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Entradas etiquetadas como ‘Siria’

Esclavización medieval en pleno siglo XXI

Por Chierel Durán Balleras

Escena de un documental sobre terrorismo (Lower Saxony/EFE).

Escena de un documental sobre terrorismo (Lower Saxony/EFE).

Siria e Irak ya están controlados. Oriente próximo y Europa aterrorizados. Estamos frente al ejército terrorista del Daesh, que en tan poco tiempo han podido hacerse con la luz de miles de niños, hombres y mujeres. Todas las minorías religiosas son sometidas bajo la esclavización impuesta por los milicianos de este ejército.

Convertirse o morir, son las dos únicas opciones con las que miles de personas optan hoy en día. Sin embargo parece que estos terribles hechos que se repiten a diario deben de ser noticia cada día en los medios de comunicación para llevarnos, por unos segundos, frente a esta triste realidad.

¿A qué tenemos miedo? ¿Al terrorismo, o bien a todo lo que hay detrás de él? Podríamos estar horas citando cada una de las historias de estas personas víctimas de ser compradas, violadas, maltratadas, intercambiadas… Pero no es un momento para empatizar, ni mucho menos para dejar que la gente siga muriendo en vano, y no tan lejos de nosotros.

Sobre los refugiados: no podemos seguir negando la vida a esos seres humanos detrás de esas vallas

Por Pryscila Veras Milhomem

Desde hace algunos meses se han estudiado medidas contra los refugiados que me avergüenzan como ciudadana europea. Estamos frente una emergencia humanitaria y no podemos seguir ignorando la pérdida de tantas vidas inocentes. No podemos seguir negando la vida a esos seres humanos detrás de esas vallas. No podemos seguir destruyendo los sueños de miles de niños que tienen toda la vida por delante. No podemos seguir mirando la realidad a través de nuestras gafas etnocéntricas preocupándonos tan solo por nuestro propio bienestar.

Un niño refugiado afgano sostiene una pancarta en la que puede leerse "no nos golpeen" (Georgi Licovski/EFE).

Un niño refugiado afgano sostiene una pancarta en la que puede leerse «no nos golpeen» (Georgi Licovski/EFE).

Cuando tenía doce años vine a España desde un país del tercer mundo en búsqueda de una vida mejor. En aquel entonces no hablaba el mismo idioma, no tenía la misma cultura y tampoco tenía los papeles en regla. Pero tras diez años lo que sí tengo es el orgullo de poder decir que estoy en el último año de carrera (Direcciones de Relaciones Públicas y Marketing), tengo un trabajo a jornada completa y me independicé a los 18 años. Lo que sí tengo es el agradecimiento por la oportunidad que me dieron, pero no puedo evitar preguntarme por qué a los refugiados no.

Detrás de esas vallas que vemos a diario en las noticias existen personas que huyen de tragedias diarias, bombardeos y ataques sistemáticos como los que sufrió Bruselas la semana pasada. Detrás de esas vallas existen seres humanos que como yo hace diez años no hablan el mismo idioma, no tienen la misma cultura o religión, pero lo que sí tienen son ganas por sobrevivir y nosotros no somos quién para juzgar quién merece vivir o no en este mundo.

Debemos propocionarles el derecho de tener una vivienda digna, la seguridad de saber que van a tener un plato de comida siempre que tengan hambre. Debemos proporcionarles el derecho a la vida, el cual la Unión Europea dejó en el olvido tras el acuerdo con Turquía.

Ante esta situación, si algún ser humano se siente superior, que esta superioridad sea de bondad, de empatía o de compasión, pero jamás una superioridad étnica.

«Yo no soy racista. Estoy en contra de toda forma de racismo y segregación, toda forma de discriminación. Yo creo en los seres humanos, y que todos los seres humanos deben ser respetados como tales, independientemente de su color.» Nelson Mandela.

 

 

La Unión Europea, muy malherida

Por Martín Sagrera Capdevila

Campamento de refugiados en Idomeni, Grecia (Orestis Panagioutou/EFE).

Campamento de refugiados en Idomeni, Grecia (Orestis Panagioutou/EFE).

Los atentados de Bruselas apuntan al corazón de la Unión Europea. Coinciden con los días en que muchos cuestionan como nunca el que la UE tenga corazón, dado el trato ilegal e inhumano que da a quienes, con cruel ironía, llama –cuando hace todo lo que puede para que no lo sean- “refugiados”.

Estas son personas de carne y hueso, hombres, mujeres y niños que huyen para salvar sus vidas de largas y muy sangrientas guerras, ocasionadas en gran parte por los intereses estratégicos y las armas vendidas a sus asesinos por distintos países de la Unión. Países que, bajo la batuta alemana, han arruinado el Estado social de muchos de sus propios territorios, y han coartado sus libertades democráticas.

¿Tendrán de nuevo los jefes de la UE el valor de invitar al pueblo, como en París, a manifestarse sin miedo contra el terrorismo, mientras que ellos cometen la increíble bajeza de hacerse la foto en un lugar seguro e intentar hacer creer después que estaban con sus conciudadanos? Muy, muy malherida está la UE, máxime cuando esos políticos -y los poderes fácticos que los manejan- montan mil grandes embustes para desprestigiar e incluso eliminar los movimientos sociales que intentan en distintos países salvar los valores humanos que parecían ya consolidados en Europa.

 

Ayuda a los refugiados sirios: a favor y en contra

Nosotros no estamos pasando las penurias de la guerra, pero tampoco lo estamos pasando precisamente bien

Por María Teresa Pérez

Emigrantes tratando de cruzar la frontera entre Grecia y Macedonia (EFE).

Emigrantes tratando de cruzar la frontera entre Grecia y Macedonia (EFE).

¿Generosidad?, ¿humanidad?… ¿Es posible en una Europa en crisis?

Hace varios años vivimos una época de vacas gordas, pero desde que nos empezó a azotar la crisis hemos visto cómo mucha gente se ha quedado sin trabajo, familias que malviven con lo que pueden y para colmo ha salido a la luz una corrupción desbocada. Todo ello hace que nuestras arcas públicas están más vacías que llenas.

Ahora, por la terrible guerra en Siria están huyendo miles y miles de familias camino de Europa y en muchos lugares se les cierran las fronteras.

Nosotros de mil amores podríamos acogerlos, el problema es que si ni siquiera tenemos para atender bien a nuestra gente, ¿cómo lo haríamos? La situación de Europa, y mucho más la de España, no es la boyante de años atrás.

La cosa sería muy distinta si al menos los corruptos devolvieran el dinero saqueado pero «una cosa piensa el burro y otra el que lo monta»: nadie devolverá un céntimo.

¡Qué más quisiéramos que ayudar y ayudar! Y ese significa dar comida, techo y trabajo. Pero hay situaciones en las que no se trata de no querer, sino de no poder.

Suponemos que son buenas personas y muchas de ellas bien preparadas. Y que deben repartirse entre los países de la Unión Europa, sobre todo entre los que estén en mejor situación. Nosotros podríamos acoger a algunos, pero que tengan en cuenta que lo haríamos con mucho sacrificio y que entre nosotros también hay mucha gente que no está pasando las penurias de una guerra, pero que tampoco lo está pasando precisamente bien.

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Es deleznable el cierre de fronteras a personas que huyen de la masacre

Por Karima Muhammad

«¿Unión Europea? Pues sí. Y parece ser que llevan muy en serio dicha unión ya que, por lo que podemos ver, todo lo que acontezca en Europa merece ser objeto de digno eco y nos transformamos en seres ultra humanitarios, véase Charlie Hebdo o los atentados de París.

Pero… ¿qué pasa cuando pasa fuera de nuestras fronteras? Pues que esa humanidad y empatía se nos va por los poros. Es del todo deleznable que se cierren las fronteras a personas que huyen de la masacre y la barbarie; a niños muriendo de frío y hambre; a madres dando a luz en barrizales y un largo etcétera.

¿Esta es la Unión Europea de la que tanto presumimos en los noticieros internacionales? Es intolerable que en pleno siglo XXI se utilicen varas de doble medir en tragedias humanas. Sí, porque la vida da muchas vueltas y puede que mañana seas tú el pobre exiliado en busca de una vida que ni si quiera podríamos decir mejor, pero sí muchísimo más tranquila.

 

Inmigrantes sirios y las fronteras de Europa

Por L.F.

Tras la reunión de urgencia del Consejo se ha decidido duplicar los fondos comunitarios destinados a la lucha contra la inmigración ilegal en Turquía, mediante la devolución obligada de inmigrantes sirios desde la frontera europea, sin renunciar a la “manu militari” que ya se usa a través de la OTAN en el mar.

Voluntarios de la Cruz Roja atienden a un grupo de inmigrantes llegados a Ceuta (EP/Cruz Roja).

Voluntarios de la Cruz Roja atienden a un grupo de inmigrantes llegados a Ceuta (EP/Cruz Roja).

Hablar de lucha contra la inmigración aunque se le añada el calificativo de ilegal contribuye a mantener el falso imaginario colectivo que ve la diversidad humana como un riesgo para la identidad europea y, por tanto, legitima la vinculación de inmigración e inseguridad colectiva, idea perversa pero recurrente, sobre todo en tiempos de crisis económica y de empleos como los actuales; o en el mejor de los casos identifica a las personas desplazadas como gentes y grupos ajenos al modelo de convivencia y ciudadanía consolidado, y por lo tanto como una carga para el precario estado de bienestar que nos queda.

Olvidamos que los emigrantes dejan su país, en busca de una dignidad personal que allí no van a conseguir y que aquí les negamos sistemáticamente, creyendo que si mejoran su suerte es a nuestra costa, y no por el esfuerzo extraordinario que asumen desde que decidieron partir.

Se está utilizando, de forma retrógrada, la situación que sufren los desplazados forzosos contra ellos mismos, y como arma arrojadiza contra la libertad personal de todos nosotros. No me parece la conducta más apropiada para una Europa que quiere ser alternativa a los integrismos religiosos y al terror que ocasionan en Oriente Medio.

 

Inmigración, cambio climático, Siria… las soluciones más baratas muchas veces no son las mejores

Por Patxi Aznar Bellido

Para encontrar la solución a cualquier problema hay que saber las razones que lo provocaron. Después, lo que desgraciadamente suele pasar es que la solución más lógica no sea a corto plazo la más barata y por ello se desestime.

¿Quién no recuerda que hasta hace poco para frenar el fenómeno migratorio lo que se hacía era poner más trabas al mismo? Más policía, vallas más altas y algunas veces hasta con concertinas. No hace mucho que oí decir al Sr. Rajoy que lo que había que hacer era invertir en los países de origen de los emigrantes, y es que está claro que las soluciones más baratas muchas veces no son las mejores.

Lo mismo con el cambio climático; nos decían que el comportamiento anormal del clima dependía exclusivamente de los ciclos de la naturaleza. Ahora, en cambio, nadie pone en duda que el cambio climático está directamente relacionado con la actividad humana.

Una persona rinde homenaje a las víctimas de los atentados de París, en la Plaza de la República (Ian Langsdon/EFE).

Una persona rinde homenaje a las víctimas de los atentados de París (Ian Langsdon/EFE).

Para finalizar terminaré con la intervención en Siria, no sin recordar de antemano tanto los atentados de París como el bombardeo de los Estados Unidos, a pesar de estar avisados de un hospital de Médicos sin Fronteras en Afganistán. Lo curioso en este caso es que el país más potente de la tierra no acepte una investigación independiente, lo cual, para cualquiera que se llame persona debería ser vergonzoso, pero desgraciadamente en este mundo quien tiene la fuerza parece que tiene patente de corso y por ello por mucho que digan van a seguir pasando atrocidades parecidas.

Ahora los países occidentales hablan de la intervención en Siria aunque conocen perfectamente la responsabilidad de Occidente en el crecimiento del radicalismo islámico. Teniendo todo esto en cuenta yo me pregunto, ¿no sería más lógico estudiar cómo ha surgido el conflicto y tomar otro tipo de medidas que no sean las fracasadas intervenciones militares de Afganistán, Irak o Libia?

 

Los refugiados ya no están de moda

Refugiados en un tren en Macedonia. (EFE)

Refugiados en un tren en Macedonia. (EFE)

Por Eva Rodríguez Táboas

Recuerdo cuando, a principios de septiembre, la fotografía de aquel niño sirio ahogado en Turquía inundaba las portadas de todos los diarios. De la misma forma, los comentarios de apoyo a los inmigrantes sirios en las redes sociales no tardaron en llegar en forma de tsunami: la gente estaba embargada por un sentimiento solidario nunca antes visto. Pero como pasa con un tsunami, así como vino, así se fue.

Pasaban las semanas y parecía que la crisis de refugiados se había solucionado, los informativos dejaron de emitir imágenes sobre ellos y la gente ya no tenía tiempo para defenderlos a través de las redes sociales. Pero los olvidados reaparecieron en pantalla y yo me preparé para presenciar otro aluvión solidario en Internet.

Ya llevo dos días agazapada en las redes y nada de nada, parece ser que están ocupados divulgando otras cosas más importantes. Cierto, lo que realmente está acaparando sus esfuerzos y energías es la subida a sus perfiles de selfies, los cuales les reportarán un número considerable de “Me gusta” y eso es muy buen alimento para el ego.

Muchos se aventuraron a clamar que la solidaridad demostrada en las redes era un claro síntoma de que nuestra sociedad no estaba perdida y que pensaba diferente a los gobiernos clasistas europeos; yo me aventuré a decir que todo era “postureo” para alimentar la soberbia. Y mientras yo me ganaba la fama de insensible, los refugiados se ganaron un sitio en las publicaciones antiguas de los perfiles. Es una pena que de “Me gusta” y de compartir no se sobreviva.

Desmemoriados… o no mirar a otro lado

Por Luis Remacha Elvira

Niño muerto, boca abajo en la playa, tan sólo hace un mes y ya está olvidado. Qué pronto olvidamos el dolor ajeno. Devoramos noticias decapitando nuestra memoria, lavando nuestras conciencias. Con amnesia aprendida miramos a otro lado. Egoístas de nuestro primer mundo maquillamos los recuerdos a nuestro antojo. A colorear la realidad es lo primero que aprendemos y enseñamos.

Aylan

Unos policías ante el cadáver del niño Aylan en una playa turca. (Dogan News Agency).

Volverá a pasar y nos estremeceremos como si fuera la primera vez. Brotarán lágrimas efímeras, repentinas, perecederas, secas en el segundo siguiente. Volverá a pasar y volveremos a olvidar. Desmemoriados, desviamos la mirada y nada ha pasado. Recordad desmemoriados, ¡recordad! No miremos a otro lado.

Simplemente solidarios

Por Ángel Villegas Bravo

No siempre se ven cosas desagradables, acciones incívicas y actitudes egoístas. Este fin de semana ha sido especialmente gratificante para mí; en las proximidades de mi domicilio se ha abierto un local de una ONG, que se ocupa en ayudar al pueblo sirio; a las gentes que huyen de la guerra y de las calamidades, y que en algunos lugares están siendo tan maltratadas o mal recibidas. Por lo que yo he visto son, en su mayoría, gente joven que ofrece su trabajo y su tiempo gratis para recolectar, empaquetar y distribuir esa ayuda que tanto necesitan esos exiliados.

Foto de una niña siria a la espera de subir a un ferry que le lleve a Grecia. (EFE)

Foto de una niña siria a la espera de subir a un ferry que le lleve a Grecia. (EFE)

Y en un par de ocasiones, unos pocos minutos que he estado en este local, han acudido bastantes personas que se informaban de cuándo, cómo y qué se podía llevar para ayudar a esas otras personas que se han visto obligadas a dejar sus casas y su tierra, a causa de una guerra que dura ya varios años ante la impasibilidad del resto del mundo.

Los dispuestos a ayudar no se planteaban si entre los que huyen podía, o no, haber algún infiltrado; no preguntaban sobre religiones o credos, ni quién iba a pagar el coste de la acogida. Solo les importaba ayudar a quienes tanto lo necesitan. Simplemente eran solidarios.

Inmunizados a los ahogamientos en el Mediterráneo

Por Agustín Arroyo

África, nuestra cálida y reseca madre primigenia, sigue empujando y despidiendo con lágrimas en sus ojos y con el quebranto de su inmenso corazón compungido, a miles de sus hijos e hijas a las costas de Marruecos, Argelia, Túnez y Libia.

La negritud subsahariana y miles de otros ciudadanos del norte de África, de Siria y de otros países del próximo Oriente que se alejan y huyen de la guerra se hacinan, con las manos vacías y el miedo en sus ojos, en las costas y en barcazas renqueantes, engañados por mafias que trafican con sus ansias y esperanzas de vivir con dignidad en una Europa meridional que también llora la diáspora de muchos de sus hijos hacia otros países más ricos, estables y hospitalarios.

Un grupo de inmigrantes rescatado por la embarcación RBD llega al puerto de Corigliano Calabro (Italia). (EFE/ FRANCESCO ARENA)

Un grupo de inmigrantes rescatado por la embarcación RBD llega al puerto de Corigliano Calabro (Italia). (EFE/ FRANCESCO ARENA)

Italia es uno de los países del Mediterráneo que se encuentra impotente y desbordada ante esta incontenible marea humana. Ya se han pedido más ayudas a la UE y mayor coordinación de las políticas de inmigración del club de los 28. Europa y el Magreb, como zona estratégica, no pueden cerrar los ojos y seguir consistiendo que el Mediterráneo se convierta en una gran fosa común de ahogamientos a mansalva.

España, no es ajena a esta tragedia que se repite, mes tras mes y año tras año, como una fúnebre melodía de fondo a la que nos vamos acostumbrando y casi inmunizando. África susurra con desgarro: «¡Marchaos hijos, antes de morir de hambre, de sed, de enfermedad o de pena! No os rindáis ante la inmensa boca azul del mar ruidoso. Me destrozáis el corazón, pero os prefiero lejos y sanos que junto a mí sin poderos dar de comer, ni poder curaros cuando enferméis. Os echaré de menos. No me olvidéis y volved prósperos».