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Entradas etiquetadas como ‘terrorismo’

El terrorismo de la incertidumbre

Por Chantal Pallarés

El nuevo gobernador

Flores por las víctimas de Mánchester (Andy Rain/EFE).

El miedo se apodera del mundo. Todos vivimos con miedo. Un colectivo infunde el miedo en cada uno de los siete millones de habitantes que somos del planeta Tierra.

Filósofos, historiadores, maestros… todos ellos tratan una posible tercera guerra mundial. ¿Acaso no aprendemos? El mundo es una batalla continua y parece ser que esta no termina.

Cada x tiempo, nos despertamos y vemos en las últimas noticias: atentado terrorista. Estas dos palabras son las más usadas en todas las cadenas a todas horas, como si viviéramos una y otra vez lo mismo.

Cuando uno ve las imágenes, se pregunta ¿cuándo terminará esto? Posiblemente nunca. La respuesta real es incierta. El tiempo es incierto. Este colectivo que reina en el mundo del terror es incierto.

 Hay que asumir que vivimos en una etapa de la historia de inquietud constante. Un día le toca a Londres, otro a París, otro a Egipto. El lugar siempre el menos esperado y, sobre todo, gente inocente: jóvenes, familias rotas, y la moral de un territorio por los suelos. Dolor.

 ¿Acaso es esta situación sostenible? Solo ellos lo saben, y ¡qué incertidumbre!

Las tumbas de los terroristas: cómo dejar en la tierra de acogida los restos del que la ha llenado de muerte

Por Marga Alconchel

Los casos de terrorismo suicida producen el gran rechazo social en las sociedades donde suceden. Una vez pasado el primer impacto y las brutales consecuencias, se vuelve poco a poco a gestionar el día a día y surge el primer tema delicado: ¿qué se hace con el cadáver del terrorista? ¿Quién se hace cargo de los restos del que mató a tantos inocentes?

El pasado mes de julio, Jacques Hamel, un sacerdote octogenario, fue degollado en Saint Etienne du Rouvray  en plena misa por dos asaltantes yihadistas. Fueron abatidos. La comunidad islámica del pequeño pueblo se negó a enterrar a uno de los asesinos, vecino de ellos, “para no ensuciar el islam con esa persona”Un musulmán de la comunidad comentaba que es normal que se tome esa decisión después del inmenso daño que causó el terrorista. Pero el imán matizó: «Es un deber respecto a las familias, que no tienen nada que ver, pero actuará un religioso exterior.»

Yihadistas (ATLAS).

Yihadistas (ATLAS).

El tema no es trivial. No sólo es el rechazo de la comunidad islámica y el alto riesgo de profanación; es que los terroristas suelen hacer alarde de haber rechazado el país en el que nacieron y viven (muchos son de segunda generación) y sólo reconocen el Daesh, con lo que enterrarlos en ese suelo se vuelve doblemente problemático.

Cada país tiene sus propias normas. Gran Bretaña y Francia consideran un derecho que cada persona sea enterrada en el lugar donde residía. Gran Bretaña dice que son sus hijos y se han radicalizado en su suelo, son su responsabilidad. El padre de un terrorista pidió enterrar a su hijo a las afueras del Leeds, discretamente, sin lápida; tiempo después la añadió y la tumba fue profanada. En Francia, la familia de un terrorista, de origen argelino, quiso expatriar el cadáver; Argelia se negó con el argumento de que el terrorista nació y creció en Francia. El alcalde de la población donde vivían tampoco lo quería. Al final actuó Sarkozy: “Era francés. Será enterrado aquí”.

Los sepelios se realizan casi en clandestinidad: de noche, sin testigos, con el cementerio cerrado, sin lápida ni identificación. Ni siquiera los sepultureros saben dónde están.

En EEUU no se lo plantean como derecho; consideran que es un acto de guerra y no facilitan nada al enemigo. Los cuerpos de los 19 terroristas del 11S fueron escrupulosamente apartados de sus víctimas y yacen en la morgue. Nadie los ha reclamado. El cuerpo de Bin Laden fue lanzado al mar para que no estuviera en tierra firme, no tuviera sepultura, para que quedara claro que ha sido borrado.

Los cadáveres de los asesinos que atacaron en Madrid, de distintas nacionalidades, oficialmente fueron expatriados a sus países de origen, pero éstos niegan haberlos recibido.

Al margen de las peculiaridades culturales y legislativas de cada país, hay un trasfondo mucho más complejo. Hay familias que no tienen culpa alguna y quieren un sepelio que les ayude a poner un poco de orden en su propio dolor. Hay comunidades que necesitan pasar página de una manera ordenada para poder reconstruir la convivencia y analizar sosegadamente cómo pudo pasar, cómo evitarlo. Cómo evitar que la tumba se convierta en santuario o que se profane, cómo conceder un ritual religioso a quien no ha respetado ni su propia religión, cómo dejar en la tierra de acogida los restos del que la ha llenado de muerte. El presidente del Observatorio contra la islamofobia en Francia, Abdallah Zekri, declaró tras los atentados de Charlie Hebdo: “No se les puede tirar a la basura”.

Esclavización medieval en pleno siglo XXI

Por Chierel Durán Balleras

Escena de un documental sobre terrorismo (Lower Saxony/EFE).

Escena de un documental sobre terrorismo (Lower Saxony/EFE).

Siria e Irak ya están controlados. Oriente próximo y Europa aterrorizados. Estamos frente al ejército terrorista del Daesh, que en tan poco tiempo han podido hacerse con la luz de miles de niños, hombres y mujeres. Todas las minorías religiosas son sometidas bajo la esclavización impuesta por los milicianos de este ejército.

Convertirse o morir, son las dos únicas opciones con las que miles de personas optan hoy en día. Sin embargo parece que estos terribles hechos que se repiten a diario deben de ser noticia cada día en los medios de comunicación para llevarnos, por unos segundos, frente a esta triste realidad.

¿A qué tenemos miedo? ¿Al terrorismo, o bien a todo lo que hay detrás de él? Podríamos estar horas citando cada una de las historias de estas personas víctimas de ser compradas, violadas, maltratadas, intercambiadas… Pero no es un momento para empatizar, ni mucho menos para dejar que la gente siga muriendo en vano, y no tan lejos de nosotros.

Otegi sigue en su línea

Por Darío Grégoris Nieto

Arnaldo Otegi y Jordi Évole, en la entrevista que el periodista hizo al dirigente abertzale (La Sexta).

Arnaldo Otegi y Jordi Évole, en la entrevista que el periodista hizo al dirigente abertzale (La Sexta).

Tuve la ingenuidad de creer y decir que los años habían hecho quizá reflexionar a Otegi y convertirse, si no en un Mandela, sí en un hombre de paz, como intentaba hacernos creer para salir de la cárcel. Pero se trataba sólo de otra peligrosa maniobra suya para seguir oprimiéndonos en lo posible. Lo ha demostrado en sus múltiples acciones e incluso palabras, como en la entrevista con Évole, en donde se revela hasta qué punto es incluso un “descerebrado”, como buen etarra.

En efecto, hablando del frío asesinato a Miguel Ángel Blanco, le dice al periodista: “¿Cómo me puede pedir que condene una cosa del pasado cuando no la condenaba cuando se producía?”. Es decir, niega hasta la posibilidad misma de reflexionar, de arrepentirse de algo, tiene un tarugo en la cabeza, en donde el pensar se limita a querer vengarse por estar preso por crímenes que no cometió con su propia mano, según tiene el valor de añadir. El dejar de matar, sigue la conversación, se debió a que ETA vio que eso era contraproducente incluso para muchos de la izquierda aberzale. ¿Y si un día dejara de serlo, lo apoyaría Otegi de nuevo? Estas declaraciones deben conducir sin demora de nuevo a la cárcel a quien demuestra seguir siendo tan peligroso criminal que amenaza la paz.

Sobre los refugiados: no podemos seguir negando la vida a esos seres humanos detrás de esas vallas

Por Pryscila Veras Milhomem

Desde hace algunos meses se han estudiado medidas contra los refugiados que me avergüenzan como ciudadana europea. Estamos frente una emergencia humanitaria y no podemos seguir ignorando la pérdida de tantas vidas inocentes. No podemos seguir negando la vida a esos seres humanos detrás de esas vallas. No podemos seguir destruyendo los sueños de miles de niños que tienen toda la vida por delante. No podemos seguir mirando la realidad a través de nuestras gafas etnocéntricas preocupándonos tan solo por nuestro propio bienestar.

Un niño refugiado afgano sostiene una pancarta en la que puede leerse "no nos golpeen" (Georgi Licovski/EFE).

Un niño refugiado afgano sostiene una pancarta en la que puede leerse «no nos golpeen» (Georgi Licovski/EFE).

Cuando tenía doce años vine a España desde un país del tercer mundo en búsqueda de una vida mejor. En aquel entonces no hablaba el mismo idioma, no tenía la misma cultura y tampoco tenía los papeles en regla. Pero tras diez años lo que sí tengo es el orgullo de poder decir que estoy en el último año de carrera (Direcciones de Relaciones Públicas y Marketing), tengo un trabajo a jornada completa y me independicé a los 18 años. Lo que sí tengo es el agradecimiento por la oportunidad que me dieron, pero no puedo evitar preguntarme por qué a los refugiados no.

Detrás de esas vallas que vemos a diario en las noticias existen personas que huyen de tragedias diarias, bombardeos y ataques sistemáticos como los que sufrió Bruselas la semana pasada. Detrás de esas vallas existen seres humanos que como yo hace diez años no hablan el mismo idioma, no tienen la misma cultura o religión, pero lo que sí tienen son ganas por sobrevivir y nosotros no somos quién para juzgar quién merece vivir o no en este mundo.

Debemos propocionarles el derecho de tener una vivienda digna, la seguridad de saber que van a tener un plato de comida siempre que tengan hambre. Debemos proporcionarles el derecho a la vida, el cual la Unión Europea dejó en el olvido tras el acuerdo con Turquía.

Ante esta situación, si algún ser humano se siente superior, que esta superioridad sea de bondad, de empatía o de compasión, pero jamás una superioridad étnica.

«Yo no soy racista. Estoy en contra de toda forma de racismo y segregación, toda forma de discriminación. Yo creo en los seres humanos, y que todos los seres humanos deben ser respetados como tales, independientemente de su color.» Nelson Mandela.

 

 

Inmigración, cambio climático, Siria… las soluciones más baratas muchas veces no son las mejores

Por Patxi Aznar Bellido

Para encontrar la solución a cualquier problema hay que saber las razones que lo provocaron. Después, lo que desgraciadamente suele pasar es que la solución más lógica no sea a corto plazo la más barata y por ello se desestime.

¿Quién no recuerda que hasta hace poco para frenar el fenómeno migratorio lo que se hacía era poner más trabas al mismo? Más policía, vallas más altas y algunas veces hasta con concertinas. No hace mucho que oí decir al Sr. Rajoy que lo que había que hacer era invertir en los países de origen de los emigrantes, y es que está claro que las soluciones más baratas muchas veces no son las mejores.

Lo mismo con el cambio climático; nos decían que el comportamiento anormal del clima dependía exclusivamente de los ciclos de la naturaleza. Ahora, en cambio, nadie pone en duda que el cambio climático está directamente relacionado con la actividad humana.

Una persona rinde homenaje a las víctimas de los atentados de París, en la Plaza de la República (Ian Langsdon/EFE).

Una persona rinde homenaje a las víctimas de los atentados de París (Ian Langsdon/EFE).

Para finalizar terminaré con la intervención en Siria, no sin recordar de antemano tanto los atentados de París como el bombardeo de los Estados Unidos, a pesar de estar avisados de un hospital de Médicos sin Fronteras en Afganistán. Lo curioso en este caso es que el país más potente de la tierra no acepte una investigación independiente, lo cual, para cualquiera que se llame persona debería ser vergonzoso, pero desgraciadamente en este mundo quien tiene la fuerza parece que tiene patente de corso y por ello por mucho que digan van a seguir pasando atrocidades parecidas.

Ahora los países occidentales hablan de la intervención en Siria aunque conocen perfectamente la responsabilidad de Occidente en el crecimiento del radicalismo islámico. Teniendo todo esto en cuenta yo me pregunto, ¿no sería más lógico estudiar cómo ha surgido el conflicto y tomar otro tipo de medidas que no sean las fracasadas intervenciones militares de Afganistán, Irak o Libia?

 

Sobre el bombardeo a MSF: siempre pierden los buenos y ganan los malos

Por Horacio Torvisco Pulido

Miembros de Médicos Sin Fronteras en el hospital de Afganistán atacado por Estados Unidos (EFE).

Miembros de Médicos Sin Fronteras en el hospital de Afganistán atacado por Estados Unidos (EFE).

El pasado 3 de octubre un avión estadounidense bombardeó, contraviniendo el Derecho Internacional Humanitario, un hospital de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Kunduz cuando estaba lleno de pacientes y personal sanitario. Murieron 30 personas entre personal sanitario y pacientes y otras 37 resultaron heridas. Hoy, la única explicación que el Gobierno norteamericano ofrece habla de un lamentable error.

Washington pretende cerrar el caso con algo de dinero y con una investigación que harían Estados Unidos, Afganistán y la OTAN, algo que MSF ha rechazado, solicitando una investigación independiente e internacional.

Una vez más se ha puesto de manifiesto, en el mejor de los casos, las nefastas consecuencias de los llamados, eufemísticamente, ‘efectos colaterales’ de la guerra.

Una guerra, que al parecer es la principal estrategia que los gobiernos occidentales ofrecen en la lucha contra el terrorismo yihadista. Resulta penoso ver cómo, una vez metidos en la ciega estrategia de la guerra, los que siempre salen perdiendo, bombardeen los ‘buenos’ o lo hagan los ‘malos’, son los más inocentes: la población civil y los cooperantes humanitarios.

Tenéis mi odio

Por Mounir El yemlahy

De camino a clase, en la oscuridad de la madrugada e intentando darle forma al vaho, veo una pintada que me llama la atención: «Moros fuera». Me asombra la agresividad de la expresión y del rojo chillón de la pintura.

Niños dejando flores y velas en Berlín, delante de la Embajada de Francia en la ciudad (EFE).

Niños dejando flores y velas en Berlín, delante de la Embajada de Francia en la ciudad (EFE).

El tren está llegando, ¡odio correr para cogerlo! Una pareja de policías grita firmemente mientras avanzan hacia mí. «¡Alto policía!» Me detengo, sorprendido, mientras la multitud observa cómo abren mi mochila y empujándome contra la pared me registran. Tras varios trenes perdidos, varias personas observando y haciendo juicios entre murmullos, me sueltan y me desean un buen día, como si nada hubiese pasado.

Monto en el tren, ni un sitio libre. Algo pasa en este tren, la gente no mira el móvil, me miran a mí. Intento esquivar las miradas utilizando el móvil, veo un periódico en el suelo y pienso: «un periódico me salvará de este mal trago». Lo agarro buscando en él un respiro: leo y leo, y nada me ayuda, parece que hasta el periódico me trata hoy con prejuicios.

Tras el 13N de París supe que volvería la tensión del 11M que aterrorizó a la infancia de mi generación, y con la que oí por primera vez la palabra «terrorista» junto con una mirada de odio dirigida hacia mí.

Antoine Leiris, periodista que perdió a su mujer en el atentado en la Sala Bataclan, escribió en su carta a los autores del atentado «no tendréis mi odio….». Siento no poder decir lo mismo que Anoine Leiris: tenéis mi odio y posiblemente el de 1600 millones de musulmanes que pagan y piden perdón por cada acto de barbarie que cometéis gritando «Alá es grande».

No en mi nombre.

Un viaje en AVE desde París hasta Barcelona sin revisión de equipaje

Por María Camarero

Viajo regularmente a Madrid en el AVE. Cada vez mi equipaje es escaneado y mi billete controlado dos veces; una en la entrada, y otra antes de acceder al tren. El pasado mes de abril, al final de un viaje a París, también en el AVE, salí de mi hotel con la maleta hasta la Gare de Lyon; subí al vagón sin que nadie revisara el equipaje, y llegué a Barcelona, seis horas después, sin que nadie me pidiera el billete. Podría haber llevado cualquier objeto en mi equipaje como cualquier otro viajero, y nadie se habría percatado. Teniendo en cuenta estas medidas de seguridad en el país vecino, no es extraño el ataque sufrido recientemente en otro tren similar.

Foto de unos agentes franceses realizando controles ante uno de los trenes Thalys. (EFE)

Foto de unos agentes franceses realizando controles ante uno de los trenes Thalys. (EFE)

Ahora se habla de poner en marcha medidas de seguridad en los trenes, quizá antes habría que estar alineados con los países que sí las aplican. Me pregunto que de qué sirve controlar a los pasajeros que suben al AVE de Barcelona, si a los que ya viajan en este tren no se les ha siquiera pedido su billete.

 

 

«Mi nombre es Amine y no soy terrorista»

Por Amine El Azizi

No nos confundamos señores, el hecho de que yo sea musulmán no significa que tengo que responder por cualquier persona que pertenezca a la misma religión.

Un niño lee el Corán en una mezquita de Karachi, en Pakistán. (EFE)

Un niño lee el Corán en una mezquita de Karachi, en Pakistán. (EFE)

Yo sigo una religión que me pide contribuir en avance de la sociedad, una religión que me pide hacer el bien, dar limosna o por lo menos una sonrisa a los pobres, sigo una religión que me impide comer si sé que me vecino está pasando hambre, una religión donde si matas a un ser humano es como si hubieras matado a toda la humanidad.

Alcorán, 5:32: «Por esta razón, prescribimos a los Hijos de Israel que quien matara a una persona que no hubiera matado a nadie ni corrompido en la tierra, fuera como si hubiera matado a toda la Humanidad. Y que quien salvara una vida, fuera como si hubiera salvado las vidas de toda la Humanidad»

Tenemos que ponernos todos en contra del terrorismo sin acusar a los musulmanes con nuestras miradas o palabras ya que si lo hacemos lo único que se consigue es darles más argumentos a los terroristas para justificar sus actos y conseguir más simpatizantes a su ideología.

Musulmán, judío, cristiano, ateo…el terrorismo no tiene religión. Mi nombre es Amine y no soy terrorista.

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