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Las mil y una imitadoras de Francesca Woodman

Francesca Woodman — from "Angel" series, Rome, 1977

Francesca Woodman — from «Angel» series, Rome, 1977

Cuando en 1977 Francesca Woodman se autorretrató como ángel en Roma tenía 18 años y quizá todavía mantenía a raya el grado de infelicidad que acumulaba en su ánimo. Cuatro años más tarde, después de una decepción amorosa y un largo calvario por clinicas psiquiátricas, se suicidó lanzándose al vacío desde una terraza.

La prematura muerte de la fotógrafa, joven, atrevida y atormentada, incubó la ficción de una gran artista perdida. La muerte autoinflingida, lo sabemos por otros casos, es el mejor alimento para la sacralización, y Woodman, que jamás expuso en vida sus fotos, es ahora una especie de deidad omninpresente.

Entiendo lo fascinante, por razones casi telúricas, de una niña de familia liberal perdida en los bosques de Boulder-Colorado, jugando con el vestuario, con espejos y superficies desconchadas, con restos biológicos, papeles troquelados y, sobre todo, con su propio cuerpo, principal soporte y sujeto de su obra. Francesca se desnudaba a la mínima porque quizá necesitaba la exposición extrema o, quién sabe, porque ante nadie más que el discreto ojo de su cámara era capaz de la indiscreción.

No soy fanático de Woodman, creo que nunca hizo más que una foto —lo sé y lo admito: gran parte de los fotógrafos son culpables del mismo pecado—, que estaba demasiado convencida de que Freud tenía razón en su bobalicona reducción de la existencia al binomio sexo-familia y que le faltó vida, por desgracia, para ejercitarse en el complejo arte de lidiar con uno mismo, pero admito la belleza cándida de sus ejercicios.

Rebecca Cairns

Rebecca Cairns

Puedo entender el culto e incluso la extrema veneración que en otros ámbitos llamaríamos integrismo, pero en el caso de Woodman el copismo empieza a cargarme por mera saturación.

La foto de la izquierda es de Rebecca Cairns, una dotada y aplaudida joven fotógrafa canadiense. Es tanta su deuda con Woodman que llegas a preguntarte si Cairns tiene algo que contar por sí misma. Echar un vistazo a su obra produce vergüenza ajena: los desnudos psiconalíticos en casas en ruinas se repiten como escalones infinitos.

No es el único caso de joven fotógrafa —hay también algún fotógrafo— aquejada de woodmanismo grave. Las redes sociales dedicadas a la imagen, en especial Flickr, donde el mimetismo ronda con un alto índice de contagio, están llena de fantasmales muchachas, casi siempre desnudas —la tersa carne postadolescente aumenta exponencialmente las visitas y la popularidad, que juegan a ser fantasmas, espíritus en pena, angustiadas ánimas de un mundo vaporoso, nuevas Francescas.

Ellen Rodgers

Ellen Rogers

La situación me convierte en un cínico. Me pregunto por qué lo hacen (admiración, homenaje, inseguridad, ganas de reinar entre la invisible multitud de los nichos digitales…) y la respuesta me importa un bledo —allá cada uno con el empleo de su tiempo y sus habilidades—, pero no puedo evitar la desazón de considerar que la oferta creativa de estas emuladoras se reduce, casi siempre, a irse al bosquecillo con un vestido de gasas y mostrar un pecho bien formado y su respectivo pezón.

Ánxel Grove

 

Solarixx

Solarixx

Lydia Roberts

Lydia Roberts

Dana Scully

Dara Scully

Joanna Pallaris

Joanna Pallaris

Allison Scarpulla

Allison Scarpulla

Katie Eleanor

Katie Eleanor

[Estos algunos ejemplos sobre los efectos del virus Woodman y aquí están las webs de las fotógrafas: Ellen Rodgers Rogers, Solarixx, Lydia Roberts, Dara Scully, Katie Eleanor, Joanna Pallaris, Allison Scarpulla]

‘Ojalá hubiera dicho hola’: arte callejero para reunir a dos desconocidos

Pegatinas de 'I Wish I Said Hello'

Pegatinas de ‘I Wish I Said Hello’

«Me llamaste la atención. No quería parecer un raro, así que traté de no mirar en tu dirección». «La siguiente vez que me gorronees un cigarro, nos enamoraremos». «Seguramente fuimos almas gemelas en otra vida. De ahí el brillo que surgió entre nosotros».

I Wish I Said Hello (Ojalá hubiera dicho hola) es un proyecto basado en las conexiones perdidas, en el breve lapso de tiempo en que dos personas desconocidas coincidieron, se volvieron a separar sin tener modo de volver a verse y al menos una de ellas tiene el deseo del reencuentro.

En un intento de remediar la ausencia de un modo creativo, la coreana Lisa Park y el Barcelonés Adrià Navarro (residentes en Nueva York) han diseñado unas pegatinas con una representación esquemática del momento y un breve texto. Cada una tiene la forma de los globos que señalan localizaciones precisas en los planos de Google Maps: el objetivo es colocarlas en los lugares exactos en los que tuvo lugar el encuentro fortuito.

Plantillas para crear nuevas pegatinas

Plantillas para crear nuevas pegatinas

Escogen los mensajes de Craigslist, la página de anuncios clasificados más famosa de los Estados Unidos, en la que se anuncian desde ofertas de trabajo, alquileres y ventas de casas, muebles y electrodomésticos hasta personas interesadas en encontrar pareja o conocer a otras con aficiones parecidas. La sección Missed connections aglutina mensajes de quien se fijó en los tatuajes de una chica asiática, en el camarero que servía zumos, en el cachas del gimnasio, en la pareja de baile de toda una noche.

Park y Navarro ven ese desesperado intento de reencuentro como poético y también irónico. «Resulta que en la era de las redes sociales, cuando supuestamente estamos unidos a cualquier persona del mundo, la red de las conexiones perdidas es una de las más ineficientes».

En su página web animan a imprimir pegatinas a quien desee implicarse y proporcionan plantillas listas para ser modificadas, con el fin de  extender el movimiento fuera de Manhattan y que cada vez más ciudades se sumen a la posibilidad de reunir de nuevo a dos personas, pero sin convertirse en una plataforma más de reconexiones: «Es una celebración de la poética del día a día, un mapa físico de una red digital, un comentario sobre el rol de la tecnología en la comunicación humana».

Helena Celdrán

¿Optará Tumblr por el e-cacareo y no por la imagen?

Captura de pantalla de la web corporativa de Tumblr

Captura de pantalla de la web corporativa de Tumblr

Hablé en este blog y en esta misma sección —Xpo, que cada jueves dedicamos a la fotografía— de la cada vez más escasa rendija que le dejan al arte fotográfico en las confusas redes sociales, galimatías de prácticas entrópicas y deshonestas donde resulta complejo discernir qué es de quién y por qué demonios lo comparte además de por darse un gusto y satisfacer el capricho del momento.

No sé si a ustedes les sucede, pero desde que Facebook introdujo el timeline, mi muro de usuario —y no soy en exceso compulsivo: sólo tengo 380 amigos, el eufemismo de la era Zuckerberg para denominar a los contactos, es decir, a las anotaciones en la agenda— está repleto de fotos, una tras otra, hasta cegar el instinto y anular la mirada. Algunas, las menos, son de fotógrafos; otras, de quienes sin empacho ni vergüenza se dicen fotógrafos porque papá les ha comprado una digital réflex y, las más, de personas que simplemente comparten una imagen sin citar autor, fuente, contexto… Aún no sé si lo hacen para que creamos que la foto la han tomado ellos o por simple deseo de llamar la atención.

He encontrado una alternativa tranquila en Tumblr, la plataforma de microblogs que está reventando las estadísticas: según datos de ayer, 55 millones de blogs y casi 23.000 millones de posts, es decir el equivalente a más de tres entradas por cada habitante humano del planeta Tierra.

Captura de pantalla del archivo de my Tumblr

Captura de pantalla del archivo de my Tumblr

Hace unos días recibí un correo de Tumblr. Me comunicaba que habían borrado una de las entradas de mi blog de fotografía en porque alguien se había dirigido a la empresa para comunicar que la obra tenía dueño. Añadían que estaba en mi derecho de pelear la decisión si consideraba que el copyright era mío —no lo era, se trataba de una foto de Herb Ritts— y me advertían que la violación continuada de los derechos de propiedad intelectual constituía motivo de cierre de un blog.

Abrí el blog en Tumblr —no viene al caso dar el nombre, no busco promoción— hace menos de tres años, tengo más de 8.000 seguidores y he posteado más de 20.700 imágenes. Sólo un porcentaje mínimo son mías. El resto es de fotógrafos que me gustan y a los que he encontrado el placer de coleccionar en esta ágil herramienta en la que puedes soñar con ser el curator de tu propia galería. Siempre cito autoría y casi siempre procedencia o fuente de orígen de la imagen. Hay excepciones: he escaneado algunos de mis libros de fotografía para colgar fotos y en esos casos menciono el título del libro y enlazo con alguna web donde pueda encontrarse referencia editorial.

Captura de pantalla del Storyboard de Tumblr

Captura de pantalla del Storyboard de Tumblr

Tumblr —una empresa que acabó 2011 con un valor estimado de 800 millones de dólares— acaba de anunciar que introducirá publicidad en la plataforma. Hace menos de dos años, el CEO de la compañía, el niño prodigio David Karp, prometió que la publicidad no llegaría porque diluiría la esencia de Tumblr.

Casi al mismo tiempo, la empresa ha estrenado un blog oficial, Storyboard, en el que se adivina un intento de sondear la posibilidad de crear red entre los usuarios.

Cuarta novedad: una productora de pornografía, Perfect 10, ha demandado a Tumblr por uso de material sujeto a legislación sobre derechos de autor. La misma empresa había denunciado antes a Google y el caso fue archivado, pero esta vez, dada la disparidad de criterios que abunda entre los jueces en esta materia, la denuncia podría ser admitida a trámite y, siempre en el terreno de las hipótesis, Tumblr tendría la posibilidad de hacer valer su contrato de servicio, que señala a los usuarios como responsables finales de cualquier demanda judicial. Es decir, estaría facultada para llevar al banquillo a los titulares de los blogs.

Por ahora temo bastante más la llegada de la publicidad y la posible mutación de Tumblr en neo red social, aspiración que también parece perseguir Flickr. De ser así, sentiría que otra vez mandan a la basura a la fotografía —o la pintura, o las bibliotecas, vean este maravilloso Tumblr— en beneficio del e-cacareo.

Ánxel Grove

Dos oasis de compromiso con la fotografía en el embrollo de las redes sociales

August Sander - "Hermanas", 1930

August Sander - "Hermanas", 1930

No sé si las redes sociales son benéficas para la fotografía. Algunos fotógrafos entienden que Facebook es una especie de exposición permanente y practican la caza del contacto pretendiendo, opino que con demasiada inocencia, que la difusión -y las posibles ventas- son exponenciales.

Alguien situado en un laberinto sólo poblado por cuadros de Velázquez confundirá los óleos con una sentencia a perpetuidad y dejará de ver a Velázquez para emparejarlo a la visión de un infinito deambular. Toda repetición predice el ruido.

No he encontrado a casi nadie que utilice Facebook como herramienta de interpretación o ensoñación fotográficas. Esos millones de e-álbumes terminan en cajas virtuales en nada diferentes a las cajas de zapatos donde reposan tantas fotos familiares. Habrán merecido likes y comentarios, pero el olvido es el mismo.

Me gusta la idea humilde que desarrolla en su Facebook el fotoperiodista brasileño Fernando Rabelo. Es un mural de fotos históricas que esta semana, con la imagen de August Sander que abre esta entrada, llegó a medio millar.

Lo que hace Rabelo tiene la simpleza de lo adecuado: recolectar fotos y comentarlas. La colección es quizá demasiado neutral al no apostar por estilos o autores y abrirse a cualquier forma de ver, pero quiere que compartamos sin comprar. Eso es suficiente para mí.

Brassaï - "Paulette et André", 1949

Brassaï - "Paulette et André", 1949

Otro oasis de compromiso con la fotografía es el microblog Facie Populi, que administra el portugués Vítor Lopes.

Su criterio es estricto y restrictivo, sólo fotos en blanco y negro, pero la cadencia que ha conseguido como curator en año y medio de existencia es de alta escuela.

En el agotador embrollo fotográfico virtual, lugares como los de Rabelo y Lopes son frescos, no reclaman, hablan en voz baja de una pasión. Cuelgan sus fotos enganchándolas al alma.

Ánxel Grove