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"Sin música, la vida sería un error". (Friedrich Nietzsche).

Archivo de mayo, 2012

Canciones para empezar bien la semana: «Auriga», de Linn Youki

Hace unos siete u ocho años llegó a mis manos un disco que llamó poderosamente mi atención. En su segundo álbum, titulado escuetamente #2, los catalanes The Linn Youki Project daban rienda suelta a su gusto por la experimentación electrónica, la música instrumental, los sampleos de todo pelaje y las bandas sonoras más desenfadadas. De hecho, el grupo -que en directo se presentaba con una original y minimalista formación de trompeta, batería y dos bajos- había nacido unos años antes, en 2003, para poner música a cortometrajes de animación, un elemento que también incorporaban a sus conciertos en forma de visuales. No era, de hecho, poco habitual que la gente se refiriese a sus composiciones como «música de dibujos animados».

Aquel #2 les puso en boca de muchos, pero fue su siguiente álbum, el más que recomendable #3, el que terminó por confirmarles como una de las propuestas más interesantes e inquietas de la capital catalana. Aquel disco dio muchas (muchas) vueltas en el reproductor de cd de mi coche. De hecho, no eran pocos los que, al escucharlo, se interesaban por la banda que se encontraba detrás de temas tan redondos y frescos como No eres tú a quien busco. Un hit:

Tras dar un paso de gigante con #4, en el acortaron su nombre a Linn Youki y se decidieron a introducir sus propias voces en las canciones, la banda liderada por Marco Morgione regresa ahora con (sí, habéis adivinado el título) #5. Un álbum más certero, oscuro y centrado en las canciones, con una presencia de las guitarras prácticamente inédita en ellos hasta la fecha y en el que, pese a todo, no pierden la perspectiva experimental que les caracteriza. Auriga, su primer single, nos sirve para arrancar este lunes de la mejor manera posible: reivindicando, una vez más, el talento de tantas y tantas bandas de la Península.

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Google rinde homenaje a Robert Moog

De entre los muchos doodles interactivos que el gigante de los buscadores ha puesto en marcha en los últimos tiempos, pocos han sido tan musiqueros y trabajados como el que nos hemos encontrado este miércoles en nuestra página de inicio. Hoy se cumplen 78 años del nacimiento de Robert Moog, creador del sintetizador Moog. Y con motivo de tan señalada efeméride, la portada de Google se convierte en un sintetizador en el que el usuario puede tocar y grabar sus propias melodías y añadirle un sinfín de efectos, casi como si se encontrara ante uno de aquellos prodigiosos cacharros. En vídeos como éste podéis cómo funciona.

Para quien el nombre de Robert Moog le suene a chino, cabría decir que su aportación a la historia de la música ha sido absolutamente fundamental. Nacido en Nueva York en 1934, en 1964 presentó al mundo, junto al compositor Herb Deutsch, el Moog Modular Synthesizer, un instrumento electrónico capaz de generar un número prácticamente infinito de sonidos diferentes. Aunque durante sus primeros años de vida apenas se utilizó para componer jingles publicitarios, no tardó en llamar la atención de los músicos más avezados. Jean-Jacques Perrey y Gershon Kingsley fueron los primeros en grabar un disco con el moog, «The In Sounds From Way Out!» de 1966 (un álbum a cuyo título rendirían homenaje mucho después Beastie Boys). Otros, como la compositora Wendy Carlos, también hicieron sus pinitos tocando, con aquel extraño aparato, algunas de las piezas más conocidas de la música clásica.

Las inmensas posibilidades de aquel prodigioso aparato llamaron la atención de algunas de las bandas más inquietas del momento, que comenzaron a experimentar con la música electrónica en su versión más primitiva. Serían, sin embargo, los grandes grupos del momento, como The Rolling Stones, Simon & Garfunkel o The Doors los encargados de popularizarlo. De entre los más recordados usos del Moog, el que hicieron los Beatles en Because. Johnn Lennon había comprado el sintetizador durante un viaje a Nueva York y George Harrison fue el encargado de tocarlo. Podéis escucharlo en el puente del segundo 01:34 y al final del tema, a partir del 02:15.

Con la llegada del rock progresivo, ya en los 70, formaciones como Yes o artistas como Jean Michel Jarre contribuyeron enormemente a dar a conocer un instrumento que, además, contaba ya con una versión más pequeña, el mini-moog, de precio mucho más accesible. Pero fue a finales de la década de los 70 y a principios de los 80, con la llegada de la música electrónica propiamente dicha de la mano de Kraftwerk y, sobre todo, con la explosión del techno pop de grupos como The Human League, Ultravox o Depeche Mode, cuando el Moog se hizo con un papel absolutamente protagonista en la música popular. Su sonido invadió las radiofórmulas y definió toda una época.

Hoy por hoy los sintetizadores han evolucionado enormemente. Y sin embargo, quizá ninguno de ellos habría visto la luz de no ser por la aportación de Robert Moog. Infinidad de géneros, desde la psicodelia al metal, del rock progresivo a, por supuesto, la electrónica, le deben mucho. Y en un día como hoy, en el que hubiera cumplido 78 años de no ser por su triste fallecimiento en 2005, Google le rinde un más que merecido homenaje. Este blog no podía ser menos.

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Idiotas

El submundo de la música, como otros tantos submundos, está lleno de idiotas. No me refiero a los que piensan que el género que escuchan (el que sea) es el mejor del mundo y el único que merece la pena escuchar. Ni a los que que, orgullosos de su ignorancia, degluten gustosos la hez que les suministran las radiofórmulas. Tampoco a los músicos de medio pelo que se creen más que nadie por subirse a un escenario, ni a los periodistas que, enquistados en su obsoleta y rancia tribuna, manejan los hilos de la industria en virtud de razones que poco o nada tienen que ver con la propia música. Ni siquiera a las estrellas que, lobotomizadas por un modelo de negocio en vías de extinción, han perdido el norte a base de adulación constante. No. Me refiero a los que, abierta y deliberadamente, son idiotas. Idiotas de pura cepa. Idiotas porque sí.

Recientemente, uno de los fotógrafos de la revista Mondosonoro se enfrentó a uno de esos idiotas: Cass McCombs (en la foto), cantautor californiano que recaló en la sala Arena de Madrid para presentar su disco Humor risk. El colaborador, según cuenta en su columna Luis J. Menéndez, acudió a la cita para cubrir un evento cuyas condiciones estaban claras de antemano: sólo fotos durante las tres primeras canciones, y sin flash. Cumplió con lo acordado, pero por alguna razón el señor McCombs estimó que estaba más cerca de lo que debía. Y así, durante la primera canción, decidió propinarle una patada que de milagro no reventó la cámara. Pensó en denunciarle, pero no lo hizo, y finalmente optó por no publicar ninguna foto del concierto. Es lo mínimo.

La música crea ídolos. Personas a las que inevitablemente tendemos a endiosar, pues poseen el admirable talento de transmitir sentimientos a través de un lenguaje universal, único e incomparable. Pero ningún artista debería olvidar que sin su público no es nadie, y que una de las principales maneras de llegar a ese público son precisamente los medios especializados, cuyos colaboradores a menudo cobran poco o nada por su trabajo. Y es que hay mucho de pasión por la música en el oficio de colaborador. Pero ni toda la pasión del mundo da como para soportar a un idiota.

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Usar y tirar

A mi vecino, que es una especie de mezcla entre Jaime de Marichalar y David Beckham, le apasionan los Black Keys. Fue uno de los primeros en conseguir entradas para su concierto en el Palacio de los Deportes del próximo mes de noviembre, y a menudo baja las ventanillas de su flamante Audi A3 para que todo el barrio escuche a toda hostia, quiera o no, los riffs de ese gran disco que es El Camino, y que les ha llevado a alcanzar cotas de popularidad impensables hace no tanto tiempo . Convertirte en el grupo de moda tiene estas cosas: gustas incluso a la gente a la que la música no le interesa lo más mínimo, más allá de su condición de producto de usar y tirar. Lo curioso del asunto es que, si hace un par de años le hubiese puesto un tema de Black Keys a mi vecino, a buen seguro hubiera torcido el morro. Probablemente habría dicho que son unos barbudos perroflautas. Y que lo que mola son The Killers.