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"Sin música, la vida sería un error". (Friedrich Nietzsche).

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Kiss: el gran circo del rock and roll

Madrid. Siete de la tarde de lo que aparentemente es un martes cualquiera. Los habitantes de un barrio tan facha y conservador como Goya flipan en colores ante la presencia de una muchedumbre pintoresca: Hordas de jóvenes y no tan jóvenes con la cara pintada (algunos de manera magistral, otros cutres como ellos solos, aunque igualmente orgullosos), colapsan las inmediaciones del Palacio de los Deportes. ¿Una fiesta de carnaval? ¿Una de esas quedadas frikis del orgullo zombie? Nada de eso, señora: los sesentones Kiss tocan en Madrid. No, no es un martes cualquiera.

¿Que quienes son Kiss? A ver cómo lo explicamos sin paños calientes: Kiss es un grupo de hard rock de medio pelo, al menos en lo estrictamente musical. Contemos con la excepción de un pequeño puñado de hits, evitemos a los siempre irritantes fanáticos, pasemos por alto su icónica contribución a la historia de la música del siglo pasado y lo que nos queda es eso: una banda del montón. De las que celebras escuchar a las cuatro de la mañana borracho perdido en un bar, sí. Y ya.

Pero ah, amigos. Kiss son rock and roll en estado puro. Porque nadie como ellos lleva al escenario todos y cada uno de los sobadísimos clichés del género. Porque nadie sabe sacar tanto partido a sus canciones. Y sobre todo, porque nadie ha sabido crear a su alrededor el aparato de márketing casi místico que ellos llevan cuatro décadas explotando a base de bien. Pero bien, bien: Camisetas (40 euros llegaban a costar, algún insensato picaría), muñecos, cómics, pósters, llaveros, gorras, tazas…. y también algún disco que otro. Todo un universo de gilipolleces kitsch que, para qué negarlo, molan mucho. Pero porque son los Kiss, que si no de qué.

Al lío. Me hubiera gustado ver a Imperial State Electric, la banda del ex Hellacopters Nick Royale, pero las siete y media sigue sin parecerme una hora propicia para un concierto. Así que cuando un servidor se plantó en el abarrotado foso fue para asisistir directamente a la apoteósica aparición de los cuatro jinetes del Apocalipsis montados en sendas plataformas. Comenzó entonces un espectáculo pirotécnico de lo más entretenido: Dos horas y media en las que ante los ojos del espectador no paran de suceder cosas: fuegos artificiales a cascoporro, guitarras que vuelan, sangre de mentirijillas, coreografías perfectas, Eric Singer que saca un bazoca y se carga un foco, (también de mentirijillas), Gene Simmons que enseña sin parar lo larga que sigue teniendo la lengua y despliega sus alas para cruzar volando el cielo palacio… Y mientras tanto, el respetable asiste ojoplático al despliegue de medios. Como niños chicos, oiga.

¿Y las canciones? Sí, también sonaron. Por un lado, los prescindibles temas de «Sonic Boom», su último disco. Por otro, los himnos que casi todos habíamos ido a escuchar: «Crazy crazy nights», «Detroit rock City», «Rock and roll all nite»… y al final, confeti, mucho confeti. Y uno se va de allí con la sonrisa puesta, convencido de que ha sido testigo de algo irrepetible, inenarrable, incomparable: el gran circo del rock and roll.

Springsteen vs Kiss, ¿un nuevo capítulo de plagio?

Antes de emitir juicio alguno, algo que a los españoles de a pie nos gusta mucho (y a los blogueros más aún), vayamos directamente a los hechos.

Bruce Springsteen es la última víctima de una acusación de plagio.Ni más ni menos. Tras los sonados casos y las acaloradas discusiones sobre los supuestos plagios de Coldplay vs. Alizée (y vs. Satriani también) y Enrique Bunbury, ahora le toca al genio de Nueva Jersey. Pero en este caso, además, el tema supuestamente plagiado es de sobra conocido por todos vosotros. Se trata de «I was made for loving you», de Kiss. Aquí hay chicha, amigos.

Escuchemos los dos temas en liza para saber de qué estamos hablando:

Bruce Springsteen: «Outlaw Pete»

Kiss «I was made for loving you»

Bien. La melodía de la voz es muy similar, de eso no cabe duda. Pero si he de ser sincero, no creo que exista plagio. Como tampoco lo creí la última vez que hablé de este recurrente tema, a propósito de los Hives.

Creo que en este mundillo de la música existe demasiada gente que opina de composición sin tener mucha idea. Personas a la que, al oír una melodía parecida a otra, se les llena la boca con la palabra plagio. Es el tema de moda. Da juego. Y yo, sin ánimo de defender a Springsteen gratuitamente, creo que se equivocan.

Existen miles, millones de canciones de rock. Que ciertas melodías de algunas recuerden a otras es, a veces, inevitable. Y no estamos hablando de una melodía de voz muy compleja precisamente, sino de una sencilla línea que asciende y termina bajando. Y exclusivamente en la estrofa. Cosas parecidas me pasan con grupos que me gustan, y a ninguno de ellos se le ocurre llevar a otro a juicio para intentar sacarle los cuartos. Es algo exclusivamente propio del mainstream, donde se mueve la panoja, y bastante absurdo. Tan absurdo como pensar que Bruce Springsteen es tan rematadamente capullo como para plagiar descaradamente un tema tan conocido y pretender que nadie se dé cuenta. Quizás el subconsciente le jugó una mala pasada, aunque es una posibilidad remota. En todo caso, y si así fuera, estaríamos hablando de otra cosa.

Que existe plagio en la música es evidente. Pero no nos volvamos locos. De un tiempo a esta parte parece que todo lo es. Y cansa.

Sé que esta es una opinión que no coincide con la mayoritaria. En otro medio, por ejemplo, ponen a caer de un burro a Springsteen, llaman a los que niegan el plagio «fans obcecados» y «talibanes del Boss» y dan por supuesto que el plagio es flagrante. Yo no soy un gran fan de Springsteen, así que será que únicamente no me creo cualquier cosa por el mero hecho de que todo el mundo la diga.

¿Tú qué opinas?