José Luis García – Área de energía y cambio climático de Greenpeace
No es ciencia ficción. Es posible llegar a un acuerdo entre fuerzas políticas en principio antagónicas para decidir acabar con el uso del carbón, forzar a las empresas a reducir sus emisiones e incluso exigirles responsabilidades por su papel en el cambio climático.
El ejemplo nos viene de Alemania, donde hace justo un mes (miércoles 7 de febrero) se cerró el acuerdo entre el partido de Angela Merkel (el conservador CDU), su socio bávaro CSU y el partido socialista SPD, para formar un gobierno de coalición, acuerdo que han ratificado las bases socialistas este mismo fin de semana. No debe haber sido tarea fácil, dado que las elecciones fueron en septiembre, pero la voluntad política ha sido capaz de sobreponerse a las dificultades.
El caso es que tan trabajado acuerdo incluye compromisos clave en materia de medio ambiente, clima y energía. Entre las medidas acordadas destacan:
- El compromiso y confirmación formal con el objetivo climático de no superar un calentamiento global de 1,5ºC y de los objetivos nacionales de Alemania para 2020 (reducción de emisiones de CO2 del 40% respecto a 1990), 2030 (-55%) y 2050 (-80-95%). Aunque admiten que el objetivo para 2020 no se alcanzará a tiempo, se mantiene en vigor.
- La creación de una comisión nacional sobre el carbón, que deberá proponer un programa de acción climático para lograr los objetivos sectoriales para 2030, medidas a corto plazo para alcanzar el objetivo de 2020 “lo antes posible” y, atención, proponer un plan de salida del carbón que incluya una fecha de fin del carbón y un programa de acompañamiento socio-económico.
- Un procedimiento paralelo para el logro de los objetivos climáticos en calefacción y transporte.
- Un nuevo objetivo de energía renovable para el sector eléctrico del 65% en 2030 y una subasta adicional de 5 GW de eólica y 4 GW de fotovoltaica hasta 2020.
El acuerdo incluye más medidas climáticas, aunque desafortunadamente no son tan concretas. Por ejemplo, se echan en falta acciones claras para incrementar las tasas o precios del CO2 o para acabar con el motor de combustión interna e incrementar el uso de vehículos eléctricos.
Se echan en falta acciones claras para incrementar las tasas o precios del CO2 o para acabar con el motor de combustión interna e incrementar el uso de vehículos eléctricos.
Desde Alemania, Greenpeace ha destacado el avance de los nuevos objetivos para 2030 y el verdadero hito que supone el inicio del abandono del carbón, sin ocultar la decepción por la falta de medidas de corto plazo para el cierre temprano de térmicas de carbón que permitirían reducir las emisiones en un par de años y hacer mucho más viable cumplir el objetivo de 2020.
Pero visto desde España, el acuerdo alemán suena a ciencia ficción. ¿Alguien se imagina que aquí un acuerdo de gobierno pivote, o simplemente incluya, compromisos tan claros en materia de clima y energía? ¿Que el partido del gobierno se comprometa a poner fin al carbón? ¿Y que los de la oposición se lo exijan?
No, aquí seguimos siendo el único país de Europa occidental donde acabar con el carbón no está ni en la mesa de debate. El único en que el gobierno va más lento incluso que las compañías eléctricas, y que cuando éstas quieren cerrar centrales lo que hace es proponer un decreto para impedir los cierres. El único en que cuando se habla de carbón los partidos políticos se pelean por demostrar quién es el más carbonero.
No, aquí seguimos siendo el único país de Europa occidental donde acabar con el carbón no está ni en la mesa de debate.
Pero hay otro detalle muy importante a tener en cuenta del acuerdo de Alemania para acabar con el carbón. Y es que lo hace sin el menoscabo de su compromiso de cerrar las centrales nucleares, origen de la transición energética que está ejecutando. Así que aquellos que criticaban a Alemania por haber decidido cerrar sus nucleares y olvidarse del carbón se han quedado sin argumento.
Y eso de que la política energética la decidan los partidos políticos que gobiernan y no las compañías no es cosa solo de Alemania. Otro ejemplo reciente nos viene de la ciudad de París. Allí, el ayuntamiento ha decidido, a propuesta del partido Verde, estudiar las formas en que la ciudad pueda exigir responsabilidades a las empresas de combustibles fósiles por el daño causado por el cambio climático. Concretamente, el acuerdo municipal incluye:
- La desinversión del sector de los combustibles fósiles.
- Su apoyo a las instituciones que deciden desinvertir en los sectores que contribuyen al cambio climático y el impulso del movimiento desinversor.
- Su solidaridad expresa con la ciudad de Nueva York por su política de desinversión en combustibles fósiles.
- Y la decisión de seguir a Nueva York en el estudio de opciones para demandar judicialmente a las compañías petroleras.
Cada vez hay más ejemplos de acción decidida de las instituciones públicas, de ámbito tanto nacional como municipal, que se toman en serio la lucha contra el cambio climático sin doblegarse a los intereses o presiones de las grandes empresas energéticas. La pregunta que nuestros representantes políticos debería responder es ¿en qué espejo se miran?
Igual antes de ponerse a criticar hay que hacer un estudio de la composición del mercado eléctrico alemán y el español. Alemania genera el 40% de su energía con carbón, mientras que España genera el 17%…
07 marzo 2018 | 15:53
Lo qu se espera es que el cambio a mejor venga de la mano de una concienciación cierta y no de una imposición por no poder mantener un sistema caótico que genera má sprejuicio que beneficio. Esperar a la queibra para hacer cambios noes buena cosa. Se pierde el tempo pasado, se pierde el presente y se prorroga la pérdida de tiempo hasta conseguir lo que debió ser hace tiempo parte de la realidad energética humana.
07 marzo 2018 | 19:57