Entrada gratuita Entrada gratuita

"Sin música, la vida sería un error". (Friedrich Nietzsche).

Entradas etiquetadas como ‘russian red’

Russian Red y el idiotizado universo Twitter

Es, con mucho, la polémica más ridícula de la que he sido testigo en mucho tiempo. Y una vez más, vuelve a tener como protagonista a Twitter, esa red social en torno a la cual parece que gira todo últimamente, cuando en la mayor parte de las ocasiones lo único que realmente gira son narcisistas alrededor de su propio ego.

La cantante Russian Red escribió ayer un tuit algo confuso: «La manera de combatir la falta de belleza es la extrema delgadez.». Y claro, el tsunami no se hizo esperar. Un aluvión de críticas acusándola de alentar la anorexia se fueron sucediendo rápidamente y, en poco tiempo, la historia ya se había convertido en Trending Topic, ese indicador de nada por el que tantos suspiran. De poco sirvieron los posteriores tuits de la cantante madrileña: «La belleza es entenderse con el cuerpo. Saber llevarse. La falta de belleza es lo contrario», trató de explicarse primero.«¿Por qué habéis entendido todo lo contrario de lo que estoy diciendo?», respondió después, casi implorando clemencia. Y finalmente insistió: «No, no y no a la anorexia por Dios, ya». Fue su último tweet antes de verse obligada a cerrar su cuenta.

Sin entrar a valorar a Russian Red en el aspecto musical o personal, creo que no hay que ser demasiado inteligente para darse cuenta que su intención no era promover la anorexia, sino todo lo contrario. Como mucho, redactó mal su tuit, pretendió ser irónica o no supo explicarse con la claridad que, por lo visto, se le presupone a un personaje público. Pero claro, la carnaza mola y lapidar a alguien es la hostia de divertido desde que el mundo es mundo. Sobre todo si luego sacan tu ingenioso tuit metiéndote con un famoso en un periódico digital: «Mira, mamá: salgo en el periódico», escribía un orgulloso tuitero junto a un enlace a otro diario, que reproducía en su artículo algunas de los descalificaciones que había recibido la cantante en su web social, entre otros el suyo. Bravo por tu momento de gloria, chaval.

Para comprobar que el mundo está lleno de idiotas basta con dar una vuelta por la calle. Y con Internet pasa lo mismo: están todos ahí, pululando en el ciberespacio, agazapados tras un grasiento teclado. Aunque quizá sean aún más preocupantes los titulares de algunos diarios a propósito de la polémica. Dos ejemplos: La Vanguardia o El Ideal hablan hoy en sus respectivas webs de «el tuit de Russian Red que alentaba a la anorexia».  Claro que sí. Para qué analizar, comprender y explicar las cosas tal y como son si se puede uno sumar al sabio populacho virtual, que como es muy numeroso seguro que tiene razón. ¿No iba de eso la democracia?

La ocasión viene al pelo para compartir algunas de las sabias reflexiones que arrojaba ayer en una entrevista la periodista Soledad Gallego-Díaz:

«Los periodistas están tan preocupados escribiendo en sus tabletas, que no escuchan. Están en una conferencia de prensa y están transcribiendo lo que oyen. Si estás transcribiendo lo que oyes, no te das cuenta de lo que estás oyendo. Y sobre todo no tienes el instante ese en que se te enciende la bombilla y dices “lo que me está contando este señor es absurdo”. (…) «La inmediatez de la web tiene un efecto depredador sobre las capacidades de los periodistas».

A la gran Soledad se le olvidó decir que, a menudo, la inmediatez de la web también tiene un efecto depredador sobre las capacidades de la gente en general.

Sigue este blog en Facebook.

Músicos de derechas

La noticia ha corrido estos días como la pólvora: Russian Red es de derechas, según ha declarado a la revista Marie Claire. ¿Y? A nadie le resulta llamativo que los músicos se declaren abiertamente progresistas y, sin embargo, el conservadurismo en determinados ámbitos de la cultura no parece estar bien visto, pese a que muchos artistas probablemente comulguen de puertas para adentro con determinadas ideas que deciden guardar para sí.

Las palabras de la que fuera diva del indie han generado un debate. ¿Es la sensibilidad propiedad exclusiva de personas cercanas a las ideas y planteamientos de la izquierda? La lista de músicos conservadores es larga, aunque minoritaria: desde Johnny Ramone a Ted Nugent, desde 50 Cent a Daddy Yankee. Recuerdo la sorpresa que me llevé, en plena adolescencia, cuando me enteré de que Dave Smaley, de la banda punk Down By Law, era un republicano acérrimo. Más adelante comprendí lo poco que importa el posicionamiento político, religioso o sexual de un artista si su música te transmite sensaciones que poco o nada tienen que ver con ser de uno u otro lado.

Russian Red y la ética musical

Russian Red ha fichado por Sony BMG. Lo podréis leer mañana en un artículo que un servidor ha escrito para este diario. Y como no podía ser de otra manera, la noticia ha generado un debate tan viejo y gastado como la propia industria discográfica. Una animada discusión sobre si las grandes bandas independientes deben o no fichar por multinacionales aún más grandes. Ya lo sufrieron en su día Nirvana, Green Day, Bad Religion, Slayer o, en el terreno nacional, Los Planetas, Australian Blonde, Dover o Deluxe.

La duda que surge es la de siempre:  ¿Es conveniente, razonable y coherente que un artista que ha enarbolado la bandera de la independencia fihe por una multinacional? Vayamos por partes, como dijo Jack el Destripador:

Al ser preguntados por tan trascendente cuestión, la gran mayoría de los grupos contestan algo similar a esto: «todo lo que sea llevar nuestra música a un mayor número de gente es positivo». Es decir, dar el salto a una major es conveniente, al menos para las aspiraciones económicas de la banda. Porque no nos engañemos: todo músico aspira a poder ganarse la vida con su arte, y todo arte nace para ser disfrutado por la gente. Cosa bien distinta es plantearse la posibilidad de sobrevivir dignamente a lomos de un sello independiente. Poderse, se puede. Por otra parte, son de sobra conocidos los problemas que Russian Red tuvo con su anterior sello, Eureka. Era cuestión de tiempo que se confirmaran los rumores.

Lo de si es razonable tiene más miga. Todo músico tiene el derecho a decidir libremente qué hacer con sus canciones. Evidentemente, sus fans tienen el mismo derecho a despotricar a nivel de barra de bar, pero eso no debería afectar a una decisión que podría ser trascendente en el desarrollo de su carrera artística. O no. Y me explico: hoy día, las multinacionales ya no son lo que eran. El viejo mito del tiránico ejecutivo que mete mano a las canciones y maneja los hilos de todo lo que sucede alrededor de un artista ha quedado obsoleto, al menos en cuanto a cierto tipo de músicos se refiere. Los grandes sellos se han dado cuenta de que es mucho más inteligente dejar libertad de maniobra a un artista que intervenir a su antojo, al menos en casos como el que nos ocupa, en los que  el músico llega a su nuevo hogar con un sonido concreto y un público consolidado. En resumidas cuentas, nadie espera que, para su nuevo álbum, Russian Red se desmarque con un disco de dance en el que enseñe muslamen a instancias de su nuevo sello. No, no caerá esa breva.

La ética, esta vez, no viene al caso. La actitud y proyección de Russian Red (telediarios, programas de televisión, revistas de moda, periódicos, premios Goya…) nunca tuvo nada de indie, entendiento como tal todo lo que se aleja de los circuitos mediáticos convencionales. Por otro lado, si estuviéramos hablando de un grupo abiertamente anticapitalista y revolucionario quizá habría razón para la crítica (y ni siquiera, pues siempre se podrá contraatacar con el difícilmente rebatible argumento de que es mejor combatir el sistema desde dentro empleando sus propias armas, como bien esgrimen Rage Against the Machine). Desde fuera, nunca me dio la sensación de que Lourdes rechazase en modo alguno la posibilidad de hacerse más grande por cualquier vía que se pusiese a tiro. Así que, guste o no, no hay incoherencia en la decisión de fichar por un sello que alberga a bandas tan poco indies como El Canto del Loco o La Oreja de Van Gogh.

El debate, en todo caso, está servido. Y aunque siempre es preferible hacerlo con una jarra de cerveza en la mano, os invito a dar vuestra opinión en los comentarios.