Vuelven los Sex Pistols. Otra vez. Lo harán con motivo del festival Summercase, que este año se celebrará los días 18 y 19 de julio. Como siempre, los grupos que el primer día tocan en Barcelona al día siguiente lo hacen aquí en Madrid, y viceversa. El cartel, por el momento, lo completan The Breeders (la banda de la ‘Pixie’ Kim Deal), Kings of Leon, Mäximo Park, The Verve, The Long Blondes y M.I.A., entre otros.
Hace poco me refería en un post al tema de las reuniones de viejas glorias. En el caso de los Pistols, pese a ser una de mis bandas de cabecera, pienso exactamente lo mismo: no me importaría verles, pero nada volverá a ser lo mismo que en aquel Londres del 77, por muchos exabruptos que suelten sobre un escenario.
La reaparición de Rotten y los suyos trae de nuevo a la actualidad un debate que siempre subyace entre los que amamos el punk. ¿Fueron elllos los inventores del género? Yo siempre lo tuve claro: no. Ni mucho menos. Suya fue la responsabilidad de popularizarlo a nivel masivo, llevarlo a los telediarios y crear toda una moda a su alrededor, por otra parte perfectamente orquestada por ese catalizador de tendencias que fue Malcom McLaren. No eran menos punk los Damned ni los Ramones, que publicaron sus primeros discos antes que los propios Pistols.
Por otra parte, hubo mucha gente que antes que ellos hizo cosas auténticamente punk, aunque el término aún estuviera por inventar. En el Detroit de finales de los 60, los MC5 pusieron patas arriba el estadio de la ciudad del motor con un disco en directo incendiario que quedó registrado para la posteridad, Kick out the jams. Entonces «sólo» se trataba de rock and roll. En el 69, Iggy Pop y sus Stooges ya habían escrito y publicado todo un decálogo de furia con su primer y homónimo álbum. Incluso años antes, en el 65, los Sonics habían llevado todo el desenfreno propio del género a un disco de garage cavernario y arrollador, el imprescindible Here are the Sonics. Hay ejemplos a pares.
Más allá de discusiones banales, lo que importa es lo que tenemos a la vista. ¿Qué pueden ofrecer los Sex Pistols a día de hoy?
Never mind the bollocks es un discazo, un documento de su tiempo, un enorme escupitajo al rock elitista para virtuosos. De eso no hay duda. Pero escucharlo en pleno 2008 a manos de una banda que ha reconocido abiertamente volver por necesidades económicas plantea serias dudas. Quizás fuera mejor dejarlo como estaba.