Derecho al autoconsumo: ¿la posible “línea roja” de la nueva legislatura?

Por Joan Herrera – Abogado

La semana pasada tuve la suerte de asistir a la comisión de Peticiones del Parlamento Europeo. Se discutía allí un informe sobre la política solar energética en la Unión Europea y sus estados miembros. En el informe del Instituto Fraunhofer, el Gobierno español no quedaba en muy buen lugar. Tras las peticiones presentadas por los peticionarios, la representante del PP salía en tromba a defender – a pesar de todas las evidencias en su contra- la política de su gobierno, con argumentos que ni el más conservador del Parlamento Europeo se atrevería a esgrimir.  A la salida, y en tono distendido, le pregunté a uno de los peticionarios cual era la perspectiva del sector y me respondió “veamos que pasa el domingo” –en referencia a las elecciones del pasado 26J.

La señal de lo que pasó el domingo, en lo que se refiere a lo energético, la tuvimos el lunes. Pasadas unas horas de las elecciones, tras el impacto del Brexit, pudimos ver como las empresas del IBEX continuaban bajando. ¿Todas las empresas? Todas no. Un grupito de empresas, con un denominador común, marcaban tendencia al alza. Estas empresas, todas ellas pertenecientes a un sector regulado como el eléctrico, marcaban un contrapunto a la tendencia mayoritaria del parqué español. Los inversores respondían bien a la noche electoral y entendían que el resultado permitía prever amplias ganancias. Fernando Ferrando, patrón de la Fundación Renovables lo resumía en un tuit dieciocho horas después de conocer los resultados del 26J:

“Post-elecciones el IBEX ha bajado 1,8% el sector energético regulado sube: Endesa más de un 5%, Iberdrola un 2,8%,  Gas Natural un 2,2%, Red Eléctrica un 3,5%,  ENAGAS un 3%”.

Los inversores, seguramente, sabían lo que hacían el primer lunes después de las elecciones.  En paralelo, el ministro de economía, también tras la campaña anunciaba la subida, a esos más de 12 millones de suministros que siguen acogidos al denominado “Precio Voluntario del Pequeño Consumidor” (PVPC), y con efectos retroactivos. Una subida de la que ni se habló en las dos campañas electorales.

Setenta y dos horas después de la noche electoral conocíamos que el PP pondrá sobre la mesa  una estrategia energética a medio y largo plazo a la que pretende que se sumen los tres partidos con los que le gustaría formalizar gobierno en la próxima legislatura: PSOE, Ciudadanos y PNV.

Pues bien, la cuestión es si en el tema energético se le van a imponer cambios al PP, o simplemente vamos a tener una política de aliñe de la actual política energética. Hoy, las mayorías en el Congreso, de acuerdo con los programas de cada uno, nos podrían permitir cambios notables en una política energética que por desgracia no ha perseguido el interés general. A nivel global estamos en un escenario en que la madurez tecnológica de las renovables en general, y de la fotovoltaica en particular, permiten  producir electricidad con precios inferiores a la energía con origen en os que derivan de la quema de combustibles fósiles, habiendo conseguido la paridad de red. Pero en España hemos decidido poner puertas al campo de las renovables. El problema hoy ya no son las primas a estas. La cuestión es si se permite su desarrollo aunque sea a costa que las empresas reguladas no puedan colocar la electricidad que producen a tan buen precio, en tan buenas condiciones, y continuar acumulando beneficios. Existe déficit de tarifa, sí, pero mientras se han generado 32.000 millones de déficit de tarifa, las eléctricas, en ese mismo periodo de tiempo, solo en el negocio español, han ganado 39.000 millones de euros.

Todos los partidos del arco parlamentario, excepto el PP, asumen un objetivo de un escenario del 100% renovable.  Hay una mayoría clarísima a favor de restablecer el régimen económico y jurídico de las renovables. Hay mayoría para cambiar el régimen regulado del sistema eléctrico, abriéndose la puerta no sólo a una derogación del régimen general del sistema eléctrico sino a una auditoria del sistema eléctrico que permita definir un nuevo marco de acuerdo con el nuevo marco europeo.

Pero si somos francos con nosotros mismos, sabemos que la mayoría que emana del Congreso no es una mayoría que permita hacer las políticas que necesita el país, como mínimo en el terreno energético. Y en cualquier caso, es una mayoría peor, en lo que se refiere a las renovables, que la que teníamos en diciembre.  A pesar de ello, hay un terreno en que deberíamos consagrarnos para que se haga realidad, que debería ser “línea roja”: el autoconsumo. Todos, excepto el PP, han firmado un compromiso para derogar el Real Decreto de Autoconsumo que, entre otros temas, obliga a pagar un impuesto al sol, una tasa por cada kilovatio que generes con tus propias placas, obligando a pagar por consumir menos de la red. Es como si después de plantar un manzano en tu jardín tuvieses que pagar al frutero un canon por las manzanas que vas a dejar de comprar, tal como explicó Alejandro Fernández ante la comisión de peticiones del Parlamento Europeo. Sin lugar a dudas, es donde a nivel político y judicial el Gobierno va a tener más aprietos. El autoconsumo, una vez se ha producido la paridad de red, es donde mayor desarrollo pueden tener las energías renovables. Y es mediante el autoconsumo como se puede cambiar la relación entre ciudadanía y energía, haciendo que gran parte del país pase de ser un consumidor pasivo a un pro-sumidor (consumidor y productor a la vez). Si podemos superar los límites que establece una ley disparatada, la estrategia en el desarrollo de las renovables se podrá impulsar a nivel local y autonómico. Y será la manera, con la implicación de la ciudadanía y el cambio de mentalidad, mediante el cual el debate energético pase a ocupar la centralidad que tiene en otros países.

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