Entrada gratuita Entrada gratuita

"Sin música, la vida sería un error". (Friedrich Nietzsche).

Archivo de la categoría ‘Debates’

Que alguien defienda a Ramoncín

Si elaborásemos un top 10 de los personajes más odiados de este país, no me cabe ninguna duda de que en los puestos de Champions estaría José Ramón Julio Martínez Márquez, Ramoncín para los amigos (y para los enemigos también). Cualquier noticia en esta web que tenga como protagonista al que fuera rey del pollo frito genera un alud de comentarios furibundos. Y es que su férrea campaña contra las descargas y su defensa del canon digital llevadas a cabo desde la SGAE no se las perdona nadie. Y eso que hace ya dos años que abandonó el organismo dirigido por Teddy Bautista y dejó de ser el abanderado de la causa, alegando que «ya había tenido bastante».

Esta semana Ramoncín ha vuelto a ser noticia por su polémica con la revista El Jueves. Una vez más, un vídeo que no pasaba de mera anécdota se hace enormemente popular por el intento del afectado de que no se difunda. El tiro por la culata de toda la vida, vamos. Como el que se llevaron en la cara los partidarios de aquella anacrónica retirada de los quiscos del número de la revista en el que se caricaturizaba el coito principesco. Ay, qué ridículo más grande, madre.

Por todo esto, por tener claro que Ramoncín cae a un elevadísimo porcentaje de la población como una patada en los mismos huevos, no deja de sorprenderme que su carrera musical siga adelante con cierto éxito. Y digo cierto éxito porque acaba de publicar un disco de versiones que presenta el día 23 en la madrileña Joy Eslava, una sala que, con un aforo de 1.600 personas, no resulta fácil llenar. Así que nuestro viejo amigo (son casi 54 palos los que gasta ya, aunque no los aparente) tiene más fans de los que muchos se imaginan. No de esos que le tiraron de todo en el Viñarock 2006, no, sino de los que aplauden con furor y entusiasmo sus canciones y trayectoria.

Yo, en convencimiento de que casi nadie merece ser sometido a una lapidación pública como la que ha sufrido el pobre Ramoncín, invito a esos fans a pasarse por los foros de este periódico (o de este blog) a defender el buen nombre de su ídolo. Buena falta le hace.

Manu Chao le saca los cuartos a ‘ADN’

Hace un par de años, el diario gratuito ADN lanzó una campaña con el lema «Me gusta mi ADN, me gustas tú». Sí, sí. La frase suena parecida a la que nos taladró el cerebro hace unos cuántos años más, cuando la tonadilla de Manu Chao se puso tan de moda. Verano de 2001 o así. Madre, qué chapa.

Antes de grabar el spot, la agencia publicitaria The Loves Comes, encargada de realizar la campaña, pidió al músico la canción para usarla en el anuncio, a lo que este se negó. Ante dicha eventualidad, se pidió al compositor Marc Parrot un jingle que mantuviera intactos el lema y el espíritu iniciales.

El anuncio en cuestión quedó así:

Bien. Pues ahora, el Juzgado Mercantil número 3 de Barcelona ha condenado al diario a pagar la friolera de 90.000 euros al músico, por entender que se trata de un plagio. Y es que, aunuqe el juez reconoce que no hay «identidad absoluta», asegura que «de alguna forma recuerda o evoca la canción ‘Me gustas tú’, especialmente en cuanto al ritmo, la melodía y la armonía».

Y digo yo.

– La canción que utilizó ADN y la original de Manu Chao se parecen como un huevo a una castaña, por mucho que una esté claramente inspirada en la otra. No sé cuánto de «ritmo», «melodía» y «armonía» habrá estudiado el señor juez.

– ADN es un diario cojonudo. Y desde aquí digo alto y claro que me da por saco que le hagan pagar ese pastón por una cosa así.

– Señor Chao, si yo hago una canción que versa «me gusta bailar, me gustas tú» o «me gusta meterme el dedo en la nariz, me gustas tú», no incurro en plagio alguno, por mucho que se parezca a una canción suya. Y esto es extensible al señor juez de instrucción. A ver si ahora va a ser que, por el hecho de que a un músico se le ocurriese en su día juntar cuatro palabras, nadie pueda usarlas en el mismo orden sin su consentimiento.

Dime de qué perroflauteas y te diré de qué careces.

El manifiesto del 20 de octubre

Hace unos días me mandaron, desde una conocida multinacional, un manifiesto que fue presentado ayer y que hoy está trayendo cola entre los lectores de 20minutos.es. Se trata de un texto refrendado por varias discográficas, artistas y actores de la industria musical que se podría resumir de la siguiente forma: «la piratería nos está jodiendo vivos y nos vamos a quedar todos sin curro como el gobierno no tome medidas pero ya». Podéis leer el manifiesto completo aquí.

La reacción popular a la noticia en forma de airados comentarios era de esperar. Y como siempre que se pone este tema encima de la mesa, existe unanimidad total. Más que en cualquier otro tipo de noticia. «SGAE=ladrones», «os jodéis por haber estado chupando del bote durante tantos años», «si abarataseis el precio de los cds no os pasaría esto», etc, etc. Alguien necesita de un buen relaciones públicas…

Tras la lectura del manifiesto y los comentarios, yo, que soy un poco cojonero (es lo que me toca), vuelvo a ejercer de postura intermedia lanzando un par de argumentos al aire para la reflexión. O para que me insultéis, si os place.

La industria musical no es sólo la SGAE. Hay mucha gente que está sufriendo las consecuencias del descenso de las ventas de discos. Gente como vosotros y como yo que curra a destajo para vivir, no precisamente para comparse una mansión o un Mercedes. Así pues, los beneficiarios de la venta de discos no son solo los Bisbales, Alejandros Sanz o Teddy Bautistas. Diferenciemos las cosas.

– Efectivamente, los cds deberían ser más baratos. Pero hagamos un ejercicio de sinceridad: ¿Cuánta gente pagaría 7, 8 o 10 euros por un disco pudiendo tenerlo gratis sin moverse de casa? Yo creo que pocos. Al menos en este país de pícara tradición.

– Es cierto. Las multinacionales (que no todas las discográficas) han mantenido hasta hace unos años un tren de vida salvaje. Sueldos astronómicos, vuelos en primera, hoteles de cinco estrellas, putas de lujo, toneladas de cocaína… la buena vida. Pero poco queda ya de eso. Ahora sólo tratan de salir adelante y defender lo suyo. Es lo que les toca. ¿Que se merecen un lento, agónico y prolongado hundimiento? Es posible. Pero piensa en los discos importantes de tu vida y mira si al menos en un par de ellos hay detrás la estampa de una multi.

– Muchos hablan de Spotify como alternativa a la venta de discos y a las propias discográficas. Lo que quizás no saben es que si sus discos preferidos están en Spotify es porque las discográficas han llegado a un acuerdo con la revolucionaria herramienta sueca de música en streaming. O sea, que por ahí también lo están intentando, vaya. Aunque la pasta que da sea mucho menor, eso está claro.

– Como reflexión final, dos cosas que explican mi parecer al respecto de todo esto.

1. Yo me bajo música. Es legal, pues no me lucro con ello.

2. Yo me compro música. Y en cierto modo me daría pena que las discográficas desaparecieran del mapa. Ya lo he dicho muchas veces: nunca será igual bajar un disco que comprarlo físicamente.

Ambas, 1 y 2, son perfectamente compatibles. Incluso deseables.

Tokio Hotel: no son tan chungos

Hace tiempo, cuando este blog comenzaba su andadura, un amiguete del periódico me dio un consejo: «el día que quieras que las visitas de tu blog se disparen, sólo tienes que escribir sobre Tokio Hotel«. Sabia directriz, vive dios.

Hoy, casi dos años después de aquello, me decido a escribir aquí de los hermanos Kaulitz y compañía. No porque necesite visitas (afortunadamente el blog funciona bastante bien), sino porque creo que el fenómeno ha alcanzado unas proporciones tan absurdas que no me parece lógico obviarlo. Ya sabéis que aquí se habla de casi todo. O se intenta.

Tokio Hotel, Tokio Hotel… Hago un esfuerzo titánico e intento no centrarme en el peinado del cantante, la pose del grupo y lo abofeteable de algunas de sus fans. Al fin y al cabo, el fenómeno no es ni peor ni más vergonzante que el de las boy bands de los 90 tipo Backstreet Boys. Así que procuro centrarme en lo exclusivamente musical y dejar de lado el resto. Me armo de valor, le pido el disco prestado a mi compañera de al lado y lo pongo. Plaf.

Estribillos resultones concebidos para ser coreados por las masas. Arreglos electrónicos un poco pastelosos. Sobreproducción. Riffs con gancho y melodías edulcoradas. Cierto regusto épico en algunos pasajes y un par de baladas así como muy sentidas. Todo es superdigerible en este «Humanoid».

La conclusión es clara: Tokio Hotel no son tan chungos. Musicalmente son más dignos que la mayoría de las bandas que han causado estragos entre las adolescentes en los últimos 20 años: al menos son capaces de coger una guitarra y componer canciones. Canciones blanditas, de las que suenan prefabricadas y rebosantes de hormonas teenager. Incluso un poco grimosas, vale. Pero canciones al fin y al cabo. Pop-rock para todos los públicos. Y con eso es suficiente. Y es que una parte de mí alberga un sentimiento de esperanza por el hecho de que los niños/as de cierta edad escuchen a grupos como Tokio Hotel. Porque de alguna manera me da por pensar que quizá, algún día, les dé por descubrir el rock de verdad. Entonces habrá valido la pena. Al fin y al cabo todos tenemos un pasado: a mí de niño me gustaba la Onda Vaselina.

Mika y los gays

Ayer tuve la oportunidad de entrevistar al cantante británico de origen libanés Mika, con motivo del lanzamiento de su segundo disco, The Boy Who Knew Too Much (El chico que sabía demasiado). Fue una charla amable en la que estuvieron presentes periodistas de otros medios y en la que, como viene siendo habitual en las entrevistas que concede, salió el tema de su condición sexual.

Como sabréis, el público homosexual conforma un importante porcentaje de la base de fans del autor de Grace Kelly. Será por su forma de cantar, con ese uso recurrente (abusivo, dirán algunos) del falsete, será por su forma de moverse en los conciertos. Será por sus letras y sus canciones. Quién sabe. El hecho es Mika gusta a los gays. Porque el propio Mika y su música parecen como muy gays.

Pero como quizá también sepáis, el joven del pelo rizado no ha salido del armario de manera oficial. Desde que su música pegó el pelotazo del año en 2007, Mika ha sostenido que lo que él hace en la cama sólo le concierne a él. De esa manera, el cantante se desmarcaba de todos aquellos que le conminaban a declarar su condición sexual con el siguiente argumento: eres una estrella, eres un referente para miles de jóvenes, ergo debes salir del armario para dar ejemplo de normalidad.

Aparentemente cansado de los muchos que le tachaban de no querer aceptar su condición para no perder público femenino, en una reciente entrevista con la revista holandesa Gay & Night, Mika declaraba: «Nunca he querido ponerme una etiqueta. Dicho esto, nunca me he puesto límites a la hora de acostarme con alguien… Llámame como quieras. Llámame bisexual, si es que necesitas un término para definirme”. Ayer, en la entrevista, repitió la frase prácticamente calcada. Así que la discusión parece zanjada. Pasa de etiquetas.

Sea como sea, la polémica resulta ridícula. ¿Por qué ha de desvelar su condición sexual una persona pública? ¿No va eso en contra de la normalidad a la que debemos tender como sociedad? ¿Acaso debe importarnos lo que haga en la esfera privada por el hecho de que sus discos vendan miles o millones de copias? Dicho esto, si artistas como Rufus Wainwright, Boy George o Elton John decidieron libremente hacer pública su condición homosexual, resulta perfectamente lícito. Pero tanto o más es decidir no hacerlo haciendo uso de esa misma libertad. Así que bravo por Mika (aunque su música me irrite un poco).

Cuba, Juanes y la polémica

A lo largo de los últimos días hemos sido testigos de una esperpéntica polémica. Como sabréis, el músico colombiano Juanes anunció la celebración de un concierto por la paz en Cuba, en el que participarán, entre otros, el español Miguel Bosé y el cubano Silvio Rodríguez. El espectáculo está previsto para el próximo 20 de septiembre.

Como también sabréis, el exilio cubano en Miami no tardó en poner el grito en el cielo ante lo que calificaron de un guiño «cómplice» al régimen» de Castro. Manifestaciones, destrucciones de los discos del colombiano en la vía pública e incluso amenazas de muerte al autor de «La camisa negra» se hicieron habituales durante varios días. De su parte, estrellas de la música cubana residentes en EE UU como el rapero-reggaetonero Pitbull, que tildó la iniciativa de Juanes de «metedura de pata».

Los últimos en dar su opinión al respecto han sido los presos políticos cubanos, que han apoyado el concierto a través de un manifiesto en el que sostienen que “constituye una gran oportunidad para avanzar en la reconciliación entre todos los cubanos”. Desde nuestro país, Carlos Baute -que tan pronto hace un vergonzante anuncio de El Corte Inglés como uno de los más lamentables programas de TV que se recuerdan- se ha posicionado en el lado contrario, declarando que «no se puede hacer un concierto por la paz donde no hay libertad».

La cosa tiene miga. Y a la vez es un completo sinsentido. El hecho de que se esté más o menos de acuerdo con las políticas de un país no tiene absolutamente nada que ver con que sea viable, conveniente y deseable que sus habitantes puedan disfrutar de una vida cultural lo más normal posible. El radicalismo fundamentalista de los cubanos de Miami contrasta, paradójicamente, con la sensatez de los presos políticos de Cuba. Y la postura de personajes como Pitbull o Carlos Baute es tan ridícula como el hecho de que Juanes -que pagará el concierto de su bolsillo- se vea obligado a declarar publicamente que no es comunista.

La música debe estar siempre por encima de gobiernos, regímenes y fronteras. La normalización en Cuba pasa por el aperturismo en todas las áreas. También en la cultura. Y a ello no ayuda la actitud de quienes utilizan cualquier excusa como arma arrojadiza para alcanzar sus intereses.

La conexión Mario Vaquerizo-Alaska-Jimenez Losantos

Hace un par de días me sorprendió la presencia de Mario Vaquerizo, líder de las Nancys Rubias y marido de Alaska, en el plató de «Diario de la Noche» de Telemadrid. Digo que me sorprendió porque resulta chocante ver a alguien como Vaquerizo, tan afeminado y excéntrico, junto a todo un señorón de derechas como es Hermann Tertsch, que presenta el espacio de la cadena madrileña desde la salida de Germán Yanke, primero, y Sánchez Dragó después.

La entrevista no pasó de lo habitual en este tipo de cosas: Vaquerizo hizo la pertinente promoción de su nuevo disco con Nancys Rubias y se deshizo en elogios hacia el programa y sus presentadores. Además, se retractó de sus críticas de antaño hacia la SGAE, apuntando que de haber sabido el dinero que ponen las discográficas para que salgan discos hubiera sido más cauto. También habló de Jiménez Losantos, a quien se refirió como su «amigo».

Hace algo más de un año, la propia Olvido Gara pasaba por el plató de «La hora de Federico», donde charlaba amigablemente con el polémico locutor (hace tiempo que colabora en su programa de la Cope) y anunciaba el inminente estreno de su blog en la web de Libertad Digital. Una bitácora «blindada» (esto es, que no acepta comentarios) en la que el matrimonio comparte sus reflexiones cotidianas, y que el próximo mes de marzo cumplirá un año de vida.

Mario Vaquerizo es un tipo que siempre se presta a la conversación. Por eso le he llamado para preguntarle por el asunto.

«Federico Jiménez Losantos nos propuso hacer este blog» me cuenta. «La única condición que pusimos es que fuera cerrado, porque no me interesan los comentarios de gente a la que no conozco. Estoy encantado de hacerlo y de que nos permitan hablar sobre cualquier cosa que queramos». ¿Y os mantenéis al margen de la política?, pregunto. «Mi niño, es que yo no sé las políticas que lleva cada uno, es como si te preguntan a ti por la política que lleva tu periódico. Yo soy un colaborador de la web y punto. Estoy encantado y agradecido de que una persona como Jiménez Losantos haya pensado en mí, de que le guste lo que escribo y de que me deje plasmarlo». Pues muy bien.

Y ahora yo os pregunto a vosotros: ¿Cómo veis la conexión de Alaska y Vaquerizo con un medio tan abiertamente ultraconservador? ¿Es positivo que, contrariamente a lo habitual, personajes de la cultura no comulguen con las ideas supuestamente progresistas tan aparentemente extendidas entre el gremio? Me interesan vuestros comentarios (aunque no os conozca).


Springsteen vs Kiss, ¿un nuevo capítulo de plagio?

Antes de emitir juicio alguno, algo que a los españoles de a pie nos gusta mucho (y a los blogueros más aún), vayamos directamente a los hechos.

Bruce Springsteen es la última víctima de una acusación de plagio.Ni más ni menos. Tras los sonados casos y las acaloradas discusiones sobre los supuestos plagios de Coldplay vs. Alizée (y vs. Satriani también) y Enrique Bunbury, ahora le toca al genio de Nueva Jersey. Pero en este caso, además, el tema supuestamente plagiado es de sobra conocido por todos vosotros. Se trata de «I was made for loving you», de Kiss. Aquí hay chicha, amigos.

Escuchemos los dos temas en liza para saber de qué estamos hablando:

Bruce Springsteen: «Outlaw Pete»

Kiss «I was made for loving you»

Bien. La melodía de la voz es muy similar, de eso no cabe duda. Pero si he de ser sincero, no creo que exista plagio. Como tampoco lo creí la última vez que hablé de este recurrente tema, a propósito de los Hives.

Creo que en este mundillo de la música existe demasiada gente que opina de composición sin tener mucha idea. Personas a la que, al oír una melodía parecida a otra, se les llena la boca con la palabra plagio. Es el tema de moda. Da juego. Y yo, sin ánimo de defender a Springsteen gratuitamente, creo que se equivocan.

Existen miles, millones de canciones de rock. Que ciertas melodías de algunas recuerden a otras es, a veces, inevitable. Y no estamos hablando de una melodía de voz muy compleja precisamente, sino de una sencilla línea que asciende y termina bajando. Y exclusivamente en la estrofa. Cosas parecidas me pasan con grupos que me gustan, y a ninguno de ellos se le ocurre llevar a otro a juicio para intentar sacarle los cuartos. Es algo exclusivamente propio del mainstream, donde se mueve la panoja, y bastante absurdo. Tan absurdo como pensar que Bruce Springsteen es tan rematadamente capullo como para plagiar descaradamente un tema tan conocido y pretender que nadie se dé cuenta. Quizás el subconsciente le jugó una mala pasada, aunque es una posibilidad remota. En todo caso, y si así fuera, estaríamos hablando de otra cosa.

Que existe plagio en la música es evidente. Pero no nos volvamos locos. De un tiempo a esta parte parece que todo lo es. Y cansa.

Sé que esta es una opinión que no coincide con la mayoritaria. En otro medio, por ejemplo, ponen a caer de un burro a Springsteen, llaman a los que niegan el plagio «fans obcecados» y «talibanes del Boss» y dan por supuesto que el plagio es flagrante. Yo no soy un gran fan de Springsteen, así que será que únicamente no me creo cualquier cosa por el mero hecho de que todo el mundo la diga.

¿Tú qué opinas?



Vamos a hablar de El Canto del Loco

Llevaba tiempo alargando la espera, tratando de evitar lo inevitable. Ya no hay excusas. Hoy es el día. Vamos a hablar de El Canto del Loco.

¿Y por qué? -preguntará alguno-. Pues porque Personas ha sido, de largo, el disco más vendido de 2008, según supimos ayer. ¿Y qué? -dirá otro- ¿Sólo por eso toca hablar de ellos? ¿No gozan ya de suficiente presencia mediática (a veces rayando los límites del derecho constitucional) como para que encima se les dedique una entrada en este blog? Pues puede ser. Todo es opinable.

El hecho es que, pese a que estamos hablando de un grupo con un poder de convocatoria casi sin precedentes en este país, el éxito de Dani Martín y los suyos es directamente proporcional a la hostilidad que despiertan. No falla. Cualquier información o entrevista con la banda madrileña como protagonista genera en esta web un entusiasta goteo de insultos y descalificaciones en forma de comentarios. Hoy (y aun a sabiendas de que me van a llover las collejas de lectores indignados), quiero romper un par de lanzas a su favor. No por nada, sino porque lo considero un ejercicio de honestidad por mi parte. Y porque todo es opinable.

– El Canto del Loco tiene canciones más que dignas. Siempre lo he pensado. Valga un ilustrativo ejemplo personal que, aunque no venga al caso, me apetece compartir: Hubo un tiempo en el que trabajaba en un minúsculo bazar de barrio, cambiando pilas de relojes y explicando el funcionamiento de los móviles a entrañables y despistadas ancianas. Los 40 Principales sonaban durante las ocho horas de jornada. Sin tregua. Por aquel tiempo, El Canto del Loco daban sus primeros pasos amparados por la todopoderosa emisora. Y creedme, entre Orejas de Van Gogh, Sueños de Morfeo, Daddys Yankies y demás basura sonora disparada a discreción, sus canciones se acababan agradeciendo. ¿Qué quiere decir eso? ¿Que en el país de los ciegos el tuerto es el rey? ¿Que la calidad del resto hace que ellos parezcan hasta buenos? Puede ser. Todo es opinable, ya se sabe.

– Dani Martín tiene talento para las melodías. Y eso tiene un mérito indudable. No se trata de componer canciones sesudas. Lo suyo es el pop rock asequible, radiable y de escucha fácil. Pero incluso para ese tipo de música también se necesita tener cierto don. Probablemente, muchos considerarán que las melodías de El Canto del Loco son ñoñas, sus letras insustanciales y el tono nasal de Dani Martín, irritante. Pero eso ya es otro tema. Y no deja de ser opinable.

– El Canto del Loco son gente maja, a pesar de ese deje ciertamente pijochulesco que arrastra su vocalista. Al menos esa es la impresión que me llevé al conocerles en su día. No es su simpatía (ni siquiera su habilidad para aparentarla, en caso de ser así) algo que interese especialmente a la hora de juzgar su música, pero la realidad es que, cuando un grupo triunfa al nivel que ellos lo han hecho, las críticas infundadas comienzan a derivar hacia el terreno de lo personal con una facilidad pasmosa. Nadie duda de que la envidia es uno de los deportes nacionales.

Y es que, al fin y al cabo, a todos nos encanta opinar. Viertan aquí su odio, pues.

¿Un vinilo entre los más vendidos?

Parece totalmente inverosímil, pero así es. Según informa Hipersónica, la versión en vinilo del nuevo trabajo de Animal Collective, Merriweather Post Pavilion, (con esta curiosa portada que parece moverse) podría entrar la semana que viene en la lista Billboard de los discos más vendidos, un par de semanas antes de que vea la luz la edición en cd.

Muchos se muestran incrédulos ante el innegable repunte de las ventas de discos de vinilo. En una reciente noticia publicada en este mismo diario, en la que se informaba de que las ventas del clásico formato crecieron un 200% en 2008 mientras que las del cd disminuyeron un 35%, algunos comentarios eran todo un poema: «vaya tonteria», «los discos son para los carcas y pijoprogres», «sólo los tontos pueden creer en los vinilos», «el vinilo ha muerto pringaos» y otras lindezas por el estilo.

El hecho es que, aunque se trate de una cuestión de moda, bucle cíclico o afición por lo retro, el renacer del vinilo debería ser motivo de alegría para los que amamos la música, y más aún para los que compramos discos en este formato, pues a la postre conllevará (ya lo está haciendo) una mayor apuesta de los sellos por editar referencias en vinilo. El auge tiene mérito, si tenemos en cuenta que hablamos de un formato cuyas características se sitúan en las antípodas de los tiempos que corren: frente a la portabilidad del cd y, sobre todo, del mp3, el vinilo es grande y vistoso. Un gran disco con su gran portada no es comparable al libreto de un cd, y menos a una imagen en jpg guardada en una carpeta de archivos. Frente al sonido digital y la gran cantidad de discos comprimidos en calidad paupérrima que abundan por la Red, el vinilo ofrece su inconfundible sonido analógico de siempre, mejorado con la tecnología actual, particularmente en las ediciones de 180 gramos, cada vez más extendidas. Y por encima de todo, nada puede competir con el sonido único y lleno de matices de un buen vinilo, lo que alguien con mayor conocimiento científico podría explicar mejor que yo, que simplemente lo siento al escucharlo.

Pese a todo ello, el vinilo tiene desventajas que van más allá del tamaño, y el que no las vea es que está cegado por la nostalgia. Si bien un LP o single grabado como dios manda suena a gloria bendita, hay millones de ellos que lo hacen mal, muy mal. Así que decir tajantemente que el vinilo suena mejor que el cd puede resultar osado. Eso por no hablar del cuidado especial que requieren los vinilos, siempre que quieras evitar acabar usándolos de posavasos. Tampoco conviene olvidar que para escucharlos en condiciones es necesario invertir en un equipo decente. Porque sobre eso no hay discusión posible: suena mejor un reproductor de cd barato que un tocadiscos barato. Y todo ello sin obviar que a la mayoría de la población se la traen floja todo este tipo de menudencias relativas a la calidad de lo que escuchan. Y si no, preguntad a los chavales que lucen orgullosos -y utilizan a toda tralla- sus móviles con altavoz. Son el extremo, sí, pero nos vale para hacernos una idea.

¿Vinilo o cd?. ¿O mp3?. Probablemente, lo más acertado sea decir que todos ellos son formatos perfectamente compatibles.