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Casi enteros: un blog sobre los medios de comunicación, la publicidad, su papel en la financiación de los medios, la investigación y otros temas relacionados con todo esto

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Estamos hartos de la publicidad

En pocos días he leído dos artículos que, sin tocar el mismo tema, son prácticamente complementarios.

Por una parte Javier Regueira, socio fundador de Pop Up Brand Content y uno de los diez tuiteros imprescindibles, anunciaba en Marketing News que la publicidad tradicional parece herida de muerte. 9 de cada 10 consumidores declaran estar en contra de los anuncios y sólo se recuerda un 3% de los 5.000 (*) impactos publicitarios que recibimos cada día en una gran ciudad.

Así que, concluye Javier Regueira, hay que anunciarse sin anuncios. Las marcas deben ofrecer contenidos de calidad capaces de atraer el interés del público por su valor informativo o de entretenimiento. Y ofrece algunos interesantes ejemplos de campañas nacionales e internacionales que han triunfado trabajando en esa línea.

Por otra parte Jorge G. Pertierra, Director de Arte de la agencia Clicknaranja, explica en IPMark cómo nos afecta la contaminación publicitaria, producida por el exceso de impactos que experimentamos. La proliferación de publicidad no sólo está convirtiendo nuestras ciudades en un estercolero visual sino que, a nivel personal, llega a producir ansiedad, nerviosismo, angustia, dolores de cabeza, estrés psicológico…

Times Square en la despedida del año

Son las dos caras de una misma moneda. Un problema que tiene difícil solución.

Vuelvo al primer artículo: si recordamos el 3% de 5.000 impactos quiere decir que cada día recordamos 150 anuncios (o 4.500 al mes o 54.750 al año). A mí me parecen hasta demasiados. Está claro que el problema no está en que recordemos sólo el 3% sino en que recibamos 5.000 impactos al día.

Cuando hablo sobre este tema, o cuando explico la evolución de los resultados de los estudios Menfis que hacemos en Zenith, siempre hago la misma referencia: en los primeros años de nuestra televisión recordábamos casi toda la publicidad que veíamos. ¿Eran mejores los anuncios? Seguro que algunos sí, pero no todos. ¿Teníamos entonces más memoria? No; en realidad recordábamos diez o doce anuncios cada día, pero habíamos visto muy pocos más.

Me ocurre lo mismo cuando, cada año, Havas publica su estudio sobre la irrelevancia de las marcas. A un altísimo porcentaje de la población no le importaría nada que desapareciera un porcentaje altísimo de las marcas existentes. A mí tampoco me importa que desaparezcan la mayor parte de las marcas…pero que no me quiten las que me gustan. Supongo que a usted le pasa igual (y que la mayoría de sus marcas no coinciden con las mías).

El problema, claro, es la saturación: hay demasiadas marcas y hay demasiada publicidad. Probablemente también hay demasiados productos.

No estamos hartos de la publicidad sino de su exceso.

Es un problema que tiene difícil solución: los medios necesitan la publicidad; los consumidores también la necesitamos (aunque muchos no son conscientes): no seríamos capaces de pagar todos los contenidos que consumimos si las marcas no nos ayudasen. Ni Internet ni la Televisión ni la Radio existirían sin la ayuda de la publicidad.  Pero la ambición por un lado (los dueños de los medios quieren hacerse ricos) y la crisis por otro (la publicidad ha llegado a ser muy barata, así que hace falta mucha para conseguir el dinero necesario para el primer fin) nos han llevado a esta situación.

No sé si una vez superada la crisis, si esto ocurre alguna vez, se impondrá la sensatez y reduciremos la cantidad de publicidad aun a costa de pagar más por ella.

No lo creo.

(*) Durante mucho tiempo los medios han manejado reiteradamente la cifra de 3.000 impactos diarios que hace ya bastantes años calculé yo para Antonio Núñez, que fue el Director de Planificación Estratégica de Saatchi & Saatchi. Veo que alguien se ha preocupado ya de actualizarla.

Trilogía del Baztán. #Unoalmes

Este final de mes está siendo complicado y, aunque estoy escribiendo mucho, he tenido un poco abandonado el blog.

Pero no podía fallar en mi promesa de cumplir con la propuesta de Melisa de recomendar un libro al mes. En realidad ya recomendé uno, María Lisboa, pero lo hice en la segunda semana del mes y el compromiso es hacerlo en la última. Voy con ello.

Y no voy a recomendar un libro, sino tres.

Confieso mi falta: No había oído hablar de Dolores Redondo hasta el pasado mes de mayo. Está claro que haber dejado de leer, o casi, periódicos en papel tiene algunas pegas. Entre otras que me quedo fuera de propuestas literarias interesantes como ésta.

En mayo, en Pedraza, en los prolegómenos de una boda familiar, lo escuché por primera vez a mis hermanas y a una de mis primas. Hablaron tan bien de las novelas que me propuse no tardar en leerlas. Muy pronto, creo que en la Feria del Libro, me hice con la primera novela de la trilogía: El guardián invisible. Me fascinó desde el principio: la inspectora Salazar, su compleja infancia y sus problemas familiares; la mezcla de método científico con tarot, los consejos llegados desde Estados Unidos y todas las gotas de mitología vasca que se salpican a lo largo de la obra mantienen el interés en todo momento.

Portadas de los tres libros de la trilogía

Y eso que aún no se había producido mi reencuentro con Josemari Vélez de Mendizábal, actual Presidente de la Fundación José Miguel de Barandiarán y compañero mío de Preu hace 48 años. El Padre Barandiarán fue el gran investigador y recopilador de la mitología vasca durante los primeros años del siglo XX y es una referencia constante a lo largo de las obras que componen la trilogía.

Veo que la primera novela va a cumplir pronto su tercer año desde que fue publicada, que la trilogía ha sido traducida a numerosos idiomas ( de hecho se publicó simultáneamente en la cuatro lenguas oficiales españolas, algo no muy habitual) y que está siendo llevada al cine.

Creo que fue el mes pasado cuando leí Legado en los huesos, el segundo libro de la trilogía y justo estos días estoy leyendo Ofrenda a la tormenta, el tercero. Pienso que no rompo ninguna regla al recomendar un libro que aún no he terminado; estoy seguro de que también me va a gustar.

Dolores Redondo es de San Sebastián; la inspectora Amaia Salazar, la protagonista, trabaja en Pamplona, en la Policía Foral de Navarra, pero la mayor parte de las novelas transcurre en su pueblo, Elizondo y en su entorno, el valle del Baztán, en la parte norte de Navarra, muy próxima a Francia y a Guipúzcoa.

El ambiente sombrío de una zona boscosa en la que normalmente llueve mucho contribuye a aumentar el aire de misterio que tienen todas las obras.

Además de una muy bien construída Amaia Salazar, una personalidad fuerte pero compleja, con importantes traumas de infancia, hay toda una galería de secundarios, los policías del equipo, la familia de la inspectora, en la que destacan su marido, James, un escultor americano locamente enamorado de su mujer y la tía Engrasi, que extrae toda su sensatez de una baraja de cartas de tarot.

Y, como se trata de una serie de novelas de misterio, creo que no debo desvelar nada más.

Pero no tengo ninguna duda:

Muy recomendable.

Campofrío lo ha vuelto a hacer

¿Por qué una marca de embutidos -de chopped, como le gusta decir a Jaime Lobera– nos emociona cada año por estas fechas y vuelve a hacerlo un año tras otro?

¿Por qué nos tienen que recordar nuestra manera de disfrutar de la vida?

Jaime Lobera

La verdad es que no tengo ni idea.

Y a pesar de que llevo más de cuarenta años, toda mi vida profesional, dedicado a este tipo de cosas, no sé por qué un anuncio que nos recuerda cómo somos y nos pide que nada ni nadie nos quite nuestra manera de disfrutar de la vida, ayuda a que queramos más a la marca y que, al final, compremos más chorizo, más salchichas o más jamón, pero el caso es que otra vez este año, tras el paréntesis del año pasado por el incendio de la fábrica de Burgos (en el que también nos sacó unas lagrimitas) lo ha vuelto a hacer.

El spot de Campofrío para estas Navidades vuelve a emocionarnos, será uno de esos pocos anuncios que no nos cansaremos de ver, nos recordará que, pese a todo, la vida merece la pena y sí… nos hará mirar con simpatía a la marca y, a la postre, comprar más productos Campofrío.

Pues eso: que nada ni nadie nos quite nuestra manera de disfrutar de la vida.

María Lisboa y el nacimiento del Instituto Español

A Eduardo (Foronda) con un fuerte abrazo.

Como sabes (página 20), en la ruta hacia la habitación 412 del AQUINAS, el camarada que suscribe dejaba dormir en la 410 los papeles comprometidos. ¡Qué buenos años compartimos en aquella Universidad! Espero que te guste la novela.

Ángel.   Noviembre 2015

Con esa dedicatoria me llegó por correo un libro, María Lisboa, enviado por su autor: Ángel Chica Blas.

Portada del libro

Ángel fue compañero mío en el Aquinas; efectivamente utilizaba mi habitación como depósito de material comprometido (y comprometedor) y quizá fue en parte responsable de que tanto mi amigo Roberto como yo acabáramos estudiando Matemáticas después de un no muy brillante intento en la Escuela de Ingenieros de Caminos.

Chica era un genio para las Matemáticas en su versión más abstracta (lo que llamábamos pura) se lo sabía todo, mucho antes de que lo explicaran en clase; sabía de donde venía y qué otros teoremas estaban relacionados con el que se estaba estudiando. Acabó siendo Catedrático de Instituto; de Matemáticas, claro.

Pero con este libro se me ha revelado también como un gran escritor.

Él venía de Lisboa, donde había pasado una gran parte de su vida. Hasta llegar a la Universidad Complutense siempre había estudiado en la Escuela e Instituto Español de Lisboa y fue allí donde, muchos años después, decidió terminar su carrera profesional en los años previos a su reciente jubilación.

Su estancia en esta última etapa coincidió con la celebración del 75º aniversario de la creación del centro; como antiguo alumno se encargó de la organización de los actos conmemorativos de esa efeméride. Eso le puso en contacto con mucha documentación de la época inicial y le permitió conocer en profundidad la historia de los dos primeros profesores del centro: José Hernández y Ramón Martínez.

El Instituto Español de Lisboa nació en los años de la Segunda República, con un ideario de formación muy próximo al de la Institución Libre de Enseñanza. El inicio de la Guerra Civil fue determinante en el cambio de trayectoria. Cada uno de los dos profesores fundadores tomó un rumbo diferente: José siguió en el centro, aunque renunció a la dirección, mientras Ramón se vio obligado a optar por el exilio y acabó como profesor de gran prestigio en una universidad de Estados Unidos.

Años después se produjo un reencuentro entre los dos compañeros, del que existe un testimonio gráfico. A partir de esa fotografía el autor reconstruye en una excelente novela la historia de esa relación, la de los primeros años del Instituto, los cambios que se producen en los primeros momentos de la Guerra y, sobre todo, el ambiente de una Lisboa entrañable, tan cercana y a la vez tan lejana en muchos sentidos como lo es Portugal para los españoles.

Por la novela, además de retazos de esas dos vidas tan distintas, desfilan los olores y los sabores de las calles de una Lisboa a la que apetece siempre volver, a pasear siempre cuesta abajo en una ciudad de grandes cuestas que ha sabido resolver el problema: se sube en ascensores, en tranvías o en cualquier vehículo para después disfrutar del descenso.

María Lisboa es el título de un fado que pudo empezar a cantar Amalia Rodrigues, aunque quizá lo terminara Mariza. O puede que no; puede que sea un texto que comenzó Pessoa o cualquiera de sus heterónimos y terminó Saramago tiempo después.

Aunque yo sigo prefiriendo leer los libros en papel y así se lo dije a Ángel Chica, que en seguida me lo envió, también se puede adquirir en versión electrónica: http://www.amazon.es/MAR%C3%8DA-LISBOA-ANGEL-CHICA-BLAS-ebook/dp/B017HOBS9I

Yo lo recomiendo.

Rafa Caunedo en el Premio Planeta

El jueves se falló el Premio Planeta. La ganadora fue Alicia Giménez Bartlett, de quien aún  no he leído nada, pero que es cuñada de José Ramón, un buen amigo mío. Habrá que darle una oportunidad. La novela ganadora es Hombres desnudos.

El finalista fue el cineasta Daniel Sánchez Arévalo, con La isla de Alice. No conocía su faceta como escritor, así que tampoco he leído nada suyo.

Pero al día siguiente, el viernes, la primera vez que me conecté a Internet (creo que a través del móvil) me encontré con esta foto:

Rafa Caunedo y Ana Castro en la noche de Santa Teresa

Rafa Caunedo y Ana Castro, radiantes de felicidad en la ceremonia del Planeta mostrando en sus manos un trofeo con el logotipo de la editorial.

De Rafa sí he leído tres novelas que, por cierto, he comentado en este blog: Plan B, en el año 2009; Helmut, en 2011 y Se acabó, en 2014. Las tres me gustaron. En las tres ocasiones acudí a la presentación.

¿Habría ganado Rafa algún premio? Entendí que había estado entre los diez seleccionados aunque, como casi todos iban con seudónimo, no lo pude comprobar.

El viernes por la tarde, ante las felicitaciones recibidas, Ana aclaraba en Facebook:

¡Pero que majos sois leche! estuvimos en la entrega del premio Planeta pero no nos concedieron nada … todavía ….

Eso digo yo: …todavía…

Estoy seguro de que Caunedo acabará recibiendo el reconocimiento que se merece.

Pero a quién yo conozco es a Ana. Seguro que ella no se acuerda pero nos conocimos cuando ella era estudiante y vino a Central Media a pedir unos datos para un trabajo que tenía que hacer.

Después ella estuvo en Saatchi &Saatchi, una agencia del grupo en el que trabajo y volvimos a coincidir. Poco.

Siguió por otras agencias y la perdí de vista. O no.

Creo que fue en 2005 cuando llegó a Zenith y acabó ocupando el despacho de al lado del mío. Entonces había despachos.

Recuerdo el primer día en que fuimos juntos a presentar un nuevo negocio. Era en Electronic Arts; ella decía que estaba emocionada por ir junto conmigo a una presentación. Como si yo fuera alguien. Ella que ahora es alta directiva de una de esas multinacionales en las que a cualquiera nos gustaría trabajar.

Fuimos buenos vecinos de despacho. Nos llevábamos muy bien. Pero acabó yéndose; por esas cosas de la vida.

Hace casi dos años, cuando mi hija se quedó sin trabajo después de ser madre y empezó su aventura #mamiconcilia, le pidió a Ana un testimonio. Como es una alta directiva de una gran multinacional le dijo, con razón, que no iba a tener tiempo. Se me ocurrió decirle que, en su casa, el que más conciliaba era Rafa, el marido, y que quizá él podría escribir su testimonio.

Lo hizo.

Seguramente es el mejor testimonio de #mamiconcilia.

Espero, en realidad estoy seguro de, que Rafa acabará triunfando con sus novelas.

Quizá el de esta semana haya sido un paso decisivo.

Otro buen año para el Cine Español

Mi amigo Juan Ramón Plana, que ha sido durante muchos años Director General de la Asociación Española de Anunciantes y ahora es un feliz jubilado, ha escrito un libro que publicará en el próximo mes de enero. Yo he sido uno de los privilegiados que ha podido leerlo antes de su publicación y emocionarme con muchas de sus páginas. En una de ellas se puede leer:

¡Viva el cine español, sus intérpretes y directores! Sé que muchas personas, algunos de mis conocidos, no van a ver cine español, en mi caso es al revés lo prefiero sobre cualquier otra historia, sobre cualquier otro cine, es mi gente, su vida…y ahora ya cuento con amigos entre las personas (heroicas) que lo hacen…

A mí me pasa algo parecido. No voy a decir que me gustan todas las películas españolas; ni mucho menos. Pero sí que muchas de las películas que más me gustan son españolas. Me gustan los temas próximos, contados por gente próxima de una manera próxima.

Las cifras del cine español este año se estaban quedando muy por debajo de las del año pasado, muy marcado por el éxito, no del todo esperado, de la comedia Ocho apellidos vascos, que se quedó muy cerca de los diez millones de espectadores.

Pero en las últimas semanas ese efecto se está corrigiendo. A lo largo del mes de septiembre las listas de las películas más vistas, que publica Rentrak, se han visto pobladas por películas españolas. En varias ocasiones cinco de las diez primeras eran españolas. Atrapa la bandera ocupó la primera posición sus dos primeras semanas y un mes después

de su estreno continúa entre las cuatro más vistas y acumula ya más de millón y medio de espectadores. Regresión, la última película de Alejandro Amenábar ha sido líder sus dos primeras semanas y se sitúa como el mejor estreno de película española del año. Menor, pero también importante, ha sido el éxito de Anacleto…y así, unas cuantas más.

Y aún queda pendiente Ocho apellidos catalanes, que se estrenará a finales de noviembre y para la que, ahora sí, se augura un gran éxito.

También podremos disfrutar aún de una nueva Fiesta del Cine, la primera semana de noviembre. Esperemos que no coincida con partidos de fútbol importantes (que estropearon la de primavera) y se repita el éxito de años anteriores.

Con todo ello se espera que la cuota del cine español se sitúe por encima del 20% del total.

Habrá que ver cómo funciona Loreak en su carrera hacia los Óscar. Hay que reconocer que enviar una ópera prima rodada en euskera es una apuesta atrevida.

En cualquier caso, celebremos los éxitos del Cine Español, nuestro cine.

48 años después

Hace poco más de un mes, a finales de agosto, poco después de volver de vacaciones, recibí un mensaje a través de Facebook:

Eduardo, egunon.

Soy Josemari Velez de Mendizabal. Si no me equivoco, estudiamos Preu en el Instituto de Vitoria-Gasteiz, allá por 1966-67.

Sí. Yo recordaba a un Vélez de Mendizábal con el que había tenido muy buena relación durante aquel curso y del que, desde entonces, no había vuelto a saber nada.

Y sí; era el mismo Josemari que yo conocía de aquella época ¡hace más de 48 años!

Edificio del actual Parlamento Vasco en el que estudié Bachiller

Después de aquel primer mensaje cruzamos unos pocos más hasta que este sábado, aprovechando que yo tenía que ir a Vitoria por razones familiares, nos hemos visto. Milagros de Internet y de Facebook en particular.

En estos años a Josemari le ha dado tiempo de dirigir empresas industriales y culturales ( la Sociedad de Estudios Vascos), de fundar una revista vasca en los primeros años de Internet, que sigue con vida 17 años después (cosa nada fácil, como sabemos quienes nos dedicamos a los medios) y hasta de recibir el Celedón de Oro, el máximo galardón que se concede en Vitoria, mi pueblo. Todo en el entorno del País Vasco, del que yo me alejé, para venir a Madrid a estudiar, al poco tiempo de nuestra despedida.

Josemari, al contrario que yo, ya está jubilado, aunque sigue plenamente activo. Él ha escrito en su blog, en euskera, un relato de nuestro encuentro del sábado. Ha tenido el detalle de enviarme la traducción al castellano. Como yo no me veo capaz de contar las cosas mejor de lo que él lo hace le he pedido permiso para reproducir aquí sus palabras. Son éstas:

 

LA PATRIA ESTA CERCANA PERO
Han transcurrido cuarenta y ocho años desde que nos dijimos adiós por última vez, muy seguramente sin llegar a pronunciar esa palabra, y sin sospechar en lo mínimo que no nos volveríamos a ver hasta casi medio siglo después. El pasado sábado nos reencontramos físicamente, tras habernos detectado hace unas pocas fechas en el amplio mundo de Internet.
No sé quién escribió que la patria es el espacio creado por quienes cursan juntos el bachiller. Aceptando esa idea, los compañeros de pupitre de aquel período escolar son compatriotas. Eduardo Madinaveitia y yo coincidimos en el Instituto de Enseñanza Media de Vitoria-Gasteiz, y al término de nuestros estudios en aquel centro nos separamos sin atisbar qué es lo que nos depararía la vida. Cada uno echó a andar por caminos diferentes, cargados con nuestra ligera mochila de diecisiete años de experiencia vital. Anteayer nos volvimos a reunir y tras el emotivo abrazo comenzamos a desgranar nuestro paso por la vida, y hasta hablamos de nuestros respectivos nietos.
Fue una hora de gran intensidad, arañando en nuestros respectivos almacenes de recuerdos, y como no podía ser de otra manera, ya hemos quedado para una próxima ocasión.
¡Qué cercana está la patria y qué poco la conocemos!

Las empresas que ayudan a la conciliación atraen más talento

Hoy se publica #miempresaconcilia, un e.book colaborativo que se puede descargar gratuitamente en la dirección http://www.miempresaconcilia.es y que recoge los testimonios de 18 empleados de seis empresas diferentes.

Ya he hablado en otras ocasiones de conciliación en este blog. Quienes me siguen saben que Usúe, mi hija, fue invitada a dejar su trabajo a raíz de tener a su hijo. Desde entonces, hace casi año y medio, es una mujer cada vez más implicada, que está dispuesta a lanzar su propia empresa y que pelea porque las empresas tengan un trato más humano con sus trabajadores.

No se había cumplido el primer mes desde que se quedó sin trabajo cuando publicó #mamiconcilia, un e.book en el que 28 directivas contaban los problemas que habían tenido para compaginar su vida laboral con la familiar.

Hace ahora un año, en septiembre, lanzó la iniciativa #salpuntual para concienciar a las personas de la importancia de cumplir los horarios para así tener vida personal y familiar.

Como no sólo tienen que conciliar las madres, en noviembre publicó otro e.book, éste con testimonios de padres: #papiconcilia.

Todos han tenido una importante repercusión en medios, pero además se han constituído en un movimiento en pro de la conciliación, que ya recoge más de cien testimonios en la web.

A raíz de todo esto, la Fundación Masfamilia, que promueve el certificado efr ha llegado a un acuerdo con #mamiconcilia para publicar el e.book #miempresaconcilia que hoy ha visto la luz.

Son muchas las empresas que favorecen la conciliación familiar de sus empleados, aunque no siempre se conoce por el gran público. Aquí son los propios empleados que se benefician de esas medidas los que lo explican de una manera cercana y personal.

Las empresas que tienen un comportamiento más humano y facilitan la vida personal y familiar de sus empleados tienen una mayor fuerza para atraer a los empleados más valiosos y para retenerlos más tiempo.

 

Los otros catalanes

Llevo un tiempo resistiéndome a tratar este tema, pero creo que ya no puedo dejarlo para más tarde.

Tengo muchos y muy buenos amigos catalanes; entre ellos alguno de mis mejores amigos, con los que mantengo una excelente relación desde hace casi cincuenta años.

Viví en un colegio mayor la mayor parte de mi carrera en aquellos años (finales de los sesenta y principios de los setenta) en los que nos mezclábamos allí gentes de todos los rincones de España y algunos, pocos, extranjeros. Luego, por mi profesión, he seguido teniendo mucha relación con Cataluña, donde tenían su sede (hace años bastante más que ahora) una buena parte de los grandes anunciantes. Así seguí ampliando mi nómina de amigos catalanes.

Algunos son claramente independentistas, otros muchos son partidarios de seguir en España y de otros no tengo la menor idea de cómo piensan respecto a esta cuestión porque nunca ha salido el tema en nuestras conversaciones.

Yo soy más partidario de las sumas que de las restas, más de las uniones que de las divisiones, pero creo que si de verdad una mayoría amplia de los catalanes quisieran separarse de España, a medio plazo nadie lo podría evitar.

Por eso creo que habría que haber llegado a acuerdos sobre los procedimientos: que nunca se pudieran tomar decisiones tan trascendentales por mayorías de muy pocos votos; que nunca pudiera decidir una mayoría de escaños en un parlamento, sin estar apoyada por una mayoría de votos. Cuando oigo razonar en sentido contrario, no puedo evitar pensar en la mala intención de quien lo hace.

Cuando Más dice que emprenderá el procés si tiene mayoría de escaños incluso aunque no tenga mayoría de votos, está diciendo que va a hacerlo no contra España (o no sólo contra el resto de España) sino contra una mayoría de catalanes que habrá votado a opciones no independentistas.

Sufrimos una generación de políticos mediocres, sin altura de miras. Desde el Gobierno central se ha optado por las amenazas (dando por perdidas de antemano unas elecciones que aún no se han realizado) en lugar de por tender puentes. ¿No sería mejor que la mayor parte de los catalanes se sintieran queridos y vieran las ventajas de seguir compartiendo Estado con el resto de los españoles?

Es curioso cómo, tanto una parte como la otra utilizan argumentos históricos, en los que se mezclan verdades y medias verdades, para apoyar sus argumentos. Como si se estuviera dilucidando el pasado en lugar del futuro.

El caso es que el día 27 todos nos jugamos mucho: quienes viven en Cataluña y quienes vivimos en el resto de España; los catalanes que quieren separarse y los que quieren seguir con nosotros…que no deben de ser tan pocos cuando se ha buscado la fórmula de las elecciones autonómicas plebiscitarias, la fórmula en la que los partidarios de la ruptura tienen más posibilidades de ganar. En las elecciones autonómicas vota menos gente y los partidarios de la independencia tienen más oportunidades de ganar.

Es difícil saber lo que pasará esta vez; es posible que la trascendencia del momento movilice a más votantes…o no. El nivel de abstención puede ser la clave, según las encuestas, como  se puede ver en este artículo de Lluis Fatjó.

Creo que se han cometido muchos errores. Por las dos partes.

Seguramente fue un error decir que se aceptaría, sin discutir, el Estatut que viniera del Parlamento catalán. Fue un error de libro denunciar ante el Constitucional artículos del Estatut que eran iguales a otros aprobados por el PP en otras comunidades.

Creo que fue un error no permitir un referendum con unas condiciones acordadas (hay que ganar, pero no basta hacerlo por un voto; no se vuelve a hacer durante un tiempo,… Quebec y Escocia son buenos ejemplos) pero no se hizo y se sustituyó por una pantomima…que ahora lleva a unas elecciones plebiscitarias, sea eso lo que sea.

Las sentencias del Constitucional, deberían cumplirse, como todas las demás; pero sacar una ley casi en campaña y que la presente el candidato del PP a las autonómicas, me parece una chapuza. Si dos días después de las elecciones se aprueba una Ley para llevar a la cárcel a alguien por cumplir lo que ha prometido en su programa electoral me parecerá una chapuza suprema.

Rajoy y García Obiols

Creo que el del 3% es un problema tan grave como las otras corrupciones que afectan a otros partidos políticos, pero los registros en las sedes de CDC justo en campaña electoral me parecen otra chapuza. Y la independencia del poder judicial sería más creíble si el presidente del CGPJ no fuera siempre del partido del Gobierno.

Creo que las propuestas de boicot a los productos catalanes, que hemos visto tantas veces (y que casi siempre se centran en el cava, olvidando que Josep María Bonet, el Presidente de Freixenet, la marca más representativa, es también Presidente del Foro Marca España y el más firme partidario de seguir juntos) es un error de un calibre difícil de valorar.

Creo que los partidarios del No han dado por perdida la batalla antes de pelearla y por eso amenazan en lugar de tratar de convencer (al menos de que vayan a votar todos los partidarios del No, que yo creo que podrían ser mayoría).

No sé si queda alguna esperanza, pero si es así me alegraría mucho por todos esos catalanes que gritan menos, que se hacen oir menos, pero que son muchos y quieren seguir siendo españoles y llevándose bien con todos nosotros.

Creo que se ha olvidado que esta no es una cuestión entre Cataluña y España sino también, y sobre todo, entre unos catalanes que quieren la independencia y otros que quieren seguir unidos con España.

Deberíamos fomentar los amores y no los odios. Es verdad que hay un antecedente en la Europa reciente de una ruptura sin problemas (la revolución de terciopelo, que separó a Eslovaquia de la República Checa) pero también hemos vivido, en la antigua Yugoslavia y en el extinta Unión Soviética, rupturas sangrientas y que han generado mucho odio.

Ojalá no se rompan los puentes, no se instauren nuevas fronteras donde nunca debió haberlas y nos demos todos cuenta de que vivimos mejor juntos que separados.

Confío en que se repeten las ideas, y los derechos, de los otros catalanes.

Estadios de fútbol: las nuevas catedrales

Ya he contado aquí algunas veces que yo aprendí a leer con El Correo (que entonces se llamaba El Correo Español-El Pueblo Vasco ¡nada menos!). El diario, como ahora, se editaba en Bilbao aunque tenía unas páginas dedicadas a Álava y no como ahora (y desde hace muchos años) una edición dedicada a mi provincia de nacimiento. Los deportes eran en aquella época, aún más que ahora, un tema central en los diarios.

Así que desde pequeño yo ya sabía que un estadio de fútbol, el del Athletic Club de Bilbao, podía ser una catedral e incluso, como aquel, San Mamés, estar dedicado a un santo; un santo, por otra parte, muy poco conocido por sus actividades mientras estuvo en persona en la tierra.

Durante mis paseos terapeúticos por Madrid, de los que también creo haber hablado aquí, me ha sorprendido contemplar las colas de visitantes, en muchos casos turistas que bajan de un autobús, que se forman ante los estadios de fútbol, especialmente ante el Santiago Bernabéu.

También durante mi última visita a Barcelona vi que algunas de las rutas que ofrecían los autobuses turísticos hacían especial hincapié en su paso y parada en el Nou Camp.

Así que no me ha extrañado ver esta mañana un tuit de una alucinada Amalia Blanco ante la noticia: el Tour del Bernabéu recaudó el año pasado 16 millones de euros, más que cualquiera de los grandes museos y monumentos que tenemos en la ciudad.

Además, la mayor parte de los visitantes salen con bolsas de papel con el logo del equipo correspondiente; no se conforman con pagar la entrada sino que compran camisetas u otro tipo de objetos del club.

Por sorprendente que pueda parecer a cualquier persona con sentido común, los estadios de fútbol de los grandes equipos y su colección de copas, botas y balones se han convertido en los nuevos lugares de peregrinación, los trofeos en objeto de culto y las figuras de esos equipos en los nuevos santos venerados por los fieles o forofos.

¡Un magnífico retrato de los valores de esta sociedad en la que vivimos!