Por Luis Crespo – Presidente de Protermosolar
Los costes a los que las energías renovables pueden hoy en día generar electricidad son imbatibles comparados con los de las tecnologías convencionales como el carbón, el gas o la nuclear y seguirán bajando.
Tecnologías renovables fluyentes como el viento o la fotovoltaica están en condiciones de ofertar en nuestro país a 4 c€/kWh y las centrales termosolares con almacenamiento, que permitirían suministrar la electricidad a cualquier hora del día o de la noche a 6 c€/kWh.
En un país soleado como España una parte del mix de generación al 50% entre instalaciones de autoconsumo fotovoltaicas en industrias y domicilios y centrales termosolares tendría unos costes de generación en torno a 5 c€/kWh. En términos de potencia instalada equivaldría a 2/3 fotovoltaica y 1/3 termosolar, ya que estas últimas, con un campo de espejos sobredimensionado y su correspondiente almacenamiento, operarían prácticamente el doble de horas nominales que las fotovoltaicas.
Estas dos tecnologías juntas podrían representar en 2030 más del 50% de la electricidad generada en España, ofreciendo costes inferiores al mantenimiento de las centrales de carbón y a los ciclos combinados y su instalación actuaría como una potente palanca para la dinamización de nuestra economía y la generación de empleo de calidad.
Estas dos tecnologías juntas podrían representar en 2030 más del 50% de la electricidad generada en España, ofreciendo costes inferiores al mantenimiento de las centrales de carbón y a los ciclos combinados.
La complementariedad del recurso solar con el viento y el agua en nuestro país es proverbial y junto con el apoyo de la biomasa, el ahorro y la eficiencia, la gestión activa de la demanda, los contratos de interrumpibilidad utilizados en apoyo del sistema y el refuerzo de las interconexiones, necesitaría muy poco respaldo de ciclos combinados en 2030 para satisfacer con seguridad las necesidades de la demanda.
Si las energías renovables son ya más baratas que las convencionales, no contaminan y dinamizan nuestra economía y el empleo ¿por qué mirar entonces para otro lado?
Estamos en el proceso previo a la elaboración de una Ley de Transición Energética que señale las líneas para la sustitución de la actual dependencia de combustibles tradicionales (fósiles y nucleares) que contribuyen al incremento de gases de efecto invernadero en nuestra atmósfera o que continúan generando residuos radioactivos cuya gestión sigue resultando más que dudosa tras varias décadas de operación.
Estamos en el proceso previo a la elaboración de una Ley de Transición Energética que señale las líneas para la sustitución de la actual dependencia de combustibles tradicionales (fósiles y nucleares) que contribuyen al incremento de gases de efecto invernadero
No hay dudas de que, por lo que respecta a la generación eléctrica, todas las inversiones en nueva capacidad en nuestro país serán renovables. La afortunada disponibilidad de recursos y la natural complementariedad de viento, sol y agua podrían permitir, en primer lugar, a la comisión de expertos y posteriormente a nuestros legisladores ser mucho más ambiciosos en la velocidad del proceso de sustitución dado que ya hay tecnologías como las centrales termosolares, que sin impacto significativo pueden proporcionar el respaldo a las renovables fluyentes, junto con políticas de gestión activa de la demanda, los contratos de interrumpibilidad y el refuerzo de las interconexiones.
Sin embargo, ese camino irreversible de incorporación creciente y acelerada de las tecnologías renovables limpias que tan positivos impactos tendrían además para la dinamización de nuestra economía y generación de empleo y que, por motivos difíciles de entender, parece querer ralentizar Ministerio de Energía, no puede asentarse en la destrucción del sector renovable que realizó sus inversiones en centrales operativas en años anteriores y que ha sido objeto de fuertes recortes retroactivos.
No puede asentarse en la destrucción del sector renovable que realizó sus inversiones en centrales operativas en años anteriores y que ha sido objeto de fuertes recortes retroactivos.
El gobierno lleva anunciando su intención de aplicar automáticamente otro nuevo recorte a partir de 2020 que, además de innecesario, por no trasladarse al precio de la electricidad a los consumidores, y absolutamente injusto por no respetarse la retribución prometida por BOE a los inversores, tendría necesariamente que debatirse en el Congreso de los Diputados, situación que el Gobierno parece querer a toda costa evitar.
Lo primero es lo primero y no se puede construir una transición energética sobre las cenizas de un sector. La mayor parte de las instalaciones no tienen márgenes para nuevas refinanciaciones adicionales a las que ya tuvieron que asumir por los enormes recortes pasados. Hay tiempo todavía y confiamos que inversiones pasadas no vean reducida aún más su actual remuneración que, en realidad, se encuentra por debajo de la rentabilidad establecida en la Ley.
No me creo que las energias renovables abaraten el precio de la electricidad. nunca van a bajar la luz. se quedarán con el beneficio extra cuando tengan menos gastos de producción pero la factura no baje.
01 marzo 2018 | 12:05