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Usar mascarillas disminuye la confianza hacia los demás

Muchos investigadores siguen aportando nuevos datos sobre las huellas no tan visibles de la pandemia, concretamente de cómo va afectando el uso de las mascarillas en la comunicación interpersonal.

El simple hecho de no poder ver la boca  de los demás (particularmente útil para identificar expresiones emocionales) nos está pasando factura.

Fotografía CCO

Los estudios previos que han examinado el impacto de las mascarillas faciales en la comunicación han informado una atenuación de la voz inducida por el hecho de llevar mascarilla y han mostrado un beneficio significativo del uso las mascarillas transparentes, sobre todo, en personas con discapacidad auditiva.

Ahora, un reciente estudio de la Universidad de Trento (Italia), liderado por Elena Giovanelli, ha constatado estas interferencias en condiciones fuera de laboratorio, extrapolando a condiciones más comunes de la vida cotidiana (como las videollamadas).

Además ha determinado que ocultar a los hablantes detrás de una pantalla negra u ocultar sus labios a través de una mascarilla facial condujo a un rendimiento más bajo y puntajes de confianza de escucha más bajos, así como un mayor esfuerzo y concentración para una adecuada escucha.

Sobre el impacto de las mascarillas en la confianza para ‘leer’ emociones también han encontrado puntuaciones más bajas de confianza y precisión en el reconocimiento de expresiones emocionales mostradas por rostros que usan mascarillas quirúrgicas.

Todos estos resultados apoyan la idea de que ocultar la parte inferior de un rostro socava la eficacia de una conversación, no solo desde el punto de vista lingüístico sino también desde el aspecto no verbal.

¿Alguna vez una mirada te ha dejado sin habla?

Si la respuesta es afirmativa no te preocupes, la ciencia nos demuestra que esto es muy normal. Un estudio realizado por los psicólogos Shogo Kajimura y Michio Naumura (Departamento de psicología cognitiva de Universidad de Kyoto, Japón), y publicado recientemente en la revista Cognition, concluye que mantener contacto visual interfiere en la realización de otras actividades como mantener una conversación. La rapidez y correcta elección de las palabras parece verse mermada cuando miramos o nos miran a los ojos. El experimento deja entrever que existe la posibilidad de que ambas acciones compartan recursos cognitivos.

Pero ¿Por qué al iniciar una conversación lo correcto es mirar a los ojos al interlocutor? Es la única forma que tenemos de conectar con alguien desconocido, los ojos de una persona nos indican hacia dónde dirige la atención. El contacto visual es una de las herramientas más potentes de la comunicación no verbal, y un elemento clave de la escucha activa. Funciona como un interruptor: enciende y apaga nuestra conexión con los demás, y nos hace parecer accesibles, atentos, seguros y confiables.

Aunque parezca contradictorio el sentido de la vista resulta fundamental a la hora de escuchar realmente a los demás. La ausencia de contacto visual nos hace invisibles y transmite que no deseamos comunicarnos, muestra indiferencia, inseguridad, falta de interés o vergüenza. El contacto visual es un comportamiento regulador de la comunicación y, frecuentemente, se convierte en comunicación por sí mismo. La mirada puede ser ‘el mensaje’ y prescindir de palabras para transmitir una idea o un sentimiento, hay miradas de seducción, cómplices, pícaras, de pena, miradas que amenazan, que preguntan o responden, que nos dicen todo sin articular palabra.

¿Cuánto hay de cultural y cuánto de fisiológico? Existe un componente cultural importante, está claro que en la mayoría de culturas las personas se sienten más cómodas si la mirada es recíproca y relativamente constante durante una conversación, pero en algunas culturas el contacto visual directo se considera irrespetuoso.

Y también una raíz significativamente biológica. La zona de los ojos, en concreto, es especialmente expresiva, porque está rodeada de pequeños músculos muy sensibles que reaccionan ante cualquier reacción de nuestro sistema límbico, la parte del cerebro más relacionada con los sentimientos. Además, encontramos su importancia también en el mundo animal. Cuando nos mira un extraño durante mucho tiempo podemos percibir amenaza y experimentar ansiedad o miedo. Esta reacción es muy frecuente en los animales, que se sienten amenazados si un humano los observa fijamente a los ojos.