Ni libre ni ocupado Ni libre ni ocupado

Elegido Mejor Blog 2006.Ya lo dijo Descartes: ¡Taxi!, luego existo...

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Los locos son ellos

Fotograma del film Taxidriver

Fotograma del film Taxidriver

Treinta y siete segundos de semáforo. Un Clio sucio delante de mi taxi. Alguien dibujó una polla en la luna trasera del Clio sucio. Alguien se tomó la molestia de mancharse el dedo dibujando el contorno de una enorme polla en la luna trasera del coche sucio. No entiendo bien qué significa. O tal vez no signifique nada, sólo eso: una polla. El conductor, por su parte, sin duda ha de ver la polla reflejada en su espejo retrovisor, así que es plenamente consciente de lo que lleva a su espalda. No consigo verle la cara, o si es un hombre joven o mayor o una mujer. Al abrirse el semáforo giró a la derecha y yo, aún no sé por qué, seguí recto. Podría haberle seguido y aprovechar el carril BUS/TAXI del Paseo del Prado para intentar adelantarle y verle la cara. Me intriga descubrir el rostro de quien conduce un Clio sucio con una enorme polla dibujada en la luna trasera. Precisamente por eso no entiendo a qué se debe mi opción de seguir recto. A veces conduzco guiado por impulsos que no entiendo. Yo quería ver la cara del tipo de la polla. Aunque mi contradicción no es para tanto. Tengo muchas. No me odio por eso.

Sin embargo seguir recto me ha llevado a fijarme en las enormes banderas de España que han colgado en la fachada del ayuntamiento. Tendrán unos quince metros en vertical, por otros cinco o seis de rojo a rojo. Supongo que será por lo de la coronación del hijo del comercial del IBEX. El próximo jueves, creo. De hecho, ya hay policía por todas partes. Antidisturbios, perros olisqueando papeleras, unidades de subsuelo. Dicen en la radio que incluso habrá francotiradores apostados en las azoteas de cada edificio por donde pase la comitiva. Sería gracioso que un francotirador estornudara sin que le diera tiempo a sacar el dedo del gatillo. Y que en su juicio por alta traición a la corona alegara alergia primaveral. Que las gramíneas nos trajeran la república.

Subiendo por Alcalá me levanta el maletín un liberal en lo económico. Pero en lugar de frenar a su altura, acelero. Tampoco sé muy bien por qué. O tal vez sí. Prefiero dar la vuelta y buscar al del Clío con la polla dibujada. A ver qué cara tiene.

Panda de cínicos

Buen chico (ARCHIVO)

Buen chico (ARCHIVO)

Cospedal llegó a decir que el rey Juan Carlos contaba con el apoyo del pueblo español porque esa misma tarde Su Majestad acudió a los toros y el público asistente le dedicó una ovación cerrada, que ella lo sabe porque también estuvo ahí, toda Las Ventas en pie dejándose las palmas al grito de VIVA EL REY (tendido 7 incluido) y claro, ante tamaña razón de peso sólo cabe pensar dos cosas: La primera, que la hija bastarda de María Magdalena sólo gobierna para esa España de Cohibas, peinetas y fraude fiscal y dos, que dudo que exista tanta clase privilegiada capaz de regalar a su partido amplias mayorías absolutas. Dicho esto, me atrevo a decir que la gran mayoría de sus votantes, a pesar de no pertenecer a esa élite para la que el PP gobierna en exclusiva (apenas un puñado de grandes empresarios y banqueros), sí que albergan la ilusión de alcanzar ese estatus y así poder, en un futuro, verse beneficiados por sus políticas. Es decir, que ansían pertenecer al selecto club de hijos de puta que acumulan leña mientras el resto se muere de frío.

Pero después de declarar lo que os cuento, la pupila de Torquemada aprovechó para rendir en elogios el «sentido de estado» del caduco líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, el cual a pesar de su ADN republicano y progresista no le duele en prendas rendirse al rey y nombrar sucesor al tercer hijo varón, porque las dos mayores son chicas y claro, su deber como marca el medievo es fregar y cuidar de la prole. Mientras tanto, los diarios de papel que subsisten gracias a la banca titulan, a toda portada, que el 90% del Congreso votará a favor de entronar forever a Felipe el subcampechano, o lo que es lo mismo, que tú y yo y el otro votaremos indirectamente por él porque el Congreso nos representa. Y rapidito, que hay fútbol. El mundial, nada menos.

Por cierto, no se tú, pero yo espero que España no gane o nos costará un dineral. Nada menos que 720.000 euros por jugador (120.000 más que en el mundial de Sudáfrica; 30 millones en total), el doble de lo que pagaría selecciones como Francia o Alemania. Pero qué coño: más de dos millones y medio de niños sufren malnutrición en España (y creciendo), pero a chulos, no nos gana nadie.

Matar el tiempo

FOTO: El Carrusel del Tiempo (FUENTE: Wikipedia)

FOTO: El Carrusel del Tiempo (FUENTE: Wikipedia)

Tal vez intuyas gruesos muros asfixiándote, marcándote un camino que no elegiste mientras observas con rabia (y cierta envidia a veces) cómo a otros parece no importarles ya que caminan sin mirar atrás, ya que jamás se hacen preguntas, ya que lucen con orgullo su cara de gilipollas mientras ondean una bandera impuesta por tradición, ya que se conforman y por tanto no tienen criterio más allá del heredado y por tanto pasan por la vida como de puntillas mientras tú prefieres dejar tu huella a pesar de los esguinces, a pesar de tu colección de zapatos rotos. Tú sufres por ti y por ellos, que son tu lastre, pero a veces, como digo, les envidias. ¿Es acaso más feliz quien no piensa o simplemente se deja llevar por el entorno?

Has visto a usuarios de tu taxi manteniendo largas conversaciones acerca de si conviene o no llevar los pantalones «pesqueros» en función de tu talla para «parecer más alto», has visto a señoronas adictas al Xanax que se quedan prendadas de una mosca posada en la montura de sus gafas sin ser del todo conscientes de la mosca, has visto a tipos que trabajan tanto y sin necesidad, que no tienen tiempo de gastar todo el dinero que ganan,  has visto matrimonios rotos pero sólo de puertas del taxi hacia dentro, y nada más salir se dan la mano y caminan ante el mundo como intentando disimular, has visto a gente que «es» de un color político y votarán por siempre a ese color porque es «su» color, has visto a hombres matándose a hostias por una partida de cartas, has visto a ancianos esperando a que les llegue la muerte sentados, sin hacer más nada, durante décadas, has visto a chavales besando estampitas de vírgenes para aprobar el teórico de conducir, has visto a enfermos terminales haciendo sudokus para matar el tiempo, has visto a jubilados gastándose la pensión en una tarde de bingo y llorando después de vuelta a casa, pero no. Tú te resistes a ser como ellos. Buscas ser distinto, otra cosa. Pero ¿qué?

Doce euros

FOTO: @simpulso

FOTO: @simpulso

Samantha. Treinta y cuatro años, ojos cansados y azules, dos hijos sin padre de siete y cinco años, el menor con problemas de asma. Quinientos de alquiler que a duras penas paga limpiando escaleras a seis euros la hora, más un par de casas por las tardes a cinco y en negro, claro. Trabaja en una subcontrata de una empresa de servicios integrales de limpieza. Dice que el jefe de su jefe conduce un coche que cuesta el equivalente al sueldo suyo íntegro de tres años. Lo vio una vez, el mes pasado. Se presentó por sorpresa en la escalera del portal donde ella limpia con la intención de supervisar su trabajo, y la echó una bronca tremenda porque encontró polvo en un tramo de la parte baja de la barandilla del sexto piso. El jefe del jefe enseñó a Samantha su dedo manchado en polvo y simplemente dijo: intolerable.  Y se marchó. Ahí Samantha pensó que la echaban, pero no. O al menos no, por ahora. Tuvo suerte. Veremos.

Ayer Samantha tomó mi taxi. No le quedó más remedio: llegaba tarde al trabajo. Pasó una mala noche con su hijo y, al final, se le pegaron las sábanas. En el trayecto me contó su historia. Luego, conseguí dejarla en su destino justo a la hora, con el taxímetro marcando doce euros exactos. Doce euros equivale a dos horas suyas limpiando escaleras. Aun así Samantha prefería pagarlos antes de que pudieran echarla por llegar tarde.

Tal vez, dadas las circunstancias, debí no haberla cobrado nada. Pero yo había tardado algo más de hora y media en conseguir que Samantha subiera en mi taxi, más la otra media que duró el trayecto; así que podría decirse que a mí también me salió la hora de trabajo a seis euros, igual que a ella. Sin embargo no pude evitar sentirme sucio con su billete de diez y sus dos monedas en mi mano. Con esto quiero decir que a veces, las reglas del juego nos obligan a ser injustos y a odiarnos por ello. Este Sistema vil y despiadado está montado de tal forma que nos arrastra a ser cómplices de su injusticia por mucho que intentemos evitarlo.

¿Hice bien cobrando esos doce euros? Quiero pensar que no. Necesito pensar que no.

La derecha miediática

Toda muerte es injusta, qué duda cabe, pero no me llames monstruo por no sentir nada ante la muerte de algunos. Supongo que no tengo alma suficiente para tantos cadáveres, o al menos no daría abasto con las miles de muertes injustas que a diario se suceden y apenas nadie conoce. Tampoco ostento cargo público; por tanto no tengo por qué ceñirme al protocolo del duelo institucional en según qué casos. Y porque un muerto sea más o menos cercano, o haya sido visto por televisión o en los periódicos, no lo hace más mío o crece más mi duelo que con el resto de los muertos. Cierto es que alguna vez oí hablar de la difunta Isabel Carrasco que hoy copa los medios, y alguna de esas veces lancé improperios contra ella (¿12 sueldos con el paro que asola el país? ¡Jesús!) pero no por ello deseé su muerte ni la muerte de nadie. No era de mi agrado, como tantos otros muchos, pero jamás empuñaría un arma contra ella o contra nadie ni alentaría a nadie para que lo hiciera.

Quiero decir que no me alegro de su muerte pero tampoco me entristece (repito: apenas conozco de nada a esa mujer, y lo poco que conozco no fue merecedor de mi respeto). Me sorprendió la noticia, eso sí (aunque hoy sigo en Praga y me pillara lejos). Igual que me sorprendió, una vez más, la bajeza moral de quienes trataron de darle la vuelta al asunto intentando ganar rédito moral con el cadáver aún caliente. Me refiero, por supuesto, a todos esos ascoputos mal llamados periodistas, abiertos 24h a su bilis contra el terror que para ellos supone la izquierda en general, buscando conexiones imposibles con los escraches de Colau, o la extinta ETA, o incluso el humorista y gran talento Wyoming como instigadores en la sombra del suceso. Y luego, ya una vez demostrado que el crimen fue perpetrado por otro miembro díscolo de los suyos, lejos de agachar la cabeza o pedir perdón por su falta de rigor periodístico, siguieron cargando contra aquellos que buscamos ‘de mala fe’ interpretar lo que no era. Es decir: primero nos llamaron cómplices y luego, idiotas.

Lo suyo ahora es, sin duda, periodismo guerracivilista: lanzan todos sus dardos contra la misma diana, sea cual sea el suceso y haga lo que haga el contrario. Echo de menos, por tanto, periodistas de derechas más neutrales (como aquel ABC de antaño que yo compraba y leía con gusto) que contrasten, primero, y luego lancen sus dardos directos a la verdad. Aunque duela a diestra y siniestra. Y mientras no exijamos un periodismo libre de intereses espurios, el nuestro seguirá siendo un país de tercera.

Europa y olé

FOTO: Wikipedia

FOTO: Wikipedia

El próximo 25 de mayo los españoles podremos elegir libre y democráticamente cuál será el partido que se arrodille ante Merkel. Los grandes ya están en campaña: el PSOE, que dejó el gobierno con 5 millones de parados, apuesta por el empleo. El PP de los 6 millones de parados y una deuda pública 28 puntos por encima que la que dejó el PSOE, dice que ellos saben hacerlo mejor: que de la crisis se sale comiendo yogures caducados y encomendándote a la virgen que proceda. Por otra parte el PSOE apuesta por un socialismo europeo unido, pero nadie sabe si se refiere también al partido socialista alemán que ahora gobierna en coalición con el CDU de Merkel, o al socialista francés de los recortes sin tregua a pesar del descontento de su propio partido. En cualquier caso, haga lo que haga el PSOE, recuerden que el PP siempre lo hará mejor. Lo dicen todos los medios que ellos mismos controlan. Lo dice La Razón, ABC, El Mundo (después cargarse a Pedro J), El País (después cargarse a Moreno), TVE, RTV Castilla-La Macha, TVG, TeleMadrid; y también lo diría Canal Nou, pero el PP valenciano la gestionó tan bien, lo han gestionado todo TAN bien, que ya tal.

Y entre tus Gürteles y mis EREs, entre tus sobres y la herencia recibida, ambos dos continúan intentando acapararlo todo. Acaparan portadas, titulares, minutos de oro en los telediarios de máxima audiencia. Pretenden dar a entender que no hay ni habrá más opción que el PP de siempre y el PSOE de toda la vida, y que todos los demás partidos, sin excepción, son radicales de uno u otro bando. La estrategia no es casual: a los dos les interesa el hartazgo del electorado. A los dos les interesa que el ciudadano indeciso se quede en casa y no vote. Quieren ganar, aunque sea por la mínima de su electorado más fiel, aunque sea con unos niveles de abstención históricos, y saben que el voto en blanco y el voto nulo les beneficia de cara al resultado final.

Por eso, ahora más que nunca, hay que votar. Vota a quien quieras, pero vota. Vota al menos malo de entre todos los grupos minoritarios, pero vota. Vota a la izquierda radical, a la derecha radical o al extremocentro radical. Pero infórmate un poco, lee los programas electorales de los demás grupos, y vota en consecuencia. Hay que cambiar este bucle como sea. Tú verás.

¿Mala suerte en el amor?

Espero que no malinterpretes mis palabras. Sólo digo que hay hombres y mujeres que tienden continuamente a equivocarse en sus relaciones sentimentales y aun así lo achacan a su ‘mala suerte’. Conozco a más de uno (y más de una) que no les duran nada los noviazgos aunque ansíen estabilidad, y siempre es el contrario quien la caga (‘le pillé con otra’, ‘simplemente se marchó’, o ‘me levantó la mano’ son ejemplos clásicos). Pero resulta que en su siguiente relación, su nueva pareja cumple exactamente el mismo perfil del anterior. Hay mujeres, por ejemplo, que sienten atracción por los «malotes», o ciertos hombres por las «mujeres dominantes», y siempre acaban rompiendo por el mismo motivo que en un principio les atrajo de ellos. Hay hombres que confían que el octavo matrimonio de su nueva esposa será el definitivo. Hay mujeres que confían en que «aquella vez me levantó la mano pero estoy segura que nunca más volverá a hacerlo». No, amiga. Hay hombres violentos por naturaleza y a la mínima señal, al más mínimo gesto, conviene huir de ellos como de la peste.

Espero que no malinterpretes mis palabras. Ninguna mujer merece ser agredida, y el hombre que maltrata sólo merece pagar con duras penas de cárcel. Ahora bien: el otro día, una usuaria de mi taxi llegó a confesarme algo que llamó poderosamente mi atención (y en cierto modo inspiró este post). La mujer me aseguró haber recibido malos tratos por parte de sus últimas CINCO parejas, lo cual achacó a su ‘mala suerte en el amor’. Ojalá se pudran en la cárcel esos cinco, qué duda cabe. Por otra parte desconozco cuál es el porcentaje de maltratadores por cada hombre bueno. Un porcentaje residual, supongo. Así que puedo estar equivocado y en realidad sea eso, mala suerte, pero pensé que tal vez, a priori, la mujer en cuestión se viera atraída por cierto perfil de hombres. Jamás diré que mereciera semejante infierno, pero…

¡Independencia!

FOTO: Wikipedia

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¡La Constitución es intocable! dice el mismo que modificó la Constitución sin el consenso ciudadano. ¡Hay que cumplir la ley! dice el mismo que cobró comisiones en B de constructoras a cambio de adjudicaciones a dedazo (no lo digo yo, lo dice UN JUEZ). ¡Si el pueblo quiere hablar, lo hará según los cauces democráticos!, es decir, cada cuatro años. Es decir, atraídos por campañas financiadas irregularmente. Es decir, atraídos por programas electorales falsos amplificados por campañas financiadas irregularmente. Escuchando ayer a Rajoy y a Rubalcaba en el Congreso acerca de la consulta soberanista catalana, a mí también me entraron unas ganas enormes de independizarme, pero no en dirección a Cataluña. Artur Mas es de su misma calaña: escándalos de corrupción por doquier, tajos indiscriminados a la sanidad (más brutos, incluso, que en el resto del Estado) y una prensa y una policía autonómica igualmente subyugada a tapar y defender sus intereses. Y de Duran i Lleida, el mismo que vive en una suite del Hotel Palace (cinco estrellas), el mismo que dijo que dimitiría si se demostraba la financiación ilegal de su partido y al final se demostró y, por supuesto, sigue atornillado a su cargo, pues qué les voy a contar. En cualquier caso, tanto CiU, como UCD, como PP, como PSOE (a tenor de sus últimos bandazos), son de derechas. Y a mí, la derecha en general, me produce urticaria. Y si es democristiana, aparte de la alergia, se me hincha la glotis.

Yo me independizaría de todos estos bien a gusto. Y del tufillo a franquismo que aún colea. Y de la Casa Real, por descontado. Y de las puertas giratorias, y del cinismo, y de Merkel, y de la dictadura financiera en general. Me quedaría, eso sí, con la buena gente. Con todos esos que salen a la calle a reivindicar sus derechos. Con esos que curran como héroes para sacar a sus familias adelante. Con esos que intentan llevar una vida digna, honesta, y sin pretensiones, y no les duele pagar impuestos por el bien común. Creo firmemente, estoy seguro, que son mayoría. Me independizaría con ellos adonde hiciera falta. Es más: me comprometería a llevarlos en mi taxi, de cuatro en cuatro y sin taxímetro, al país que elijamos por consenso. Aunque fuera un país inventado, o casi mejor…

¿Te apuntas?

Violencia eres tú

FOTO: Wikipedia

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Lo fácil, lo cómodo, lo correcto, es condenar todo tipo de violencia. Lo fácil es defender el Estado de derecho, el orden público y no quemar cajeros de los bancos que nos roban, o los contenedores que sirven de alimento a tanta gente. Sin embargo, resulta peligroso ampararse en la legitimidad de un gobierno sólo porque fue elegido por once millones de votos hace ya más de dos años. Decir eso equivale a creer que la democracia sólo se manifiesta uno de cada 1461 días (contando un bisiesto), y los 1460 días restantes puedan hacer lo que les venga en gana, aunque esto incluya cargarse desde dentro el Estado de derecho. Es cierto que el PP ganó por mayoría, pero hoy ya son muchos millones de aquellos los que han dejado de confiar en su gestión. No hay más que echar un vistazo a las encuestas: en los últimos datos del CIS, Mariano Rajoy apenas obtiene un 2,81 en valoración, es decir, un suspenso clamoroso (Suárez dimitió con un 4,9, háganse cargo), y la nota de los ministros es si cabe aún más baja (Wert se lleva la palma con un 1,95). Por otra parte, conviene recordar que su victoria fue motivada por un programa electoral que resultó ser falso de principio a fin, amplificado además por una campaña de marketing electoral de «dudosa» financiación (a tenor de los papeles que insisten en tapar). Si a esto le añadimos que su única lucha en contra de la corrupción (máxima preocupación según el CIS) se ha reducido a amedrentar a periodistas, obstaculizar y dilatar procesos judiciales, o indultar a condenados, me cuesta creer en la auténtica legitimidad de este gobierno. Para colmo, después de convencernos de la necesidad de recortar en sanidad, educación y dependencia, entre otras muchas partidas básicas, inyectan miles de millones a la banca «porque no se la puede dejar caer», y ahora también a unas autopistas de peaje «que tampoco se pueden dejar caer» cuyas concesionarias, qué casualidad, figuran como donantes en los papeles de Bárcenas que, insisto, se esmeran en silenciar.

Nunca he empleado o animado a la violencia en ningún caso. Pero bien es cierto que tampoco me he visto sin mi taxi, o mis hijos sin comida, o sin casa, o sin la casa de mis padres por avalar mi casa, o sin ahorros por culpa de una estafa bancaria que sigue impune excepto por el juez que se cargaron. Y como nunca me he visto en tales supuestos, no sabría deciros cuál sería mi umbral de aguante que detonara el lanzamiento de mi primera piedra contra quienes defienden o escoltan a esta mafia. Y jamás pensé que diría esto, pero lo digo. Violencia son ellos más que nadie.

¿El espíritu de la transiQUÉ?

FOTO: Wikipedia VIRAJE: @simpulso

FOTO: Wikipedia
VIRAJE: @simpulso

Seamos sinceros. Aquel fallido intento de golpe de Estado de 1981 demostró dos cosas: La primera, que al recientemente fallecido y por TODOS laureado Adolfo Suárez, no llegaron a quererle ni en su propio partido. Los mismos que ahora lloran su pérdida o ensalzan su figura a la categoría de mártir de la transición, intentaron cargárselo en su día (políticamente, se entiende) con mociones de censura, la dimisión por hartazgo, acorralado, del propio Adolfo Suárez, o incluso artículos incendiarios en la prensa patria: el diario ABC llegó a sugerir un «golpe de timón» proponiendo al general Alfonso Armada como candidato a la presidencia del Gobierno. El mismo Armada que acabó participando activamente, ¡oh casualidad!, aquel 23F. El mismo ABC, en fin, que ahora llora al «Presidente que inventó otra España».

Segundo. Cuando Tejero y sus secuaces entraron fusil en mano al Hemiciclo, sólo tres políticos: el mismo Suárez, Santiago Carrillo (cuyo partido legalizó Suárez) y Gutiérrez Mellado, permanecieron de pie en su Escaño a pesar de la amenaza de muerte que supuso aquel gesto, lo cual dice mucho del sentido de Estado de los tres en cuestión. El resto, se escondieron como ratas.

(Imagina por un momento qué haría Rajoy, Rubalcaba, o Rosa Díez en las mismas circunstancias. Miccionarse encima es poco).

Podríamos hablar largo y tendido de ese Espíritu de la Transición, o en qué se ha convertido todo aquello, o si de aquellos barros, estos lodos. Por mi parte, sólo añadiré un simple dato: la dictadura finalizó cuando Franco murió de viejo. Sin juicios, ni restitución del sistema de Gobierno anterior, ni compensación a sus miles de víctimas. Treinta y seis años de régimen dictatorial acabaron con un simple carpetazo consensuado, entre otros, por excargos franquistas.

Y recuerden, además, quién propuso al rey como Jefe del Estado. Y aún sigue. Treinta y nueve años después, aún sigue.