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"Sin música, la vida sería un error". (Friedrich Nietzsche).

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Oligopolios

A estas alturas, pocos dudan de que buena parte del futuro de la industria de la música pasa indefectiblemente por las plataformas de streaming como Spotify o el recién estrenado Google Music, cuya versión beta acaba de ver la luz en Estados Unidos. Y sin embargo, también son pocos los que hablan de las leoninas condiciones que estas ofrecen al artista en materia de royalties.

Un dato que habla por sí solo: durante el pasado 2010, Copenhage de Vetusta Morla consiguió el récord de ganancias en un mes, según publicó recientemente la revista Rolling Stone. El grupo madrileño se embolsó por ello 100 irrisorios euros. ¿Cuál es la alternativa? No existe. Estar en Spotify y similares es como las lentejas. O las tomas, o las dejas. Bajo una gran idea revestida de modernidad se esconde un arma de doble filo con un potencial arrollador. Como todo el mundo sabe, un gran poder conlleva -además de una gran responsabilidad- elevadas dosis de ética. Y esta raramente es compatible con los intereses del mundo en el que nos ha tocado vivir.

A día de hoy, cuando la posibilidad de prescindir de intermediarios para llegar hasta el oyente es ya una realidad, exigir a estas compañías un reparto justo del pastel y una transparencia absoluta respecto a su modelo de negocio debería ser una prioridad para músicos y sellos de toda condición, especialmente para los más pequeños. No vaya a ser que en breve, y con las multinacionales al borde del abismo, tengamos un nuevo oligopolio a manos de los mismos perros con distinto collar.

La guerra por el negocio de la música digital

En Internet se libra desde hace tiempo una guerra encarnizada para hacerse con el negocio de la música digital. Hasta la aparición de Spotify, iTunes era el líder indiscutible a nivel global. Ahora, con el inminente desembarco del primero en Estados Unidos, Steve Jobs tiene razones para estar preocupado, especialmente tras las noticias que estos días han apuntado a una posible alianza entre Spotify y Google. Según han desvelado algunos medios, el todopoderoso buscador – que ultima el lanzamiento del esperado Google Music-, parece haber llegado a la conclusión de que no tiene sentido ofrecer un servicio similar al de la plataforma sueca de música en streaming, y que es preferible aunar fuerzas y aprovecharse de la experiencia adquirida en Europa por Spotify para, juntos, penetrar con éxito en el vasto mercado estadounidense y ganarle la batalla a iTunes. Por el contrario, otras informaciones aseguran que dichas negociaciones, aunque existen, tienen pocas posibilidades de salir adelante.

Las ventajas de Spotify y Google Music frente a lo que hasta ahora ha sido el funcionamiento de iTunes son evidentes: no hay que pagar por descargar los discos, sino que estos se almacenan en lo que se conoce como la nube, a la que el usuario accede, o bien pagando una cuota mensual, o bien de manera gratuita y limitada. Sin embargo, la compañía de Jobs siempre se caracterizó por saber anticiparse al futuro, y hace tiempo que encamina sus pasos a un salto definitivo al streaming que, hoy más que nunca, parecer estar a la vuelta de la esquina. Uno de ellos se ha destapado hoy mismo: mientras que Spotify experimenta grandes dificultades para obtener el catálogo de algunas multinacionales, una de ellas, Warner, ya ha alcanzado un acuerdo con iTunes para la cesión de toda su discografía. Al mismo tiempo que todo esto ocurre, Amazon ha puesto en marcha su propia plataforma de música en streaming y HP planea hacer lo propio.

Cabría pensar que la cohexistencia de multitud de ofertas para escuchar música en la Red beneficia al consumidor. Y sin embargo, muchos opinan que es preferible disponer de menos plataformas y que éstas ofrezcan la mayor cantidad de música posible. De lo que no hay duda es de que vivimos una época de transición sin precedentes en la que el sopote físico ha dejado de tener sentido para las masas, que ya consumen la práctica totalidad de la música a través de la Red y -muy especialmente- de los teléfonos móviles. Un modelo de negocio aún en pañales que apenas resulta rentable para el artista y por el que, sin embargo, se libra una batalla en la que, a buen seguro, muchos se quedarán por el camino.

Ilustración: María Gil.

Google Music, en espera

Las miradas del planeta musical estaban ayer puestas en Mountain View, sede de Google, donde el gigante de la Red presentaba su sistema operativo para tabletas Honeycomb. Los rumores apuntaban a que la firma podía desvelar también las claves del nuevo Google Music, llamado a convertirse en la penúltima revolución de la música digital. No fue así, y sin embargo muchos son los datos que ya se van conociendo sobre la herramienta, un sistema similar al exitoso iTunes pero con la posibilidad de escuchar las canciones en streaming sin necesidad de pagarlas, al estilo Spotify. ¿Será sostenible? Ayer, un comentario en este mismo blog resumía en una sola frase la postura del español medio al respecto:«Si un disco es caro, no lo compro; si es barato, ¿para que lo voy a pagar si lo tengo en eMule?».

El secreto mejor guardado de Google

Según van pasando los meses, empezamos a conocer algunos detalles de lo que Google se trae entre manos con Google Music, la aplicación web con la que pretende plantar cara a iTunes, indiscutible líder de las descargas digitales legales, y que en principio estará disponible las próximas Navidades.

Billboard ha adelantado que comprar canciones en Google Music será más barato que hacerlo en iTunes (unos 70 céntimos las más caras, 35 las más baratas y 55 la mayoría, frente a los 99 céntimos que cobra iTunes. Los discos costarían algo más de 5 euros). Toda la música estará disponible en un servidor que responderá al nombre de «la nube», al que el usuario podrá acceder desde cualquier dispositivo con conexión a Internet para descargarla o escucharla en streaming, un servicio que costará unos 19 euros al año. Según la misma fuente, los titulares de los derechos cobrarían el 50% de los ingresos por suscripciones. Además, Google ofrecería la posibilidad de escuchar, una vez, cada canción entera, frente a los paupérrimos 30 segundos que permite la aplicación de Apple.

Y aún hay más. Y más gordo. Según se cuenta en los mentideros de la Red, Google tiene intención de incorporar al servicio toda la música que cada usuario tenga en su disco duro, esa que todos nos hemos bajado de manera, cuando menos, dudosamente legal. De hacerse esto realidad, ríase usted del catálogo de iTunes, Spotify, LastFM, Goear y todos los demás juntos.

Hace tiempo que estoy convencido de que el futuro de Internet pasa por pagar. Nos guste o no, esto del todo gratis tiene los días contados. De hecho, algunos medios como el Washington Post ya empiezan a cobrar una cuota de suscripción por sus contenidos (El País empezó así, pero el descalabro fue tal que tuvo que dar marcha atrás). En todo caso, si la cantidad es razonable, me parece lógico. Al fin y al cabo, ya pago religiosamente por usar servicios como Spotify o Rapidshare. Y sin embargo, y pese a todo, eso de pasar por caja por cada canción o cada disco sigo sin verlo claro…

¿Qué opinas de Google Music?