad es periodista. Y su especialidad es reconstruir la esencia de ciudades que le cautivan a través de las personas que las habitan. Es de esos que piensan que las ciudades son como son por sus gentes, y viceversa. El caso es que siempre fue un enamorado de Venecia y en el 96, la noche que llegaba para tomarse unos meses sabáticos allí se dio de bruces con el último incendio de La Fenice, el mítico teatro veneciano. Así que se puso a desenmarañar el misterio del incendio en La ciudad de los ángeles caídos en un perfecto equilibrio entre investigación periodística y recreación literaria. Para mi la novela es un fresco cautivador de la enigmática ciudad protagonizado por sus excéntricos habitantes y engarzado sobre la tragedia del incendio.

– C.: Creo que me ha convencido usted, tiene buena pinta.

– R.: Eso sí, aunque Venecia es un cruce entre laberinto y casa de espejos y lo más probable y lo mejor es que se pierda, lo que puede hacer es llevarse también una mini-guía-plano de estos de bolsillo, y así va siguiendo las descripciones de Berendt sobre el plano. Es el complemento idóneo. En su día yo lo hice así, y fue toda una experiencia, se lo puedo asegurar.

– C.: Perfecto, pues me llevo los dos. Ya le contaré, muchas gracias.

Nada más irse el simpático caballero me puse a echar el cierre. Gregorio Samsa me estaba esperando, pero decidí dejarlo. De alguna forma el recuerdo de Berendt y de Venecia fue el revulsivo que necesitaba para enfrentarme al mundo más allá de los confines de reginaexlibrislandia.

Regina, cielo, me dije, plantéatelo como un safari librero. Vete a buscar tinta fresca…

Y me fui.

Y, vosotros, queridos. ¿Leísteis a Berendt? Aunque prepararé un post de sugerencias de novelones de viajes, ¿sois de los que leéis guías o novelas?

¿La lectura de qué novelas haría de Zapatero un mejor presidente?

No hay manera, queridos, el día que amanezco en plan mántrica con una idea en el pelucón no hay quien me saque de ahí.

Cuando eso ocurre, el resto del universo se diluye en sombras chinescas ante las que mis cinco sentidos ni se inmutan. Unos lo llaman personalidad obsesiva, pero a mi me gusta llamarlo focalización, ya que proyecto el haz de luz de mi inteligencia sobre un único punto. Si, algo así como una bandera japonesa mental.

El caso es que la reciente sobreexposición a debates electorales, bombardeos mediáticos y demás estímulos no-literarios marca 9-M sumada a mi permeabilidad espiritual congénita forjaron en mi la inesperada pero firme necesidad de tomar parte activa como librera vocacional en esta nuestra Democracia.

Decidido eso ya sólo me quedaba saber cómo demonios hacerlo. ¿Cómo?

Y en esas estuve mentalmente varada día y noche ayer y hoy hasta que, de pronto, la respuesta se materializó ante mi en boca de un cliente que vino en busca de Vida de Pi, de Yann Martel.

Sólo cuando el caballero se fue con el libro yo vi la luz:

¡Claro, Yann Martel! Regina, cielo, pareces boba… ¿cómo ibas tu a hacer algo por la Democracia? ¡A librazo limpio, por supuesto! ¿De qué otra forma si no?

Si, queridos, resulta que hace casi un año leí que Yann Martel decidió ‘ilustrar’ y ‘sensibilizar’ públicamente al conservador Stephen Harper, recién elegido primer ministro canadiense.

Su idea era enviarle durante un año y cada dos semanas un libro, con su correspondiente misiva a modo de prólogo. A día de hoy, la web ‘¿Qué lee Stephen Harper?’ en la que Martel da cuenta de sus envíos, sigue on line.

Así que esta reinona que en su día cayó rendida a los pies de la iniciativa letrada de Martel se ha pasado la tarde pensando qué lecturas podrían hacer de Zapatero un mejor presidente, qué libros le harían reflexionar, o de la mano de qué autores podría afrontar más lúcidamente los próximos cuatro años de legislatura.

Y si, divinos, hubiera hecho lo mismo de haber ganado ‘el otro’. La cosa es modelar espíritus a librazos, da igual de qué lado bailen los condenados.

Ahí van mis 24 sugerencias de lecturas para Zapatero, de aquí a marzo del 2009:

La Metamorfosis, de Kafka.

Los Miserables, de Victor Hugo.

Mi familia y otros animales, de Gerald Durrell.

La invasión de Sicilia por los osos, de Dino Buzzati.

El Quijote, de Cervantes.

Las uvas de la ira, de John Steinbeck.

Tao Te King, de Lao Tse.

Moby Dick, de H. Melville.

Calígula, de Albert Camus.

El emperador, de R. Kapuscinski.

Merienda de negros, de Evelyn Waugh.

El Principito, de Antoine de Saint Exupery.

Cartas a un joven poeta, de Rainer María Rilke.

La Regenta, de Clarín.

Sobre héroes y tumbas, de Ernesto Sábato.

El festín de Babette, de Isak Dinesen.

Ricardo III, de W. Shakespeare.

Crónica de una muerte anunciada, de García Márquez.

El hombre que sabía demasiado, de G.K. Chesterton.

El Aleph, de Borges.

Cándido, de Voltaire

Memorias del subsuelo, de F. Dostoievski

El beso de la mujer araña, de Manuel Puig

Carta de una desconocida, de S. Zweig

Y vosotros, queridos, ¿qué libros recomendaríais a Zapatero para hacer de él un mejor presidente? ¿Qué lecturas podrían orientarle en su mandato?

Ménage à trois con Woody Allen y Groucho Marx

Siempre tuve una ajetreadísima vida interior. Cuando la realidad me cercaba y no tenía un libro por el que escaparme solo tenía que activar la regina ex-libris automática, programada para parpadear cada dos segundos y emitir algún que otro ‘A-ha’, ‘M-hm’ de forma aleatoria y, ¡ta-chán! podía seguir a lo mío, como una reinona.

Pero ahora, queridos, eso se acabó. En la librería nada de desdoblarme. Allí soy yo en todo mi esplendor y con todas mis sombras. Y esta Regina hoy decidió que reginaexlibrislandia era no una sucesión de baldas a reventar de libros, sino un hotel con aspecto de corrala donde escritores y personajes pasaban largas temporadas.

 

Y ahí estaba yo, la gobernanta, observándoles y reflexionando, como no, sobre el mejor modo de asignar las habitaciones, cuando llegaron dos huéspedes de excepción: Groucho Marx y Woody Allen.

Primero se presentaron ellos y, después, registraron a sus acompañantes.

Con el señor Groucho llegaron Camas, Groucho y yo, Memorias de un amante sarnoso, Groucho&Chico, abogados y Las cartas de Groucho.

Apenas a dos pasitos por detrás de Allen aparecieron Pura Anarquía, No te bebas el agua, Cuentos sin plumas, Adulterios, La bombilla que flota, Delitos y Faltas, Manhattan, Hannah y sus hermanas, Cómo acabar de una vez por todas con la cultura, Balas sobre Broadway, Annie Hall, Interiores, Maridos y mujeres, Misterioso asesinato en Manhattan, No te bebas el agua, Perfiles, Recuerdos, Sueños de un seductor, Todo lo que usted quiso siempre saber acerca del sexo y Zelig.

Una vez despachado el papeleo llegó la hora de asignarles estancias. Allí estaban ellos, dos hombrecillos minúsculos de talentos titánicos acodados en mi mesa y observándolo todo con ansia voraz y nerviosa.

Regina, tesoro, me dije, ¿dónde les pongo, en cine o en narrativa?

Debieron leerme la mente, porque se abrió la veda y me entregué sin reparos a un ménage à trois cinéfilo-literario con Woody Allen y Groucho Marx. ¿Son del celuloide o de literatura? ¿Guiones a cine? ¿Relatos a narrativa? ¿Reflexiones a filosofía?

He de reconocer que yo era la más moderada en las opciones que planteaba.

– «¿Y en Cocina, señorita? Hacemos tragable lo intragable, como una buena salsa», sentenció Groucho bajo su bigote de pega.

– «A mi no me importaría ir a Manualidades-Papiroflexia… Siempre tuve tendencias origámicas», dijo Allen a media voz.

La súbita irrupción de Kafka en batín y ligeramente alterado aceleró la decisión.

De momento, Groucho y Allen se han quedado en narrativa. Pero, ¿dónde los buscaríais vosotros?

En cuanto a Kafka, necesitaba un ungüento para su compañero de cuarto, Gregorio Samsa, que según parece no se hace con la distribución de los muebles y se está escorando la espalda a golpes con la esquina de la mesa, el pobre.

Si me perdonais, voy a Narrativa-europeos a darles su cataplasma.

El síndrome de Tippi Hedren

No han pasado las primeras 24 horas de este prometedor 2008 y a mi ya me humea el pelucón. Y es que con los nervios no atino a encajarme esta bendita corona de Regina Ex-Libris que tan alegremente acepté.

Si, queridos, me tiembla el cetro regio y me pesa la responsabilidad. A cuatro días-vista de la noche de Reyes me acuesto como Regina y en mis pesadillas me veo como aquella Tippi Hedren en Los Pájaros de Hitchcock, cercada por bandadas de clientes apremiados en su búsqueda contra reloj del libro-regalo perfecto para hijos, sobrinos, nueras, novios, padres, nietas… Estoy paralizada por el pánico, pero lo que me aterra no es la gente que venga a consultarme, nooooo, es mi miedo a fracasar.

Así que he decidido entrenarme, de modo que mi resaca post-2007 y yo llevamos horas entregadas a la introspección librera o, lo que es lo mismo, atribuyendo a las sombras chinescas de la pared posibles retos a los que habré de hacer frente en unas horas. Entrenándome, vaya.

Y en plena sesión me ha venido la imagen de un matrimonio que acudió en mi auxilio la semana pasada:

– Buenas tardes, ¿puedes ayudarnos?- Si, claro, díganme

– Verás, nuestro hijo tiene 15 años y buscamos un libro para él, pero andamos perdidos

– Pues aquí está lo que tenemos de literatura juvenil. ¿Saben qué es lo último que ha leído, o alguna película que le haya gustado?

– Uy, pues no.

Y empiezan a hablar entre ellos:

– Paco, ¿a ti te suena algo que haya leído Tomás?- Pues no, la verdad. Y de películas… no sé, ve muchas pero tampoco cuenta nada.

Vuelven a dirigirse a mi:

– No lo tenemos muy claro, pero es que está muy raro últimamente, muy callado..

.

Aquí es donde me siento clavada en una encrucijada. ¿Les recomiendo uno de los tres libros que más me piden los adolescentes, o me lanzo y les sugiero títulos de pesos pesados de las letras que nos han acompañado a muchos mientras tratábamos de modelar los alambres de nuestra personalidad?

Si me inclino por la primera opción les hablaría de libros recientes y del género fantástico: La emperatriz de los etéreos, de Laura Gallego; la segunda parte de la trilogía de El reino de la oscuridad, de Santiago García-Clairac; y Eclipse, la tercera entrega de la saga vampírica de Stephenie Meyer, a la que preceden Crepúsculo y Luna Nueva.

Insisto: se trata de tres títulos por los que vienen preguntando chicos y chicas día tras día, y a los que las cifras de ventas también respaldan. Pero matizo que las voces que oía en mi cabeza eran las suyas, los lectores, no los ecos de la caja registradora. Bueno, eso y que me leí los tres y son absolutamente recomendables.

Si cambio el tercio y desoigo ese coro de voces para quedarme solo con la frase de la madre:

‘pero es que está muy raro últimamente, muy callado…’

entonces esa cadena de palabras se materializa en un billete de ida a un pasado emocional en el que me sentía como una escaladora novata que, atrapada en una pared vertical, va descubriendo en la roca cinco salientes, cinco puntos de apoyo que la guiarán en la ascensión:

Demian, de Herman Hesse; Retrato del artista adolescente, de James Joyce; Cartas a un joven Poeta, de Rainer María Rilke; El guardián entre el centeno, de J.D. Salinger; y La metamorfosis, de Kafka.

Al final les recomendé uno de cada, así que se llevaron Demian y el primero de la trilogía de S. Meyer, Crepúsculo.

Pero, ¿por qué opción os hubierais decantado vosotros?

Aquí os dejo el trailer de The Birds, para que me acompañéis en mis pesadillas…: