La grabadora se ha atascado. Según la enciendo se apaga sola, la hija de la gran puta. Me la vendió un tipo de Valencia a través de Internet. Y no fue precisamente barata, no. Le mando un afectuoso saludo desde aquí.
Nada de eso importa ahora. Levanto la vista y tengo a los tres miembros de El Canto del Loco mirándome fijamente. En absoluto silencio. Dani Martín, David Otero y Chema Ruiz están sentados en la planta inferior de un lujoso restaurante del barrio de Salamanca, en Madrid. Y el tiempo no me sobra precisamente. Detrás de mí se irán cagando leches a una radio o una televisión. Me veo tomando nota de toda la entevista a mano, como ya me ocurrió hace años con el dúo barcelonés The Pinker Tones. Entonces se acabaron las pilas de la grabadora y tuve que tirar de boli. Pero claro, había varias diferencias con la situación actual. Aquella vez yo era un becario (a los que estas cosas se les pueden perdonar: va en sueldo), los Pinker Tones eran medio colegas y, sobre todo, la entrevista no iba a ser la portada del periódico al día siguiente.
Pienso que estoy absolutamente perdido cuando, de pronto, el dios de la tecnología decide echarme una mano (ya era hora, mamón): la grabadora se enciende milagrosamente y la entrevista arranca como si nada hubiese pasado.
El resultado lo habéis podido leer esta mañana en el diario de papel y en la web. Y yo añado un par de reflexiones off the record de las que no se reflejan en la entrevista.
– Lo dije en una ocasión: El Canto del Loco son gente bastante maja. Seguramente muchos penséis que Dani Martín es un chulo presuntuoso. Un macarra-pijo al que la vida le ha dado todo hecho. Pero lo cierto es que parece un buen tipo, alguien que dice lo que piensa pese a que suene impopular y un joven al que se la trae floja que cientos de miles de españoles lo pongan a parir, lo que tiene un indudable mérito. David, el guaperas, parece un chaval tranquilo y afable, lo mismo que Chema. Así que destapado queda el mito: ECDL no son unos gilipollas. Sólo son famosos haciendo lo que les mola. Y eso jode, es verdad.
– La entrevista tuvo un par de contradicciones evidentes. En su apasionada diatriba contra las descargas de Internet, el propio Dani se daba cuenta de que éstas también tienen cosas buenas. «En Venezuela no hemos vendido ni un disco pero vinieron a vernos 6.000 personas. Todas se habían bajado el disco de Internet». Va a ser que en todo lo malo hay algo bueno. Al final de la conversación, Chema me aseguró que ellos llevan una vida como la mía. Pero ay, amigo. Preguntados si se verían currando ocho horas en una oficina contestan que ni de coña. Claro.
– ECDL destilan una actitud un poco a la defensiva. Sabedores de que despiertan recelo, muchas de sus respuestas parecen orientadas a intentar justificar ciertas cosas. Un compañero de trabajo dice que lo peor de ECDL es que quieren tener actitud de rockeros cuando en realidad son unos moñas. Será eso.