Piet Holtrop – Abogado
Un compatriota mío, L.E.J Brouwer, matemático de principios del siglo pasado, es uno de los fundadores de la corriente del intuicionalismo. En su día fue revolucionario, porque trataba de explicar una matemática que podría incorporar secuencias numéricas infinitas que en algún momento en el futuro cambiarían su comportamiento. Siempre me ha interesado su pensamiento, y hace tiempo me compré un libro sobre él, titulado “Cómo está la matemática arraigada en la vida”.
Como dicen los alemanes, la matemática es la Geisteswissenschaft, humanidades en castellano, en su más pura forma. No necesita relacionarse con la realidad empírica para existir. Fascinante, ¿verdad?
El pasado fin de semana enviamos una denuncia a la Comisión Europea (CE), desde la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético, en colaboración con el Instituto Internacional de Derecho y Medioambiente. ¿Qué tiene que ver esto con mi compatriota matemático?
Pues hay correlaciones curiosas entre la matemática y el sistema eléctrico español. En primer lugar, lo que hablaba antes de la relación empírica con la realidad: las eléctricas verticalmente integradas en este sistema año tras año han tenido beneficios inelásticos a la coyuntura. Significa que siempre ganan, pase lo que pase. Significa que sus beneficios no dependen de la realidad empírica en la que se mueven.
Saben generar enormes déficits y conseguir que otros paguen por ello. La Comisión Europea ya lo dijo antes de los primeros recortes a las energías renovables, que los llamados windfall profits, “beneficios caídos del cielo” en castellano, eran los responsables del déficit de tarifa en España. Son los beneficios que reciben estas empresas por activos que tenían previstos unos ingresos muy inferiores en el marco legal estable español que regía el sector eléctrico antes de la liberalización desde el año 1997.
Los windfall profits ya los denunciamos en la primera denuncia que presentamos ante la CE en el 2012, en el intervalo de tiempo denunciamos muchas otras subvenciones encubiertas en el sector, como los Costes por Transición a la Competencia, o la falta de ausencia en la distribución, para nombrar sólo un par. Ya son 8 denuncias que presentamos ante la CE, y 2 peticiones que defendimos ante el Comité de Peticiones del Parlamento Europeo en esta materia. No pararemos hasta que se hayan arreglado las cuentas en el sector. No me sorprendería si la suma de todas estas cantidades subvencionadas a las grandes eléctricas fuese equivalente al montante total del déficit tarifario del sector eléctrico en sus peores tiempos. Eran más de treinta mil millones de euros.
Insisto tanto porque luego se recae en la excusa de que sean las energías renovables las responsables del déficit eléctrico. Seguramente volveremos escucharlo con más intensidad próximamente, porque los inversores internacionales van ganando sus arbitrajes internacionales, y los damnificados nacionales de momento van mejorando sus posibilidades para ganar sus litigios contra el impuesto eléctrico, porque ya están encaminados al Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Representará un punto de inflexión, igual que en las secuencias numéricas infinitas de Brouwer, que cambian en algún momento en el futuro, o en algún punto en la línea que trazas, dependiendo de su representación más o menos abstracta.
A mi juicio no tenemos que tener miedo a que España pierda todos los arbitrajes, ni que a las energías renovables les traten como lo prescribe el derecho europeo. Lo podemos ver como una oportunidad de hacer una auditoria de costes de todo el sistema eléctrico y hacer una revaloración del mismo, 20 años después de que viera la luz por primera vez.
A ver si ahora este sistema también podrá ver un poco de matemática, y podrá re-liquidarse y saldarse de sobra lo recortado y lo sobre-compensado, y lo sobre-pagado, por parte de los consumidores.