Por Juan Castro-Gil – Secretario y abogado de ANPIER
Esta semana hemos conocido que el Tribunal Supremo ha fallado las primeras sentencias contra la reforma eléctrica del PP y, como cabía esperar, han saltado chispas.
De un total de siete magistrados que tenían que enjuiciar la más delirante novela negra que a un gobierno se le haya ocurrido escribir sobre el tema eléctrico, cuatro decidieron ponerse de perfil con argumentos que oscilaban alrededor del interés general que se supone defendían los representantes del país -en este sector recuerdo que en las personas de José Manuel Soria y Miguel Arias Cañete-, y otros tres, decidieron, valientemente, afirmar que el despelote había sido de tal magnitud, que hacía saltar por los aires el significado del derecho, de la seguridad jurídica y de la confianza de los ciudadanos en el Estado.
Sin entrar en mucho detalle, siempre se ha sabido que en la administración en general, las tensiones entre fontaneros y electricistas han sido de gran envergadura. Los primeros, son los encargados de desatascar las tuberías de la casa para que los desechos acaben en las cloacas y, los segundos, son los encargados de dar un poco de luz en las habitaciones más oscuras del edificio. Por desgracia, en el ámbito de la energía, en contra de lo que pudiera parecer evidente, los fontaneros siempre han tenido mucho más peso que los electricistas.
Sin embargo, últimamente, quizás por la evidencia de la dificultad que supone seguir viviendo a oscuras, o quizás porque hay boñigas que no son capaces de pasar por cañería alguna, el equipo de los electricistas empieza a asomar la patita con mucho más empuje que antes.
En esa dirección se encuentra en nuestro país una gran mayoría de la doctrina legal, que poco se cuestiona que lo sucedido con la energía solar en España ha abierto heridas que tardarán demasiado tiempo en curarse y aún más si en vez de destinar médicos para sanarla, la ponemos en manos de los inefables fontaneros.
Razón y justicia, desgraciadamente, no siempre van de la mano. Por fortuna, la primera es capaz de sobrevivir a la segunda, mientras que por mucho que se repita una injusticia, nunca acaba por superar a la razón. Confiamos en que los electricistas den luz cuanto antes al oscuro territorio eléctrico para que aquellos términos puedan volver a aparecer en una misma frase sin que a nadie le cause sonrojo.
Pues a ver para cuando es legal cambiar en este país un puñetero enchufe o una tirada de cable, porque actualmente solo puede hacerlo un instalador electricista autorizado. Ni nombremos las instalación de unos paneles solares o un aire acondicionado donde estos señores cobran mas que un ingeniero. Sí, sí, la seguridad bla, bla, bla. Me conozco el RTB al dedillo, puedo diseñar, calcular y ejecutar varios circuitos electrónicos, ingeniera electrónica de comunicaciones, pero claro, ni un técnico especialista en electrónica por formación profesional ni un ingeniero puede hacerlo a no ser que obtenga su carnet con el que poder abusar de precios en el mercado. Liberen este sector como lo han hecho en varias comunidades autónomas con los fontaneros, estamos un poco hartitos ya del abuso de precios de los instaladores autorizados eléctricos.
07 junio 2016 | 13:25
Hola Rita.
Soy técnico especialista en instalaciones y líneas eléctricas, conocedor del REBT, pero no soy instalador autorizado por industria. Esto no quiere decir que no pueda realizar trabajos eléctricos de cualquier tipo, puesto que tengo los conocimientos y experiencia adecuados. Otra cosa es legalizar una instalación, para lo cual es imprescindible estar dentro de una empresa instaladora autorizada, y este es mi caso.
Referente al abuso de precios, depende como lo mires…..si comparas un servicio realizado por un «electricista» pirata, sin darse de alta en S.S., etc, evidentemente es caro. A esto se le llama intrusismo profesional. Cuando tienes un problema con los frenos de tu coche, que haces, se lo llevas a un mecánico profesional, o dejas que tu vecino que es un manitas, te lo «arregle» casi gratis?
07 junio 2016 | 16:22
2.- Julius
Un cambio de frenos cuesta 40 euros, un cambio de enchufe entre 60 y 90, por profesionales dentro de la legalidad. Los dos están al mismo nivel profesional, FP, el mecánico emplea más tiempo y es mas trabajo. Ejemplos como este a decenas.
07 junio 2016 | 19:20