Descorche Descorche

Puede que en el vino no esté la verdad, si es que sólo existe una,pero lo que es seguro es que está el placer y juntos vamos a encontrarlo

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Un Cava Gran Reserva y una Garnacha de Madrid

Hay muchos que me reprochan mi poca pasión por el cava y la verdad es que, en general, tiene bastante razón. Pero hay algunos, no muchos, que me gustan y hoy voy a recomendar uno de ellos. Es el Ezequiel Ferret Gran Reserva Brut Nature 2001.

Lo hago porque el vino me gusta y también como homenaje a una persona a la que quise mucho como Ezequiel Ferret, el fundador de Cavas Ferret.

Ezequiel continúa la tradición de su padre y en 1941 crea en Guardiola de Font Rubi Cavas Ferret. Aprovecha la bodega, creada en 1907, y que hoy, a pesar de las ampliaciones realizadas, se mantiene casi intacta. Excava con sus manos las galerías a más de 15 metros de profundidad y las va recubriendo de ladrillos para evitar que se derrumben.

Hombre apasionado y enamorado del cava, con amplios conocimientos técnicos y gran sensibilidad deja a su muerte la bodega en manos de sus hijos Ezequiel y Rodrigo.

Este cava está elaborado con un 50% de Xarel.lo, repartiéndose en resto entre Parellada y Macabeo.

Ha tenido una larga crianza con sus lías de 72 meses. A pesar de ello se mantiene fresco y muy vino en boca, cremoso y largo, con recuerdos de pastelería al final de boca. Se han embotellado 4.950 botellas de un cava del que Ezequiel se sentiría muy orgulloso. Su precio en tienda está sobre los 28 euros.

Algo se empieza a mover en los Vinos de Madrid. Por eso nuestra segunda recomendación de esta semana nos viene de la capital. Es el Navaherreros 2007, elaborado por Bodegas y Viñedos Bernabeleva.

Las uvas de Garnacha proceden de las 30 hectáreas de viñedo viejo que la bodega posee en San Martín de Valdeiglesias, con cepas que tienen entre 40 y 80 años. Esta finca fue comprada en el año 1923 por Vicente Álvarez-Villamil y en la actualidad está en manos de sus herederos.

El trabajo en el campo es intenso y profundo, con aportes de estiércol producido por vacas de su propiedad, respetando los ciclos lunares, sin tratamientos químicos. De la parte técnica se encargan Raúl Pérez y Marc Isart.

Las uvas una vez vendimiadas pasan a un camión frigorífico donde permanecen entre 24 y 36 horas. Hay una parte de uvas que se despalillan y otra, entre un 30 y un 45%, en las que se deja el raspón.

Las maceraciones son largas y las uvas se pisan con los pies y con los pisones. La crianza se hace en barricas y fudres que van desde los 225 litros a los 600.

Navaherreros 2007 mantiene la frescura, con una buena acidez a pesar de sus 14 grados. Marcada mineralidad. Es la primera añada que Raúl y Marc elaboran y todavía tienen que sacar más de sus uvas pero el inicio es muy prometedor. Su precio en tienda ronda los 13 euros.

Château Rayas, la garnacha convertida en mito

Es uno de los vinos que me producen más emoción. Conseguir importarlo para España fue uno de mis momentos más felices. Una bodega diferente, incluso extraña en una época como esta.

La historia la comienza Albert Reynaud, notario en los alrededores de Avignon, que se queda sordo a los 45 años y decide retirarse al campo. En 1880 compra Rayas para practicar su afición favorita que era la caza.

Pero el auténtico creador de Château Rayas es su hijo Louis, que ya en 1920 embotella el vino de la propiedad. Aunque no tiene ninguna tradición vinícola que le haya transmitido su padre, Louis Reynaud desde el principio, y a pesar de su juventud, está dispuesto a hacer algo diferente. La orientación de las tierras en las que planta es norte, con lo que consigue una maduración más larga y suave. El bosque que rodea las viñas le da sombra y crea un microclima muy particular.

Los suelos son de arcilla fina, calcáreos y con arenas, pero sin los habituales cantos rodados, “galets roulées”, que él quita personalmente a mano de sus tierras. Y de las trece variedades autorizadas en Châteauneuf-du-Pape planta únicamente Grenache, Garnacha.

Cuando Louis muere, en 1978, le sucede su hijo menor Jacques, que no solo aumenta el prestigio de la casa sino que se hace famoso por su peculiar carácter y su falta de respeto absoluto a las normas burocráticas.

Espíritu libre que no se doblega ante las presiones ni de los burócratas de las denominaciones ni de los periodistas con gran capacidad de influir en los mercados. Es famoso su encuentro con Robert Parker, al que no deja entrar en su bodega a catar los vinos por presentarse tarde a la cita.

Sin embargo, el vino es cada día más demandado y los buenos aficionados buscan las escasas botellas con ahínco. En los accesos a la bodega no se encuentra ni un sólo cartel, pero todos los días se ve gente buscando el sitio.

Los rendimientos son muy bajos, de 15 a 18 hectolitros por hectárea, las uvas se recogen muy maduras, casi al borde de la sobremaduración, sin despalillar se vinifican lentamente, utilizando métodos completamente tradicionales. En la bodega no hay ni acero inoxidable, ni control de la temperatura, ni nada de roble nuevo. La crianza se hace en una curiosa colección de viejos fudres de diferentes tamaños y edades, aunque todas muy avanzadas.

En 1997 Jacques muere y su sobrino Emmanuel Reynaud, en la foto de arriba con las viejas cepas que están delante de la bodega, se hace cargo de la dirección de la bodega. Sigue con el máximo respeto los métodos de trabajo de su tío.

Château Rayas tiene 11,8 hectáreas de Grenache y 1,8 hectáreas de uva blanca, que se reparten a la mitad entre Clairette y Grenache Blanc.

Vinos excepcionales, voluptuosos y con gran capacidad para envejecer.

Un Riesling Kabinett del Mosela y un Monastrell Pie Franco de Jumilla

Este verano estuve visitando la Mosela y fue uno de mis mejores viajes vitícolas. Una de las cosas que más me sorprendió fue la enorme capacidad de algunos vinos, que nosotros consideramos dulces, para acoplarse a la perfección a la cocina de los guisos y las carnes.

Hasta ese momento había comido muy bien con los blancos secos y también con los dulces, pero no había experimentado tanto con los Kabinett, los Spätlese o con los Aulese viejos.

El vino que hoy recomiendo es uno de los que más agradablemente me sorprendió en ese viaje, por su frescura, su mineralidad, su contenido dulzor y su buena acidez. Es el Abtsberg Riesling Kabinett 2007 de la bodega Maximin Grünhaus – Schubert’sche Gutsverwaltung. Merece la pena pinchar en el enlace para ver una bonita colección de fotos.

Maximin Grünhaus es una bodega que durante siglos perteneció a la abadía de San Maximin y fue su primer propietario laico, Friedrich Freicher, en 1810, quien vendió las primeras botellas de vino.

El precioso edificio de la bodega se construyó en el año 996 y pertenece a la familia Carl Friedrich von Schubert desde 1882. Tienen 31 hectáreas de viñedo.

Este Kabinett procede el pago de Abtsberg, el pago del abad, una finca de 8 hectáreas, en las que la viña ha estado siempre plantada desde hace más de 1.000 años. Los suelos son de pizarra azul desmoronada y la pendiente alcanza en algunos sitios el 70%.

La cosecha 2007 es de excepcional calidad y estuvo marcada por uno de los desarrollos vegetativos más largos de la historia.

Un vino con apenas 8,5 grado de alcohol, una acidez de 8,4 gramos y 59 gramos de azúcar residual. Una mezcla espectacular para un vino con el que es imposible no disfrutar. Su precio en tienda es de unos 22 euros.

El segundo vino nos lleva casi al otro extremo. Nos vamos a Jumilla y para hacerlo escogemos un Casa Castillo Pie Franco 2005.

Elaborado sólo con Monastrell, procedente de la finca La Solana y de cepas plantadas a pie franco, sin injertar, en el año 1941. Una joya de baja producción, apenas 600 kilos por hectárea, de la que José María Vicente saca un buen rendimiento.

Despalillado si estrujar, encubado en lagares subterráneos, hace la maloláctica en barricas de roble francés nuevo en las que después continúa su crianza durante 18 meses.

Un vino poderoso, con 14,5 grados, de taninos densos pero integrados, con la madera muy marcada pero con buena fruta, roja y negra. Personalmente creo que con menos madera estaría mejor, pero la fruta es tan poderosa que acaba venciendo. Su precio está sobre los 28 euros.

Un albariño gallego y un syrah del Ródano

Xoan Canas, sumiller y propietario con su hermano Xose, el cocinero, del restaurante Pepe Vieira me dio a probar el vino que ahora recomiendo. Se trata de Contraaparede 2004, un albariño elaborado por Adegas dos Eidos.

Como todas las recomendaciones de Xoan fue un acierto. Las uvas proceden de una parcela, llamada Vento, situada en la parroquia de Padriñán, en el municipio de Sanxenxo. Las emparradas cepas tienen 70 años y están situadas en laderas de granito orientadas al sur.

La producción es pequeña, unos 3.000 kilos por hectárea. Se vendimió el 29 de septiembre en cajas de 16 kilos. La maceración duró 48 horas, la crianza se hizo en depósitos de acero inoxidable y se prolongó durante 3 años y 8 meses, siendo embotellado el 30 de mayo de 2008.

Un albariño diferente, lleno de personalidad, con magníficas notas de evolución que se mezclan con una buena acidez. Es distinto a los demás albariños, con mucho carácter y una adecuada estructura. Su precio está sobre los 12 euros, pero es difícil de encontrar fuera de Galicia, pues únicamente se elaboraron 2.000 botellas.

El segundo vino nos viene de Saint-Joseph, en el valle del Ródano. Es el Coursodon Silice 2006.

La bodega de Pierre Coursodon es una de las que más cariño tengo, no sólo por ser su importador en España, sino porque tuve la suerte de que Noémie, una de las hijas de Pierre Coursodon estuvo de prácticas conmigo durante unos 4 meses y guardo de ella un gratísimo recuerdo.

Pierre y su hijo Jérôme son viticultores serios, que realizan un profundo trabajo en las viñas. No usan insecticidas, ni productos químicos. Todos los trabajos en el campo están destinados a reducir el fenómeno de la erosión y favorecer la implantación de las raíces. Vendimian en verde de forma rigurosa, con el fin de limitar las enfermedades, equilibrar la carga y reducir drásticamente los rendimientos. Durante esta época hay entre 15 y 18 personas trabajando en el campo.

Dada la pendiente de sus viñedos todos los trabajos hay que realizarlos a mano, con la única ayuda de animales.

En total tienen 15,5 hectáreas de viñedo, 13 de Syrah y 2,5 con las variedades blancas Marsanne y algo de Roussanne.

Este vino se elabora sólo con Syrah, procedentes de impresionantes laderas graníticas y esquistosas de exposición Sur y Sudeste en las que es totalmente imposible la mecanización. La edad media de las cepas es de 25 años. La densidad de plantación es de 6.500 cepas por hectárea y los rendimientos de 24 hectolitros por hectárea.

La crianza se hace en pièces, barricas de 228 litros, y demi-muid, fudres de 600 litros, y dura 12 meses.

Un syrah sin pretensiones, ni maquillajes, auténtico, el tipo de vino que a mi me gusta. Lleno de fruta, pero una fruta para nada empalagosa, con buena acidez, un vino que disfrutas bebiendo. Su precio en tienda está sobre los 25 euros.

Un Verdejo de Segovia y un Garnacha de Toledo, cuando los Vinos de la Tierra se vuelven ganadores

Nuestro primer vino recomendado del año 2009 es un blanco de la zona de Rueda, aunque sale como Vino de la Tierra de Castilla y León, por razones que desconozco. Se trata de Ossian 2007, la apuesta personal de Javier Zaccagnini.

Zaccagnini fue director de la denominación de origen Ribera del Duero y fue, junto con Mariano García, el creador de Aalto, donde todavía tiene una participación destacada.

Cuando se encontró con Ismael Gonzalo y vio su viñedos prefiloxéricos de Nieva, situados a 900 metros de altitud y con algunas cepas de Verdejo de 150 años, decidió involucrarse a fondo en ese proyecto decido a hacer un vino de gran calidad y con capacidad de envejecimiento.

Como asesor técnico se buscó a Pierre Millemann, que asesora varias bodegas de Francia, sobre todo Borgoña, y Alemania. Dice Javier Zaccagnini que cuando Pierre vio las cepas se enamoró de ellas.

El trabajo en el campo es ecológico, la vendimia es tardía, en el caso del 2007 favorecida por los 16 días continuados de sol que se dieron en octubre. La elaboración es al estilo borgoñón, utilizando sólo levaduras autóctonas, haciendo la maloláctica y con fermentaciones en barricas muy lentas.

Un vino que busca perdurar en el tiempo, al que la falta todavía integrar la madera pero que puede hacerlo sin problemas. Hay que olvidarse de las frutas exóticas tan habituales en muchos vinos de Rueda, aquí hay estructura, seriedad y buena fruta. Su precio en tienda está sobre los 21 euros.

El segundo vino es de mi amigo y colaborador Flequi Berruti. Es el Ziries 2007, un Vino de la Tierra de Castilla.

Flequi, a quien nadie conoce por su nombre real, es una de las personas con más pasión por el vino que conozco. Si a esa pasión le sumas sus conocimientos y su innata generosidad pues sale una persona como él, con quien tengo el lujo de trabajar.

Flequi se junta con otros dos apasionados como son Sonia López y Javier Castro, y alguno más que ha ido dejando el proyecto harto de perder los pocos días de fiesta, y crean Bodegas Lobecasope.

Encuentran viñas al pie de los Montes de Toledo, en Cuerva, donde está la bodega, y en San Pablo de los Montes, con una altitud de 845 y 885 metros y suelos franco arenosos. Las cepas de más edad tienen 52 años y las más jóvenes 20. Tienen ahora 3,5 hectáreas de viñedo, pero están a apunto de comprar 2 hectáreas más. La agricultura es biodinámica

Ziries 2007 tiene como base la Garnacha, con un 90%, siendo el resto Tempranillo y Cariñena. Tras estar 6 meses en depósitos de acero inoxidable ha tenido una crianza de otros 6 meses en barricas de 300 litros de roble francés.

Los Ziríes fueron una dinastía bereber, originaria de Argelia. Una rama se trasladó a Al-Andalus y en el año 1013 fundaron la taifa de Granada. Amantes del arte, la arquitectura y el buen vivir consiguieron identificar su nombre con el arte y las construcciones civiles de su época. En palabras de Flequi

El nombre del vino quiere rendir homenaje a las grandes aportaciones que el pueblo musulmán hizo a la agricultura de de la península

Como es difícil que no me influya la amistad a la hora de describir el vino voy a dejar que sea Manuel Camblor el que lo haga. Él lo probó en una cata en Estados Unidos y describe así su experiencia

El vino era el Ziries, Vino de la Tierra de Toledo 2007 y automáticamente vulneraba mi regla de los alcoholes, pues cargaba 14.8%. Pero la cosa es que la carga, a decir verdad, ni se le notaba. Nariz bastante reductiva, como es de esperarse de un vino muy recientemente embotellado. Pero detrás de esa reducción aparecen notas de violetas y tomillo sobre cereza y frambuesa negra. Suculento en boca, limpio, con excelente enfoque. Obviamente, está un tanto achocado por el embotellado y el cruce del charco, pero promete. Quisiera reencontrármelo en seis meses. Lo más curioso es que, a pesar de la alta graduación, no se siente calor ni excesiva untuosidad. Por el contrario, hay frescura. Me deja rascándome la cabeza

Más tarde en un comentario vuelve a hablar del vino

En cuanto al vino de Fleki, la verdad es que no se le notaba la cantidad de alcohol que llevaba. Había buena estructura y fruta muy expresiva. Fue una excepción a mi propia regla, que debe haberlas de vez en cuando. Es un vino al que daré más oportunidades si se me pone delante

Su precio en tienda está sobre los 11 euros.

Los vinos para despedir y recibir el año

Como a mi me gusta, empezamos por un Champagne y como siempre será un Champagne de viticultor, en este caso de viticultora.

Marie-Noëlle Ledru es una de las mejores vignerons de Champagne. Tiene 5 hectáreas de Pinot Noir y 1 de Chardonnay, situadas en Ambonnay y catalogadas como Grand Cru.

Para la ocasión escogemos Ledru Millésime 1999, elaborado con un 85% de Pinot Noir y un 15% de Chardonnay.

Su secreto está en el trabajo en las viñas y en su larga crianza con las lías. Es un Champagne sin ningún licor de expedición. Nacho JJ lo define perfectamente en su cata de Verema,

auténtico, alejado de modas y convencionalismos

Es muy joven todavía, y al igual que el de André Clouet de la semana pasada, tiene mucha vida por delante, pero se puede disfrutar muy bien de él. Cuesta en tienda unos 60 euros.

Seguimos con un blanco de Monterrei, elaborado por José Luis Mateo, de quien ya hablé hace algún tiempo. Para mi José Luis es uno de los mejores viticultores de España, de los que trabaja con más pasión su viñedo.

Especialista en vinos tintos, sin embargo, para esta ocasión he escogido su blanco Gorvia 2005. Elaborado sobre todo con Dona Blanca y algo de Treixadura.

Procede de un viñedo de 1,2 hectáreas, con cepas de unos 18 años plantadas en ligera pendiente y suelos de arcillas rojas y esquistos-pizarrosos.

Un blanco poderoso, de una añada cálida como fue el 2005. Empieza a integrar la madera que ya no es molesta y que deja su sitio a una buena presencia de fruta. Puede que le falta algo de frescor para rematar el conjunto, pero es una delicia de vino, como todos los que hace José Luis Mateo. Sale en tienda sobre los 20 euros.

Lo probé ayer con el pavo relleno que hace mi suegra y no puedo menos que recomendarlo. Se impuso a un Château Latour 1999, que tardó tiempo en expresarse agobiado por el poderío del vino anterior.

Para la carne recomiendo en esta ocasión un vino blanco y encima dulce, aunque si excesos. Es el Dr. Bürklin-Wolf Gerümpel “R” Riesling Auslese 1990.

De esta bodega ya he hablado en otra ocasión cuando recomendé su Riesling más básico. Es la bodega privada con mayor extensión de viñedo de Alemania, con 85,5 hectáreas. Pero en este caso cantidad y calidad van de la mano.

La historia de este vino es curiosa. Michael Wöhr, el gran importador de vinos alemanes, lo descubrió de forma casi casual en la bodega. Era una partida de vinos reservados para ellos, de ahí la “R”. Lo probó y le gustó tanto que no pudo evitar presionar a la bodega para que se lo vendiesen y cuando Michael presiona consigue lo que quiere.

Gracias a él podemos disfrutar ahora de un riesling de 18 años, lo que no es nada fácil. Un vino que mezcla un dulzor contenido y ya integrado, con una magnífica acidez, que le aporta frescura. Hay que dejarse de miedos y convencionalismos y probarlo con un buen guiso o asado de carne y ya veréis que bien mezcla. Su precio está en tienda sobre los 40 euros.

Los vinos para estas fiestas

Dado que la semana que descansaré hasta el 12 de enero, voy a recomendar algunos vinos para esta Nochebuena y esta Navidad. Volveré el 26 para recomendar vinos para el fin de año.

La primera elección es un Champagne de la casa André Clouet, de la que ya recomendé un vino.

Hoy he escogido el André Clouet Cuvée Matador Alfaro. Es un Champagne nuevo, que supone una innovación en la forma de trabajar de esta casa y que se hizo inicialmente sólo para la cuvée Matador, pero que dado el resultado es difícil que Jean-François Sainz-Clouet no lo vuelva a utilizar.

La etiqueta reproduce un cuadro original del artista valenciano Andreu Alfaro.

Está elaborado sólo con Pinot Noir de Bouzy, Grand Cru de Champagne, de las añadas 2005 y 2006. La añada 2005 fue especialmente buena en Bouzy, consiguiendo las uvas una magnífica acidez y un buen grado.

Primero se vinificó en pequeños depósitos de acero inoxidable, después el mosto pasó a barricas de roble de tercer año procedentes del Château Doisy Däene, de Sauternes. El mosto volvió al inox, que contenía lías de Chardonnay, para acabar la fermentación alcohólica. El vino continuó su crianza en las barricas durante 3 semanas antes de hacer el ensamblaje.

El aporte dulce de las barricas, la memoria de azúcar y riqueza, en palabras de Jean-François Sainz-Clouet, hace que no se añadiese ningún licor de expedición, ni ningún vino viejo.

Un Champagne fino, elegante, todavía muy joven, con larga capacidad de envejecer pero que puede disfrutarse ahora. Su precio en tienda ronda los 50 euros.

Como vino blanco he pensado en La Calma 2005, un vino de Carlos Esteva. La Calma procede de una parcela de 0,89 hectáreas, plantadas en 1982 con Chenin Blanc. Está situada en la parte de arriba de la colina y eso le da una curiosa orientación norte y sur. Los suelos son muy calcáreos y la presencia de fósiles de conchas marinas destaca a primera vista. Ha tenido una breve crianza en barricas de roble francés.

La Calma 2004 es un vino elegante, sutil, mineral y lleno de encanto. Su precio en tienda está sobre los 25 euros.

En estos días nos juntamos a comer con nuestros padres, suegros y demás familia. En su honor voy a escoger un vino clásico. Hablaba de Bodegas Muga y dentro de su gama voy a escoger Prado Enea Gran Reserva 2000.

Con este vino tengo una relación curiosa. Cuando lo cato nunca me deslumbra, pero cuando hago una comida con él según va pasando el tiempo cada vez me gusta más.

Está elaborado con un 80% de Tempranillo, repartiéndose el resto entre Garnacha, Mazuelo y Graciano. Las uvas se vendimian bien maduras, son las últimas en entrar a la bodega. La fermentación se hace en tinas de madera de 10.000 litros. La crianza es de 12 meses en depósitos de madera de 16.000 litros y 36 meses en barricas de roble. Nunca sale al mercado antes de permanecer 36 meses en botella.

Un vino clásico, aunque en las últimas añadas es algo más poderoso. Un vino redondo, sedoso, que se puede beber muy bien ya. Gustará a los mayores pero también a los jóvenes. Su precio en tienda está sobre los 30 euros.

Por último, como la noche va a ser larga, vamos a escoger un vino dulce y, aunque ya he hablado de él, no puedo evitar elegir una de mis pasiones. Molino Real 2005 es un vino de Telmo Rodríguez, elaborado en la Axarquía de Málaga.

Como ya contamos, para elaborar este vino se ha aprovechado la tradición de las paseras, mujeres que dejaban las uvas solearse nada más ser recogidas. Entre 10 y 15 días las paseras limpian y dan la vuelta a los racimos, eliminando las uvas de peor aspecto. Más tarde, se utilizan prensas de aceite de oliva verticales, se seleccionan los primeros mostos de la prensada y sin desfangar se fermentan en barricas durante unos dos meses. Para obtener una botella de medio litro hacen falta más de 4 Kg. de uva. Después de permanecer dos años en barrica, este vino se embotella con vocación de envejecer durante muchos años

Pura sensualidad, goloso en boca, con el dulzor justo y la acidez perfecta. Su precio roda los 40 euros, pero da tanto placer que se olvida el dato pronto.

Un albariño y un Borgoña, cuando el trabajo en la viña se nota

Pronto nos van a llegar las épocas del marisco obligatorio y para acompañarlas hemos escogido un albariño de los de verdad, de los que no abusan de esas levaduras arrogantes y cansinas que personalmente me aburren hasta la extenuación.

Leirana 2007 está elaborado por Rodrigo Méndez. De él ya hemos hablado en otra ocasión, por su tinto Goliardo Caiño.

Estamos ante un auténtico viticultor, de los que trabaja a mano su viña y la conoce a la perfección. Intenta usar los mínimos tratamientos, algo que muy pocos intentan en una zona tan húmeda como la suya. Sus cepas emparradas pueden ver el mar en la cercana, poco más de 100 metros, ría de Arousa.

Leirana 2007 tiene sólo albariño de cepas de más de 40 años, plantadas en suelos de arena y granito. A diferencia de lo que se hace en otras bodegas, las uvas se recogen maduras, casi sobremaduras, buscando más concentración y personalidad. La mitad del vino ha hecho la fermentación maloláctica y el resto no. La producción de este 2007 estuvo sobre las 5.000 botellas.

Un vino cremoso en boca, intenso y untuoso, pero para nada cansino. Fresco, con acidez marcada pero integrada. Un vino que hace que te reencuentres con una zona llena de vinos artificiales y aburridos. Leirana 2007 es todo lo contrario. Un placer que se puede conseguir a un precio en tienda de unos 12 euros.

El segundo vino nos viene de Borgoña, que ya sabéis que es mi pasión. Hablábamos el otro día del Domaine Aubert et Paméle de Villaine, propiedad de Aubert de Villaine, copropietario y director de la Romanée-Conti, y de su mujer Paméla Fairbanks. De la dirección se encarga su sobrino Pierre de Benoist, auténtico alma de este domaine.

Hoy, para demostrar que en Borgoña se pueden encontrar buenos vinos a buenos precios, hemos elegido su Bourgogne-Côte Chalonnaise La Fortune 2007.

La Côte Chalonnaise es la parte sur de la Côte d’Or. Menos prestigiosa ofrece, sin embargo, la posibilidad de encontrar vinos a precios más moderados que sus famosos vecinos.

Desde el punto de vista geológico no es un borde de fractura como la Côte d’Or, por esa razón los viñedos no se extienden como una cinta continua, sino que se desarrollan más a lo ancho. Su altitud oscila entre los 300 y los 350 metros.

Los de Villaine tienen 6,1 hectáreas de Pinot Noir, en su mayor parte procedentes de una selección de cepas de Nuits-Saint-Georges. Desde 1986 utilizan la agricultura biológica.

La Fortune es un pago del pueblo de Bouzeron, de orientación sudeste. Sus cepas tienen 20 años. En el libro publicado en 1894 Les Vins du Beaujolais du Mâconnais et Chalonnais de Vermorel y Danguy ya se considera este pago como uno de los mejores de Bouzeron.

En la cosecha 2007 para garantizar su calidad se hizo una profunda selección de uva, que llevó a eliminar el 30% de la producción. Un esfuerzo que viendo el vino ha valido la pena.

Un vino seductor, lleno de fruta fresca, con buena acidez y taninos presentes pero para nada agresivos. Listo para beber ahora, pero que mejorará con unos 5 ó 6 años.

Su precio en tienda ronda los 18 euros y pocas veces merece tanto la pena pagarlos.

Un Vin de Pays des Gaules y un Rioja: gran trabajo de dos viticultores de verdad

Los Lapierre son la tercera generación de vignerons, ahora con Mathieu la cuarta. Ya hablamos de ellos cuando recomendamos su magnífico Morgon y hoy volvemos a recomendar un vino suyo. No lo puedo negar, son una de mis pasiones. El vino de esta semana es su vino más básico, el Vins de Pays des Gaules 2007.

Procede de sus viñedos más jóvenes de Gamay situados en Villié-Morgon. Desde 1981 la bodega trabaja todas sus viñas de forma biológica y lleva ya varios años usando la biodinámica. Una excepción en una zona donde se abusa de los rendimientos y se usan todo tipo de tratamientos químicos para combatir las plagas que la abundante humedad genera.

Es el resultado del esfuerzo conjunto de Marcel Lapierre y su hijo Mathieu, tan apasionados con su trabajo que trasmiten su pasión a los vinos. Como siempre hay mucho trabajo de campo y muy poco intervencionismo en bodega. No se usan encimas o levaduras exógenas, tampoco SO2 y no se chaptaliza nunca. Una parte fermenta con el gas carbónico y otra de forma tradicional.

Después de la fermentación el vino pasa a pièces, la barrica borgoñona, de 228 litros, de entre 3 y 13 años, abundando más de éstas últimas, donde permanece durante 3 meses. Su precio en tienda está sobre los 9 euros.

La etiqueta resume muy bien lo que es el vino, pero me voy a remitir a la cata que hace Joan Gómez Pallares

Con un color entre el coral rojo subido y el rubí, capa baja; con unos aromas francos, sinceros, amables y abiertos, de zarzaparrilla, de mora madura, de golosina con frutas rojas, que encantan. Es un vino fino, largo, con un vegetal armónico y un especiado de pimienta tanto en nariz como en posgusto, que acompaña con gracia. Es un vino vivo, ligero, ágil, sencillo y agradable que, como decía Benoît, casi como se bebe, se mea (con perdón). Es un vino redondo, de taninos pequeños, que pasan como un hilo de azúcar rojo y dejan un reguero de pequeños susurros que siguen invitando al trago

El segundo vino nos viene de Rioja, es el Syc de Mitarte 2003. Otro vino de viticultor de los de verdad, de los que trabajan las viñas con sus manos.

Mitarte es una bodega familiar que se funda en 1992, aunque llevan generaciones cultivando la uva. Ahora tienen 40 hectáreas de viñedo, de las que 15 tienen más de 80 años.

Propiedad se Santiago Gil y de sus hijos Ignacio y Antonio. La bodega, situada en Labastida, tiene un calado excavado en la roca hace más de 500 años.

Syc viene de unir los nombres de Santiago y Carmen, su mujer. Procede de los viñedos más viejos, algunos de más de 100 años, y está elaborado sólo con Tempranillo.

Tras una maceración en frío previa a la fermentación de 6 días, se realizó la fermentación que duró 18 días. Maceración posterior de 10 días y maloláctica en barrica con sus lías. La crianza duró 6 meses.

Un vino de verdad, con buena fruta, nada cargante, a pesar de ser 2003. La madera está muy bien integrada y apenas destaca, lo que se agradece mucho. Su precio en tienda ronda los 30 euros.

Los vinos de Maceración Carbónica

El primero en llegar es el Beaujolais Nouveau. El tercer jueves de noviembre y al grito de le Beaujolais Nouveau est arrive, escrito en grandes carteles o en pequeñas pizarras, se sitúa en tiendas y restaurantes de todo el mundo un vino de calidad media, en demasiadas ocasiones baja, que se ha convertido en una de las mejores operaciones de marketing del mundo del vino, aunque cada año pierde un poco más de fuerza. Pero no hay que olvidar que un importante porcentaje de vino de esta zona se vende en la primera semana.

Un vino que como ya dijimos perjudica a otros vinos de la zona, mucho más interesantes, que se ven metidos en un carro comercial en el que no se siente cómodos, pero, que dada la fama del Beaujolais Noveau, es difícil separarse.

En España este tipo de vinos también se da y todavía hay mercados en el norte, sobre todo Bilbao y Vitoria, donde son mayoritarios en barras.

El sistema de elaboración de estos vinos es la maceración carbónica. Supongo que todos sabéis en que consiste, pero por si hay algún despistado lo voy a explicar brevemente.

Se echan los racimos enteros, sin despalillar, ni romper, en grandes depósitos, normalmente de acero, aunque hay quien sigue usando madera o se ha vuelto más moderno y usa acero inoxidable. Hay una parte de la uva que se rompe o se aplasta y sufre una fermentación normal, con levaduras, pero hay otra parte que sigue intacta y realiza únicamente una fermentación intracelular, dentro de la propia uva. La mayor parte realiza primero la intracelular y después la tradicional con levaduras.

Si la uva llega rota o rasgada se impone primero la fermentación por levaduras, si llega entera se impone la intracelular.

Esta forma de elaborar fue la única que se utilizaba en España hasta finales del siglo XIX, con la escueta excepción de Manuel Quintano.

El resultado son vinos más aromáticos, con intensos recuerdos florales, de colores muy vivos y presencia de carbónico en la boca. Son vinos que hay gente a la que le entusiasman y gente que no puede con ellos. Más de un cliente nos ha devuelto alguna vez en El Lagar alguna botella elaborada mediante este sistema porque al notar el carbónico pensaba que estaba mala.

Normalmente se venden jóvenes, dentro del año siguiente a la vendimia, pero hay excepciones y se ven vinos que elaborados por este sistema envejecen muy bien. Todavía recuerdo un excepcional Sierra Cantabria Gran Reserva 1973, que nos acompañó durante muchos años en nuestras celebraciones con los amigos. Estoy seguro de que todavía estaría muy bueno, pero demasiadas celebraciones acabaron con nuestras botellas.