Viaje a la guerra Viaje a la guerra

Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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El menguante poder de las petroleras occidentales en África

Hace pocos días escuchaba a un contertulio de radio pronunciar una inflamada e indignada intervención sobre la rapiña de las empresas petroleras occidentales en África.

No me sorprendió por los antecedentes que hay en esta materia: desde la brutal política colonial europea – con el rey Leopoldo II como cumbre de la mentira y la barbarie imperialista-, pasando por el expolio realizado por las conocidas como «Siete hermanas» – bautizadas así cono ironía por Enrico Mattei y antecesoras de BP, Exxon Mobil, Shell y Chevron en los tiempos previos a la OPEP -, y en los años noventa con incidentes como el asesinato del activista nigeriano por los derechos humanos Ken Saro Wiwa, en el que estuvo involucrada la empresa Shell y cuyo juicio seguimos el año pasado en este blog.

Tampoco me sorprendió pues el desplazamiento del poder de EE UU y Europa hacia lugares como China, India y Brasil – fenómeno al que podríamos denominar «el final de dos siglos de dominación del hombre blanco en el mundo» – está teniendo lugar a velocidad tan vertiginosa que a muchos los encuentra con el discurso novedosamente obsoleto, caduco por horas, cambiado de pie.

Nuevo escenario, nuevos análisis

No seré yo quien defienda ciertas prácticas de las empresas occidentales en el extranjero, pero tampoco parece acertado en el actualidad seguir aplicando algunos modelos para dar explicación a los problemas del mundo, pues no los explican.

Avanzamos hacia un futuro multipolar, carente de un poder hegemónico, concurrido de numerosos actores no ausentes de peso específico poblacional, financiero e industrial, en el que los hilos del poder se muestran cada día más intrincados, y nuestra mirada tiene que ser capaz de descubrir estos matices sino quiere caer en la retórica hueca, carente de fundamento.

Datos sobre la mesa

En este sentido, recomiendo enormemente la lectura del libro Poisoned Wells, de Nicholas Shaxson, periodista colaborador de The Economist, del FT y del siempre extraordinario Africa Confidential. Un par de párrafos e ideas como muestra:

En 2006, Energy Intelligence publicó un índice de compañías petroleras que debe haber sorprendido a muchos. Exxon Mobil, que tiene un valor de mercado similar al de Wal-Mart y Microsoft, estaba en el puesto decimotercero de este índice, por detrás de dos compañía africanas y con apenas una vigésima parte del tamaño de una empresa llamada Aramco.

Aramco es la compañía estatal de Arabia Saudí, que gestiona unas reservas de 260 mil millones de barriles. Las africanas son las estatales de Nigeria y Libia, con unos 20 mil millones de barriles por cabeza. Exxon se queda con apenas unos 12 mil millones. BP, Chevron, Total y Shell son aún menores en tamaño.

Mucha gente tiene la idea de que las compañías occidentales son agentes del imperialismo que fuerzan a los estados africanos a aceptar los dictados de Washington y Londres […] Pero los grandes países productores africanos ingresan entre el 70 y el 90% del beneficio en sus arcas, una vez que se han pagado los gastos de desarrollo, dejando un modesto margen para las empresas privadas. El hombre blanco y sus empresas no tira más de los hilos de África.

Quiero ser chino

Otro factor importante en este escenario es el desembarco de China, que en menos de un lustro de presencia en el continente ha superado en inversión a Occidente. Unos 107 mil millones de euros anuales según The Economist. Los gobernantes africanos tienen nuevos compradores, que ni siquiera – aunque sea en la retórica – se preocupan por los derechos humanos, como demuestra el apoyo de Beijing a Sudán a pesar del genocidio de Darfur.

Una presencia que cualquiera que haya estado recientemente en África habrá notado: desde las escuelas chinas de negocio hasta el asfaltado de carreteras y la explotación de minas. Así como hace veinte, treinta o cuarenta años, no pocos soñaban con ser estadounidenses, con empaparse de la pujanza de sus profesionales y hombres de negocio; hoy el anhelo de muchos en los países ascendentes es aprender de China.

Para más información sobre este tema, que no es de poca importancia debido a la miseria y la violencia que suelen generar en África estos recursos naturales – dejando al margen estados como Bostwana -, no sólo el libro de Nicholas Shaxson, sino también sitios con información más actualizada como African Energy.

Somalia, Congo, Uganda, Bosnia, Ruanda… balance de fin de año en Viaje a la guerra

Se nos escapan las últimas horas del 2010, de la primera década del siglo XXI, y toca hacer balance de lo vivido, también aquí en Viaje a la guerra. Un balance que no podría ser más positivo.

El mero hecho de poder seguir recorriendo el mundo, contando historias, en medio de tantas complicaciones económicas y de incertidumbres en la profesión, no deja de ser en sí un privilegio, un triunfo, algo que celebrar y agradecer.

. ARGENTINA

Comenzamos el año fatigando a lo largo de tres meses los barrios más marginales y conflictivos de la provincia de Buenos Aires: desde Ciudad Oculta, pasando por Isla Maciel, la villa 1-11-14 y el barrio Ejército de los Andes (Fuerte Apache). Entrevistamos a políticos, gendarmes, sociólogos, jóvenes armados y víctimas.

La idea era tomar el pulso a la violencia urbana de esta parte en el mundo. Problema que se ha situado en el primer puesto de las preocupaciones de los lationamericanos, superando al desempleo. Una región que despega, que levanta la cabeza, y que se empieza a ver lastrada por el uso de las armas.

. NUEVA YORK

En mayo realizamos varias entrevistas en la sede de la ONU, lugar cuyas decisiones, informes y operaciones están siempre presentes en las entradas de este blog.

. BOSNIA HERZEGOVINA:

En julio asistimos al 15 aniversario de la masacre de Srebrenica (ver vídeo junto al maestro Gervasio Sánchez). Dentro de la investigación que llevamos años realizando sobre la violencia sexual – que será la base del documental, «La guerra contra las mujeres», que estreno en 2011 – visitamos aquellos sitios en que las mujeres fueron encarceladas y violadas de forma sistemática: desde Foca, pasando por Visegrad y la periferia de Sarajevo. Entrevistamos a víctimas y activistas que luchan por llevar a prisión a los culpables de semejantes atrocidades.

. KENIA:

Una vez más, Nairobi se convirtió en nuestra base en África. Lugar de encuentro con amigos, preparación de viajes y descanso. Volvimos a Kibera, el barrio de chabolas más grande de África (escenario de mi último documental, «Villas Miseria»). También estuvimos en la barriada de Korigocho.

Coincidimos, en la capital keniana, con algunos hechos destacados como la promulgación en julio de la nueva constitución – que quita poderes al presidente y descentraliza la administración –, fugaz paso de Omar al Bachir incluído, y el viaje en noviembre de William Ruto a La Haya, líder kanlenjin, para enfrentarse a las acusaciones lanzadas por Moreno Ocampo.

. RUANDA:

De paso hacia la República Democrática del Congo, durante el mes de julio, nos encontramos con un proceso electoral muy cuestionado por la detención de opositores y la censura a la prensa. Como era de esperar, Paul Kagame, aliado cada día más incómodo de Occidente, ganó las elecciones.

. RD CONGO

Por tercer año consecutivo volvimos a Congo Kinshasa. Mes de agosto. Nos reencontramos con víctimas de la violencia sexual como Vumilia, Jane y Janette. Lidiamos con el torpe acoso de la Policía Secreta y nos desplazamos a las minas, en esta ocasión, en la región de Kamituga, pues los minerales siguen estando en la base de este conflicto que ha terminado con la vida de cinco millones de personas. La elección de Kamituga estuvo condicionada por el oro, dada la caída del precio del coltán.

. UGANDA

Fue uno de los primeros destinos de Viaje a la guerra, en 2006. Resultó muy satisfactorio descubrir la desaparición de la gran mayoría de los campos de desplazados en la región acholi, así como el desarrollo de Gulu (ver vídeo). El viaje tuvo lugar a principios de septiembre. Nos volvimos a encontrar con Rosemary Nyrumbe, que sigue realizando una extraordinaria labor en favor de las niñas secuestradas por el LRA.

. SOMALIA

Sin dudas ha sido el punto culminante de nuestros viajes. Hacía cuatro años que estaba intentando poner los pies en Mogadiscio. Finalmente, el día 1 de noviembre, este deseo se hizo realidad (ver vídeo). Además de la maltrecha capital, dividida entre AMISOM y Al Shabab, pasamos por Garowe, Galkayo y Bosaso, en la región semiautónoma de Puntlandia (epicentro de la piratería en el país).

. SOMALILANDIA

Interesante descubrimiento, sobre el que pienso escribir en próximas entradas. Hargeisa es como uno se imagina a Somalia si algún día termina la guerra civil.

Tras este breve repaso a lo escrito y vivido este cuarto año de Viaje a la guerra, agradeceros a los lectores por la compañía, las palabras de amistad, las reflexiones, críticas y sugerencias (muchas de las cuales, signo de los tiempos, han pasado por la página de FB). Asimismo, por qué no, a los que entran sólo para gastar una broma, cabrearse o incordiar (curioso, nunca salen del anonimato y pasan por FB). No deja de ser una muestra de atención e interés.

Después, por supuesto, a los responsables de este periódico por seguir apoyando Viaje a la guerra más allá de la complicada crisis que estamos viviendo. Y a los compañeros de 20 Minutos, por la amistad y la complicidad.

Foto: Recorrido por Mogadiscio en blindado de la Unión Africana.

La alargada sombra de los muros

Esta tarde, en la Casa Encendida de Madrid, debatiremos junto a Walter Astrada, ganador del Word Press Photo, y Mayte Carrasco, reportera con una vasta experiencia en el terreno, sobre los muros que nos dividen.

Un tema que tantas veces hemos abordado en este blog: desde la barrera que asfixia y discrimina a los palestinos en lo que poco que les ha quedado de su territorio original (y cuya realidad conocimos de cerca en 2006), hasta el mayor de todos, que mantiene a los saharuis varados desde décadas en la hammada argelina (que retratamos desde el terreno en 2008).

Mi participación se centrará en los muros de la pobreza. Y más en particular en otra problemática que también descubrimos de primera mano en estas páginas: la vida en los barrios de chabolas, ya que más mil millones de personas viven en estos espacios marginales, perdidos entre el campo y la ciudad, a los que llegaron con la esperanza de prosperar.

Tres vídeos que realicé en diversas barriadas de Argentina (Fuerte Apache, Isla Maciel, Villa Soldati, Villa Lamadrid, Villa Elvira,Villa 1-11-14 y Ciudad Oculta), Brasil (favela Maré, favela da Palma, complexo do Alemao, Rocihna, Cidade Deus), Kenia (Kibera, Mathare, Korogocho) y Sudáfrica (Kliptown) me ayudarán a poner nombre y apellido a esta realidad…

Foto: Muro israelí en Belén (HZ)

Los que luchan por la convivencia en la miseria y la guerra

Sin caer en esa afectación a veces tan contraproducente que es el “buenismo” (prima lejana de esa costumbre de imponer lo dicho a lo hecho, las formas al fondo, que es la «corrección política»), nos sumamos también en este blog a la iniciativa por la convivencia que hoy se celebra en Internet.

Y lo hacemos en buena medida porque en estos casi cinco años de Viaje a la guerra hemos tenido la suerte de ser testigos, entre medio del dolor, la barbarie y la violencia, de no pocos gestos extraordinarios de personas anónimas con las que nos hemos cruzado. En la guerra, como en la pobreza, como en toda experiencia extrema, sale a flote lo peor y lo mejor de la condición humana.

Gestos anónimos a los que en más de una ocasión hemos puesto nombre y apellido en estas páginas y que hoy recordamos a modo de homenaje al compromiso y la lucidez de sus protagonistas:

. El doctor libanés Ibrahim Faraj, que durante 33 días operó – casi sin descansar y a pesar de la escasez de insumos y la proximidad de los ataques – en un hospital de las afueras de Tiro a las víctimas de los indiscriminados bombardeos israelíes.

. El doctor Denis Mukwege, al que tuvimos el privilegio en numerosas ocasiones en nuestros viajes a la República Democrática del Congo (el pasado mes fue la primera oportunidad en la que no pudimos coincidir con él, pues estaba en Suecia). Al frente del hospital Panzi de la ciudad de Bukavu lucha por recuperar a las mujeres víctimas de la violación en la guerra.

. Y a través de ellos, a tantos otros médicos a los que hemos podido entrevistar y que en tantas ocasiones no cejan en su trabajo a pesar de la falta de recursos, del propio riesgo que corren, como los integrantes del hospital Al Shifa en Gaza, o los de MSF en Sudán, Uganda o el Congo.

En África

. Mi buen amigo Patrick Kimawachi, que en Kibera dirige un hogar para los niños huérfanos del sida. Labor que desarolla desde que hace un par de década decidiera ir a vivir a esta barriada situada en la periferia de Nairobi, la más grande de África.

. También en Kenia, una mujer que nos visitó en Madrid: Agnes Paregio, líder masaia que ha dedicado su vida a tratar de terminar con la mutilación genital femenina entre su gente.

. Otra mujer a la que tengo el privilegio de contar entre mis amigos, y a la que vi hace tres semanas en Uganda, Rosemary Nyrumbe, que brinda una nueva oportunidad a las niñas secuestradas y violadas por el LRA.

.En Etiopía, Becky Kisser, que también vino a España gracias a vuestra generosidad, y que sigue allí, en Addis Abeba, dando cobijo a las mujeres que sufren de fístulas obstétricas.

. En el mismo país, pero ya en el desierto, junto a los nómadas afar, otra persona extraordinaria: Valerie Browning, australiana infatigable en el compromiso por los derechos de este pueblo acosado por el cambio climático y las políticas excluyentes del gobierno de Addis Abeba (podéis ver su trabajo en el siguiente vídeo).

. Al sur del continente, Milred Mahlanga, que saca a jóvenes como Cristina, enferma de sida y víctima de repetidos abusos, de las calles de Johannesburgo.

. Más cerca nuestro, por historia y distancia física, Maima Mahamud, que ofrece formación laboral a las jóvenes saharauis del campamento de refugiados de Dahla, en la hamada argelina.

En Asia

. De regreso en Calcuta, mi antiguo hogar, sin dudas merece un lugar destacado Alison Saracena, con su proyecto para enseñar informática a los niños de escasos recursos, y David Earp, que salva a los jóvenes discapacitados de las calles de esta ciudad. Con ambos mantengo una amistad de más de 12 años.

. También con Urmi Basu, que se instaló en el barrio rojo de Kalighat para rescatar a la niñas de las garras de la prostitución.

. Otro médico extraordinario, Alberto Cairo, del Comité Internacional de la Cruz Roja, que lleva veinte años asistiendo a los mutilados por las minas antipersona en Afganistán.

En América Latina

. En Argentina también la lista de nombres es larga: Margarita Barrientos, con sus comedores en Los Piletones; Isabel Vázquez, que recientemente perdió a su hijo, creadora de una asociación de Madres contra el Paco (la pasta base de coca). Y, por supuesto, mi antigua compañera de universidad y admirada amiga, tejedora infatigable de redes solidarias: Belén Quellet.

. En las favelas de Río de Janeiro, dos esfuerzos, el de la rapera Nega Gizza, que pugna contra la violencia a través del arte, y el de Rodrigo Baggio, que cuenta con más de 200 escuelas de informática para personas de escasos recursos.

Al revisar esta lista, que he redactado de memoria (y en la que seguramente se me quedan fuera algunos nombres), no puedo más que sentirme afortunado por haber conocido y mantener contacto con la mayor parte de estas personas. El trabajo que hacen en la sombra, lejos de las ideologías, de los maniqueísimos políticos, es toda una fuente de inspiración. Hechos más que palabras, que es lo que cuenta. Lo mejor que me llevo de este lustro de Viaje a la guerra

Foto: Niño enfermo es recogido de las calles de Calcuta (Hernán Zin)

Algunas ideas sobre cómo hacer vídeos de información para Internet

La semana pasada, mientras preparaba el vídeo de los niños que juegan con insectos en Uganda – y debido a que me traje del Congo un virus que me ha obligado a estar en cama – me puse a ordenar los discos duros y encontré este otra producción que habíamos hecho hace ya cuatro años, en los albores de este blog (y que nunca habíamos llegado a difundir).

Visto con distancia, lo cierto es que la presencia de la música me parece hoy excesiva. Debería haber concluido cuando Claudia comienza a hablar. A modo de torpe justificación decir que como sucede con tantas cosas en este medio en constante y vertiginosa evolución que es Internet, cuando nos lanzamos a hacer vídeos poca idea teníamos sobre qué camino debíamos tomar y los antecedentes y referentes eran escasos.

Sabíamos que teníamos que ser breves, pues lo que prevalece en la red es el salto constante entre contenidos, el zapping frenético que hace que debas ser preciso y contundente para captar la atención hasta el final de la pieza audiovisual (una concisión narrativa de la que, para ser honestos, nunca hemos hecho gala en este blog, más bien orientado al reportaje que a la anécdota, dado el menguante espacio que este formato está teniendo en la prensa convencional. Me refiero al reportaje, y no a la anécdota, ya que esta última sí da la impresión de estar ascendido de manera imparable).

Innovación y multimedia

Sabíamos que teníamos que ofrecer algo distinto, que no tenía sentido realizar una pieza clásica de informativo (aunque en 2007 lo hicimos desde Etiopía, en un vídeo sobre las migraciones y los enfrentamientos armados provocados en África por el cambio climático). En aquellos momentos tampoco abundaban las televisiones IP, como la que meses después lanzó este periódico y que sí han seguido ese camino, mayoritariamente gracias al empleo de imágenes de agencias.

Existía también la opción de los multimedia, que sorprendieron en sus orígenes pero que luego pecaron de cierta lentitud narrativa que choca con la quintaesencia de la web (nosotros los usamos en varias oportunidades para repasar la evolución del blog, como en los Tres años de viaje a la guerra).

Esto no quiere decir que la fascinante posibilidad de combinar fotografías, músicas y vídeos deba ser abandonada, pero sí que se le debe dar una vuelta de tuerca, quizás hacia terrenos más abstractos, más innovadores; quizás basándose en la revolución que suponen cámaras como la Canon 5D Mark II (que estrenamos en el pasado vídeo y que ofrece una profundidad de campo extraordinaria). Innovación que refleja este fantástico recorrido de Chris Hondros por Bagdad a ritmo y melodía de Johann Sebastian Bach.

A ritmo de favela

De todos los vídeos que realizamos, el que más éxito tuvo fue el de los tiroteos en las favelas de Río de Janeiro. En tres años ha tenido 177.336 reproducciones en You Tube, sin contar las específicas de 20 Minutos.

Y lo cierto es que hoy, observando el panorama desde cierta perspectiva – y con las sustanciales limitaciones de ser alguien más dado a buscar historias en el terreno que a la reflexión teórica sobre la comunicación -, me parece que esta clase de formato es uno de los más atractivos: el vídeo montado sobre la marcha, sin excesiva pulcritud, sin efectos, con sonido directo, como si estuviésemos acompañando al reportero, como si estuviésemos viendo sus brutos (de poder volver a hacerlo, le quitaría la locución).

Porque creo que eso es justamente lo que nos fascina de Internet, que es un espacio compartido, en constante evolución y movimiento, donde nada parece definitivo, donde no hay una voz jerárquica sino más bien un multitudinario y caótico diálogo horizontal al que el periodista se acerca para mostrar con franqueza las imágenes que ha captado, sin elaborar del todo, sin cerrarlas definitivamente, desde un prisma personal, subjetivo, que complementa a la noticia tradicional…

Ideas para sacar a África de la oscuridad

Al rodar con cámaras Panasonic P2 y Canon 5D Mark II, que no usan cintas sino tarjetas de memoria que obligan a descargar las imágenes de vídeo en discos de almacenamiento externo, este año hemos sufrido como ningún otro la crónica carestía de corriente eléctrica en África.

La pregunta que nos hacíamos cada noche al enfrentarnos a la impredecible y frustrante oscuridad de la habitación – además de querer saber de dónde sacan los africanos semejantes dosis de paciencia – era cómo puede hacer el continente para subsanar su déficit energético. Una labor que, si tomamos la corrupción endémica de sus gobiernos, el estado de deterioro generalizado de sus escasas infraestructuras y la falta de recursos para encarar nuevas obras, a simple vista parece imposible.

Sin embargo, existe un antecedente que invita al optimismo: los teléfonos móviles. En apenas unos años hemos sido testigos de cómo África se ha poblado de teléfonos gracias a la oferta de receptores a muy bajo precio de compañías como Nokia y la inversión en antenas de empresas como Safaricom, MTN y Zain. Entre marzo de 2008 y marzo de 2009, unos 96 millones de africanos pasaron a tener móvil (128 millones de indios y 89 millones de chinos en el mismo periodo).

Desde el campo de desplazados de Gulu, norte de Uganda, en el que estuvimos el pasado lunes hasta el barrio de chabolas de Kibera, en la periferia de Nairobi, donde comenzamos este viaje hace un mes, la presencia de los teléfonos móviles resulta más que evidente. Ni una sola de las personas a las que entrevistamos, por más humilde que fuera, carecía de su propio número y aparato.

No es una cuestión de lujo

Conversando con Mohamed Yunnus en Bangladesh, en el año 2001, me dijo que la revolución futura no pasaría por los microcréditos sino por el acceso de los más pobres, de los cientos de millones que constituyen la base de la pirámide económica, a las comunicaciones.

A través de su esquema de mujeres que ofrecían teléfonos en las aldeas, implementado por Grameen Bank, el Premio Nobel de la Paz de 2006 fue uno de los impulsores de la transformación del móvil de un elemento de lujo a un bien de primera necesidad (en su número del 26 de septiembre de 2009, The Economist explica en profundidad esta migración en el artículo “Eureka Moments”).

Y eso es algo que se ve hoy en América Latina, en Asia y también en África. Campesinos que ahora pueden saber al instante cuál es la cotización en los mercados de sus productos, trabajadores independientes – fontaneros, carpinteros, albañiles – que pueden estar comunicados y responder al instante a las ofertas de trabajo (por eso alguna vez he escuchado decir a un habitante de un barrio de chabolas que prefería recargar la tarjeta de su móvil a comer, llegado el caso de tener que elegir).

Las cifras hablan a las claras de este fenómeno: en el año 2000 apenas una cuarta parte de los 700 millones de teléfonos móviles pertenecían a ciudadanos de naciones en desarrollo; hoy, tres cuartas partes de los 4 mil millones de teléfonos en circulación a nivel mundial son usados por los habitantes de estos mismos países.

Sin banco pero con móvil

Y en algunos lugares de África, como en Kenia (donde en una década se pasó de 15 mil aparatos a 15 millones), los móviles también han reemplazado a los bancos, pues gracias al sistema llamado M-PESA puedes pagar con ellos, puedes recibir dinero de otra gente, puedes enviar dinero a tus familiares o amigos. Dinero que después se hace efectivo en cajeros. Sólo basta con escribir el número del destinatario, mandarle un SMS y al instante tu saldo pasa a su cuenta de teléfono. En Tanzania, por ejemplo, es toda una revolución si se tiene en cuenta que sólo el 5% de la población posee cuenta en algún banco.

En este sentido África, en su escaso desarrollo, dio un salto extraordinario al pasar de no tener redes de comunicaciones a la masificación de las comunicaciones móviles, siendo la tecnología 3G el próximo reto a conquistar. Omitió la etapa de las líneas fijas, en la que sí invertimos las sociedades ricas.

Lo interesante de esta historia es que esta mejoría cualitativa en la vida de millones de africanos no fue consecuencia de la ayuda al desarrollo – en la que en este blog hemos perdido la fe hace ya mucho tiempo – sino de la actividad económica dirigida a la base de la pirámide social como negocio rentable según demuestran las inversiones de decenas de miles de millones de euros de Bharti Airtel, France Telecom y Vodafone GB.

En el campo de la electricidad, la solución podría ser la misma: África no tiene tiempo ni recursos para invertir en suficientes proyectos de grandes dimensiones como centrales hidroeléctricas, pero sí puede apostar – como hizo con la telefonía – por las soluciones locales, a pequeña escala, móviles, para comenzar de una vez por todas a iluminar el continente, a darle la energía que le permita integrarse de pleno en el siglo XXI (en la próxima entrada, algunos datos e ideas).

Foto: Linternas para todos los gustos en las calles de Gulu, Uganda (HZ)

Los próximos destinos de «Viaje a la guerra»

Viaje a la guerra comenzó su andadura por estas fechas hace cuatro años con aquel desembarco en el sur de Sudán al que le siguió la estadía de dos meses en Gaza durante la operación Lluvia de verano y el posterior arribo al Líbano desgarrado tras 33 días de indiscriminados ataques del ejército israelí.

Y siempre es en estas semanas de ocaso de la primavera y despertar del verano que comenzamos a armar la agenda y perfilar entrevistas y reportajes para los próximos doce meses.

¿Tensión en los Balcanes?

Confirmada en el horizonte más cercano: Bosnia-Herzegovina. No sólo dan testimonio de la inminencia de esta viaje los pasajes, mapas y reservas que se apilan sobre mi escritorio, sino los libros y DVD que espero engullir antes de ponerme en marcha la semana que viene. Entre otros, “Postales desde la Tumba” de Emir Suljagic, “Sarajevo, diario de un éxodo” de Dzevad Karahasan y el film “Grbavica: el secreto de Esma” de Jasmila Žbanić.

Sin la guía del maestro Ramón Lobo difícilmente habría conseguido una agenda de contactos tan nutrida, que incluye a los tres creadores antes mencionados. Entre las etapas insoslayables de este periplo por tierras bosnias, destaca la multitudinaria conmemoración el día 11 de la masacre de Srebrenica, en la que me reencontraré con compañeros de profesión a los que hace demasiado tiempo que no veo. Belgrado entra en la agenda.

Entre los numerosos reportajes que he fatigado en estos días, recomiendo el de Ana Carbajosa, “Hijos de la limpieza étnica”, que aborda uno de los temas que más hemos tratado en este blog: el empleo del cuerpo de la mujer como campo de batallas. Carbajosa firmó la semana pasada un reportaje muy interesante sobre los raperos que en Gaza hacen frente al poder de Hamás.

Una de las preguntas que llevo en la maleta es saber cuán acertadas son las voces, como las The Economist y Al Yazira, que desde hace unos meses señalan que la tensión étnica está aumentando en Bosnia-Herzegovina.

Una de diamantes

Casi sin solución de continuidad, y por eso de sudar la camiseta – inevitable símil futbolístico en estos días de pasión mundialista- a finales de julio nos desplazaremos a otro destino en el que no hemos estado antes en Viaje a la guerra: Sierra Leona.

Nuestra intención original era viajar primero a África Occidental y después a los Balcanes, para poder cubrir así las primeras elecciones democráticas en Guinea-Conakry. Recordemos la masacre de 150 opositores el pasado 28 de septiembre y el posterior atentando contra el capitán golpista Moussa Dadis Camara, que recibió un disparo en la cabeza por parte de uno de sus ayudantes y que huyó malherido a Burkina Faso. Fue su sucesor, Sekouba Konate, el que organizó el retorno al gobierno civil. Lamentablemente, tras haber recibido «luz verde» de las autoridades de Conakry, al final el visado nos fue denegado.

Además de visitar organizaciones como el Sierra Leone Amputee Sport Club, nos desplazaremos a las zonas mineras para ver cómo se realizan hoy las extracciones de los diamantes que promovieron la guerra en la que el RUF, entre tantas otras facciones, violó, mutiló y asesinó. Un conflicto que dejó 75 mil muertos y que terminó en el año 2002 (en este caso, doy fe de que la curiosa película de Leonardo Di Caprio no se encuentra en mi escritorio, aunque sí el extraordinario libro de Greg Campbell, que sin dudas merece ser releído antes de llegar a Freetown).

Más allá del verano

A mediados de agosto toca volver a la República Democrática del Congo, en el que será nuestro tercer año consecutivo en este país. El pasado mes de septiembre tuvimos la oportunidad de seguir al Ejército gubernamental en la operación Kimia II, destinada a terminar con los grupos rebeldes hutus que llevan desde 1994 asolando la provincia de Kivu Sur. Un tema importante que queremos abordar es la preocupante desaparición de defensores de Derechos Humanos.

Después vendrán Ruanda y Uganda. Este último fue uno de los destinos iniciáticos de Viaje a la guerra. Con los dos libros de José Carlos Rodríguez – y The Wizard of The Nile de Matthew Green – en la maleta, volveremos a Gulu, donde dice que los desplazados de la guerra han abandonado finalmente los campos tras la definitiva partida de Joseph Kony y sus hombres hacia Congo y Sudán. Como siempre, Kenia será nuestra base en África. El referéndum por la nueva constitución y los procesos de la Corte Penal Internacional marcarán nuestra agenda en Nairobi.

Pasado ya el ecuador del verano, vendrán Colombia, Irak y Birmania. Demasiado lejos en el tiempo como para tener libros sobre el escritorio… aunque eso sí, todas vuestras sugerencias, próximas o distantes en el calendario, son más que bienvenidas.

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Cuarto aniversario de «Viaje a la guerra»

Esta semana cumplimos cuatro años desde el comienzo de Viaje a la guerra. Cuatro años desde aquel arribo iniciático a Sudán que marcó el comienzo de esta iniciativa que intenta dar a conocer de primera mano la realidad de los conflictos bélicos del siglo XXI.

Desde entonces hemos recorrido más de 270 mil kilómetros por tierra, aire y mar. En ocasiones, usando medios de transporte tan curiosos como pangas en Nicaragua, vetustos aviones Tupolev en Sudán, helicópteros Chinook y vehículos Humvees y MRAP en Afganistán.

El equivalente a dar siete veces la vuelta al mundo: Kenia, Sudán, Uganda, Palestina, Israel, Turquía, Líbano, Brasil, Argelia, Etiopía, México, Nicaragua, India, Argentina, Afganistán, RDC Congo y Ruanda.

Unos tres mil folios de textos, más de seis mil fotografías, decenas de horas de vídeo y un libro que salió de las páginas de este blog: Llueve sobre Gaza. Aquí el vídeo que preparamos el año pasado, para el tercer aniversario de Viaje a la guerra, y que volveremos a montar y ampliar el próximo junio, cuando ya cumplamos un lustro.

TRES AÑOS DE «VIAJE A LA GUERRA» from Hernán Zin on Vimeo.

Desde ya agradecer a 20 Minutos por seguir creyendo en esta iniciativa, a pesar de la dura crisis que estamos viviendo, y a todos vosotros, lectores-compañeros de ruta, por la complicidad, la amistad y tantas acertadas observaciones.

En el horizonte más próximo, a partir del mes que viene: Sierra Leona, Bosnia, Ruanda, Congo, Chad, Colombia, Birmania…

En las entrañas de la ONU

Esta semana estaremos en la sede de la ONU realizando una serie de entrevistas con autoridades de la organización sobre algunos de los principales temas que hemos tratado en este blog a lo largo de los últimos cuatro. En especial, aquel que reflejamos desde Kenia, Uganda, Sudán y el Congo: la violación como arma de guerra.

Una visita que me causa no poca curiosidad, ya que resulta imposible cubrir y analizar conflictos armados sin hacer referencias a las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU – dedicamos, por ejemplo, varias entradas a describir la larga lista de resoluciones incumplidas por Israel -, y a la labor de sus diferentes agencias: desde UNICEF hasta el ACNUR.

En nuestro anterior desembarco en Nueva York tuvimos la oportunidad de seguir de cerca el trabajo de la periodista Amy Goodman. También realizamos entrevistas relacionadas con Guantánamo, Bagram y Abu Grahib en el Center for Constitutional Rights (CCR).

El edificio cuyas oficinas recorreremos durante los próximos días fue construido entre 1949 y 1952. Se encuentra en el barrio de Turtle Bay, junto al East River, en la parte oriental del Midtown de Manhattan. El terreno que lo alberga fue comprado gracias a una donación de ocho millones de dólares que John D. Rockefeller hizo a la ciudad.

Los 69,000 metros cuadrados de la sede de la ONU gozan de un estatus de extraterritorialidad similar al de las embajadas, lo que no afecta a los crímenes cometidos en el recinto, que son juzgados bajo la ley de EEUU. Por esta razón, resulta más acertado situar la información periodística en «Naciones Unidas» más que en «Nueva York». El edificio en sí, que fue diseñado por un equipo multinacional de arquitectos, costó 65 millones de dólares prestados sin intereses por los EEUU.

La ONU cuenta además con tres sedes adicionales: Nairobi, Ginebra y Viena. Después de haber vivido en Calcuta durante seis meses, Gunter Grass, premio Nobel de Literatura, dijo que el mundo sería un lugar mejor si la sede de Naciones Unidas funcionase en la capital de Bengala Occidental. Dado el crecimiento económico que está viviendo la India, otras sugerencias podrían ser Lagos, Mogadiscio o Kabul.

Foto: ONU