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¿Te han engañado? Descubre las orientaciones clave para gestionarlo

Hace poco he recibido una buena taza del agrio caldo del engaño, y todavía lo estoy gestionando. Que nos engañen es algo a lo que inevitablemente tenemos que enfrentarnos por el hecho de ser humanos. Si no te engañan nunca es tal vez porque no haces nada, asumir riesgos no forma parte de tus capacidades o simplemente estás viviendo a medias.

El cristianismo, al igual que el budismo contiene una sabiduría sobre la vida y su orden implicado, que la humanidad – a la luz de cómo nos va- está muy lejos de aprender. Fijémonos en sus enseñanzas sobre el engaño. La historia de Jesús de Nazareth – Lucas 22– encapsula uno de los mayores engaños que se puedan concebir. En su trama a la mejor persona, Jesús, le pasa lo peor. Esto la hace significativa porque describe la naturaleza injusta de la vida y sus lecciones aplican a todo tipo de engaños.

Frente al engaño, es natural sentir animosidad hacia el que nos ha engañado, querer devolver el tanto y vengarse. Sin embargo, seguir este curso de acción nos aboca a una espiral destructiva. La alternativa que elige Jesús y que también apunta el budismo es perdonar, entendida como la capacidad de no vengarse, ni guardar resentimiento en uno. Aunque nuestro orgullo y otros nos digan que perdonar es una decisión de blandos o temerosos, es todo lo contrario: una determinación sabia y valiente.

(Hua Ling, UNSPLASH)

LA VALENTÍA DE PERDONAR

Valiente porqué lo fácil es ceder al impulso destructivo de devolver la ofensa. Casi siempre tenemos la capacidad de hacer daño al otro y para refrenar esta capacidad y transmutar la poderosa energía de la revancha hace falta una determinación de titanes. No vengarse y soltar la animosidad no significa que sigamos en la relación como antes, lo que a mi entender es imposible. Tomar distancia psicológica y/o física de la persona que nos ha engañado es necesario y recomendable.

Perdonar también es de sabios porque el que perdona sabe que devolver la ofensa o guardarla en uno mismo en forma de resentimiento es atarse a la cadena del odio con quien nos ha engañado. Aquella que transporta a los grupos mafiosos a los infiernos, constantemente asesinándose los unos a los otros. Aquella que condena por generaciones a estados que con sus guerras sacrifican a sus gentes. Aquella que nos enferma por guardar resentimiento hacia el que nos falló.

IMPUNIDAD VERSUS KARMA

Algo que suele alterarnos es pensar en la impunidad de la persona que nos traicionó. Es creer en la ilusión de que nosotros pagamos el pato mientras que el otro sigue como si nada. Sin embargo, aunque pueda parecerlo, nunca es así. Como constato cada día en mi práctica de coaching y en mi propia vida, la ley del karma – la ley budista de la causa y efecto – es implacable pero no lineal. Si engañas, tarde o temprano las consecuencias de este engaño te llegarán: puede que de la persona a quien has engañado, de otra persona o de tu interior en forma de malestar psicológico o enfermedad. Desde este conocimiento, saber que el que te ha engañado está cavando su propia tumba, puede ser suficiente para abandonar la hostilidad y desearle el bien. Si esto te suena a ciencia ficción y te sientes incapaz de perdonar, entonces prueba de simplemente a olvidar. Evita nombrar lo ocurrido, deja de regocijarte en ello, no lo revivas. Olvidar es una forma de perdonar. Con el olvido, lo ocurrido se reconfigura en nuestro interior para un día cercano o lejano, brotar a la consciencia sin rastro de animosidad y puede que hasta con gratitud.

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¿Quieres terminar el año de forma consciente? Cuatro prácticas para conseguirlo

El final de año es un momento propicio para tomar consciencia sobre el propio camino. A menudo en mi práctica de coaching me encuentro – generalizando por supuesto – con dos tipos de personas. Personas que raramente miran atrás, es decir que no tienen una actitud auto-reflexiva hacia su pasado, creen que lo pasado es pasado y no vale la pena pararse en él. Y por otro lado, personas que cargan amargamente con su pasado, lo rumían, lo analizan y se resisten a soltarlo.

Tan dañino es sobreanalizar el pasado, com el riesgo de quedarnos anclados en él como la bíblica Edith convertida en estatua de sal al girarse a contemplar la destrucción de Sodoma y Gomorra. Como inútil es no mirar nunca atrás, evitando asumir lo ocurrido y por ello abocándonos a repetir los mismos errores.

El ejercicio que te propongo sigue el camino del medio, es decir te invita a reflexionar sobre lo ocurrido, para después soltarlo, pasando página. Para realizarlo escribe donde quieras las respuestas a estas cuatro preguntas:

  • ¿Qué quieres celebrar?
  • ¿A quién estás agradecido?
  • ¿De qué debes perdonarte?
  • ¿A quién debes perdonar?

(Fauzan Ardhi, UNSPLASH)

CELEBRAR

Celebrar es fundamental. Nuestra percepción, por motivos de supervivencia está sesgada hacia lo negativo, hacia lo que no funciona. Fijarse en lo bueno, en lo positivo, en lo que hemos logrado es entrenar la mirada apreciativa, que nos conecta con la aceptación y la gratitud hacia las propias circunstancias y capacidades. La mirada apreciativa genera confianza en uno mismo y en la vida, una actitud fundamental.

AGRADECER

Sea lo que fuere que ha ocurrido durante tu año, algo es seguro: está plagado de personas y circunstancias que han contribuido a que las cosas sean geniales, funcionen o al menos a minimizar un desastre. Da las gracias. Tal vez sea el gesto más potente que realices en tu vida.

PERDONARTE

Estar vivo significa errar, meter la pata. De poco sirve autoflagelarse indefinidamente cuando hemos hecho daño o errado, no importa el tamaño de lo ocurrido. Perdonarse es una acción indispensable para amarse. Y el amor hacia uno mismo está en la base de todo desarrollo personal y especialmente de la relación con los demás. Cuanto más compasivo seas contigo mismo, más lo serás con los demás.

PERDONAR

Las ofensas pesan y cuando te empeñas en cargarlas a tus espaldas, conviertes a tu mundo en un lugar hostil. Perdonar a las personas que te han ofendido o hecho daño es vaciar la mochila psicológica de uno de los mayores pesos que puedes cargar.

Perdonar es tener la intención de perdonar. Perdonar es poner la otra mejilla en el sentido de no buscar venganza. Perdonar es abrir el corazón para seguir sintiendo y llenarse de vida. En cambio no perdonar es morir cada día un poco.

Una vez anotadas las reflexiones a las cuatro preguntas, puedes trasladarlas a la acción directa o a la acción simbólica, a través de un gesto que encarne tu intención. Si el ejercicio te costó, no te angusties. Cada acto al que te invito es un tipo de práctica que puedes entrenar. Cuanto más practiques el perdón, más fácil te será perdonar. Y lo mismo con agradecer, y celebrar.

Una vez realizado el ejercicio, olvídate de él. No hay nada más que hacer, salvo entrar al año nuevo ligero de equipaje y receptivo. Listo para la nueva gran aventura de tu vida.

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¿Criticas o perdonas? La pasta de la que estás hecho según el covid        

  • Vaya, en el trabajo se han contagiado el grupito de las tres. Esas a las que no les gustaba ventilar. Pues toma, ya les está bien. Aquí todos cuidándonos, y ellas poniendo en riesgo al personal.
  • Pues para vernos así, con toda esta parafernalia, pendientes de que los niños no se acerquen demasiado… mejor no nos vemos. Paso de estar todo el rato en tensión.
  • Estoy harta de estos fumadores que todo el día van sin mascarilla. Además el humo es lo que más contagia. ¿Cómo se puede ser tan egoísta?
  • Hoy iremos al bosque aunque no se pueda salir. Allí es imposible contagiarnos. Todas estas medidas me parecen una exageración.
  • Esos se han pasado por el forro el confinamiento perimetral para ir a tocar nieve y encima lo ponen en Facebook. Serán…

TODOS LO HACEMOS

 ¿Alguno de estos comentarios te suena? Yo he mascullado a varios en distintas ocasiones. Algunos al principio de la pandemia y otros en los momentos actuales. Criticar al otro nos sitúa en posición de superioridad y nos separa de él, preparando el terreno para el conflicto. Todos lo hacen te puedes decir. Sí pero no te engañes, las críticas no son inocuas, sino todo lo contrario.

ACOSO LABORAL POR CONTRAER EL COVID

Ayer, en una sesión de coaching la persona a quien acompaño me compartía que se están dando casos de hostigamiento laboral por el covid. En concreto, situaciones de criticar y culpar a compañeros de trabajo por el hecho de haberse contagiado. Vivimos momentos de tensión y hastío por cómo se está alargando la crisis. Sin embargo, criticarnos los unos a difícilmente solucionará nada.

Mujer puño alzado

(Timothy Eberly, UNSPLASH)

LA PASTA DE LA QUE ESTÁS HECHO

Todas las situaciones extremas nos invitan a enfrentarnos a nuestra verdadera naturaleza. Es fácil pensar que uno es buena persona, sin haberse enfrentado a ellas. Los que han vivido guerras, campos de concentración y otras circunstancias atroces explican que solo en éstas se revela la verdadera pasta de la que estamos hechos. Para algunos, tal vez la circunstancia adversa en la que demostrar quienes somos, sea tener que enfrentarnos a esta crisis. En ella hemos de plantearnos cómo decidimos ser. Qué semillas internas decidimos regar, las de la separación, rencor y miedo o las de la confianza, ayuda mutua y prudencia.

LOS LÍMITES DE LA EMPATÍA

En cuanto sientas que surge en ti la crítica al otro, es momento de ponerse en guardia. Para neutralizarla, la empatía nos invita a ponernos en los zapatos del otro. Sin embargo, no siempre es posible empatizar, por el mero hecho de que no tenemos toda la información. Me puede parecer que mi colega de trabajo se híper protege del covid, sin embargo, desconozco que su pareja es de alto riesgo por estar en tratamiento por cáncer. En este caso y en muchos, la empatía se queda corta.

LA VÍA DEL PERDÓN

Existe una capacidad que desmonta la crítica y que no necesita que conozcamos todos los detalles del otro. Se trata del perdón. Ojo, no me refiero al perdón rápido y superficial al que de pequeños nos forzaban nuestros padres cuando nos peleábamos entre hermanos o primos. El perdón del que hablo es el de sabernos seres con la capacidad garantizada de meter la pata. Es el perdón de dar por sentados los miedos, bajezas, imprudencias y excesos propios y ajenos y dejarlos ir, una y otra vez, como un pesado saco de piedras en un tumultuoso río.

PERDONAR ANTES Y DESPUÉS

Mi amigo Peter que tanto me inspiró, al tiempo que luchaba contra la enfermedad que terminaría con su vida, me compartió algo que llevaba años practicando: perdonar a alguien antes siquiera de haberlo conocido. Está en nuestras manos perdonarnos a todos de antemano, por los errores que hemos cometido y los que cometeremos. Además de tomar las precauciones necesarias, tal vez sea éste el único modo de superar esta crisis y que haya merecido la pena.