Se conoce como ‘embelesado’ al individuo que ha quedado cautivado, fascinado, seducido, absorto e incluso hechizado por algún motivo (por ejemplo, alguien amante del arte que queda embelesado ante un cuadro).
El término fue recogido por primera vez en el Diccionario de Autoridades de 1732 en el que se le daba las acepciones de ‘pasmado, absorto, trasportado o traspuesto’. En las siguientes ediciones la entrada correspondiente a esta palabra redirigía hacia ‘embelesar’ (suspender, arrebatar los sentidos), siendo en la edición de 1822 la última en la que aparecía recogida la entrada ‘embelesado’ (actualmente tampoco aparece).
Etimológicamente, el término se formó a partir del prefijo latino ‘en-‘ (cuya función es formar verbos a partir de sustantivos) y el vocablo ‘belesa’, el cual hacía referencia a una planta que forma parte de familia de las plumbagináceas, muy utilizada para realizar ungüentos e infusiones medicinales en la antigüedad y que tenía virtudes narcóticas.
Aquellas personas que eran tratadas con la belesa quedaban, momentáneamente, en un estado de semiinconsciencia y con apariencia de haber sido hechizadas (en realidad estaban drogas), por lo que a aquel que parecía estar absorto, traspuesto o pasmado, empezó a ser señalado como ‘embelesado’, como si estuviese bajo los efectos de esa planta medicinal.
Hoy en día está prácticamente en desuso, pero durante bastante tiempo se utilizó los términos ‘vampiresa’ y ‘mujer fatal’ para denominar de ese modo (y según el diccionario de la RAE) a la ‘mujer que aprovecha su capacidad de seducción amorosa en beneficio propio’ o la ‘mujer seductora que ejerce sobre los hombres una atracción irresistible y peligrosa’ (respectivamente).
La expresión ‘mujer fatal’ es la traducción literal del término francés ‘femme fatale’ (también usado por los anglosajones), siendo la primera constancia escrita de su uso en 1844 y apareciendo por primera vez en un diccionario inglés en 1895 con la acepción de ‘mujer atractiva y peligrosa’.
En cuanto a la palabra ‘vampiresa’ (o ‘vamp’ que es su apocope), surgió en 1915 a raíz de la película ‘A Fool There Was’ protagonizada por la actriz, de 20 años, Theda Bara y en la que encarnaba a una joven seductora cuyo único propósito era utilizar sus encantos para cautivar a los hombres, embelesarlos y finalmente arruinar sus vidas (tal y como explicaba la sinopsis del filme).
La crítica comparó el comportamiento de la protagonista de la película con el mito del vampiro que atraía a sus víctimas para chuparles la sangre, pero en este caso era para sacarle toda su fortuna.
Fue tal el éxito de la película que de inmediato quedó asociado el término ‘vamp’ o ‘vampiresa’ a la figura de lo que hasta entonces se había denominado como femme fatale o mujer fatal.
¿Te ha gustado esta curiosidad relacionada con el sexo? Pues esta es una de las 240 que podrás encontrar en mi nuevo libro «Ya está el listo que todo lo sabe de SEXO». De venta en librerías y Amazon: https://amzn.to/2q6wNXa
En el arte de la seducción muchos son los factores determinantes para hacer que alguien sucumba a los encantos de otra persona y quede atrapada por un irresistible atractivo sexual. Uno de los elementos que más atrae a la otra parte es la presencia física. En un primer contacto visual el ver a alguien de facciones agradables, buen tipo y bien arreglado abre muchas puertas.
Claro que esto no deja de ser un topicazo, porque, a pesar de la buena presencia, si a la hora de entablar una conversación no hay donde rascar suele acabar ese intento de seducción en algo fallido. Evidentemente sin tener en cuenta aquellos que lo que quieren en un momento dado es tener simplemente sexo con alguien que les atraiga enormemente y no les interese lo más mínimo mantener charla alguna.
Pero cada vez es mayor el número de personas que buscan más allá de una buena apariencia y lo que más valoran del interlocutor es que sea una persona culta y con una conversación interesante. Estas personas que se sienten atraídas por el intelecto son conocidas como ‘sapiosexuales’ y se caracterizan por estar abiertas a nuevos estímulos intelectuales, a personas que les hacen pensar, reflexionar y plantearse cuestiones.
Buscan conversaciones que abran sus mentes y les aporte algo nuevo, provocando que empiecen a sentirse atraídas por el intelecto de quien tienen frente a ellos para acabar sintiendo una irrefrenable atracción física, emocional y sexual.
Sapiosexuales ha habido siempre y muchos son los hombres y mujeres que con su inteligencia han logrado ser grandes seductores, a pesar de que en algunos casos el físico no les acompañaba demasiado.
Esto confirma lo que llevan muchos años defendiendo los expertos en sexología quienes aseguran que el principal órgano sexual de los seres humanos es el cerebro, el cual con una buena estimulación (intelectual) puede llegar a proporcionar grandes momentos de placer por encima de la estimulación de las zonas erógenas o genitales.
¿Te ha gustado esta curiosidad relacionada con el sexo? Pues esta es una de las 240 que podrás encontrar en mi nuevo libro «Ya está el listo que todo lo sabe de SEXO». De venta en librerías y Amazon: https://amzn.to/2q6wNXa
Bien sabido es que una persona coqueta es aquella a la que le gusta acicalarse, suele presumir de sus encantos y cuida su imagen para gustar a los demás.
El origen etimológico del término es de lo más curioso ya que procede de la palabra francesa coquettede idéntico significado y esta a su vez de coqque es como se les llama a los gallos en el país vecino.
Y es debido a la manera que tienen los gallos de alardear frente a las gallinas que surgió esa definición para referirse a los hombre a los que les gustaba presumir e intentar seducir a las mujeres. De ahí que en un principio sólo se utilizase el término masculino coqueto y el verbo coquetear fuese usado inicialmente para definir a aquellos que trataban de agradar por simple vanidad y con el fin de iniciar un juego amoroso sin terminar de comprometerse, aunque en muchas ocasiones era el paso previo a algún tipo de relación.
Con el paso del tiempo el término se utilizó para referirse a los dos sexos y también sirvió para denominar de este modo a un tipo de mueble de tocador con espejo usado para peinarse y maquillarse.
Se define como ‘glamour’ (la RAE aconseja usar el vocablo ‘glamur’) para señalar el encanto y sensualidad que algunas personas trasmiten de una manera elegante y distinguida y con un destacado toque de fascinación.
El origen etimológico del término nos llegó desde el francés y a éste desde el escocés glamour/glamor cuyo significado literal era ‘hechizo’.
Y es que esta palabra era la que se utilizaba antiguamente para referirse a aquel que era capaz de hechizar a alguien mediante un encantamiento. Con el tiempo se pensó que aquellos que irradiaban cierta atracción y eran capaces de seducir y fascinar a través de su personalidad lo que estaban haciendo era ‘hechizar’. De ahí que el término glamour/glamur acabase siendo utilizado como sinónimo de palabras como seducción, elegancia, estilo, encanto o atractivo (aparte de hechizo y fascinación) siendo comúnmente usado hoy en día para hacer alusión a artistas de cine, cantantes e incluso a miembros de la alta sociedad, además de todo lo que tiene que ver con el buen gusto y el lujo.
Utilizamos con regularidad el término ‘fascinante’ para decir que algo es sumamente atractivo o que nos atrae irresistiblemente.
Fascinante proviene de ‘fascinar’ y el origen de este vocablo lo encontramos en el latín ‘fascināre’, término que se utilizaba en la antigüedad para referirse al encantamiento realizado por un hechicero con la pretensión de dejar a alguien embelesado o también para lo relacionado con los maleficios y el mal de ojo. De hecho, el Diccionario de la Rae recoge la palabra ‘fascinar’ con las siguientes acepciones:
Engañar, alucinar, ofuscar
Atraer irresistiblemente
Hacer mal de ojo
Se tenía en convencimiento de que aquel que se sentía irresistible e irracionalmente atraído por algo había sido ‘fascinado’ y, por tanto, había sido víctima de un hechizo o encantamiento.
A través del apartado de contacto, Aurora Martín me pregunta sobre el origen del término ‘cortejar’.
Bien es sabido que ‘cortejar’ es la acción de intentar agradar y seducir a otra persona, con la intención de iniciar una posible relación sentimental e incluso simplemente para ganarse sus favores y simpatías.
Y son estas últimas acepciones las que le dan origen al término, el cual procede de la palabra italiana ‘corteggiare’ y cuyo significado es ‘hacer la corte’. Esa ‘corte’ a la que se refiere era el grupo de personas que componían el acompañamiento habitual de un monarca, estando continuamente pendientes de agradar y satisfacer los deseos y caprichos de los soberanos.
Esa forma de intentar captar la atención, simpatía y favores del rey/reina es lo que llevó con el tiempo a utilizar el término ‘cortejar’ como sinónimo de galantear, rondar, enamorar, ligar, pretender o halagar a alguien.
Como nota curiosa, añadir que al grupo de personas que hacían la corte se les conocía como ‘cortejo’ (conjunto de personas que forma el acompañamiento en una ceremonia en la corte real) aplicándose posteriormente para otras muchas reuniones o acompañamientos (cortejo fúnebre, entre ellas). También dio origen al término ‘cortesano’, como la persona que sirve al rey o vive en su corte. El lenguaje machista que ha imperado en la sociedad desde antaño hizo que la acepción de la palabra en femenino (cortesana) se aplicase para referirse a una prostituta refinada y/o de calidad.