Hay gente mala, Bin Laden, Belcebú y luego Natalia.
Madre del amor hermoso, que mujer más mala, más retorcida y más insoportable. Esta mujer muerde a una cobra y la mata en el acto.
El caso es que el otro día consiguió sacar de sus casillas a David, más, quiero decir, hasta que su compañero tuvo un ataque de histeria que le llevó da recorrer la casa fuera de sí y chillando «¡¡¡No puedo, largarme de aquí!!!» «¡¡¡Que me larguen!!!».
Al final, el chaval acabó llorando como una magdalena por la pena negra de soportar a Natalia.
¿Y qué hizo Natalia?
Irse al confe a decir «Si está mal que haga cualquier cosa y que le tengan que expulsar, porque si coge la maleta el problema es que yo me tengo que ir».
¿Que haga qué, mala pécora?
Encima tiene los santos ovarios de ir al confe a pedir que «España me siga apoyando». Y dice, la simpática, «vengo a pedir a España que le haga de sufrir«. ¿Se puede ser más cruel?
El problema es que como escribió en el famoso papel, Natalia de verdad cree que fuera se le ve como una víctima y que la gente está con ella. La lleva clara. Esta noche se va por la puerta.
Un apunte: El aguila pescadora, con sus majestuosos pechos, acecha a su presa desde la ternura. En el suelo, desapercibido, Iván Madrazo retoza inocente sin saber que, desde las alturas, le acecha Yola.