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Entradas etiquetadas como ‘vida’

Un mes sin saber nada de mi madre anciana ni siquiera por teléfono: ¿su vida pertenece a la residencia?

Por Ana Bravo

Todos somos conscientes de que el momento que estamos viviendo es el más difícil de las últimas décadas y que vamos campeando el temporal como podemos porque nadie nos ha preparado para esto.

Salimos a la ventana cada tarde para aplaudir la labor de todo el personal que tanto y tanto nos están dando, pero hoy y desde aquí quiero dar una sonora pitada a las residencias de ancianos, y por lo que me toca a la Adolfo Suárez de Madrid.

Entrada de la residencia de ancianos 'Adolfo Suárez' de Madrid

Entrada de la residencia de ancianos ‘Adolfo Suárez’ de Madrid (FOTO: JORGE PARIS)

Llevamos desde el 8 de marzo, cuando ya se nos impidió entrar a ver a mi madre, sin noticias. Todos los intentos de conseguir información son nulos. Nadie atiende, nadie da respuestas a nuestras preguntas: ¿en qué situación se encuentran los ancianos?, ¿cuánto personal está trabajando?, ¿cuántos casos hay de contagio?

Todo son incógnitas. El hermetismo es total y la sensibilidad del personal al cargo brilla por su ausencia. ¿Creéis que sus vidas os pertenecen? ¿No os creéis en la obligación de buscar algún canal de información para mantener a las familias lo más al día posible?

Nos sentimos completamente desamparados e impotentes ante esta situación, máxime cuando algunas informaciones hablan de cientos de fallecidos dentro de este tipo de instalaciones.

¿A quién acudir? ¿Qué hacer sino esperar en cualquier momento la temible llamada anunciando lo peor? ¿Qué está haciendo la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid para solucionar esta situación? El confinamiento es duro pero soportable, pero esta incertidumbre, lo siento pero no la acepto.

El boomerang español

Por Rocío Muñoz

Jóvenes en un parque (Europa Press).

Jóvenes en un parque (Europa Press).

¡Mamá, papá me voy de casa! Esta es una frase que no se escucha en los hogares españoles. Los jóvenes, no sólo tenemos complicado pagar las tasas universitarias, encontrar un empleo en el que no seamos becarios durante dos años y que, por tanto, nuestro sueldo no sea irrisorio, sino que, ahora hasta los treinta casi no nos podremos independizar y empezar a «vivir nuestra vida», porque el único sitio al que nos podemos ir a sobrevivir, económicamente hablando, es la casa de muñecas que nos regalaron cuando teníamos seis años.

A diario, nos dicen que somos el futuro del país, y que debemos devolver a España aquella magnifica frase que decía «España va bien». Sin embargo, no nos lo ponen fácil. No hay muchas ayudas para el acceso a la primera vivienda, hay una alta tasa de paro juvenil y cuando se tiene empleo los sueldos son precarios. Creo que la frase que más van a escuchar en los próximos años será ¡Mamá, papá, vuelvo a casa, porque España no va bien!

Mensaje en una botella

Por María José Viz Blanco

Mensaje en una botella (Lista).

Mensaje en una botella (Lista).

¿Alguien se acuerda de la botella de cerveza, con mensaje en su interior, aparecida en la playa de Baldaio, en Galicia? Unos alumnos de un colegio la habían encontrado.

Esta manera de enviar mensajes es algo muy novelesco. No siempre está claro qué lleva a alguien a usar ese tipo de mensajería. Tal vez, la soledad del que escribe, de su dolor por una pérdida o la fantasía de creer que la persona amada se encontrará la botella, estando a miles de kilómetros de distancia. También pudo querer comunicar algo que había ocultado toda su vida, por los motivos que sean. Esa persona se sentiría liberada al escribir y lanzar al mar esa nota. Desde luego, ha de ser paciente, puesto que el mar escupe lo que recoge pasados los años o los siglos…

Dejando aparte el romanticismo de este gesto, para ser realistas, el mar está lleno de botellas con mensajes -creo que en alguna ocasión se intentó hacer un cómputo y era una cantidad ingente- y eso significa incivismo, suciedad y contaminación para nuestros océanos. Eso sí, si  encontrásemos otra botella con mensaje sería algo que nos despertaría la curiosidad y nos generaría un sinfín de fantasías.

El peligro de los selfies

Por María José Viz Blanco

Un piloto haciéndose un selfie en pleno vuelo (Facebook Fuerza Aérea Israelí)

Un piloto haciéndose un selfie en pleno vuelo (Facebook Fuerza Aérea Israelí)

Antes, a los “selfies” les llamábamos autofotos, simplemente. Si recuerdan, la actual moda de este tipo de fotografía es más patente desde que la gente del papel couché empezó a hacerse fotos en grupo, con uno de ellos como fotógrafo improvisado, incluyéndose él mismo en la propia foto. Una verdadera fiebre narcisista que, reconozcámoslo, nos ha tentado a todos, alguna vez. Hasta aquí, todo normal.

El problema surge cuando una persona descerebrada arriesga su vida (y la de otros) al obsesionarse con querer obtener la foto del año. Pienso en un caso concreto: la muerte de un hombre intentando hacerse un selfie con una morsa y la del cuidador del zoo, al que pertenecía dicho animal, que intentaba salvarlo. No es este el único caso, por desgracia, hay muchos más. Muy conocidos son los que “cuelgan” en Internet sus selfies mortales -así los llaman- subiendo a lo más alto de un rascacielos o de un famoso puente, carentes de la sensación de vértigo y de forma totalmente temeraria, con el único interés de hacer una “proeza”.
 
Yo propongo una solución menos peligrosa: usar el truco fotográfico de la película Amélie, que consistía en colocar a un enano de jardín con fondo de distintas imágenes de lugares del mundo para simular que la figurita de piedra había viajado mucho. Estarán de acuerdo conmigo en que esa práctica no conlleva riesgo alguno, salvo el de poder ser considerado un fraude, claro está.

La corrupción, una lacra que todo lo ensucia

Por Rosario Hurtado de Mendoza

Un bloque de pisos en Madrid (Google maps).

Un bloque de pisos en Madrid (Google maps).

Nada escapa al maleficio de la corrupción  y las comunidades de vecinos son especialmente vulnerables a este mal endémico por los innumerables apaños que existen en las propias Juntas de Gobierno. Antes o después, la administración elige a dedo los futuros miembros de gobierno, jamás en las Juntas.

Desde ese momento se teje una red clientelar dando dádivas a diestro y siniestro y todo el mundo se pone de perfil a rodar y firmar todo lo que se presente. Y en connivencia con constructores, arquitectos, etc., a realizar obras y más obras, sin que se sacie la sed de dinero de estos individuos. No dan documentación ni información. En la ignorancia de los demás es como mejor se roba. Esto es lo que son las comunidades de vecinos.

Por todo esto, y más, o acabamos con la corrupción o esta destruirá nuestro modo de vida.

El negocio que hay detrás de la donación de sangre

Por José Ángel Peinado Monteso

Donar sangre es una acción loable y altruista; no se pide nada a cambio. Es dar vida.

Desde que tenía pocos años mi madre me llevaba a las unidades móviles de donación para que ella donara. Yo me sentaba al final del autobús y me atendían estupendamente. Ese buen hábito hizo que una de las primeras cosas que hiciera al cumplir 18 años fuera donar. Llevo casi 20 años donando.

Una donante de sangre (EP).

Una donante de sangre (EP).

El otro día entró en nuestro centro de trabajo un autobús de Cruz Roja para que los trabajadores pudieran donar. Este servicio fue privatizado por la Comunidad de Madrid hace 2 años, eliminando el personal público y cediendo los autobuses propios a la concesionaria, además de rebajar considerablemente las condiciones laborales del personal que prestaría el servicio.

Del autobús bajó una persona que recorrió todo el recinto, oficinas y dependencias ejerciendo labores comerciales para convencer al personal para donar sangre, ofreciéndoles luego una bolsita de comida y bebida. Yo me negué y le dije que si también informaba de que Cruz Roja cobraba a la Comunidad de Madrid 67 euros por cada bolsa de sangre. Me llamó mentiroso. Siguió su labor comercial, incluso con trabajadores externos que trabajaban en una obra. Una compañera con buena intención, pero ajena a lo que hay detrás, le ayudó recorriendo parte del centro para convencer a más compañeros. Intenté informarla, pero también negó la evidencia.

¿Y por qué van mesa por mesa con tanto interés para que dones? Porque no están cumpliendo el número de donaciones del contrato con la Comunidad. El año pasado recogieron un 17% menos de los pactado y esto es un negocio. Donar en la puerta de tu domicilio o trabajo es muy cómodo, ya que no pierdes tu tiempo de ocio; algún vago también pensará que así se libra un rato de trabajar. Eso es verdad, pero la cuestión es que si tú vas a un hospital público a donar, a los madrileños no les cuesta los 67 euros que sí cuesta en una unidad móvil privatizada. No llegará el día en que nos cobren por ponernos sangre (eso espero), pero esos 67 euros se tienen que pagar y ahora se detraen de otras partidas sanitarias.

Yo doy mi sangre altruistamente, no para que otro saque beneficio económico de ello. Para los que no tienen tiempo, les digo que la última vez que doné fui a un centro público y llevé a mi hija que tiene 2 años y medio. Enseñar a mi hija (gracias a tí mamá) que donar es importante para ayudar a los demás no tiene precio, al contrario del negocio con la sangre montado por algunos.

Personas extraordinarias que te hacen ver la vida de otro modo

Por Anna Aventin Fontanet

Enfermeros con niños hospitalizados (Gobierno de La Rioja).

Personal sanitario con niños hospitalizados (Gobierno de La Rioja).

Soy maestra de educación primaria y llevo en el mundo de la docencia desde hace seis años, pero este año ha sido diferente al resto. He vivido nuevas experiencias y compartido diferentes puntos de vista.

Durante estos últimos meses lo que más me ha hecho enriquecerme como persona y como docente ha sido verte, día a día, cómo avanzabas, te esforzabas, luchabas y sobre todo cómo sonreías ante las adversidades. La energía, entusiasmo y ganas que demuestras cada día son admirables. No todo el mundo tiene esta valentía y coraje para enfrentarse a una realidad tan dura como la tuya, no dejes nunca de luchar, no te dejes vencer, no renuncies a las ganas de vivir.

Estas palabras van dirigidas especialmente a ti A., y también a todos los niños y niñas tan valientes como tú. Gracias por luchar contra la leucemia y hacer frente a una realidad que no es propia de vuestra edad. Tendríais que estar en la escuela con vuestros compañeros jugando, cantando, riendo… y en cambio vivís entre el hospital y vuestra casa.

Como docente, donde he tenido la suerte de compartir ratos con vosotros, quiero daros las gracias por abrirme los ojos a una nueva realidad. Ha sido una experiencia única, incomparable y enriquecedora. Todos vosotros tenéis diferentes puntos de vista que hacen ver la vida de otro modo. Tenéis mucha fuerza y energía, conservarlas hasta el final, esto es lo que os hace personas extraordinarias.

Gracias, muchas gracias.

La hipocresía de algunos cristianos

Por Darío Real

Plaza de San Pedro, en el Vaticano (Claudio Peri/EFE).

Plaza de San Pedro, en el Vaticano (Claudio Peri/EFE).

Me hace gracia la doble moral de aquellos que piensan que es Dios el único que tiene la potestad de dar vida y se rebelan en contra de la ciencia. Los mismos que están en contra del aborto, pero si tienen una hija embarazada con un hijo no deseado por la causa que sea (suele ser el qué dirán), se la llevan a abortar. Los mismos que todo lo arreglan con ir el domingo a misa y echar una propina en el cepillo.

Sepan ustedes que eso no les hace ser mejores personas, simplemente les hace sembrar hipocresía dejando que sus vástagos recojan vuestro testigo.

 

Sobre los refugiados: no podemos seguir negando la vida a esos seres humanos detrás de esas vallas

Por Pryscila Veras Milhomem

Desde hace algunos meses se han estudiado medidas contra los refugiados que me avergüenzan como ciudadana europea. Estamos frente una emergencia humanitaria y no podemos seguir ignorando la pérdida de tantas vidas inocentes. No podemos seguir negando la vida a esos seres humanos detrás de esas vallas. No podemos seguir destruyendo los sueños de miles de niños que tienen toda la vida por delante. No podemos seguir mirando la realidad a través de nuestras gafas etnocéntricas preocupándonos tan solo por nuestro propio bienestar.

Un niño refugiado afgano sostiene una pancarta en la que puede leerse "no nos golpeen" (Georgi Licovski/EFE).

Un niño refugiado afgano sostiene una pancarta en la que puede leerse «no nos golpeen» (Georgi Licovski/EFE).

Cuando tenía doce años vine a España desde un país del tercer mundo en búsqueda de una vida mejor. En aquel entonces no hablaba el mismo idioma, no tenía la misma cultura y tampoco tenía los papeles en regla. Pero tras diez años lo que sí tengo es el orgullo de poder decir que estoy en el último año de carrera (Direcciones de Relaciones Públicas y Marketing), tengo un trabajo a jornada completa y me independicé a los 18 años. Lo que sí tengo es el agradecimiento por la oportunidad que me dieron, pero no puedo evitar preguntarme por qué a los refugiados no.

Detrás de esas vallas que vemos a diario en las noticias existen personas que huyen de tragedias diarias, bombardeos y ataques sistemáticos como los que sufrió Bruselas la semana pasada. Detrás de esas vallas existen seres humanos que como yo hace diez años no hablan el mismo idioma, no tienen la misma cultura o religión, pero lo que sí tienen son ganas por sobrevivir y nosotros no somos quién para juzgar quién merece vivir o no en este mundo.

Debemos propocionarles el derecho de tener una vivienda digna, la seguridad de saber que van a tener un plato de comida siempre que tengan hambre. Debemos proporcionarles el derecho a la vida, el cual la Unión Europea dejó en el olvido tras el acuerdo con Turquía.

Ante esta situación, si algún ser humano se siente superior, que esta superioridad sea de bondad, de empatía o de compasión, pero jamás una superioridad étnica.

«Yo no soy racista. Estoy en contra de toda forma de racismo y segregación, toda forma de discriminación. Yo creo en los seres humanos, y que todos los seres humanos deben ser respetados como tales, independientemente de su color.» Nelson Mandela.

 

 

El postureo: vivir por y para la galería de tu ‘smartphone’

Por Mónica Gelabert Díaz

Imagen de un móvil, un cuaderno y un bolígrafo (Archivo).El mundo en el que vivimos es un mundo en el que es mucho más importante compartirlo que vivirlo, en el que toda nuestra vida se basa en aquello que mostramos en nuestras redes sociales, en aparentar, en hacer cosas que realmente no haríamos solo por ser conocido, ganar “likes”.

 Son incontables las fotos de comidas en la playa, de piernas aguantando un libro dando las buenas noches, de espaldas ante monumentos conocidos, de mesas de estudio con su ordenador, agenda, apuntes y café, de una mano agarrando un billete de avión. La mayoría de jóvenes han compartido todas o la mayoría de fotos que acabo de nombrar, incluida yo. Lo peor de esto es la sensación de querer la vida de otro, de desear ser otra persona solo por lo que has visto a través de una pantalla, cuando posiblemente aquella persona se ha hecho veinte fotos y retocado diez para colgar una como si fuese la foto más instantánea del mundo.
El postureo, vivir por y para la galería de tu smartphone, necesitar el reconocimiento de los demás para sentirte bien, algo que con las redes sociales no ha dejado de crecer.
Y habrá un momento en el que entendamos que los “me gusta” no nos aportan nada, y que, seguramente, quien menos comparte es quien más vive.