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"Sin música, la vida sería un error". (Friedrich Nietzsche).

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Sexo a los cincuenta y pico

Vuelven los Sex Pistols. Otra vez. Lo harán con motivo del festival Summercase, que este año se celebrará los días 18 y 19 de julio. Como siempre, los grupos que el primer día tocan en Barcelona al día siguiente lo hacen aquí en Madrid, y viceversa. El cartel, por el momento, lo completan The Breeders (la banda de la ‘Pixie’ Kim Deal), Kings of Leon, Mäximo Park, The Verve, The Long Blondes y M.I.A., entre otros.

Hace poco me refería en un post al tema de las reuniones de viejas glorias. En el caso de los Pistols, pese a ser una de mis bandas de cabecera, pienso exactamente lo mismo: no me importaría verles, pero nada volverá a ser lo mismo que en aquel Londres del 77, por muchos exabruptos que suelten sobre un escenario.

La reaparición de Rotten y los suyos trae de nuevo a la actualidad un debate que siempre subyace entre los que amamos el punk. ¿Fueron elllos los inventores del género? Yo siempre lo tuve claro: no. Ni mucho menos. Suya fue la responsabilidad de popularizarlo a nivel masivo, llevarlo a los telediarios y crear toda una moda a su alrededor, por otra parte perfectamente orquestada por ese catalizador de tendencias que fue Malcom McLaren. No eran menos punk los Damned ni los Ramones, que publicaron sus primeros discos antes que los propios Pistols.

Por otra parte, hubo mucha gente que antes que ellos hizo cosas auténticamente punk, aunque el término aún estuviera por inventar. En el Detroit de finales de los 60, los MC5 pusieron patas arriba el estadio de la ciudad del motor con un disco en directo incendiario que quedó registrado para la posteridad, Kick out the jams. Entonces «sólo» se trataba de rock and roll. En el 69, Iggy Pop y sus Stooges ya habían escrito y publicado todo un decálogo de furia con su primer y homónimo álbum. Incluso años antes, en el 65, los Sonics habían llevado todo el desenfreno propio del género a un disco de garage cavernario y arrollador, el imprescindible Here are the Sonics. Hay ejemplos a pares.

Más allá de discusiones banales, lo que importa es lo que tenemos a la vista. ¿Qué pueden ofrecer los Sex Pistols a día de hoy?

Never mind the bollocks es un discazo, un documento de su tiempo, un enorme escupitajo al rock elitista para virtuosos. De eso no hay duda. Pero escucharlo en pleno 2008 a manos de una banda que ha reconocido abiertamente volver por necesidades económicas plantea serias dudas. Quizás fuera mejor dejarlo como estaba.

Reuniones

Es algo habitual en el mundo del rock que grandes grupos del pasado tomen la decisión de olvidar antiguas rencillas -o problemas de cualquier índole- y se reúnan para realizar lucrativas giras planetarias. Pero me da la sensación de que en los últimos años los casos se han multiplicado. La fiebre por los reencuentros felices afecta por igual a varias generaciones de bandas. Desde formaciones de antaño como los Who, Stooges, Sex Pistols, Led Zeppelin o los Eagles hasta otras cuyo legado está reciente, como Rage Against the Machine, The Verve, Smashing Pumpkins o Héroes del Silencio.

Hay quienes no pueden contar con alguno de sus músicos y buscan sustitutos, como The Doors o MC5. Hay quien decide volver pese a entenderse más que regular con la otra cabeza visible de la banda, como sucede con Frank Black y Kim Deal, de los Pixies. También hay quien no puede hacer uso del nombre original por problemas legales, como en el caso de Black Sabbath, y decide adoptar uno nuevo, Heaven and Hell.

Las reuniones generan a su alrededor un debate tradicionalmente encendido. ¿Es preferible enterrar tiempos pasados de gloria o merece la pena recordarlos, bien sea por dinero, diversión o ambas cosas?

R.A.T.M., un regreso esperado

Recientemente, uno de los grupos más laureados de los 90 ha anunciado varias fechas para actuar en Europa, concretamente en Alemania, el próximo mes de junio. Rage Against de Machine supo conjugar su fuerte carga revolucionaria con una propuesta tan contundente como efectiva. Metal, rock y rap, sustentados por la inconfundible voz del carismático Zach de la Rocha y las guitarras del talentoso Tom Morello. Uno de los grupos que marcaron escuela para aquella moda nu-metal hoy en día superada (y afortunadamente, porque algunos de sus representantes, como Limp Bizkit o P.O.D. daban bastante pena).

De Zach apenas se volvió a saber tras la separación de RATM, aparte de un par de colaboraciones con artistas como DJ Shadow, The Roots o Saul Williams. Durante los siete años que duró su separación, se dedicó en cuerpo y alma al activismo político, fundamentalmente en Chiapas, al tiempo que los rumores sobre su vida se multiplicaban (algunos llegaron a decir incluso que había muerto). Tras la extinción de RATM, el resto de la banda formó Audioslave junto al ex Soundgarden Chris Cornell, un combo que ha contado con un éxito más que aceptable que ha apostado por dejar de lado la política y centrarse en una propuesta más asequible y comercial.

Hoy, son miles los fans del mítico grupo que esperan volver a corear Killing in the name of, Bullet in the Head o Bulls on Parade. Esperemos que pasen por nuestro país y nos vuelvan a hacer vibrar con aquellos hits incendiarios. Por cierto, tras una de sus últimas actuaciones en Madrid corrió el rumor de que Zach había portado una bandera en apoyo a los presos de ETA, con el consiguiente abucheo por parte del auditorio. Nunca supe si es cierto o pertenece al terreno de las leyendas urbanas, así que si alguien estuvo allí le animo a que aporte algo de luz al respecto…