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Media docena de objetos que tocamos a diario con más bacterias que un inodoro

Media docena de objetos que tocamos a diario con más bacterias que un inodoro

Solemos tener asociado el concepto de inodoro con el de bacterias, suciedad y posibilidad de contraer alguna infección (evidentemente, cuando éste está en un establecimiento público) y por tal motivo tomamos todas las precauciones posibles para que ninguna parte de nuestro cuerpo toque o roce en él.

Pero no solemos ser conscientes que son muchas las ocasiones en que esos servicios en establecimientos públicos suelen ser limpiados y desinfectados a conciencia varias veces a lo largo del día pudiendo ser incluso mucho más higiénico que algunos de los objetos que a diario tocamos y que, verdaderamente, sí tienen una gran cantidad de bacterias que podrían ser altamente perjudiciales para nuestra salud.

Media docena de objetos que tocamos a diario con más bacterias que un inodoroPosiblemente, una de las cosas que más riesgo nos podría ocasionar es el dinero. Las monedas y billetes que a diario manejamos, con las que pagamos y nos devuelven el cambio han pasado (en la inmensa mayoría de casos) por miles de manos diferentes antes de llegar a nosotros. Manos que pueden estar sucias por infinidad de motivos e incluso haber pasado –antes de llegar a nosotros- por las manos de alguna persona enferma (incluso aquejada de cualquier patología infecciosa). De ahí que no sea nada aconsejable el ir toqueteando el dinero que llevamos en los bolsillos y debemos procurar lavarnos las manos después de haberlo tocado. Afortunadamente, hoy en día son muchos los comercios que tienen a una persona manejando el dinero diferente a la que sirve la comida o alimentos, aunque todavía hay lugares donde lo realiza el mismo trabajador.

Media docena de objetos que tocamos a diario con más bacterias que un inodoroPero no solo el dinero en metálico es un foco de bacterias, también lo son los cajeros automáticos a los que acudimos a sacarlo. Estos aparatos dispensan billetes día y noche, muchos suelen estar a la intemperie y al alcance de cualquier tipo de persona que toca el teclado o la pantalla para introducir la clave y la operación que desea realizar, convirtiéndose en un peligroso cultivo bacteriológico.

Media docena de objetos que tocamos a diario con más bacterias que un inodoroOtro elemento de uso cotidiano y en el que podemos encontrarnos con un gran número de bacterias son los carritos del supermercado. Son tocados y llevados por infinidad de personas, pero no solo la barra con la que se empuja está llena de esos indeseables microorganismos, sino la cesta donde depositamos los alimentos que después vamos a ingerir. Muchos son los progenitores que acuden a realizar la compra con sus hijos y lo más cómodo para ellos es colocar al pequeño dentro de la cesta, sin tener presente que los zapatos de éstos están sucios (pudiendo haber pisado cualquier desperdicio) y cuyas suelas tocan la parte donde después irá depositada la compra. También cabe destacar que en algunas ocasiones queda abandonado algún tipo de resto alimentario en el carro (por ejemplo una hoja de lechuga) y que puede acabar descomponiéndose allí durante varios días sin ser retirado ni limpiado, sobre todo en las grandes superficies en los que hay cientos de carros dispersados por un área muy grande y no son limpiados a diario.

Pero no todos los peligros bacteriológicos están fuera de nuestro hogar. En nuestra propia casa hay tres que se podrían llevar la palma:

Media docena de objetos que tocamos a diario con más bacterias que un inodoroEl mando a distancia. Un objeto que es utilizado a diario por todos los miembros de la familia (o personas que convivan en la misma casa), sin mirar si uno tiene las manos limpias, lo usa mientras está comiendo e incluso estando enfermo (que es uno de los momento en los que más tiempo se mira más la tele desde la cama o el sofá). Tampoco nos preocupamos demasiado si se nos cae al suelo o nuestra mascota lo lame… no solemos limpiarlo al momento, sino que le damos con el paño de tanto en tanto, cuando toca quitar el polvo. También debemos tener en cuenta los mandos a distancia que utilizamos cuando nos alojamos en un hotel, los cuales no siempre están limpios y desinfectados como otros objetos de la habitación (sobre todo aquellos mandos que están depositados en la recepción y que no son limpiados a diario en el momento que lo hace el servicio de habitaciones).

Media docena de objetos que tocamos a diario con más bacterias que un inodoroLa tabla de cortar los alimentos que tenemos en la cocina es otro importantísimo foco de bacterias si no tomamos las adecuadas precauciones. Muchas son las personas que tras usarlo solo le pasan un paño húmedo o bajo el chorro del grifo, pero que no lo limpian en profundidad y a conciencia. En ocasiones quedan pequeñísimos rastros de alimentos que acaban descomponiéndose. Esto es posible porque se quedan dentro de pequeños cortes que se ha hecho en la superficie de la tabla con el uso continuado. Es recomendable que, tras cada uso de la tabla, se deje sumergido en remojo con unas gotas de detergente –a poder ser bacteriológico e incluso lejía- y después frotar o rascar la superficie. Aclarar y secar bien antes de guardar (para que no aparezca moho).

Media docena de objetos que tocamos a diario con más bacterias que un inodoroPor último, en esta lista con media docena de objetos con bacterias, nos encontramos con el teclado del ordenador. Al igual que ocurre con el anteriormente mencionado mando a distancia, el teclado del ordenador es un foco de microorganismos y que utilizamos a menudo sin tener presente si nos hemos lavado las manos correctamente e incluso habiendo comido algo mientras lo usamos, dejando algunos restos. Evidentemente el riesgo del teclado de nuestra casa es ínfimamente pequeño al lado de los que se encuentran en lugares públicos, como puede ser en un cibercafé, locutorio o el hall de un hotel donde son usados por docenas de personas diferentes.

 

 

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La insalubre costumbre de beber agua de un vaso que lleva varios días en la mesita de noche

La insalubre costumbre de beber agua de un vaso que lleva varios días en la mesita de noche

Posiblemente, la mayoría de vosotros tiene la costumbre de tener un vaso de agua en la mesita del dormitorio del que bebe durante la noche cuando le entra sed. Este es uno de los actos que más personas repiten cada noche, pero muy pocas de ellas son las que cambian el recipiente o su contenido a diario.

Suele dejarse el mismo vaso durante varias noches seguidas y muchas son las ocasiones en las que el agua es la misma o se va rellenando una vez tras otra echándole agua que se mezcla con la que ya contenía.

En esta repetida e insalubre costumbre es donde se encuentra el verdadero motivo de algunos casos en los que hayamos podido enfermar levemente, tenido ocasionalmente fiebre o haber padecido alguna gripe intestinal.

El hecho de utilizar el mismo vaso un día tras otro y además aprovechar el mismo líquido hace que ese recipiente se convierta en un perfecto lugar donde crearse un cultivo de bacterias y microorganismos que posteriormente ingerimos a la hora de beber.

Además debemos tener en cuenta que ese vaso suele estar descubierto (muy pocas personas colocan un platito o algo que haga de tapa), por lo que todo lo que está pululando por el ambiente de la alcoba puede ir a caer ahí dentro (sin mencionar las veces que tosemos, estornudamos o lo hace la persona con la que compartimos cama). Todo eso sin tener en cuenta que muchas son las parejas que beben de un mismo vaso (motivo por el que el riesgo es doble) e infinidad de factores (algunos de higiene bucodental) que pueden hacer que continuamente las bacterias vayan a parar al vaso, entren en contacto con el agua y acaben convirtiéndose (como ya he comentado en el párrafo anterior), en un cultivo de bacterias de donde podría surgir alguna infección -tras ingerirlo- que acabaría provocándonos una enfermedad.

Es aconsejable que se utilice el mismo vaso como máximo cinco días seguidos (mejor si se cambia a diario), pero siempre tirando el líquido de la noche anterior y rellenando de nueva agua cada jornada.

 

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Fuentes de consulta: prevention / cienciaxplora / foxnews
Fuente de la imagen: Alfred López (@yelqtls)

El día que Louis Pasteur convenció a los médicos para que se lavaran las manos

El día que Louis Pasteur consiguió que los médicos se lavaran las manos

Desde la antigüedad una gran cantidad de científicos e investigadores estaban convencidos de que la mayoría de las enfermedades, así como muchos de los organismos (como moscas, mosquitos, plantas…) surgían espontáneamente a partir de la materia orgánica (conocido como teoría de la generación espontánea).

El 7 de abril de 1864 Louis Pasteur se presentó ante los académicos de la Universidad de la Sorbona de París y les ofreció una conferencia en la que pudo exponer, argumentar y demostrar, lo muy equivocados que habían estado hasta aquel momento en cuanto al conocimiento de cómo se originaban los microbios y microorganismos.

Utilizó novedosas técnicas para realizar la exposición que dejaron boquiabiertos a la inmensa mayoría de los presentes y les convenció de cómo estaban rodeados de todo tipo de bacterias, instándolos a ser lo más higiénicos posible en sus operaciones y tratamientos con los pacientes con el fin de conseguir quirófanos y consultorios lo más asépticos posibles.

Buena parte de los estudios y pruebas presentadas por Pasteur se basaban en el trabajo realizado durante varias décadas por el médico húngaro Ignác Semmelweis, uno de los primeros en demostrar la necesidad de lavarse las manos y mantener limpios los lugares en los que se realizaban intervenciones quirúrgicas y/o se asistían los partos. A pesar de sus advertencias sus consejos fueron desoídos por la mayoría de sus colegas.

A partir de aquella fecha, gracias al aporte de Pasteur y a las posteriores investigaciones de muchos otros científicos (entre ellos Joseph Lister inventor del antiséptico para desinfectar los quirófanos y que sirvió como base del enjuague bucal) las recomendaciones de Semmelweis se llevaron a cabo por los médicos, quienes tomaron conciencia y empezaron a lavarse las manos antes de cada intervención.

 

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¿Por qué hay animales que no enferman por comer carroña y los humanos sí?

¿Por qué hay animales que no enferman por comer carroña y los humanos sí?A través de la página en Facebook de este blog, Almudena Blasco me pregunta sobre el porqué hay animales que comen carroña (carne en mal estado/putrefacta) y no les pasa nada y sin embargo los seres humanos enfermaríamos.

El ser humano no está dotado de un aparato digestivo preparado para ingerir alimentos que contengan cierta cantidad de bacterias y/o microorganismos patógenos (como carne en mal estado, putrefacta y diversos alimentos caducados y/o estropeados), enfermando y contrayendo diversas infecciones por salmonella, E. Coli o listeria (entre otras).

Pero sorprendentemente en el reino animal hay una serie de  ellos que sí están preparados genética y orgánicamente para alimentarse de la carroña que hay en la naturaleza sin que les ocurra absolutamente nada.

Animales como los buitres o las hienas están dotados por unos poderosísimos jugos gástricos que podríamos calificarlos como de ‘ácido puro’,  por lo que, tal y como digieren la carne putrefacta, las bacterias y virus que contiene quedan destruidos al instante.

La propia evolución ha propiciado que, por el hecho de incluir en nuestra dieta alimentos cocinados, los jugos gástricos de los humanos se hayan convertido con el paso del tiempo en mucho menos corrosivos que el de la mayoría de animales (nuestros ancestros comieron carne cruda e incluso carroña sin que nada les pasase porque, por aquel entonces, estaban preparados para ello ); pero el que sea menos corrosivo que antes no quiere decir que el ácido que contiene no sea capaz de digerir potentemente algunos elementos (entre ellos metales, vidrio o plástico, además de los propios alimentos).

 

 

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Fuente de la imagen: horrorhappyhour