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"Sin música, la vida sería un error". (Friedrich Nietzsche).

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¿Guiño, inspiración o plagio?

En 1996, el genial director estadounidense de videoclips Spike Jonze soprprendió con uno de sus originales trabajos, Drop, de los californianos Pharcyde:

Estos días me ha llamado la atención la campaña televisiva de una marca de coches. Éste es el spot en cuestión:

Cuesta pensar en una coincidencia cuando tantos elementos son tan similares, desde la idea principal hasta el movimiento de cámara, pasando por detalles como el juego con la ropa o la propia estética. Sin embargo, y que alguien me corrija si me equivoco, creo que hay un par de diferencias sustanciales entre ambos.

En el vídeo de Pharcyde, los músicos fueron grabados moviéndose del revés, de fin a principio y con los figurantes del derecho, para luego darle la vuelta a todo. Con ello, Jonze consigue esa extraña atmósfera, al tiempo que aprovecha hábilmente ciertos cortes para acompasar los movimientos de la boca y las rimas más cercanas a la cámara, ambos grabados al revés.

En cambio, en el anuncio todo parece haber sido grabado hacia atrás, bailarines, coche y viandantes, para luego invertirlo y que quede así de cuco. La duración, mucho más breve, permite crear una coreografía más compleja. Y ésta transmite una gran naturalidad, pese a la mayor cadencia del ritmo, lo que sin duda tiene su mérito.

Disquisiciones aparte, el anuncio (sobre el que la marca ha organizado hasta un concurso en el que regalan un coche al que grabe su propia versión) se presta a un debate habitual en el mundo de la publicidad. ¿Guiño, inspiración o plagio? Sea lo que sea, felicidades, señores creativos. Habéis conseguido que me coma el tarro. Incluso que yo también os haga publicidad gratis. Acepto un coche.

Rock de escaparate

Hace tiempo que el rock, entendido desde un prisma puramente estético y en su vertiente más frívola, se instaló en lugares tan impropios como escaparates de tiendas tipo H&M o armarios de niños y niñas bien. Las Converse All Star, otrora paradigma de las zapatillas cutres y baratas, se empezaron a llevar tanto que su precio se disparó hasta límites desorbitados. Y los fans de la vieja guardia de grupos como Motorhead o los Ramones tuvieron que soportar ver en cada esquina camisetas de sus bandas favoritas llevadas por gente que nunca había oído hablar de ellas. Así funciona la moda.

En esta Navidad que ya ha tocado a su fin me ha llamado la atención la utilización de canciones de rock (vale, rock modernete, asequible y comercial, pero rock al fin y al cabo) en gran cantidad de anuncios. Lo más sorprendente es que muchos de los spots eran de colonias, uno de esos géneros publicitarios con elementos característicos propios, generalmente marcados por la ñoñería, pero que en muchas ocasiones buscan ese lado supuestamente inconformista, rebelde e individualista que destilan el rock y sus acólitos, todos ellos monos y musculados, como no podía ser de otra manera.

Entre los temas empleados, los de Yeah Yeah Yeahs, Franz Ferdinand, Muse o Rooney, una de esas bandas que da el pelotazo gracias a una buena melodía, en este caso, esa pegadiza «I’m a terrible person…» En otras ocasiones, un jingle compuesto para la ocasión desgrana un par de riffs rockeros, a veces sospechamente parecidos a los de alguna canción más conocida.

En su día escribí sobre el idilio, a menudo polémico, entre el rock y la publicidad. Muchos criticaron a Wilco por vender las canciones de Sky blue sky a Volskwagen. Por el contrario, no he oído a nadie criticar a Blondie por ceder One day or another para un anuncio de cereales, ni voz alguna reprochando a Danko Jones la inclusión de Sticky Situation en un anuncio de coches. Lo cierto es que la primera ya hace muchos años que se ganó el respeto y el derecho a hacer lo que le venga en gana, mientras que el segundo quizás no sea tan conocido como para despertar recelos.

Yo tengo la teoría de que el 90% de las críticas son vertidas por gente que haría exactamente lo mismo si tuviera la oportunidad. Al fin y al cabo la envidia es uno de los deportes nacionales. Lo que no termino de tener claro es si prestar tus canciones, además de reportar sustanciosos beneficios, daña la credibilidad de una banda. ¿Qué opináis?