Entradas etiquetadas como ‘redes sociales’

Los vampiros existen (no los dejes entrar)

Vampiros, sí. Muchísimos. Miles de ellos. Plaga creciente, cual luna oscura, sobre la tierra. Sangre perdida. Ataúdes saciados por el líquido elemental que ha sido derramado en un sacrificio íntimo. Nadie nos enseñó, sin embargo, a defendernos de ellos. Pero hoy traje la estaca. Vamos a cortar cabezas

Tú no creerás en los vampiros, pero yo sí, por desgracia he conocido algunos; sombras que se aparecen sin capa, visitantes en las horas oscuras que te agreden en su invisibilidad sin que percibas que estás bajo el ataque. Es prioritario identificarlos si no quieres caer en su poder, o te chuparán la vida y entonces serás solo sombra, nada, existencia perdida, una marioneta…

Vampyren, "The Vampire", by Edvard Munch. Wikimedia Commons.

Vampyren, «The Vampire», by Edvard Munch. Wikimedia Commons.

Fíjate bien. El vampiro, para cumplir con su condición de no muerto, debe albergar ciertas máculas, las marcas visibles de una maldición. Un supuesto vampiro que se muestre bajo la luz del día, por ejemplo, debería gozar del eximente: nadie que aparezca durante el periodo solar puede ser sospechoso de Príncipe de las Tinieblas.

Esta era la ley antigua. Pero ya no funciona. Estamos desprotegidos. Follamos sin condón con un mal abisal.

Los chupa-sangres de hoy han logrado engañarnos en su nueva adaptación. Surgen elegantes al punto del mediodía y nadie acierta a desenmascararlos; no lucen colmillos o el pestilente aliento que les es característico en la mitología.

Los vampiros de hoy tienen trompas eléctricas.

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La Verdad es una tía desnuda y está cabreada

Yo una vez me enrollé con la Verdad, fue un amor corto, es cierto, pero pasional, diría que sadomaso. La Verdad es una domina que suele ir armada con un látigo, y que sale de un pozo profundo, como sugería Demócrito, que la amó antes que yo.

“Si así es, nunca encontraremos la verdad, pues se halla en el fondo de un pozo”, dijo.

La verdad saliendo del pozo (La Vérité sortant du puits), de Jean Léon Gerome 1896. Wikimedia Commons

La verdad saliendo del pozo (La Vérité sortant du puits), de Jean Léon Gerome 1896. Wikimedia Commons

A veces, solo a veces, ella, muy digna, sale del foso para castigar a la humanidad, como en el cuadro que el academicista Jean-Léon Gerome pintó en 1896. La verdad se te aparece desnuda –nada tiene que esconder- y empieza a pegarte. Te quedas gélido, alucinado. Así el amor con ella si no respondes a sus llamadas o Whatsapps.

Supongo que lo hizo porque era periodista, y me dijo que eso le parecía sexy. “Vamos esclavo, ponte a escribir…” Se supone que los periodistas y políticos deberíamos estar entre sus primeros amantes, que somos mansos con ella. Es mentira, claro, en realidad muchas veces nos comportamos como unos patanes, tenemos alma de coyote: viene la jovencita dinero, o la casquivana envidia, o la exuberante avaricia, y empieza a acariciarte con sus labios de botox el ego, la neurosis o la autoestima -tenemos muchas zonas erógenas-, y entonces la Verdad te parece -así es el arte de este encantamiento- vieja, pasada, flácida, como una gracia caída en desgracia. La insultas: la llamas post, prefijo que significa «después de», o simplemente, «después» (y esto es peor que decirle vieja). La Verdad tiene otro canon de belleza que no se ajusta al actual; aunque no tengo claro si hubo un tiempo en que la pobre estuviera de moda.

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Pinturas con mensajes de SMS, ¿qué pasa cuando nos comunicamos con el móvil?

'Euphemia White Van Rensselaer: Don't You Realize That I Only Text You When I'm Drunk' - Shawn Huckins

‘Euphemia White Van Rensselaer: Don’t You Realize That I Only Text You When I’m Drunk’ – Shawn Huckins

Palabras deformadas, vocales invisibles, siglas, onomatopeyas, jerga de redes sociales, signos de admiración. El envío de mensajes a través del móvil —desde el SMS ya considerado prehistórico hasta el insistente Wassap— han construido una gramática nueva adaptada al ahorro de caracteres y a las taras linguísticas del momento: son el todo a 100 del lenguaje, palabras de usar y tirar embutidas en una pantalla y consumidas con ansia.

El pintor Shawn Huckins (EEUU, 1984) le da un nuevo uso al idioma de los móviles, lo hace perdurar sobre el lienzo y lo combina con la nobleza de la pintura más clásica de su país.

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Comentarios racistas en Internet convertidos en grandes carteles

Uno de los carteles de 'Racismo virtual' -Foto: racismovirtual.com.br

Uno de los carteles de ‘Racismo virtual’ – Foto: racismovirtual.com.br

«He llegado a casa oliendo a negro». La frase es de un usuario que en las redes sociales escribe lo que no habría dicho en el transporte público o en una cafetería. Es uno de tantos que sienten una falsa superioridad en Internet. El mundo virtual, en apariencia, tiene la capacidad de hacerte invisible, es un potencial nicho de mezquindad y cobardía, un paraíso para despacharse a gusto porque parece imposible que nadie te relacione en la vida real con aquello que has escrito.

El nombre está pixelado y la foto de perfil también, pero la frase —escrita desde algún dispositivo electrónico de Vila Velha, un municipio costero del sureste de Brasil— se lee en un gigantesco cartel exhibido en una valla publicitaria.

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¿Derrotará el Pono de Neil Young al lamentable sonido del mp3?

Pono

Primera edición de Pono: amarillo y negro

Al Pono, el reproductor de música de la foto, que todavía está fase de prototipo —saldrá a la venta en otoño— ya le ha salido un apodo, Toblerone. Si la forma de prisma explica la justicia del alias, la cantidad de músicos de primera fila que han salido en defensa del sistema, un intento de destronar el reinado del mp3 en la música digital, merece que estemos atentos y prestemos atención.

Me merecen mucho respeto las opiniones favorables —en algún caso con adjetivos de alto octanaje: calidad de sonido «excepcional», dinámica «perfecta», claridad «extrema», «calidez», «riqueza absoluta» de detalles, cromatismo «ideal»…— de creadores tan independiente en sus criterios, tan excelentes en lo que hace, sea canciones o producción musical, y tan poco dados a las albricias fáciles como Stephen Stills, Patti Smith, Elvis Costello, Rick Rubin, Gillian Welch, Norah Jones, Eddie Vedder, Elton John, James Taylor, Mumford & Sons, Emmylou Harris, Beck, Tom Petty y un largo etcétera.

En el vídeo de promoción se les puede escuchar de viva voz. No parece que mientan y mucho menos que hayan sido untados para hacer publicidad, entre otras razones porque no la necesitan.

El principal promotor de Pono es Neil Young, que inició, bajo el eslogan «para que tu alma redescubra la música», una campaña en línea en de recaudación pública para desarrollar el proyecto y consiguió más de seis millones de dólares —el tercer proyecto con mayor importe de colecta de la historia de Kickstarter—. El diseño del toblerone es de Mike Nuttall, el mismo que diseñó el primer mouse para los ordenadores de Apple y el primero ergonómico, esta vez para Microsoft.

Sabiendo que Young es, además de uno de los músicos de rock más importantes del siglo XX, un tipo inquieto que se ha embarcado en cruzadas bienintencionadas como la del automóvil eléctrico LincVolt —en esencia: una carrocería de cochazo Lincoln impulsada por corriente, un capricho para millonarios del que sólo existe un prototipo, el que conduce él músico de vez en cuando— o la militancia frontal contra la guerra de Irak y en otras aventuras no tan correctas (en los primeros años ochenta, en un episodio que suele borrar de su biografía, defendió la política de Ronald Reagan de recortes sociales y bajada de impuestos para las rentas altas), no es chocante que intente mojar el pan en el complejísimo y multimillonario mundo de la música digitale.

Young presentó en público el Pono en el programa de televisión de David Letterman a finales de 2012

Young presentó en público el Pono en el programa de televisión de David Letterman a finales de 2012

Desde hace décadas Young está empeñado en demandar que la música recupere la calidad de sonido del pasado y no sea vendida en formatos que la reducen hasta la caricatura para hacerla más fácil de bajar de las tiendas online (es decir, vender) y más cómoda para llevar encima en los gadgets universales (para, otra vez, vender)… En la letra de Fork in the Road (2009) el cantautor canadiense dejó clara, con gruesa ironía, su posición: I’m a big rock star / My sales have tanked / But I still got you / Thanks / Download this / Sounds like shit (Soy una gran estrella del rock / Mis ventas se han  estancado / Pero aún te tengo / Gracias / Baja esto / Suena como una mierda).

La propuesta de Pono —nombre tomado del termino hawaiano para correcto— es entregar la música al oyente en un formato de sonido con una profundidad de 24-bit y una frecuencia de 192 kilohertz (kHz) —los discos compactos son habitualmente de 16-bit 44.1 kHz y los mp3 de 16-bit y, como mucho, 48 kHz—. Habrá una tienda en línea de Pono Music y aseguran que el precio de un álbum completo no superará los 20 dólares de coste final para el consumidor.

Pono promete que su fórmula no tiene parangón en ninguno de los muchos formatos digitales que pueblan el mundo virtual y sus tenderetes para hacer caja y que Pono se enfrentará a la inferioridad de audio comprimido del mp3 para «presentar las canciones tal y como suenan durante las sesiones de grabación en un estudio». El objetivo, según ha declarado Young, es «devolver la música a la grandeza de sonido» del pasado.

Que el mp3 es lamentable no es un secreto —vean este vídeo donde se comparan en paralelo temas en este formato y en FLAC—; que ha aplanado los matices y reducido la amplitud cromática y el sentido espacial de la música, tampoco.

Además de la obvia competencia feroz y las probables zancadillas de los gigantes del negocio de la e-música, al Pono ya le han salido enemigos. Algunos expertos (estos sí, posiblemente untados por la mafia del baile —léase iTunes y demás compañeros de parranda—) han asegurado que la extrema fidelidad de sonido del Pono no tiene sentido porque llega a frecuencias y tonos que el oído humano no puede percibir.

Estos profetas, que vienen a decir: tienes un sentido del oído mellado, no te hace falta aspirar a una calidad de sonido sea inmejorable, parecen haber olvidado que buena parte de quienes entendemos la música como el mayor de los regalos de los dioses crecimos escuchando elepés de vinilo de infinita mejor calidad que los productos musicales comprimidos por la dictadura digital.

El Toblerone se enfrentará, sobre todo, a dos problemas:

Primero, el precio de salida de cada reproductor no será barato: 399 dólares para el módelo básico (128 gigas de capacidad, ampliable con tarjetas de memoria).

Segundo, ¿quiere la multitud enganchada a los smartphones y su sonido deleznable apreciar los matices que el nuevo sistema promete devolvernos para volver a la claridad cristalina que se ha perdido durante la senda obligatoria de la digitalización?

Ojalá esté equivocado pero lo dudo: es mucho más importante el apéndice que te permite mensajear, facebookear, twittear, whatsupear y, en suma, llenar el silencio que tanto asusta a los hijos del silicio, que la belleza eterna de la música.

Tengo la impresión de que para una inmensa mayoría basta con que la música zumbe.

Ánxel Grove

‘Selfies’ desgarradores como crímenes

Lee Friendlander - Haverstraw, New York, 1966

Lee Friedlander – Haverstraw, New York, 1966

Lee Friedlander conduciendo un automóvil alquilado: lo hizo durante meses, retratando siempre con el parabrisas o las ventanas como marcos añadidos a la realidad externa, temible y fría. En la imagen se muestra como un ser martirizado por el insomnio, cegado por la llamada arrolladora del asfalto: es el conductor con quien no desearías cruzarte en contra dirección. El autorretrato podría llevar aparejada una adenda informativa —la dolorosa artritis reumatoide del fotógrafo, la capacidad perdida para moverse libremente por el mundo y retratar mientras caminas, el peso doloroso de la cámara, una carga que duele como un amor tóxico—, pero todo es verborrea y la imagen basta.

Diane Arbus - Selfportrait with Doon, 1945

Diane Arbus – Selfportrait with Doon, 1945

Diane Arbus y su primer hijo, Doon. La fotógrafa, que tenía 22 años y aún no era legendaria, abraza al niño con una delicadeza torpe en la toma de la izquierda. A la derecha parece que el bebé resbala hacia el suelo. Los ojos de Arbus duelen de tanto miedo como acumulan. «No puedo hacer fotos porque quiero retratar el mal», diría en uno de los muchos momentos de angustia depresiva de su carrera. El temprano doble autorretrato contiene la misma declaración pero en un flashback infernal y se hace premonición: uno sabe que esa mujer acabará cortándose las venas, no sin antes tragar un buen puñado de barbitúricos para filtrar el dolor final.

Pieter Hugo - Pieter and Sophia Hugo at Home in Cape Town

Pieter Hugo – Pieter and Sophia Hugo at Home in Cape Town, 2012

Pieter Hugo se retrata con su primogénita, Sophia. Nacido en Ciudad del Cabo en 1976 y todavía vecino de Sudáfrica, una de las naciones más violentas del mundo, el fotógrafo se había dedicado poco antes de la foto a concluir una serie para intentar responder a una gran duda: ¿vale la pena seguir en el país y atreverse a criar a un hijo en un ambiente tan marcado por «las fracturas y la esquizofrenia»?. El autorretrato de padre e hija desnudos no es una imagen dichosa. Las pieles vulnerables y la sensación de incomodidad desvelan un porvenir quebradizo y contienen alguna que otra brutalidad estadística: 50 muertes violentas al día, más de 60.000 asaltos sexuales al año (Sudáfrica encabeza el ranking mundial), una pobreza rampante y creciente violencia xenófoba contra los emigrantes y refugiados de los países vecinos—.

¿Por qué me asustan y desquician las tres fotos? Porque son autorretratos y están tomadas, precisamente, por el mejor de los matarifes: el fotógrafo que decide someterse a la posesión —y toda posesión es muerte— de despellejarse. El aurorretato sólo vale la pena si la víctima es también un asesino, el asesino de sí mismo.

La fotografía es poco segura o no es, insinuaba Roland Barthes en el ensayo La cámara lúcida. La afirmación lleva pareja la idea de que cada foto provoca un desorden de emociones y, si realmente se trata de una foto intensa —tan intensa que permite cerrar los ojos al espectador y mantener el sentimiento—, el fotógrafo ha desafiado «las leyes de lo probable, de lo posible y de lo interesante” sin perder en el camino la capacidad de sorprender.

Creo que las tres fotos de arriba cumplen: evitan la indiferencia y moldean un lenguaje que podría tener la forma de un grito animal a partir de un objeto inerte —una imagen sobre un papel—. A todas se les puede aplicar la norma según la cual un retrato sólo vale la pena, como afirmaba Henri Cartier-Bresson, si la cámara está situada «entre la piel y la camisa del retratado».

Sobre el pavimento, tejiendo autoemulaciones en las cristaleras de los comercios, jugando a la evidencia con los espejos… La sombra de Vivian Maier, niñera a tiempo casi completo y fotógrafa en los resquicios, abandonando para nadie —si la fotografía es satisfactoria para el fotógrafo, ¿a quién más debe importar?— 40.000 negativos que fueron descubiertos muchas décadas después en el desconcierto polvoriento de un guardamuebles.

En la «inmaculada misión de fotografiar el mundo como abrazándolo, sin más comentario que el contacto», como escribí en otra entrada de este blog, ella misma una sombra como la del pavimento, la fotógrafa-niñera se autorretrató a menudo, joven, despierta y armada siempre con la inseparable cámara Rolleiflex de medio formato, ejerciendo otro de los canócicos guiños de muchos selfies: el fotógrafo se expone con el arma del delito, quiere sugerir qué calibre es el más letal.

Si toda fotografía es terrorífica porque nos permite apropiarnos de la vulnerabilidada ajena —el «asesinato suave» del que hablaba Susan Sontang—, tal vez los autorretratos sean lo más cerca que un fotógrafo puede estar de su propia muerte. En estos tiempos en que la desvergüenza es entendida como una de las formas del sentido del humor y el atrevimiento se ha convertido en un valor seguro —cierto atrevimiento, debe anotarse, porque casi nadie se atreve a la intrepidez de los valientes: afirmar que todos somos culpables del mal olor, que la pestilencia es colectiva—, el autorretato, el selfie, as they say, se ha convertido en paleolítico, primario, condenadamente imbécil.

«El estilo de una persona es el espejo que muestra su propio retrato», afirmaba Goethe. La frase es complementaria con otra de Oscar Wilde: «Todo retrato con sentimiento es un retrato del artista, no del modelo». ¿Qué dice de nosotros el puzzle universal que podría componerse con las piezas de los millones de selfies que desbordan el éter binario e intangible de las redes socialesel 91% de los adolescentes suben actualmente autorretratos a sus perfiles, cuando el porcentaje era del 79% en 2006? Que estamos más solos que nunca, quizá. Que nuestro sentido del pudor es el mismo que el de una gallina ponedora, podría añadirse dado el cerril resultado de las e-convocatorias mundiales para compartir selfies.

No me pidan que busque algo en el autorretrato que las hermanas Obama se están haciendo en el selfie muy difundido, compartido y comentado —con el smartphone de cámara frontal, por supuesto—. Sólo veo autohumillación y convicción —lo contrario a la necesaria inseguridad fotográfica que predicaba Barthes—.

Sasha y Malia Obama se hacen un 'selfie', 2012

Sasha y Malia Obama se hacen un ‘selfie’, 2012

Hace unos días escribí sobre Robert Cornelius, el autor, hace 175 años, del primer autorretrato del que se tiene constancia. Repito unas líneas de la entrada. «No entiendo (…) cómo es posible que el virus haya llegado tan lejos: tengo amigos sociales que se reinventan fotográficamente cada dia, reescribiéndose con selfies que son tan malos (es decir, que dicen tan poco y, cuando dicen, es tontería lo que cuentan) hoy como ayer y como mañana; conozco personajes que consideran honesto y francamente divertido hacer caritas y entregarlas al mundo como memento mori cotidiano».

Antes de dejarles otros cuantos autorretratos más desgarradores que crímenes, copio otra frase de Barthes que aconsejería leer a cualquiera antes de atreverse con un selfie: «La fotografía permite cerrar los ojos, los abrimos y sigue ahí (…), por eso debe ser silenciosa. En la foto no hay un fuera de campo, lo que ocurre solo ocurre dentro». Por favor, autores de selfies, dejen de gritarme al oído.

Ánxel Grove

 

Las fotos de niños desnudos que Facebook no quiere que veas

Acabo de enterarme de que Facebook —esa compañía que facturó el año pasado casi 6.000 millones de euros con los contenidos que le regalamos los usuarios y que la empresa comparte sin rechistar con los servicios de espionaje— acaba de censurar y borrar unas cuantas fotos de niños desnudos que algunos de mis contactos habían colocado en sus muros a partir de la publicación del vínculo a una pieza de la muy popular web de fotografía Feature Shoot, fundada y dirigida por Alison Zavos.

El artículo cuyas imágenes no pasaron el rasero moral de los chicos de Facebook era una reseña sobre el trabajo del fotógrafo francés Alain Laboile (Burdeos, 1968). Se titulaba The Beauty of Carefree Youth Captured In Father’s Portraits of His Six Children (La belleza de la juventud despreocupada en los retratos de un padre a sus seis hijos), un lema demasiado largo que Laboile podría resumir así: fotos de mis hijos desnudos haciendo el cabra y aprendiendo que esa es la mejor manera de vivir —sobre todo si no quieres terminar siendo un ingeniero informático techie de Facebook o de sus cómplices de la mafia del 2.0 con la misma calidad humana que la cota asintónica de un algoritmo, añado yo—.

Algunas de las fotos que la red social no quiere que veamos en nuestros muros saturados de memez, platos de lasagna y todo tipo de fauna aparecen al comienzo de esta entrada. Los envidiables miembros de la familia Laboile juegan en el barro, se lanzan al agua de una charca, se enjabonan en una tina, meten el dedo en la boca de una rana con dulce crueldad y, en fin, son niños haciendo lo que todo niño debiera hacer: interpretar su propia danza estelar de cometas. Pero, y ese es el problema, están desnudos.

En una entrada anterior del blog (Mi pecado, mi alma, Lo-li-ta) hablé de la ortodoxia y la inquisición de lo correcto ejercida por padres y madres con complejo de fiscales que lapidarían a Vladimir Nabokov («Oh, Lolita, tú eres mi niña, así como Virginia fue la de Poe y Beatriz la de Dante»). Repito dos párrafos de lo que escribí entonces:

La paranoia impone su mandato, amparado por la ley de la corrección. Todo fotógrafo que se acerque a un adolescente (no digamos a un niño) es un pedófilo más culpable que presunto. Ni siquiera el permiso por escrito de los padres o tutores del menor permite el acercamiento de la cámara, del ojo curioso que desea capturar una mínima porción del poder y los nervios del placer al descubierto que atesoran, quizá en exclusiva, los adolescentes.

La sociedad de la polineurosis y la dinámica hipócrita de la protección (esos mismos menores son avasallados por un sistema educativo que promueve la cosificación del individuo y le prepara para la inmoral carrera de ratas de la competencia y el sálvese quien pueda) (…) colocaría [al fotógrafo] frente a una actuación de oficio de la Fiscalía, a petición de un negociado oficial facultado por la Ley Orgánica de Protección Jurídica del Menor, que establece como preceptiva la intervención del ministerio público «en los casos en que la difusión de información o la utilización de imágenes o nombre de menores en los medios de comunicación pueda implicar una intromisión ilegítima en su intimidad, honra o reputación, o que sea contraria a sus intereses, incluso si consta el consentimiento del menor o de sus representantes legales» (el subrayado de la demencial expresión es mío).

El fotógrafo francés ha colocado en su web un texto de Cécile Le Taillandier De Gabory sobre esta bella narración familiar. Se nos indica que la serie de fotos están «liberadas de voyeurismo y de la rigidez de las imágenes diarias» y se afirma, con certeza, que Laboile desea «mostrarnos un mundo de libertad, sorpresas, emociones compartidas». No es eso lo que aprecian los repartidores de anatemas, que ven pecado y presunto delito donde sólo hay energía, amor y humor.

Cuando la gran fotógrafa Sally Mann estaba a punto de publicar Inmediate Family, el fotoensayo de la vida en libertad de sus tres hijos, todos de menos de diez años y desnudos en muchas de las imágenes, fue alertada de que algunas de las imágenes podrían ser delictivas. La fotógrafa se entrevistó con la fiscalía para pedir una opinión y le dijeron que había evidencia de pornografía infantil. En una decisión dolorosa, decidió posponer el libro diez años. Pero los críos, que también tienen voz aunque casi nadie les pregunte nunca, dijeron que no y la animaron a publicarlo. La obra apareció en 1992 y nadie se querelló contra Mann. La fotógrafa dijo sobre la serie: «Es la visión natural de una madre sobre sus hijos: desnudos, riendo, llorando, sangrando…».

Como coincido con la tesis y sigo pensando que la maldad y el ánimo depredador están en los ojos de quien mira, publico bajo la firma  de esta entrada una imagen de Mann y dos de sus hijas que Facebook nunca publicaría y los fiscales vocacionales jamás consentirían. Las tres mujeres orinando a carcajadas, creo, resume la revolucionaria actitud que Goethe expuso con simpleza cuando dijo que «la vida es la niñez de nuestra inmortalidad».

Ánxel Grove

© Sally Mann

© Sally Mann

El Rijkmuseum organiza un concurso de diseño para ‘jugar’ con la colección permanente

Conjunto de lencería de 'Norwegian wood' inspirado en un lujoso mueble alemán del siglo XVII

Conjunto de lencería de ‘Norwegian wood’ inspirado en un lujoso mueble alemán del siglo XVII

Desde que inauguró su expectacular web hace poco más de un año, el Rijksmuseum de Amsterdam (la Galería Nacional de Holanda) ha querido que el espectador se enamorara de la exquisita colección permanente que tiene la pinacoteca. Para conseguirlo se volcó en la creación del portal Rijksstudio, que mezcla la dinámica de las redes sociales y de otras webs como Pinterest para que el visitante virtual contemple y descargue en alta resolución hasta el último detalle de los óleos de los maestros holandeses del siglo XV al XVII; las piezas de porcelana oriental, las acuarelas botánicas, las estatuillas art dèco, los cuadros impresionistas…

Con las imágenes el usuario puede componer galerías personales con sus obras favoritas e incluso recopilar detalles de bigotes, mariposas, piezas de juegos de té decimonónicos, juguetes y cualquier minucia que aparezca lo suficientemente pequeña en un cuadro para pasar desapercibida en el inmenso conjunto de salas del edificio, inaugurado al mismo tiempo que la página web tras una intensa y costosa reforma.

Aprovechando el primer aniversario del portal web Rijksstudio, el centro organiza Make your own Masterpiece (Crea tu propia obra maestra). El museo holandés quiere seguir con su dinámica de «despertar al artista que vive en cada uno de nosotros» e involucra ahora al público en la creación de piezas de diseño basadas en la extensa colección digitalizada.

Utilizando pinturas, grabados, dibujos, objetos, fotos o incluso piezas de vídeo de los fondos permanentes; los participantes deben reconvertir las obras en creaciones propias. Hay tres premios: el primero es de 1.500 euros y ofrece al autor producir en serie la pieza y venderla después en la tienda del museo. El segundo premio es de 500 euros y el tercero; de 250. El plazo para registrarse está abierto hasta el 1 de marzo y los ganadores se anunciarán en una presentación en el Rijksmuseum el 1 de abril.

Para dar una idea de las posibilidades que ofrece el certámen, los organizadores se han aliado con cinco diseñadores de Etsy: un conocido portal utilizado por artistas para compartir y vender creaciones. El pequeño estudio de diseño de moda y complementos Norwegian Wood crea un conjunto de lencería basado en un lujoso armario alemán de Augsburgo del siglo XVII. LAPHILIE crea una vajilla con detalles de un bodegón de 1627 de Pieter Claesz y les añade ilustraciones realistas de hormigas.

Helena Celdrán

Vajilla de LAPHILIE inspirada en 'Naturaleza muerta con pastel de pavo' (1627), de Pieter Claesz

Vajilla de LAPHILIE inspirada en ‘Naturaleza muerta con pastel de pavo’ (1627), de Pieter Claesz

'Naturaleza muerta con pastel de pavo' (1627), obra de Pieter Claesz

‘Naturaleza muerta con pastel de pavo’ (1627), obra de Pieter Claesz

Bolso de Tovicorrie inspirado en un retrato anónimo a un oficial de la corte de Java en el siglo XIX

Bolso de Tovicorrie inspirado en un retrato anónimo a un oficial de la corte de Java en el siglo XIX

Retrato a un oficial de la corte de Java. Obra de autor anónimo y datada entre 1820 y 1870

Retrato a un oficial de la corte de Java. Obra de autor anónimo y datada entre 1820 y 1870

Kimono de seda de Norwegian Wood inspirado en 'El cisne amenazado' (c.1650), de Jan Asselijn

Kimono de seda de Norwegian Wood inspirado en ‘El cisne amenazado’ (c.1650), de Jan Asselijn

'El cisne amenazado' (c.1650), de Jan Asselijn

‘El cisne amenazado’ (c.1650), de Jan Asselijn

La hermana de Zuckerberg alerta de la adicción a Internet con un libro para niños

«La tecnología ha cambiado virtualmente cada parte de nuestras vidas: cómo nos relacionamos con los amigos y la familia; cómo criamos a nuestros hijos, cómo anunciamos las noticias más importantes (…). Para nuestra sociedad, esto es como el Salvaje Oeste. Las reglas sociales y la etiqueta están cambiando constantemente mientras nos acostumbramos a vivir con smartphones«, declara Randi Zuckerberg, hermana del creador de Facebook Mark Zuckerberg, que siente cómo ha recuperado el control de su vida tras desengancharse de la red social.

La hermana del creador de Facebook se fue de la empresa —en la que dirigía el departamento de mercadotecnia— tras una baja por maternidad en 2011 y fundó después el grupo Zuckerberg Media, al que pertenece Dot complicated (Punto complicado, en referencia al punto que separa el nombre de la página de la extensión): una web realizada por mujeres, con novedades y artículos relacionados con el modo en que enfrentamos la tecnología, cómo modifica nuestra vida y cómo podemos utilizarla de modo inteligente.

Portada de 'Dot', el libro infantil de Randi Zuckerberg

Portada de ‘Dot’, el libro infantil de Randi Zuckerberg

Concienciada de la excesiva influencia de Internet sobre los niños desde muy pequeños (su hija tiene dos años y ya ha empezado a entrar en contacto con la Red) la empresaria se inicia ahora como escritora de cuentos infantiles con Dot, un libro pensado para niños de 4 a 8 años —con cándidos dibujos del ilustrador inglés Joe Berger y que publicará en los EE UU la editorial HarperCollins el 5 de noviembre— que narra la historia de una niña «obsesionada con sus dispositivos electrónicos«.

Dot apenas separa la mirada de la pantalla y juega siempre con su tableta o con el portátil. «Pero hay vida más allá de la pantalla. Todos necesitamos tiempo para reiniciar, recargarnos y reanudar», dice la voz en off de la animación que presenta el libro.

Para escribir el cuento, habló «con padres de todo el mundo» y descubrió que, aunque la tecnología es una herramienta «que nos facilita la vida y nos ayuda a mantenernos conectados» hay muchos padres con dudas sobre «cómo criar a sus hijos en esta nueva era digital».

Randi Zuckerberg

Randi Zuckerberg

Desde que dejó la empresa de su hermano, Zuckerberg alerta del peligroso enganche que podemos sufrir utilizando las redes sociales en exceso.

En la carta de presentación de su página web se define como una exadicta a Facebook: en la red social anunció su compromiso, publicó las fotos de su boda, anunció su embarazo, fue «esa madre que no para de colgar fotos del bebé»… «Incluso hice que una foto familiar se convirtiera en viral durante las vacaciones. ¡Uy!», dice en referencia a las «confusas» normas de privacidad que provocaron que compartiera una imagen privada con 40.000 personas.

Confiesa que en esa excesiva confianza en Internet hubiera estado bien «tener a alguien» que la alertara de su comportamiento. «Un amigo que me dijera ‘Randi, sentarte junto a tu marido en el sofá cuando los dos estais con el portátil no cuenta como tiempo dedicado a tu pareja’ o ‘¿No crees que pedir amistad en Facebook a alguien a los cinco minutos de conocerlo parece un POCO desesperado?’ o ‘¿REALMENTE querías poner eso en Twitter?».

Sin caer en la dura crítica, pero sí abriendo una puerta a la reflexión, Zuckerberg intenta ahora hacer llegar el mensaje a los niños para que no se pierdan la infancia mientras navegan por Internet.

Helena Celdrán

¿Dejarías que un desconocido manipulara tu foto de perfil de Facebook?

Cuatro fotos de perfil 'versionadas' en 'Selfless Portraits'

«Únete a extraños de todo el mundo dibujándose unos a otros las fotos de perfil de Facebook». Selfless Portraits (Retratos desinteresados) es un proyecto en el que cualquiera que tenga cuenta en la red social puede participar.

La foto enviada será recibida por otro usuario para que la versione como desee: con una pintura, una versión libre, un retoque fotográfico, la imagen de un dibujo animado que se parezca al modelo original… Para completar el proceso, el emisor de la foto recibirá otra imagen y deberá hacer lo mismo.

Sus creadores —los artistas y publicistas estadounidenses Ivan Cash y Jeff Greenspan— definen la iniciativa como «un proyecto de colaboración artística» para «crear un puente de unión que cubra el hueco entre la tecnología y la humanidad«. Todos los usuarios se ven las caras con detenimiento, estudian a la persona, la asocian a un nombre y dedican tiempo a interpretarla en un pequeño testimonio gráfico. El proceso, según Cash y Greenspan «fomenta gestos pequeños y creativos entre extraños de todo el planeta».

Amarildo de Sao Paulo (Brasil) convertido en el tatuaje de Joey de California (EEUU)

Amarildo de Sao Paulo (Brasil) convertido en el tatuaje de Joey de California (EEUU)

La galería de la página da la posibilidad de ver las aportaciones filtradas para primar las más recientes y las más populares. Además, el buscador permite clasificar las parejas de imágenes según la procedencia del modelo y del artista. El vistazo se convierte rápidamente en adictivo al contemplar versiones espontáneas e inesperadas: hay caricaturas rápidas, obras abstractas, imágenes saturadas de luz o con filtros de Photoshop, garabatos inseguros pero bien intencionados.

Entre las versiones más sorprendentes hay una que destaca por su excentricidad. Se trata del retrato de Amarildo de Sao Paulo (Brasil), con gafas de sol y un cigarrillo en la boca mirando a la cámara de brazos cruzados. Ni en sus sueños más locos imaginó que su rostro terminaría tatuado en la nalga izquierda del californiano Joey Jordan.

Sucedió el 28 de agosto. Jordan decidió que la foto que recibiera sería la que se tatuaría. Confesó su intención a Ivan Cash, que documentó en este vídeo el proceso en San Francisco (California- EE UU). «Me llamo Joey Jordan, tengo 24 años. Hoy me tatuaré en el culo a un desconocido seleccionado al azar», declaró el protagonista. «Creo que Amarildo realmente se asombrará. Pienso que él no tenía ni idea de que esto fuera tan siquiera una opción».

Helena Celdrán

Fabian (Baden-Württenbeg, Alemania) retratado por 'Chapusón' (Galicia)

Fabian (Baden-Württenbeg, Alemania) retratado por ‘Chapusón’ (Galicia)

Giselle de Pernambuco (Brasil) retratada por Tamara de California (EE UU)

Giselle de Pernambuco (Brasil) retratada por Tamara de California (EE UU)

Luna (Viena, Austria) retratada por Viv (Victoria, Austalia)

Luna (Viena, Austria) retratada por Viv (Victoria, Austalia)

Ian de Escocia y el dibujo animado que escogió para él Minas, de Gerais (Brasil)

Ian de Escocia y el dibujo animado que escogió para él Minas, de Gerais (Brasil)

Aayusha (Maharashtra, India) y una amiga retratadas por Armada (Lisboa, Portugal)

Aayusha (Maharashtra, India) y una amiga retratadas por Armada (Lisboa, Portugal)

Ikerne del País Vasco retratada por Mickelle de Míchigan (EE UU)

Ikerne del País Vasco retratada por Mickelle de Míchigan (EE UU)

Kim de Singapur retratada por Shaun de California (EEUU)

Kim de Singapur retratada por Shaun de California (EEUU)

Danilo (Sao Paulo, Brasil) retratado por Paula (Nueva Jersey, EE UU)

Danilo (Sao Paulo, Brasil) retratado por Paula (Nueva Jersey, EE UU)