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Ohio – Tarragona

Cuando pienso en Ohio, pienso en la entrañable serie de los ochenta Cincinnati WKRP, en la película Aguas Oscuras que narra los hechos reales del estropicio medioambiental de Dupont y la lucha de un abogado para hacer valer la verdad y la vida, y por supuesto, en el descarrilamiento de trenes del pasado 3 de febrero. El accidente ferroviario provocó una explosión que obligó la evacuación de 2000 residentes, mientras grandes cantidades de productos químicos tóxicos se liberaron al suelo para evitar que explotaran, contaminando la tierra y los ríos.

Ohio cuenta con abundante industria de todo tipo. También industria química, al igual que la provincia de Tarragona, donde nací y vivo actualmente, en la que sitúa el mayor polo industrial químico del sur de Europa. Mientras que en EEUU cada año se transportan 4,5 millones de toneladas de productos tóxicos vía ferroviaria, entre Tarragona y Sant Vicenç de Calders se transportan cada año 142.000 toneladas de productos tóxicos o altamente tóxicos.

Una de las principales causas de la tragedia en Ohio se explica por un mantenimiento negligente de las vías. Durante los dos últimos años, Norfolk Southern, la empresa encargada del mantenimiento, había dado un significativo incremento  de beneficios, paralelo a un incremento de los accidentes y de la precariedad laboral.

En Tarragona el transporte de mercancías tóxicas y altamente tóxicas – y a menudo inflamables – vía ferroviaria es una cuestión que preocupa. Rafa Marrasé, el fundador del portal de investigación Porta Enrere y coautor del libro La gran explosió en el que con una prosa irresistible, articula el grave impacto, dudosas prácticas y corrupción en la industria química de Tarragona, informa que los accidentes de trenes que transportan mercancías químicas en la zona responden a la alarmante cifra de dos por año. El claro riesgo que esto supone para la población civil ha llevado a la plataforma ciudadana Mercaderies per l’interior a pedir, de momento sin éxito, que el transporte de estas mercancías se realice por el interior, mientras que el de viajeros se mantenga por la costa.

En paralelo, está el pésimo estado de las vías como ejemplifican las vías por las que circula óxido de propileno producido en Repsol, un material altamente tóxico, cancerígeno, inflamable y explosivo. Según el portal Octuvre, fruto de las denuncias de los vecinos de la zona, el grupo ecologista Gepec contactó al gobierno autonómico, a ADIF, a la Agencia Estatal de Seguridad Ferroviaria y a Repsol pidiendo responsabilidades. Algunos no dieron respuesta, otros se lavaron las manos diciendo que no era de su competencia. Entretanto, las vías siguen igual, nadie asume responsabilidad sobre ellas, con lo que el riesgo de una catástrofe como la de Ohio sigue planeando sobre Tarragona.

Evolucionar significa aprender. Para aprender las personas tenemos dos vías fundamentales. La primera es aprender de lo que nos pasa. La segunda es aprender sobre lo que les pasa a otros. A nivel colectivo no es distinto. Por esta razón, el trágico descarrilamiento de Ohio es una llamada colectiva a la acción para que una catástrofe de esta envergadura no tenga lugar en nuestro país.

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¿Atrapado entre el arrepentimiento y el remordimiento? Quédate con el primero

En cierto momento de su programa de coaching, Miguel tomó conciencia de cómo su extrema vehemencia y cabezonería habían creado un gran sufrimiento a su alrededor. En ese momento, poniéndose las manos en la cabeza se preguntó: ¿Cómo he podido ser así durante tanto tiempo? ¿Por qué he sido tan mala persona y he hecho tanto daño? Miguel había caído presa del remordimiento.

En mis programas de coaching, a medida que la persona va descubriendo su estructura de interpretación, es decir su actitud, forma de entender y actuar en la vida, es común que nazcan entremezclados, el arrepentimiento y el remordimiento.

REMORDIMIENTO

Remordimiento proviene del latín “remordere” que significa volver a morder y del sufijo “miento”, que indica efecto o acto. Cuando albergamos remordimientos en nuestra consciencia, estamos psicológicamente mordiéndonos de nuevo, fustigándonos por algo que hicimos o dejamos de hacer. En este sentido, el remordimiento se caracteriza por varias dimensiones:

  • Nos instala en el error o equivocación del pasado en el que no podemos hacer nada, desconectándonos del momento presente
  • Genera un sentimiento de culpa y vergüenza en el que nos sentimos malos y no merecedores de la vida
  • Encierra la mente en un bucle de negatividad

Un remordimiento patológico es el que nos instala en él, hundiéndonos en sus lodosas aguas. En cambio, un remordimiento sano es un remordimiento momentáneo que deja paso al arrepentimiento.

(Julia Taubitz, UNSPLASH)

ARREPENTIMIENTO

El verbo arrepentirse significa etimológicamente acercarse de nuevo a algo que nos dio pena. El arrepentimiento consciente consiste entonces en acercarse a nuestros errores para no volver a repetirlos.  El arrepentimiento se caracteriza por:

  • Nos facilita el fijarnos en el error del pasado, para determinarnos a no repetirlo
  • Nos permite aceptar el pasado, a modo de a lo hecho pecho
  • Nos pone en contacto con nuestra naturaleza imperfecta y con aquello que necesitamos aprender

Hay un dicho en los sutras budistas que dice “Una vez el carnicero abandona el cuchillo de matar, inmediatamente se convierte en un Buda”. En su radicalidad, este dicho enfatiza la importancia del arrepentimiento en la medida en la que nos permite habitar el presente, integrando las lecciones de nuestros errores, para no volver a repertirlos. Uno puede obrar mal y no arrepentirse con lo que sigue obrando mal toda su vida. En cambio, si uno obra mal y se arrepiente, puede incorporar lo aprendido en el momento presente, abandonando así el cuchillo.

El Evangelio (Juan 1:5-10) postula la misma idea de diferente forma “ Si decimos que no pecamos, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros;  pero si confesamos nuestros pecados, Dios nos perdonará. Él es fiel y justo para limpiarnos de toda maldad.  Si decimos que nunca hemos pecado es como decir que Dios es un mentiroso y eso indica que no hemos aceptado realmente su enseñanza.” En este sentido confesar no se trata de simplemente contar nuestras faltas, sino tomar consciencia plena de ellas, arrepintiéndonos. Es entonces cuando podemos empezar de nuevo, limpios de toda maldad.

A nivel práctico te recomiendo que te arrepientas en lugar de sentir remordimientos. Arrepentirse tiene que ver con asumir los propios defectos y errores, y hacer todo lo posible para no cometerlos de nuevo. Si lo logras, ya te estás corrigiendo, y eso amigo mío, es en sí mismo un gran paso.

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Aprender algo nuevo: por qué ser un petardo en algo sienta fenomenal

Este año estoy aprendiendo a montar a caballo y a jugar al ajedrez. Soy una petarda en ambas disciplinas pero me lo paso genial. Aprender algo nuevo es maravilloso. Recuerdo cuando entré a fondo con la acuarela. Hacerlo cambió para siempre mi forma de mirar, de percibir la luz y los matices de las formas. También mi relación con el agua. Porque con la acuarela cuando uno pinta no pinta solo, pinta con el agua. Ella tiene su agenda, sus formas y sus dones ocultos, por lo que estar en diálogo con ella es imprescindible.

Las personas que aprenden nuevas disciplinas son las que se mantienen más jóvenes de espíritu como constato en mi práctica de coaching, por eso es una práctica que recomiendo a cualquier edad. Julia de diecinueve años está aprendiendo alemán con Duolingo. César de casi sesenta está redescubriendo la fotografía como una práctica de consciencia plena. Diego en plena transición profesional se resiste a aprender algo nuevo y es precisamente esa resistencia la que le bloquea en considerar un cambio radical de trabajo, por lo que la exploramos en sesión.

BUENO PARA REDUCIR EL STRESS Y PARA EL CEREBRO

Varios estudios demuestran que aprender algo nuevo ayuda a reducir el stress, promueve la generación de nuevas conexiones neuronales activando nuestro cerebro y neutraliza la pérdida de capacidades cerebrales que tienen lugar con la edad, como la pérdida de memoria a corto y largo plazo.

(Leigh Nels, PEXELS)

DINAMITA PARA EL EGO

Sin embargo, uno de los impactos más beneficiosos de aprender algo nuevo es que molesta a nuestro ego. Lo incomoda porque lo destierra de su zona de confort. El ego quiere controlarlo todo, quiere que todo sea previsible y quiere quedar bien. Sin embargo, cuando estamos aprendiendo algo de cero, es imposible controlar nada y ahí radica la gracia del asunto: situarnos en la mente del principiante. En ella no hay nada que demostrar. Estamos abiertos, receptivos, atentos. Seguramente seamos un petardo al principio…¿Y qué? Iniciarnos en algo nos facilita estar plenamente presentes…¡igual que los niños!

UNA NUEVA MIRADA

Practicar una nueva disciplina, un nuevo idioma, un nuevo deporte, un nuevo arte…tiene la capacidad de abrirte los ojos al hecho que todo es nuevo cada momento. No volverás a cortar las mismas verduras otra vez. La cena de hoy será única en su contenido, estado de ánimo y personas que te acompañarán – puede que sean las mismas pero serán diferentes. No habrá otro enero como este, ni una luna llena como la de este mes. Esta consciencia te permite despertar del letargo de tu cinismo. Esta consciencia te permite despertar de la anestesia del “sé como son las cosas”. Esta consciencia te permite recibir la vida como lo que verdaderamente es: un regalo.

Sea cual sea tu edad o circunstancia, que no te importe ser un petardo aprendiendo algo nuevo. Te sentará fenomenal.

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Que no te importe sentirte despechá o por qué agradecer el rechazo

En un taller para emprendedores al que me refería en un artículo anterior, una de las cuestiones que interesaba a los asistentes era cómo gestionar el no, o el rechazo a una propuesta de colaboración o comercial.

«Pide y se te dará» rezan las escrituras. Bien sabemos que demasiado a menudo no es así. Cuando pides y te dicen que no, puede doler. Ofreces algo que tú creías valioso y es rechazado. Propones algo y te cierran la puerta. Nos pasa como emprendedores, nos pasa como trabajadores, como esposos, como madres…Sino cada día, lo suficientemente a menudo como para que aprendamos a orientarnos a ello de forma sabia y sin drama.

Hace poco recibí un par de noes que me dolieron. Uno especialmente, ya que primero fue un sí y después se convirtió en un no. El segundo era de anticipar. Juntando a ambos una parte de mi se sintió…despechá. Cuando nos convertimos en adultos se supone que tenemos que endurecernos y dejar atrás aquellas formas de ser vulnerables, sensibles, receptivas, sin embargo no es así, algunas de estas partes – por fortuna – siguen viviendo dentro de nosotros y muestran su dolor en momentos como por ejemplo, de rechazo.

Cuando uno entiende que todas las emociones tienen su razón de ser y que merecen su espacio, es posible tomar el gusto a experimentarlas todas. En este caso, me di un día entero para sentir la tristeza – haciendo todo normalmente- por las oportunidades que se cerraban. Después de la tristeza vino calma. Afloró la consciencia de que ambos noes materializaban una realidad, o mejor dicho, una verdad. La verdad del otro, que ahora resplandecía ante mi de forma prístina. Y la verdad sobre mi propuesta que ahora podía ver bajo una nueva luz y tal vez ajustarla o tal vez no.

Señal de no

(Jakayla Toney, UNSPLASH)

Un rechazo es un punto en la prosa de la vida. A veces es un punto y seguido. A veces es un punto y aparte. En ambos casos el punto nos invita a la pausa. Nos invita a escuchar. A reflexionar sobre cómo estamos haciendo lo que hacemos; sobre nuestras intenciones; sobre las personas con quienes lo hacemos y sobre los sistemas que empleamos. Si has recibido un rechazo en forma de no, una vez superada la respuesta emocional, te invito a reflexionar:

  • ¿De qué forma estás haciendo lo que haces?
  • ¿Cuál es tu intención al hacerlo?
  • ¿De qué otras formas podrías hacerlo?
  • ¿Qué otras personas te podrían ayudar en este empeño?
  • ¿Qué sistemas necesitas para llevarlo a cabo?

Si te quedas con estas preguntas, nacerán respuestas que te permitirán reescribir tu empeño. Al hacerlo una nueva luz inundará la página de tu vida. Entonces te sentirás agradecido por el rechazo, sabiendo que era exactamente lo que necesitabas para crecer.

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¿El éxito te ha encerrado en una prisión? No seas tan previsible

A menudo vienen a mi práctica de coaching personas muy exitosas. Suelen ser personas de un desempeño singular, capaces de llevar una gran carga de forma efectiva en su esfera profesional y/o personal. Su entorno las celebra, las admira, les pide más de lo mismo. Sin embargo, frente a todo esto, hay algo en su interior que no va bien. Algo chirría, algo les hace sufrir y tiene que ver precisamente con su forma de ser.

Por ejemplo a Isaac le reconocen por ser confiable, le das un proyecto y puedes estar seguro que será un éxito. Estar con Fanny es diversión asegurada, es siempre un show estar con ella y anima todos allá donde va. Aina puede con todo en el trabajo, soluciona lo de su jefe y también los líos de su equipo: es imprescindible.

Lo que tienen en común estas personas es que se sienten atrapadas por el personaje que han creado. De forma consciente o inconsciente están prisioneras de su ego. Nuestro ego es siempre una prisión, pero cuando va acompañado del éxito, resulta especialmente difícil aflojar sus garras de acero. Una versión de este fenómeno elevada a la enésima potencia es el que sufren personas famosas, afectándoles su salud mental.

Esto es así porque las personas piensan: “si me ha ido bien así ¿Por qué tendría que cambiar?” Si éste es tu caso, indaga un poco y verás que debajo de este argumento de tinte práctico, residen todo tipo de miedos: miedo a defraudar, a decepcionar, a que no te quieran si te muestras tal y como eres, miedo a que te abandonen, miedo a que te echen del trabajo…

(Mahdi Dastmard, UNSPLASH)

Si conoces tu propia versión del miedo y la creencia que le subyace has dado un gran paso. Ahora toca lidiar con la creencia asociada al miedo. Vas a defraudar, ¿sí y qué? ¿Qué es lo peor que puede pasar? Crees que te van a abandonar. ¿Es cierto que te abandonarán? Te animo a preguntarlo. ¿Si hago esto o lo otro me vais a abandonar? Crees que no te querrán. Si las personas de tu entorno necesitan que seas de una forma determinada para amarte, ese amor no es incondicional, es un amor de segunda. ¿Crees que te van a echar del trabajo? Piénsalo bien. Tal vez sea verdad, tal vez no. Puede que sea a ti a quien le gustaría cambiar de trabajo. Una vez hayas examinado con lupa tus creencias, si todavía persiste el miedo, quédate con la emoción desnuda. Siéntelo, respíralo, y actúa a través de él.

Pero…¿Qué se supone que tienes que hacer?

Escucha bien: ¡NO SEAS TAN PREVISIBLE1!

Disfruta haciendo las cosas de forma distinta de como las haces normalmente. Empieza por un pequeño paso y observa. Luego otro. Y otro. Sorpréndete a ti mismo y a los otros. Sí, puede que se decepcionen, aunque no tiene porqué. Lo que es seguro es que estarás recalibrando la imagen que tienen de ti, con lo que realmente eres: un proceso inaudito. Y lo más probable es que con tu forma de actuar les des permiso a ellos para hacer lo mismo: aflojar las duras garras del ego para vivir en libertad la única vida que os ha sido dada.

Por mucho éxito que tengas, no seas tan previsible.

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(1) Eslogan de la práctica de entrenamiento mental de la tradición budista tibetana. Training in compassion. Zen teachings on the practice of Lojong. Norman Fischer.

¿Cómo gestionar el fracaso? Responsabilidad y descentramiento, lecciones de un roble

Empiezo una sesión de acompañamiento a emprendedores con la pregunta: ¿Qué quieres aprender en esta sesión? Me gusta empezar así porque pone en marcha uno de los motores más poderosos del aprendizaje: la curiosidad. La curiosidad es una fuerza que nos atraviesa y nos invita a movernos en cierta dirección. Hay algo que nos sabemos, que nos interesa y en lo que queremos ahondar: estamos entonces listos para aprender. Aprender proviene del latín apprehendere, compuesto del prefijo “ap” equivalente a cercanía y de “prehendere” que significa asir, agarrar, percibir. Cuando aprendemos, estamos agarrando una noción, un concepto, una idea de cerca.

Del grupo emergen varias preguntas: ¿Cómo superar el síndrome del impostor? ¿Cómo gestionar el fracaso? ¿Cómo priorizar? ¿Cómo discernir cuando es el momento adecuado para la acción? ¿Cómo perseverar ante las dificultades? ¿Cómo gestionar el rechazo? Las voy anotando en la pizarra magnética, mientras reviso como abordarlas.

El fracaso está por todas partes. Fracasa la paz en el conflicto Ucrania – Rusia, fracasa la humanidad frente al cambio climático, fracasa Jennifer Aniston en su deseo de ser madre, fracasa la pareja Piqué – Shakira… Más allá de lo colectivo y de lo público, como constato cada día en mi práctica de coaching, la vida está plagada de fracaso.

Para abordarlo, si en lugar de fijarnos en el resultado – fracaso o éxito – nos fijamos en lo que nos mueve a la acción, daremos con lo que nos llama. Algo nos llama a trabajar en cierto sitio, algo nos llama a asistir a tal actividad, algo nos llama a acercarnos a ciertas personas. Lo que nos llama es una versión de la misteriosa fuerza de la curiosidad. ¿Quién plantó esa pregunta en nosotros? ¿Quién nos llama hacia aquello que nos atrae? Sostén estas preguntas un momento en ti. Si escuchas con atención podrás intuir una respuesta: ¿Y si fuera la vida misma la que se expresa a través tuyo, invitándote a actuar en su nombre?

Si aceptas por un momento que estás actuando en nombre de la vida, se revelan dos aspectos que pueden guiarte: la responsabilidad y el descentramiento. Si te guías por el principio de responsabilidad, entendiendo tu vida como una parte del cosmos que despierta a su propia entidad, tomarás a tu vida suficientemente en serio. Si también te guías por el principio de descentramiento, entendiendo que tu vida no va de ti, sino que va del todo, evitarás caer en la trampa de tomarte demasiado en serio. Desde este espacio es posible relacionarse con el fracaso de forma constructiva.

(Juliet Sarmiento, UNSPLASH)

Toma por ejemplo un roble. Un roble no se amilana si sus bellotas no germinan, ni se convierten en hermosos árboles. A algunas bellotas se las comen jabalíes, algunas nunca brotarán, otras pocas sí se convertirán en árboles. El roble hace lo que es llamado a hacer sin importarle el resultado – éxito o fracaso -, y lo hace lo mejor que puede mientras vive.

Volviendo a ti, algo te llama a la acción, te enfocas en la tarea, lo haces lo mejor que puedes y fracasas. Pero no creas un drama ni te hundes con el resultado, en cambio te preguntas: ¿Qué puedo aprender de ello? Te recompones, te reorientas y vuelves a hacerlo incorporando los aprendizajes que el fracaso te brindó. Con la práctica aprenderás a fracasar – y a triunfar – igual que un majestuoso roble, lo que no es de extrañar, pues es la misma vida la que os anima a los dos.

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Las 3 cosas que mi mascota hace mucho mejor que yo

Durante mi formación de coach integral, me entrenaron a generar oportunidades de aprendizaje para mis clientes. Se trataba de enfocar su capacidad de observación. El origen de esta práctica es reconocer que la vida es una fuente permanente de enseñanzas. Por ello, si eres el afortunado de tener una mascota, tienes un maestro. Un gurú particular. No te creas esa bobada que los humanos somos el estadio más elevado de la evolución.

Puca y yo

(Magda Barceló)

He tenido la suerte de crecer entre perros, gatos, pájaros y algún roedor. Durante los últimos diez años comparto la vida con Puca, una perra mestiza adoptada de un refugio canino. Cada día aprendo de ella. Y estas son las tres cosas que hace mucho mejor que yo.

1. DARLO TODO. Ayer, en una excursión al monte y con sus once años, se bañó en una poza, correteó, salto, olisqueó, exprimió al máximo todo el tiempo que estuvimos fuera. Puca, pese a ser muy tranquila, se desata cuando tiene la ocasión. Y aunque por la noche iba cojeando, a la mañana siguiente ya se había recuperado. Verla me hace cuestionar las formas en cómo me retengo, guardando energía como si la vida fuese un ensayo y no una obra definitiva, aunque imperfecta.

2. CONFIAR. Cuando tiene hambre, se me acerca moviendo la cola. La miro y luego ella mira al armario donde están sus chuches. Su idioma es el cariño que reparte con igual abundancia como el lustroso pelo negro que suelta. Contagiada de su alegría, darle su premio me resulta irresistible. Su ejemplo me invita a actuar con la confianza de que todo irá bien y a pedir lo que quiero desde la alegría, sin exigencias ni apego.

3. JUGAR A TODA COSTA. Acaba de conocer a otro perro, y si no es un galgo – por algún motivo no puede con ellos – se pone a jugar de inmediato. No necesita conocerle de años, haber agendado la sesión, ni tampoco sentirse bien por dentro… ¡siempre está lista para jugar! Crecemos, nos convertimos en adultos responsables y cuando nos damos cuenta ya hemos comprado que jugar es de niños. Practicar el juego a toda costa es uno de los recordatorios más valiosos de convivir con mascotas.

Una amiga me decía Puca ya lo sabe todo. Y es que, de un modo no racional, los animales saben todo lo que necesitan. A diferencia de nosotros, están conectados a su naturaleza salvaje, aquella que les permite simplemente ser sin necesidad de esforzarse, compararse ni demostrar nada. Cuando tomando su ejemplo, me permito descansar en esta consciencia, la vida es más vida.

Así que si no tienes mascota, encuentra a una y deja que te adopte. Y sí, para que viva bien tendrás que cuidarla. Como decía el querido poeta Joan Margarit, cuidar al que se ama no es un sacrificio, sino un raro privilegio. Espero que disfrutes de él 😉

 

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