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Doce juegos de terror para jugar con la luz apagada en Halloween

La pasada semana una amiga me pedía sugerencias de juegos de terror para llevar a cabo con niños en Halloween. He estado pensando un poquito y os comparto las actividades que se me han ocurrido, que he hecho en alguna fiesta en casa o que podría hacer perfectamente.

Y os animo a dejar vuestras sugerencias y experiencias en los comentarios. Todo sea por pasar una noche dulcemente aterradora con familia y amigos.

Allá vamos:

1. Juegos tradicionales tenebrosos

Música de miedo, a gusto del consumidor, y a jugar al escondite inglés o al juego de las sillas musicales en la oscuridad absoluta, tapando los ojos a los participantes si es preciso. Es importante liberar de posibles obstáculos la zona y es recomendable la supervisión de los adultos para evitar accidentes. Si de verdad los niños no ven nada de nada, las risas están aseguradas.

También es divertido ponerle la cola al monstruo. Y quien dice cola, dice joroba, alas de murciélago o vacuna curazombies.

(GTRES)

2. La búsqueda del tesoro entre tinieblas

Las búsquedas de tesoros son siempre un triunfo con los niños. Da igual que sean miniaturas de pokemons si es en una fiesta de cumpleaños con esa temática o snitchs doradas (pelotas de pimpón envueltas en papel brillante) si lo que tenemos en casa son pequeños fans de Harry Potter. Lo tengo más que comprobado.

Aquí lo ideal es esconder lo que mejor nos cuadre: pequeñas arañas, muñequitos de zombis o golosinas (mejor sin azúcar, que no quiero que mi compañera Boticaria García venga a regañarme).


Que lo que se esconda sea pequeño y que haya bastante para que todos encuentren algo a base de palpar en la oscuridad es lo importante.

Tenemos la opción cooperativa para evitar conflictos: todos los niños buscan y ponen en común lo que encuentren y luego se reparte por igual entre todos.

3. Leer a oscuras cuentos de miedo

Bajo una gran manta o sábana, de forma opcional, con la linterna a ratos bajo la barbilla y a ratos apuntando al cuento para que todos lo vean. Las historias de fantasmas, brujas y monstruos a oscuras siempre son agradablemente terroríficas.

Es importante elegir bien los cuentos o relatos. Con los niños más pequeños hay cuentos estupendos como Fuera de aquí horrible monstruo verde o ¿Estás ahí, monstruo? que suelo recomendar. En el primero vemos aparecer rasgo a rasgo a un monstruo que el niño hará desaparecer a grito pelado pasando páginas hasta llegar al final: “¡Y no vuelvas más hasta que lo diga yo!”. Es decir, lo que hace es animar a los pequeños a empoderarse, a aprender a decir no, a enfrentarse y a alejar aquello que no les gusta. El segundo permite perder el miedo a lo desconocido, a lo que apenas se ve; tiene en cada página unas solapas que no se abren, metes la mano (si te atreves) para tocar las babas del monstruo, sus garras, su pelaje… que en realidad acaban siendo pintura de papá, un búho, conejitos… Ambos tienen el mismo objetivo: que los niños pierdan el miedo a los monstruos, a la oscuridad en casa.

Para lo más mayores se puede ir subiendo la oscuridad de los relatos según su nivel de tolerancia a la sugestión. Desde los cuentos anteriores hasta presentarles a Chtulu y a Lovecraft, hay todo un mundo. Clásicos como Becker o Poe, tal vez resumidos, nunca fallan. También vale contarles haciendo teatro las películas o libros de terror que más miedo nos hayan dado. Ningún chaval se va a quejar porque les hagamos un spoiler de viejos éxitos como La semilla del diablo, Cujo o La profecía, si son historias en las que salen niños como ellos, más miedo les dará. Mucho ojo y mejor pecar de prudentes rebajando las historias, que no queremos andar con ojeras de las de verdad pasado Halloween por tener a los niños presas de pesadillas nocturnas.

4. Inventar historias

Además de narrar historias ajenas, podemos inventar las nuestras. Con la colaboración de algún voluntario para asustar en el momento que digamos. Al igual que en el caso anterior, adaptando la oscuridad a la capacidad que el grupo de niños tenga de asimilarla.

Y también es buena idea animarles a inventar las suyas. Con concurso incluso para la mas aterradora. Para evitar que se queden en blanco, el juego de Story Cubes puede ser una gran ayuda. Hay una caja con cubos especialmente pensados para historias de miedo, pero cualquiera puede valer. Se lanzan los cubos, se descartan dos y con los elementos que aparecen en el resto hay que improvisar una narración pavorosa.

5. Disfraces a ciegas

No a todos los niños les gusta disfrazarse, pero sí a la mayoría. En fiestas como Halloween esa mayoría es aún mayor. Un juego divertido puede ser apagar las luces, colocar ‘el cofre de los disfraces tenebrosos’ con distintos accesorios, que igual pueden ser comprados que fabricados, y darles un tiempo limitado para que se disfracen a oscuras.

Está también la opción de que se quiten los disfraces que traen, o parte de ellos, los pongan en un montón en común, y jueguen a volver a disfrazarse disparatadamente a oscuras.

6. Los zombies cegatos

Otra modalidad. Pintarse de monstruosamente también a oscuras. No hay mejores zombies, ojeras más terribles y pústulas y cicatrices mejor colocadas, que aquellas que se han pintado sin ver. Pinturas fiables, aptas para uso infantil, eso por supuesto. Se puede hacer por parejas y añadir un photocall para dejar constancia del resultado después.

7. Concurso de risas fantasmagóricas

A oscuras, tal vez tenuemente iluminados por alguna calabaza de sonrisa torcida, el objetivo de la prueba es soltar la risa más fantasmagórica posible. Los adultos pueden ejercer de  jurado. Una variante del juego consiste en que, en lugar depurado, tengan que adivinar qué niño ha emitido cada risa.

Por favor, no dejéis de grabarlas. Es muy divertido oírlas después.

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Podría ser también un concurso de gritos escalofriantes, pero en ese caso lo mismo es mejor avisar previamente a los vecinos.

8. El superviviente de las adivinanzas

Hay que preparar un juego de preguntas o de adivinanzas, de temática relacionada con Halloween preferiblemente. Vamos preguntando y los niños que vayan perdiendo tienen que abandonar la habitación a oscuras, tal vez esperando en otra habitación también a oscuras, hasta que solo quede uno. Se puede jugar por equipos.

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9. Escuela de hechizos

Es fácil encontrar unas varas de plástico llenas de sustancias de diferentes colores que, al quebrarlas, producen una reacción química que se traduce en luminiscencia. También tengo comprobado que no hay niño que se resista a ellas.

De hecho, esas varitas bien pueden ser el objeto que se busque en la caza del tesoro o que se obtenga como recompensa al superar alguna prueba.

El hechizo que deben memorizas y practicar en la oscuridad puede ser para despertar al monstruo: vampiro, zombie, bruja… lo que sea que decida el adulto que se preste a incorporarse de la manera más terrorífica posible.

10. Cata a ciegas

Internet está repleto de sugerencias para crear meriendas infantiles para Halloween: dedos de zombis hechos con salchichas, arañas de tomate cherry, sesos de batata o calabaza asada… ¿Y si los niños se enfrentan a todos esos platos a oscuras? ¿Serán los suficientemente valientes para probar sin ver? ¿Y los suficientemente sagaces para adivinar lo que están devorando?

Boticaria García, esta foto de frutas monstruosas va por ti. (GTRES)

11. Nuestro propio pasaje del terror

A los niños les encantará organizarse para asustar a los adultos que se atrevan a recorrer el pasaje que ellos han preparado. Obviamente, también puede ser al revés: los adultos preparamos un pequeño pasaje del terror que los niños tendrán que recorrer entre tinieblas.

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12. Apagar las luces, encender las linternas y buscar al monstruo

Pequeños detectives de monstruos es un juego de rol ideal para iniciar a los niños y estupendo para desarrollar una partida en vivo rápida y sencilla por la casa. Los niños son investigadores que reúnen pistas para atrapar al monstruo (del tipo simpático que roba objetos brillantes o similar), los adultos pueden interpretar distintos papeles: el monstruo o seres que ayudan o despistan a los investigadores. A oscuras y con linternas es una actividad que les encanta.

Con un poco de imaginación ni siquiera es preciso el juego de rol para hacer un teatrito detectivesco rápido, en el que atrapar monstruos, peligrosos asesinos de calcetines o lo que se tercie.

Y a pasarlo terroríficamente fenomenal.

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¿Disfrazarse de zombi en Halloween o de santo en Holywin?

Ojiplática me he quedado esta mañana cuando he sabido esta misma mañana de la existencia del Holywin (los santos vencen), que por lo visto llevan intentando impulsar varios años unos cuantos que no están conformes con la importación de la festividad pagana de los disfraces, los dulces y las calabazas y la desacralización del día de todos los santos.

Como es complicado luchar contra el gusto por disfrazarse y festejar, proponen que los niños se disfracen de santos, apóstoles, vírgenes….

Juro que no hay nada más lejos de mi intención que faltar al respeto a los creyentes. Mucho menos a los niños. Pero… ¿de verdad era necesario?

Vamos, que tradición de disfrazar a los niños de santos no hay ninguna. Y posibilidades de frenar el empuje de Halloween veo pocas, teniendo en cuenta que ha pasado de ser eso raro que veíamos en series estadounidenses y no acabábamos de comprender bien en qué consistía a una fiesta ineludible en el colegio de nuestros hijos a velocidad de vértigo.

Y tampoco veo que pase nada por celebrar una fiesta en la que los niños lo pasan bien disfrazándose y comiendo algún dulce de más. No veo en absoluto incompatible ser católico (o budista, judío o musulmán) y que tus hijos lo pasen bien un día al año disfrazándose de bruja, calabaza o entrenador pokemon.

Hacer y dejar hacer debería ser más sencillo, en esto y en otras cosas.

Hay abundante información al respecto de esta iniciativa, secundada por la diócesis de Ceuta y Cádiz, en webs como el blog del padre Eduardo Sanz de Miguel, que recoge numerosas fotos, Infocatólica.com, que reconoce abiertamente que es un contra-halloween para que los niños católicos puedan “celebrar la fiesta con todo su sentido”, o Religiónenlibertad.com, que exclama ¡celebremos a los santos, no a los espantos!.

En ese último enlace se dan consejos para amenizar la fiesta de Holywin, si estáis interesados en explorar esta versión alternativa, como hacer dulces con estampitas, que los niños hablen sobre el santo del que están disfrazados, los dibujen, recorten aureolas y se asista juntos a la misa de Todos los Santos del 1 de noviembre.

Teniendo en cuenta el truculento fin de muchos santos, optar por disfrazarse de Santa Agueda, con los pechos sanguinolentos en una bandeja ofrecidos a Dios, o San Lorenzo, carbonizado por completo, va a ser mucho más tétrico que cualquier disfraz de Halloween. ¿Tal vez un dos por uno?

Venga. Vale. Que en Holywin animan a elaborar disfraces alegres y festivos y no con sangre, coronas de espinas y martirios. Disfraces como estos: