Entradas etiquetadas como ‘censura’

Facebook acaba de inventar una nueva perversión sexual: la ‘venusfilia’

Denuncian que Facebook censuró una fotografía de la Venus de Willendorf por su alto voltaje sexual. De confirmarse este hecho, acaban de descubrirnos una nueva parafilia o perversión: la venusfilia, la insana atracción por las estatuillas prehistóricas.

Fue esculpida en la Edad de Piedra, hace unos 30.000 años, un libertinaje que escapa a los cánones de belleza.

 

Venus de Willendorf MatthiasKabel. Wikimedia Commons.

Venus de Willendorf. MatthiasKabel. Wikimedia Commons.

Algunos dirán que está gorda, otros que no tiene brazos (aunque disimulados orbiten sobre los pechos planetarios). Que no tiene rostro. Que es fea… Un venusfílico en cambio la llamará su hermosura, venusita, jamoncita, cálido granito.

Satisface este individuo sus peores instintos: ama los senos inmensos, las caderas mayúsculas, los pies pequeños. Le excitan los abdómenes titánicos, las vulvas, nalgas y mamas extremas… pero solo si son de piedra.

En las catacumbas del porno, tan dadas a las etiquetas infames, llaman MILF a una mujer madura que excita a los hombres. ¿Cómo etiquetarán esta perversión?

Lee el resto de la entrada »

El inocente escándalo de las mujeres ‘vestidas’ solo con luz

© Heinrich Heidersberger

© Heinrich Heidersberger

La inocencia, según sostenía el escritor Graham Greene, es «un tipo de locura». Un autor menos contaminado por el mundo de la carne entendido como tentación —Greene era católico y llevaba mal el contrapeso entre la mucha fe que anhelaba y la escasa que lograba alcanzar—, el también inglés Ian McEvan acusa a la fotografía de «crear una deliberada sensación de inocencia». Quizá ambos están en lo cierto y la enfermedad de la inocencia se valga con frecuencia del agente transmisor de la fotografía.

El alemán Heinrich Heidersberger, que vivió cien años (1906-2006), suficientes para saber determinar los juegos y equívocos de la vida y tomarse unos y otros a choteo, chocó de bruces contra la falsa inocencia, una forma talibán de moralidad, en 1949, cuando publicó en la muy respetada y luterana revista Stern una serie de fotos titulada Kleid aus Licht (Vestidos de luz).

Era, decía la publicación, un trabajo «experimental» basado en los ejercicios lumínicos de algunos surrealistas —sobre todo Man Ray, ese genio enterrado bajo un epitafio-bofetada: «Indiferente, pero no mediocre»—. Se trataba de proyectar sobre los cuerpos desnudos de modelos femeninas texturas y patrones geométricos que tuviesen la misma condición que una prenda de ropa, convertirse en segunda piel, en vestuario.

Las fotos de Heidersberger, como puede apreciarse, parecen a día de hoy publicidad de bajo impacto y tienen una decencia de alto rango, pero en 1949 y en la Alemania donde todavía supuraban las cicatrices anímicas del nazismo las imágenes fueron agentes causales de un gran escándalo. Se volvieron a emplear los términos que no han  pasado de moda desde la inquisición:  indecentes, sucias, pornográficas, inmorales… Nadie, como es norma entre los inquisidores, explicaba por qué. Para encender piras no hacen falta razones: sólo gritos (y ahora, mensajes de Twitter)

Las fotos de Heidersberger en 'Stern'

Las fotos de Heidersberger en ‘Stern’

El fotógrafo se retractó de sus experimentos y la revista pidió disculpas a los lectores cuyas sensibilidades habían salido, al parecer, perjudicadas. De nada valió que presentaran la serie como un juego con las «maravillas de la luz» y sus posibilidades cinéticas al ser proyectado un foco a través de papeles recortados y moldes sobre la piel de las modelos.

No rebajó tampoco la pataleta mojigata la foto de dos jirafas insertada en el reportaje con la intención didáctica de decirle al lector que también los animales llevan la piel moteada por caprichosas formas.

Fue la primera y única vez que el pobre Heidersberger se manchó las manos con fotos de desnudos. Durante el resto de su larga carrera se contentó con retratar edificios y paisajes, subgéneros donde el peligro de pecado es mucho más difuso y, en todo caso, controlable: basta con pedir amablemente a los nativos semidesnudos y curiosos que salgan del cuadro.

Vestidos de luz ha pasado a la historia. Es el único trabajo del fotógrafo que merece cita en algunos libros, donde se constata que hay en la intención de las imágenes una predicción del op-art y su uso de las líneas sinuosas, la repetición de las formas, el bicromatismo y los efectos ópticos.

Estoy convencido de la candidez inocente de Heidersberger. También de que la labor de los fanáticos llevó su inocencia hacia la desilusión y deberíamos llorar cada vez que una persona es obligada a ese sacrificio.

Jose Ángel González

© Heinrich Heidersberger

© Heinrich Heidersberger

© Heinrich Heidersberger

© Heinrich Heidersberger

© Heinrich Heidersberger

© Heinrich Heidersberger

‘Diferente de los otros’ (1919), la primera película progay de la historia

Fotograma de la pareja de amantes de 'Anders als die Arden'

Fotograma de la pareja de amantes de ‘Anders als die Andern’

Los amantes de la película lo tienen todo en contra: la incomprensión social, la desaprobación familiar y, sobre todo, la salvaje directriz del artículo 175 del Código Penal alemán:

Hay que basarse en que la opinión pública alemana considera la relación sexual entre hombre y hombre como un error, que es capaz de arruinar el carácter y destruir el sentido de la moral. Si este error se extiende, lleva a la degeneración del pueblo y a la decadencia de sus fuerzas.

Sobre esta situación gira Anders als die Andern (en español Diferente de los otros), la primera película en favor de los derechos de los homosexuales, producida en 1919 aprovechando que la censura había sido abolida el año anterior en la efímera República de Weimar, el periodo histórico convulso de la historia alemana que se inició en 1918, tras el final de la I Guerra Mundial, y terminó con la llegada de Hitler al poder.

La película, de cuyo argumento no revelaré detalles para mantener incólume la posible curiosidad del lector, fue inicialmente un largometraje pero no se conserva íntegra. Aunque hay muchas referencias bibliográficas y en hemerotecas, se consideró perdida hasta 1970, cuando fue localizada casi de chiripa una copia en Ucrania. Restaurada y completada con fotos fijas gracias al programa de recuperación de películas clásicas perdidas de la prestigiosa Universidad de California Los Ángeles (UCLA) —organizaron en 2012 un Kickstarter para buscar financiación—, hoy es posible ver este tempranísimo alegato progay casi completo.

Cinematográficamente no tiene demasiado valor —sólo resulta excepcional el actor principal, el gran Conrad Veidt, que al año siguiente se convertiría en la primera superestrella del cine alemán por su papel en la joya expresionista El gabinete del Dr. Caligari—, sobre todo porque Diferente de los otros sólo fue planteada como un pronunciamiento en contra de las leyes que castigaban a los homosexuales a penas que podían llegar a la castración bajo la cínica justificación de que las relaciones entre personas del mismo sexo resultaban peligrosas para la salud pública.

Magnus Hirschfeld (con bigotes) y algunos de sus amigos gay

Magnus Hirschfeld (segundo por la derecha) y algunos de sus amigos

Realizada por un equipo casi al completo homosexual, coescribieron el guión Richard Oswald —también director— y Magnus Hirschfeld, el médico y sexólogo que había desarrollado la teoría del tercer sexo y que actuaba como paladín de los derechos gay desde el Institut für Sexualwissenschaft de Berlín (Instituto para el estudio de la sexualidad).

Sin pelos en la lengua y muy bien relacionado intelectualmente, este precursor de la moderna idea del transexualismo y la libertad de género, montó una plataforma de opinión para demandar la anulación del artículo 175. Se adhirieron escritores, científicos e intelectuales de primer orden, entre ellos Albert Einstein, Hermann Hesse, Thomas Mann, Heinrich Mann, Rainer Maria Rilke, Max Brod y Stefan Zweig.

El estreno de la película derivó en un escándalo mayúsculo en la opinión pública alemana y, pese a las voces a favor de la tolerancia sexual, una rígida normativa devolvió la censura al país en 1920. Diferente de los otros tuvo una trayectoria comercial corta: un año después de su estreno fue retirada de los circuitos de exhibición y prohibida, aunque, en una magnánima y reveladora decisión legislativa, se permitía que fuera mostrada a «médicos e investigadores».

Póster original de la película

Póster original de la película

El inicio de la era nazi del terror y la persecución de los diferentes culminó con la quema de todas las copias que existían en Alemania. La mayor parte de los implicados en la producción tuvieron que huir del país antes de ser detenidos y condenados a muerte. Los escuadrones hitlerianos destruyeron el Instituto para el estudio de la sexualidad y todos los libros de la enorme biblioteca del centro —una de las más importantes de Europa sobre el tema—. Osvald y Hirschfeld, ambos de orígenes judíos, escaparon y murieron en el exilio.

Los nazis no podían aplicar los criterios de persecución racial contra Veidt, alemán de pura cepa e ídolo de multitudes —le llamaban «el demonio de la pantalla» y era el actor mejor pagado de su tiempo—, pero iniciaron una campaña de desprestigio en su contra. El ministro nazi de Propaganda Goebbles aprovechó que el actor había interpretado a un personaje judío en una película inglesa para declarar: «Conrad Veidt ha sido recompensado por esta traición a su patria, con el elogio del pueblo judío. Por ello ya no es humanamente digno de que ni tan sólo un dedo se mueva en Alemania para alabarle«.

Conrad Veidt en 'Casablanca'

Conrad Veidt en ‘Casablanca’

Enterado de que la Gestapo planeaba asesinarle, Veidt escapó en 1933 y se estableció primero en Londres y luego en Hollywood. Participó en películas inolvidables y tuvo el impulso genial de aceptar el papel de un militar nazi curiosamente tolerante en Casablanca.

El artículo 175 del Código Penal alemán fue ampliado por los nazis. Ahora era delito cuando «de forma objetiva se daña el sentido del pundonor público y de forma subjetiva había intención lujuriosa de despertar la sensualidad de uno de los dos hombres o de un tercero». Ni siquiera era necesario tocamiento alguno para ser condenado: la «subjetiva intención lujuriosa» bastaba.

La Reichzentrale zur Bekämpfung von Abtreibung und Homosexualität (en español, Central del Imperio para la lucha contra el aborto y la homosexualidad) fue creada en 1936 y gestionada por las SS. Se calcula que ficharon y condenaron a unos 100.000 homosexuales.

El final del nazismo y el regreso a la democracia no trajeron novedades rápidas para los gay alemanes. Aunque la tolerancia fue mayor y en ocasiones las autoridades hacían la vista gorda, la infamante criminalización de la sexualidad libre no fue retirada del Código Penal hasta 1994, tres cuartos de siglo después de Diferente de los otros.

Ánxel Grove

Las fotos de niños desnudos que Facebook no quiere que veas

Acabo de enterarme de que Facebook —esa compañía que facturó el año pasado casi 6.000 millones de euros con los contenidos que le regalamos los usuarios y que la empresa comparte sin rechistar con los servicios de espionaje— acaba de censurar y borrar unas cuantas fotos de niños desnudos que algunos de mis contactos habían colocado en sus muros a partir de la publicación del vínculo a una pieza de la muy popular web de fotografía Feature Shoot, fundada y dirigida por Alison Zavos.

El artículo cuyas imágenes no pasaron el rasero moral de los chicos de Facebook era una reseña sobre el trabajo del fotógrafo francés Alain Laboile (Burdeos, 1968). Se titulaba The Beauty of Carefree Youth Captured In Father’s Portraits of His Six Children (La belleza de la juventud despreocupada en los retratos de un padre a sus seis hijos), un lema demasiado largo que Laboile podría resumir así: fotos de mis hijos desnudos haciendo el cabra y aprendiendo que esa es la mejor manera de vivir —sobre todo si no quieres terminar siendo un ingeniero informático techie de Facebook o de sus cómplices de la mafia del 2.0 con la misma calidad humana que la cota asintónica de un algoritmo, añado yo—.

Algunas de las fotos que la red social no quiere que veamos en nuestros muros saturados de memez, platos de lasagna y todo tipo de fauna aparecen al comienzo de esta entrada. Los envidiables miembros de la familia Laboile juegan en el barro, se lanzan al agua de una charca, se enjabonan en una tina, meten el dedo en la boca de una rana con dulce crueldad y, en fin, son niños haciendo lo que todo niño debiera hacer: interpretar su propia danza estelar de cometas. Pero, y ese es el problema, están desnudos.

En una entrada anterior del blog (Mi pecado, mi alma, Lo-li-ta) hablé de la ortodoxia y la inquisición de lo correcto ejercida por padres y madres con complejo de fiscales que lapidarían a Vladimir Nabokov («Oh, Lolita, tú eres mi niña, así como Virginia fue la de Poe y Beatriz la de Dante»). Repito dos párrafos de lo que escribí entonces:

La paranoia impone su mandato, amparado por la ley de la corrección. Todo fotógrafo que se acerque a un adolescente (no digamos a un niño) es un pedófilo más culpable que presunto. Ni siquiera el permiso por escrito de los padres o tutores del menor permite el acercamiento de la cámara, del ojo curioso que desea capturar una mínima porción del poder y los nervios del placer al descubierto que atesoran, quizá en exclusiva, los adolescentes.

La sociedad de la polineurosis y la dinámica hipócrita de la protección (esos mismos menores son avasallados por un sistema educativo que promueve la cosificación del individuo y le prepara para la inmoral carrera de ratas de la competencia y el sálvese quien pueda) (…) colocaría [al fotógrafo] frente a una actuación de oficio de la Fiscalía, a petición de un negociado oficial facultado por la Ley Orgánica de Protección Jurídica del Menor, que establece como preceptiva la intervención del ministerio público «en los casos en que la difusión de información o la utilización de imágenes o nombre de menores en los medios de comunicación pueda implicar una intromisión ilegítima en su intimidad, honra o reputación, o que sea contraria a sus intereses, incluso si consta el consentimiento del menor o de sus representantes legales» (el subrayado de la demencial expresión es mío).

El fotógrafo francés ha colocado en su web un texto de Cécile Le Taillandier De Gabory sobre esta bella narración familiar. Se nos indica que la serie de fotos están «liberadas de voyeurismo y de la rigidez de las imágenes diarias» y se afirma, con certeza, que Laboile desea «mostrarnos un mundo de libertad, sorpresas, emociones compartidas». No es eso lo que aprecian los repartidores de anatemas, que ven pecado y presunto delito donde sólo hay energía, amor y humor.

Cuando la gran fotógrafa Sally Mann estaba a punto de publicar Inmediate Family, el fotoensayo de la vida en libertad de sus tres hijos, todos de menos de diez años y desnudos en muchas de las imágenes, fue alertada de que algunas de las imágenes podrían ser delictivas. La fotógrafa se entrevistó con la fiscalía para pedir una opinión y le dijeron que había evidencia de pornografía infantil. En una decisión dolorosa, decidió posponer el libro diez años. Pero los críos, que también tienen voz aunque casi nadie les pregunte nunca, dijeron que no y la animaron a publicarlo. La obra apareció en 1992 y nadie se querelló contra Mann. La fotógrafa dijo sobre la serie: «Es la visión natural de una madre sobre sus hijos: desnudos, riendo, llorando, sangrando…».

Como coincido con la tesis y sigo pensando que la maldad y el ánimo depredador están en los ojos de quien mira, publico bajo la firma  de esta entrada una imagen de Mann y dos de sus hijas que Facebook nunca publicaría y los fiscales vocacionales jamás consentirían. Las tres mujeres orinando a carcajadas, creo, resume la revolucionaria actitud que Goethe expuso con simpleza cuando dijo que «la vida es la niñez de nuestra inmortalidad».

Ánxel Grove

© Sally Mann

© Sally Mann

El ‘Banksy’ lituano se la juega con un mural de Lego

La polémica obra callejera con personajes de Lego - Ernest Zacharevic

La polémica obra callejera con personajes de Lego – Ernest Zacharevic

Tintín viajando en un carrito de la compra empujado por una niña, un hombre asomándose en un recuadro blanco pintado en una pared fea, el perfil de una paloma dibujado en los laterales de la cuchara de una excavadora… Entre el ingenio del trampantojo, la belleza de una gran ilustración en una pared exterior y la leve crítica social, Ernest Zacharevic es cada vez más famoso por el arte callejero que por sus dibujos y pinturas al óleo. Recientemente, incluso se le ha comparado con el todopoderoso Banksy.

El artista lituano de 27 años vivió y estudió arte en Londres y no hace mucho estableció su residencia permanente en Malasia. Allí, en la ciudad de Johor Bahru —la segunda más importante de Malasia tras Kuala Lumpur (la capital) y limítrofe con Singapur— ha protagonizado a mediados de noviembre una polémica por un mural crítico con la creciente inseguridad de la urbe.

Dos personajes de Lego protagonizan la escena, que Zacharevic creó aprovechando una descuidada esquina. En uno de los muros pintó a una chica con un bolso de Chanel, en el muro contiguo; a un ladrón esperando a atracarla, con un pasamontañas y un gran cuchillo.

La obra original de Zacharevic retocada por artistas locales

La obra original de Zacharevic retocada por artistas locales en un intento de salvarla

La elección de retratar a los protagonistas como muñecos del famoso juego de construcciones no es casual: Johor Bahru, además de por una tradicional alta tasa de delincuencia, es conocida por albergar desde 2012 el parque temático Legoland Malaysia.

«Mis pinturas son siempre una respuesta al cualquiera que sea el ambiente social al que estoy expuesto», declara al respecto a la BBC. El artista asegura que la gente se siente «muy insegura» en la ciudad y que es habitual recomendar al prójimo que «esconda el bolso» y se cuide en extremo.

Las autoridades locales, indignadas por «la mala imagen» que transmite la obra y más preocupado por «las inversiones y el turismo» que por cualquier otra cuestión, no tardaron en cubrir la obra con pintura. Previamente hubo un cándido intento de unos artistas locales por salvarla añadiendo un policía (también de Lego) a punto de detener al delincuente antes de que atracara a la víctima. «¡Eso sí que es vandalismo», escribió el autor divertido en su cuenta de Facebook. «Malasia nunca deja de divertirme. Y no es una crítica contra quien pintó al policía, estoy fascinado ante la situación al completo«.

Zacharevic corrió un gran riesgo con su acción artística. En Malasia, la vandalización de propiedad pública (en la que está incluida cualquier forma de muralismo y grafiti) puede costarle al autor una multa de hasta 1.500 euros, hasta tres años de carcel y un castigo físico que consiste en ser fuertemente golpeado en la espalda con una vara entre tres y ocho veces.

Helena Celdrán

'Brussels, 2012'- Ernest Zacharevic

‘Brussels, 2012’- Ernest Zacharevic

'Singapore, 2013' - Ernest Zacharevic

‘Singapore, 2013’ – Ernest Zacharevic

'Rome, 2013' - Ernest Zacharevic

‘Rome, 2013’ – Ernest Zacharevic

'Singapore,  2012' - Ernest Zacharevic

‘Singapore, 2012’ – Ernest Zacharevic

'Stavanger, 2013' - Ernest Zacharevic

‘Stavanger, 2013’ – Ernest Zacharevic

40 años de «Berlin», el disco de Lou Reed mutilado por el franquismo

Le quitan a sus hijos / Porque dicen que no es una buena madre / Le quitan a sus hijos / Porque se acuesta con unos y otras / Y con todos los demás / Como esos soldados baratos con los que liga frente a mí

La canción, The Kids, sigue siendo un trago difícil de deglutir. Lou Reed canta con desapegada frialdad, la guitarra steel se mantiene en una contención que no permite presagiar la tragedia explosiva del último tramo del tema, con el llanto real de un bebé —el hijo del productor del disco, Bob Ezrin— convertido en voz solista de esta micro narración sobre una politoxicómana que vende sexo para pagar vicios y a quien los servicios sociales quitan la custodia de los hijos.

"Berlin" - Lou Reed, 1973

«Berlin» – Lou Reed, 1973

Era la canción más larga y con seguridad una de las mejores de Berlin, el tercer álbum como solista de Reed, un disco que acaba de cumplir 40 años —fue publicado en julio de 1973—.

Antes que ningún otro apunte, una constatación: Berlin ha salido honrosamente triunfante de la prueba del tiempo. Incluso quienes lo tacharon de «porquería» y «mediocre» hace cuatro décadas, por ejemplo, la revista Rolling Stone («este es el último capítulo de una carrera prometedora, adiós, Lou», escribieron), se han desdicho y colocan el álbum entre los mejores de su época y, desde luego, entre los más arriesgados de Reed, uno de esos artistas capaces de lo mejor y también de lo peor.

Decadente y morboso, el álbum fue concebido como una tragedia temática y con ciertos afanes bretchianos sobre la muerte, el suicidio, la autodestrucción y el sexo. Jim y Candy, los protagonistas, son una pareja de perdedores temibles en un Berlín infernal. Él, proxeneta y maltratador. Ella, prostituta y drogadicta.

No queda aquí rastro de los héroes de celuloide a los que Reed había elevado a categoría de celebridades en Walk on the Wildside, del superventas Transformer de 1972. En Berlin el glam y la brillantina se han convertido en crónica negra y maldición. «Ahora sabrán que voy en serio», declaró el músico por entonces, cansado de que le metiesen en el mismo saco que a su amigo y excolaborador David Bowie. Reed deseaba ser, con un afán que inició en el tiempo de The Velvet Underground, una especie de gacetillero urbano a ritmo de rock y con cierta altura literaria.

Nadie entendió el descenso a los infiernos de Berlin, la crónica del submundo, la abundancia de realidad, y Reed quedó tocado durante muchos años, decepciomado, rencoroso y desorientado por las feroces diatribas contra un álbum en el que se había vaciado para dar lo mejor de sí mismo. Hasta 2006 no tocó en directo casi ninguna canción del disco. Cuando lo hizo, había transformado la dramática ópera inicial en un espectáculo que en vez de habitar el subsuelo celebraba la nostalgia: fue filmada por Julian Schanabel en la película-concierto Berlin: Live At St. Ann’s Warehouse.

Cuando escuché por primera vez Berlin, el disco acababa de ser editado en España, pero la maquinaria represiva franquista había suprimido The Kids, la canción que abre esta entrada. Los cuatro funcionarios-censores de la llamada Dirección General de la Cultura Popular consideraron que era demasiado explícita sexualmente. Mantuvieron, paradójicamente, The Bed, que narra el suicidio de la protagonista.

Supimos como sortear la coacción —siempre era posible grabar un disco no mutilado que alguien había comprado en Londres o Lisboa—, y Berlin se convirtió en una pieza de culto en la España tardofranquista, cuando al dictador le quedaba poca vida y sus cómplices estaban mortalmentre asustados (aunque rabiosos).

Una nota banal sobre la influencia del disco: una niña mexicana-española llamada Olvido Gara eligió el nombre artístico de Alaska por una de las estrofas del álbum.

Ánxel Grove

La directora de un museo ucraniano vandaliza una obra por considerarla «inmoral»

'Koliivschina-Judgment Day'

‘Koliivschina-Judgment Day’ – Volodymyr Kuznetsov. Foto: RFE/RL

Cuando un día antes de la presentación de la obra al público el artista Volodymyr Kuznetsov (Lutsk-Ucrania, 1976) acudía al Museo de Arte Mystetskyi Arsenal a ultimar los últimos detalles de su mural, no lo dejaron pasar y le dieron largas para no contarle lo que había sucedido: la directora del museo en persona, Natalia Zabolotna, brocha en mano, había destruido el monumental trabajo cubriéndolo con pintura negra.

De 11 por 5 metros, el mural de Kuznetsov se titulaba Koliivschina: Judgment Day y era una versión personal del tema bíblico del día del Juicio Final. La escena la protagonizaba un gran tanque lleno de líquido rojo, con curas y jueces hundidos hasta la cintura y un coche lleno de políticos que se precipitaba al interior del caldero. Alrededor se congregaban una serie de personajes anónimos y otros conocidos como Iryna Krashkova, una mujer a la que hace un mes violaron y golpearon brutalmente dos agentes de policía y un taxista en el pueblo de Vradiivka.

El presidente de Ucrania Viktor Yanukovych iba a acudir al día siguiente, el 26 de julio, a la inauguración de la exposición en la que se incluiría el incómodo trabajo. Grand and Great (que se podría traducir por Espléndido y grande) conmemora los 1025 años del aniversario de la llegada del cristianismo a Rus de Kiev, el estado eslavo medieval, antecesor de Rusia, que tenía su centro en la actual capital de Ucrania. Para la ocasión, la muestra reúne más de 1000 obras de arte que examinan «el efecto civilizador del cristianismo en el desarrollo de la cultura ucraniana».

El mural 'vandalizado' por Natalia Zabolotna - Foto: Richard Solash

El mural ‘vandalizado’ por Natalia Zabolotna – Foto: Richard Solash

El mural sin duda era una incomodidad, una crítica social y política sobre el estado actual de Ucrania que se salía de la loa nacionalista. Algunos observadores señalan que la directora pudo recibir presiones para deshacerse del trabajo antes de la inauguración, otros sugieren que tal vez fue el miedo a perder las subvenciones del estado lo que hizo a Zabolotna vandalizar una obra en las intalaciones que ella misma dirige.

Según el corresponsal en Ucrania de la agencia RFE/RL Richard Solash, la directora (que se ha disculpado por haber destruido el trabajo) declaró al respecto que la exposición tenía como objetivo «inspirar orgullo por el estado»: «No puedes criticar tu patria, igual que no puedes criticar a tu madre. Siento que cualquier cosa que se diga contra la patria es inmoral». Además, acusó al artista de haberse desviado del concepto original que previamente habían acordado.

El artista, todavía asombrado, califica el acto de «imperdonable». «Nadie tiene derecho a destruir el trabajo de otra persona, especialmente sin permiso», declara a RFE/RL. El suceso ha provocado pequeñas manifestaciones fuera de la pinacoteca en contra de «la mezcla de iglesia y estado» en Ucrania y la «censura oficial». «Es precisamente a esta jerarquía (estatal y religiosa) a la que mi trabajo está dirigido», dice Kuznetsov.

Helena Celdrán

¿Qué queda de ‘God Save the Queen’ 35 años después?

Primera edición en single de "God Save the Queen"

Primera edición en single de "God Save the Queen"

Sediciosa y bárbara. God Save the Queen, el himno de ruptura y rebelión de los Sex Pistols, acaba de cumplir 35 años y no sufre ningún síntoma de esclerosis.

Al contrario, cuadra con la miseria político-económica presente, pone en su lugar a las familias reales de tanta utilidad social como las figuritas de Lladró, condensa una respuesta adecuada a la patología social del miedo, traza la historia de la prosperidad edificada en torno al hedonismo de uno y la miseria de los demás y proclama exigencias que nunca deberían languidecer y que, como escribió alguien, «ningún gobierno podrá cumplir jamás» porque, como nos demuestran a diario, los gobiernos son antagónicos con la idea de humanidad.

Treinta y cinco años después God Save the Queen habla del futuro. De muy pocas canciones se puede decir lo mismo.

Por el tiempo agotado en que nada ha cambiado, por los años en que todo deberá cambiar, acaso con la misma violencia que subyace en la canción y su escenografía ético-anarquista, vamos a hablar hoy de God Save the Queen, el Juicio Final en tres minutos y veinte segundos. ¿Sentencia? Culpables, desde luego.

Para empezar piensen en cómo nos va, en el diametro de la rendición, en la superficie del dominio, en los ángulos del maltrato, en el círculo del hambre y la sed… Eleven el volumen de su equipo y consideren qué ha sucedido desde 1977 hasta hoy, en los últimos 35 años, mientras escuchan como suena nuestro pasado, que también es presente y porvenir… Si lo permitimos.

John Lydon, 1975

John Lydon, 1975

1. Los delincuentes. Steve Jones (21 años, guitarra), analfabeto, hijo de una peluquera y un boxeador amateur. A los 14 lo internaron en un reformatorio por gamberro. Iba, según él mismo, «camino del crimen y la cárcel». Paul Cook (20, batería), ayudante de electricista y colega de Jones. Glen Matlock (20, bajo), dependiente de un sex-shop —lo echaron del grupo en 1977 porque «le gustaban demasiado los Beatles» y le reemplazó un tal Sid Vicious (20), yonqui y zopenco—. John Lydon (20, cantante), al que Jones bautizó como Johnny Rotten, Juanito el Podrido, por su mala relación con la higiene dental, un pandillero fracasado que se convertiría, como escribió Greil Marcus, en «el único cantante verdaderamente aterrador que ha conocido el rock and roll»: pronunciaba las erres como si le rechinasen los dientes y tenía mirada de lunático, te pulverizaba con los ojos. Había empezado a llamar la atención en 1975, mientras paseaba por las calles pijas de Londres con una camiseta de Pink Floyd sobre la que había garabateado una frase con más poder que el manifiesto de mil intelectuales: «I hate» (Yo odio). También escupía a los hippies. Era un espantajo de las cloacas.

Malcolm McLaren ante la tienda "Sex", 1975

Malcolm McLaren ante la tienda "Sex", 1975

2. El consigliere. Los paseos provocadores de Lydon eran, en realidad, un trabajo. Le pagaba como hombre-póster Malcolm McLaren (1946-2010), descendiente de judíos sefardíes portugueses, exestudiante de arte, aspirante a anarquista y socio de la diseñadora de ropa para falleras modernas Vivien Westwood en la tienda-boutique Sex (que antes se había llamado Let It Rock y Too Fast to Live too Young to Die y después sería bautizada como Seditionaries). El mismo zig zag que McLaren aplicaba a las marcas lo padecía en el el ánimo: era un desequilibrado que quería estar en todas partes y al mismo tiempo. Ayer, teddy boy; hoy, situacionista; mañana, lo que venda… Al final dió en el clavo. Había estado en Nueva York, visto a los Ramones y descubierto las posibilidades comerciales de la fealdad y la confrontación. Regresó a Londres convencido de que la nueva belleza necesitaba ser asquerosa, ofensiva y asustar a los burgueses. No iba más allá: dinero fácil y rápido («sacar pasta del caos», era su eslogan de operaciones). Reclutó a cuatro golfos, les concedió el derecho a gritar, ayudó en la búsqueda de nombre —antes de dar con el de Sex Pistols barajaron Le Bomb, Subterraneans, Beyond, Teenage Novel, Kid Gladlove, y Crème de la Crème— y añadió algo de background intelectual al asunto. «Si la aventura sale mal, os vuelvo a contratar como hombres-póster», prometió para tranquilizar los ánimos.

Sex Pistols, 1976

Sex Pistols, 1976

3. El lugar del crimen. En 1975, cuando McLaren clonó el punk yanqui en el Londres del aburrimiento, el Reino Unido era un país en desmantelamiento, con la cantidad de desempleados creciendo a tanta velocidad como la grosería de la inmisericorde brecha social y los servicios públicos en perpetuo recorte por mor de la política privatizadora del neoliberalismo. En 1977 deciden festejar, con el barco a punto de naufragar y las condiciones de vida ya hundidas, el Jubileo de Plata de la Reina Isabel II (25 años en el trono). Se organizan fastos millonarios, similares a los celebrados hace unos días por los 60 años en el sillón de la monarca —que, según Forbes, es la 23ª mujer más rica del mundo, con una fortuna personal declarada de 600 millones de euros—.

Single de "God Save the Queen", editado por Virgin

Single de "God Save the Queen", editado por Virgin

4. La munición. El 27 de mayo de 1977 la discográfica Virgin Records pone a la venta el single de los Sex Pistols con God Save the Queen en la cara A y Did You No Wrong en la B —antes de que la banda firmara con la disquera, la empresa A&M había editado algunos ejemplares (se asustaron del contenido de la canción y pararon el proceso) como el que aparece al principio de esta entrada: se tiene conocimiento de que existen una docena y es el disco más valioso en las subastas: 12.000 libras esterlinas, unos 15.000 euros—. El single es el más censurado de la historia: no sólo la BBC, sino también las radios independientes, se niegan a emitir el tema; los almacenes lo boicotean, la prensa seria editorializa lo mismo que la amarilla y habla de «afrenta» y «atentado moral» contra el himno nacional del Reino Unido del que se mofan los Sex Pistols… El grupo organiza una gira por el Támesis en un barco alquilado (el Queen Elizabeth). La policía carga y hay apaleados y detenidos. Se debate sobre los Sex Pistols en el Parlamento. A Rotten le ataca en la calle un skin y le deja secuelas permanentes en una mano. Cuando le preguntan cómo solucionaría los problemas del país, Rotten responde: «Resolvedlos vosotros. Es vuestra puta culpa, esclavos, putos cabrones«. El single y su mensaje de profundo y desolador asco calan en la sociedad: el disco se convierte en el más vendido, pero las empresas mediáticas lo ocultan en las listas de éxitos con maniobras grotescas como dejar en blanco la casilla del título de la canción o simplemente subir al número uno a la que ocupaba el segundo puesto, una balada de Rod Stewart que se titula, para completar el ridículo, I Don’t Want To Talk About It (No quiero hablar sobre eso).

Póster de la revuelta de mayo de 1968 en París y cartel de los Sex Pistols (Jamie Reid, 1977)

Póster de la revuelta de mayo de 1968 en París y cartel de los Sex Pistols (Jamie Reid, 1977)

5. El testimonio. La letra de la canción de los Sex Pistols, traducida al español, dice: Dios salve a la Reina / El régimen fascista / Te han convertido en un idiota / Una bomba h en potencia // Dios salve a la Reina / No es un ser humano / No hay futuro / En el sueño de Inglaterra // Dios salve a la Reina / Que no te digan lo que quieres / Que no te digan lo que necesitas / No hay futuro, no hay futuro  / No hay futuro para ti // Dios salve a la Reina / Sabemos lo que decimos, tío / Adoramos a nuestra Reina / Que Dios la salve // Dios salve a la Reina / Porque los turistas son dinero / El torso de nuestro personaje / No es lo que parece // Dios salve a la Reina / Dios salve la historia / Dios salve tu demencial desfile // Dios salve a la reina / Señor, ten piedad / Todos los crímenes se pagan / ¿Cuando no hay futuro / Cómo puede haber pecado? // Somos las flores en el cubo de la basura / Somos el veneno de tu maquinaria humana / Somos el futuro, tu futuro // Dios salve a la Reina / Sabemos lo que decimos, tío / Adoramos a nuestra Reina / Que Dios la salve //  Dios salve a la Reina / Sabemos lo que decimos, tío / No hay futuro / En el sueño de Inglaterra // No hay futuro , no hay futuro / No hay futuro para ti / No hay futuro , no hay futuro / No hay futuro para mí.

Edición de lujo y tirada limitada de "God Save the Queen", 2012

Edición de lujo y tirada limitada de "God Save the Queen", 2012

 6. ¿RIP?. Los Sex Pistols nacieron para morir deprisa. Fueron una refrescante maldición. Como una versión en reverso de un embarazo, estuvieron nueve meses entre nosotros, del 4 de noviembre de 1976, fecha de publicación de su primer disco, el single Anarchy in the UK / I Wanna Be Me; al 14 de enero de 1978, cuando actuaron por última vez en público —actuar es un verbo demasiado condescendiente, ya no se soportaban entre sí—. Fue en San Francisco (EE UU) [aquí está el concierto completo] y Rotten acabó el show hablando cara a cara a la audiencia: «¡Ah, ja, ja, ja! ¿Alguna vez os habían engañado? Buenas noches». El resto ha sido muy triste: la muerte anunciada de Vicious, convertido en un más que presunto asesino; actuación de los músicos como mercenarios sin rumbo —con excepción de los muy aconsejables primeros álbumes de PIL, la banda de Lydon—; una reunión crowdfunding en 2007-2008 en la que tocaron como si ellos mismos no hubieran negado la posibilidad de futuro; vulgares pleitos por los derechos de las canciones ante una justicia a la cual nos aconsejaron maldecir; el lanzamiento de un agua de colonia con el nombre de la banda («pura energia, combinada con aroma a piel, heliotropo y pachuli») y, hace unas semanas, durante el nuevo jubileo de Isabel II, la reedición de lujo de 3.500 ejemplares de God Save the Queen en vinilo de siete pulgadas de la que se ha descolgado Lydon diciendo que «socava todo aquello por lo que lucharon los Sex Pistols». Treinta y cinco años después de la canción ante la que nadie era capaz de sonreir, ¿qué queda? Quizá el mensaje esencial de un joven gandul que no se cepilla los dientes, se siente «vacío», quiere «destruir a los transeúntes» y aconseja, como vomitando: «Sean irresponsables. Sean irrespetuosos. Sean todo lo que esta sociedad detesta (…) Te aseguro que no me odias tanto como yo te odio a ti«. Suficiente, ¿no?

Ánxel Grove

El injusto olvido de Prince

Prince

Prince

Con sólo 153 centímetros de altura pero la furia de un gigante, ha alcanzado la categoría de mito viviente, casi una leyenda: productor, compositor; músico capaz de tocar cualquier instrumento excepto los de viento —la guitarra, como casi nadie en la actualidad [vean el sobrecogedor solo de este vídeo, una versión de Radiohead, a partir del mínuto 6:50; o de este otro, una de los Beatles, a partir del 3:24]—; renovador del género de la música de baile, que no fue la misma desde su llegada; inventor de técnicas de estudio y tratamiento del sonido de las que todos estaban pendientes para copiarlas; referencia incontestable durante los años ochenta y autor de una veintena de discos de estudio y muchos más proyectos que no cristalizaron o editó bajo seudónimos…, es casi imposible reducirle a un texto introductorio como pretende ser esta entrada.

Acaso en estos tiempos amnésicos hayamos olvidado los discos sorprendentes y narcóticos que Prince n0s regaló entre 1981 y 1988. Tal vez nos hayamos quedado con las peloteras contractuales que le llevaron a adoptar un extraño símbolo como nombre, a actuar con la palabra «esclavo» pintada en la cara y a las risas que provoca la mención de sus seudónimos-disfraz: El Artista antes Conocido como Prince (las siglas en inglés parecen pensadas para que no duerman los niños: TAFKAP) o El Artista…

No es justo.

La semana que viene, el día 7 de junio, Prince cumple 54 años. Sin más pretensión que el homenaje, hemos reunido una serie de circunstancias, apuntes  y referencias sobre el personaje y la obra, ambas candentes, imposibles de evitar, necesarias.

Prince Rogers Trio (el padre de Prince, al piano)

Prince Rogers Trio (el padre de Prince, al piano)

1. Hijo de príncipe. Prince Roger Nelson, nacido en Mineápolis (EE UU), fue bautizado en honor al grupo de jazz Prince Rogers Trio, en el que tocaba el piano su padre, John L. Nelson, un músico vocacional obligado (siete hijos) a trabajar como empleado en una empresa de accesorios industriales y olvidarse de la música. En el piano del padre el crío aprendió a tocar.

2. Funk precoz. A los siete años, Prince compuso una pieza con título premonitorio, Funk Machine.

3. Primer apodo, Skipper (jefe, capitán).

Prince, alias 'Gazoo'

Prince, alias 'Gazoo'

4. Segundo, en el instituto: Gazoo, como el aliénigena cabezón de Los Picapiedra. ¿Motivo? Juzguen ustedes viendo la foto de la izquierda.

5. I’m lovin’ it. La familia no nadaba en la abundancia. Prince iba a veces a un McDonalds para consolarse oliendo el fast food.

6. ¿Epiléptico? En sus escasas entrevistas Prince ha declarado que nació epiléptico, pero que se curó de la enfermedad. No hay constancia de que la información sea cierta.

7. Burlas. En el instituto lo pasó mal. Era objeto de burlas por su baja estatura y la ropa llamativa que vestía. Prince se defendía: no eludía los enfrentamientos físicos.

8. Grand Central. La primera banda, a los 13 años, con compañeros de instituto. Versiones de Sly & the Family Stone y los Jackson 5.

9. Soul y rock. Nunca fue un músico racial exclusivista. Le gustaban Parliament, Funkadelic, James Brown y Miles Davis, pero también Carlos Santana, Jimi Hendrix, los Beatles, Led Zeppelin, Joni Mitchel y Todd Rundgren.

10. En 1975 montó el primer grupo con pretensiones profesionales, 94 East. Grabaron un single y algunas demos que fueron reeditadas años más tarde.

"For You" (Prince, 1976)

"For You" (Prince, 1978)

11. 27 instrumentos. El debut de Prince fue For You, editado en abril de 1978. En las notas interiores, el artista alardeaba que él mismo tocaba los 27 instrumentos que suenan en la grabación. No mentía.

12. «No me vendas como negro». Fue su petición artística a Wea, la primera discográfica con la que tuvo contrato.

13. Grupo de jovencitos. Descontento con el sonido del primer disco, busca un grupo estable, se muda a una casita en las afueras de Mineápolis, consigue una grabadora de cuatro pistas y empieza a experimentar. El guitarrista Dez Dickerson, el teclista Dr. Fink y el batería Bobby Z se convierten en sus aliados de confianza. Ninguno tiene más de 23 años.

"Dirty Mind" (Prince, 1980)

"Dirty Mind" (Prince, 1980)

14. Lascivia y provocación. Tras un disco de transición (Prince, 1979), lanzan Dirty Mind (1980), uno de los discos más importantes de su época —pese a la portada—: la música disco toma aliento de la ruptura propuesta por el punk y la new wave, el funk se cruza con el rock and roll. Temáticamente, una sola emoción: lascivia. Una de la canciones, Head, remite a una felación; otra, Sister, a un incesto; otra, Do It All Night, a placer descontrolado…

15. Cerca del Dakota. Prince estaba a pocas manzanas del edificio Dakota de Nueva York cuando John Lennon fue asesinado, en diciembre de 1980.

16. La megaestrella. La década de los años ochenta es de fertilidad y grandes discos: Controversy (1981), con una oda a la masturbación; el doble álbum 1999 (1982), con piezas contra las armas nucleares y el sadomasoquismo; Purple Rain (1984); los sicodélicos Around the World in a Day (1985) y Parade (1986); la obra cumbre Sign ‘O’ the Times (1987) y Lovesexy (1988). Durante esta etapa no había nadie capaz de hacerle sombra a Prince, cuyos shows en directo, además, eran lo más salvaje y eléctrico de la música pop, un maridaje del sudoroso ritmo de James Brown con la amplitud astral de Jimi Hendrix.

17. Dieta. Durante estos años locos se alimentaba de espaguetis y zumo de naranja.

Prince

Prince

18. Peligroso. La letra sexualmente explícita —menciona la frase «me estaba masturbando con una revista»— del tema Darling Nikki de Prince llevó a Tipper Gore, entonces esposa del vicepresidente de los EE UU Al Gore, a fundar el Parents Music Resource Center (Centro de Recursos Musicales de Padres), que publicó en 1985 su lista de las Filthy Fifteen (Quince Asquerosas), canciones que, en opinión de la organización, debían ser censuradas.

19. Amoríos. Prince ha estado liado con Kim BasingerCarmen Electra, Madonna, Vanity, Sheila E., Susanna Hoffs, Anna Fantastic, Sherilyn Fenn, Susan Moonsie y Apollonia 6.

Prince y Mayte García

Prince y Mayte García

23. Baile del vientre. Se ha casado y divorciado dos veces. Con su primera mujer, Mayte García, nacida en Puerto Rico, estuvo casado entre 1996 y 2001. Se conocieron en España, durante una gira de él, que quedó seducido por la forma en que ella bailaba la danza del vientre —había ganado un concurso de televisión en los EE UU como la especialista más joven, ¡con 8 años!. La colocó en el cuerpo de baile de sus actuaciones —tapándola bastante— y tuvieron un hijo, Boy Gregory, que nació con una enfermedad grave, el síndrome de Pfeiffer, que le impedía respirar y le causó la muerte pocos días después del parto.

24. Por la Biblia. Con su segunda mujer, Manuela Testolini, estuvo casado entre 2001 y 2006. Se conocieron en un grupo de estudios bíblicos.

25. Protegida. Su última pareja es su protegida Bria Valente (nacida Brenda Fuentes), a quien le ha compuesto canciones.

26. Testigo. Desde 2001 Prince es Testigo de Jehová.

27. Sin cirugía. Por respeto a los dogmas de su religión —que prohiben las transfusiones de sangre—, Prince se ha negado a ser operado de la cadera, donde necesita una prótesis. Tiene los huesos muy desgastados por la violencia de sus bailes en directo, le anunciaron los médicos hace varios años.

Prince en directo, 2010

Prince en directo, 2010

28. Sin himnos. Por la misma razón (mandato de fe), Prince ya no canta en directo ninguno de sus himnos sexuales, entre ellos el Darling Nikki que tan poco gustaba a la señora Gore.

29. Prince es vegetariano. En 2006 le votaron como «el vegetariano más sexy».

30. Cuestión de nombres. Antes de autobautizarse como O ( + > —caracteres ASCCI para representar el símbolo que adoptó como nombre en 1993— había utilizado un gran cantidad de heterónimos para alejarse de la tiranía de los contratos: Jamie Starr, The Kid, Christopher Tracy, Alexander Nevermind, Joey Coco, Tora Tora, Camille, St. Paul, Eric Brazil, Purple Yoda…

Foto de promoción del último disco de Prince "20Ten" (2010)

Foto de promoción del último disco de Prince "20Ten" (2010)

31. Estajanovista. Dicen que es incansable. Cuando se mete en el estudio no sale hasta que no da por terminado lo que tiene en la cabeza. Durante la edición de la película Purple Rain, el director le dijo que le vendrían bien un par de canciones más de este y aquel tono. A la mañana siguiente Prince llegó con el par de temas, grabados, arreglados y producidos en una noche.

32. E-Policía. En los últimos años se ha convertido en un celoso perseguidor de la difusión libre de sus trabajos. Paga millones de dólares a la compañía inglesa Web Sheriff para que obligue a servicios de vídeo como YouTube a retirar cualquier obra que le pertenezca. Es dificilísimo encontrar canciones de Prince e incluso quien difunda fotos del artista corre el peligro de ser demandado.

33. Sin web. Prince es quizá el único músico de primera fila sin web oficial. En 2010 cerró la última, LotusFlow3r.com, y declaró: «Internet se ha acabado. No veo por qué debo ofrecer mi música a iTunes o a cualquier otro. No me pagan un adelanto y, encima, se cabrean porque me niego… Sea como sea, todas estas computadoras y gadgets digitales no son buenos. Llenan tu cabeza de números y eso no puede ser bueno para nadie».

Prince en directo en Australia, el 11 de mayo de este año

Prince en directo en Australia, el 11 de mayo de este año

34. Disco gratis con el diario. Es personal e innovador en sus decisiones sobre distribución: ha firmado contratos de venta exclusivos con la cadena de híperalmacenes Target para ofrecer alguno de sus nuevas grabaciones a precio de ganga —el álbum triple LotusFlow3r (2009) a 4,99 dólares—. Unos años antes, en 2007 distribuyó el disco Planet Earth gratis con el periódico inglés The Mail on Sunday. El diario vendió 2,3 millones de ejemplares y tuvo que imprimir una edición extra de 600.000. No trascendió cuanto le pagó al artista.

35. Mejor que Miles (según Miles). Prince, que ha vendido 80 millones de discos en todo el mundo, fue considerado por la revista Time una de las cien personas más influyentes del mundo en 2010; los oyentes de la BBC le votaron como el octavo mejor guitarrista de los últimos 30 años; el festival de Jazz de Montreux le invitó a ser cabeza de cartel en la edición de 2009… Un último detalle que debería bastar: Miles Davis, el músico que cambió cuatro veces el rumbo de la música pop, el jazz y el rock durante el siglo XX y cuyo ego sólo era superado por su genio, consideraba que Prince era el único artista contemporáneo que le ganaba en creatividad.

Ánxel Grove

La tentación de diez libros peligrosos

"Leo libros prohibidos"

"Leo libros prohibidos"

La chapa de la izquierda debería ser llevada, en la solapa o en el corazón, por la humanidad entera. «Yo leo libros prohibidos». Quizá no haya una escuela pedagógica más fructífera contra los dictados del pensamiento plano. Quizá no haya una actitud política más apropiada contra el amansamiento de las conciencias.

Libros prohibidos. El simple matrimonio del sustantivo y el adjetivo pronuncia una invitación al pecado, que, como sabemos, es también la puerta de entrada en la santidad.

Los poderosos, los que ocultan algo, los que destacan en la carrera de ratas, los cosechadores de ideologías, las personas con agua bendita en el aliento y azufre escondido en el puño, en suma, la mala gente, siempre ha prohibido libros. Nunca necesitaron razones porque les basta el capricho.

Desde el Index librorum prohibitorum et expurgatorum, el catálogo de libros peligrosos de la curia romana, que logró, con su buen tino habitual para recomendar buenos autores mediante la excomunión, congregar a escritores suficientes como para vivir gracias a ellos (Sartre, Voltaire, Montaigne, Descartes, Casanova, Stendhal, Hugo, Dumas, Rabelais, Greene, Unamuno, Milton…), hasta la fatwa contra Los Versos Satánicos, la historia está llena de tantos libros prohibidos que no son necesarios los autorizados (si es que una literatura autorizada —digamos Pérez Reverte o Isabelita Allende— mereciese otra cosa distinta al desprecio). En el dislate de condenar a un libro incluyo también la muy alemana prohibición de editar el Mein Kampf de uno de sus ex jefes de Estado mientras se permite el comercio con las «copias existentes» y se practica el hípernacionalismo parlamentario que, como bien sabemos, incubó al huevo de la serpiente.

En medio de la santa semana es un placer recomendar una decena de libros peligrosos. No todos son obras maestras, pero su condena los convierte en maestras tentaciones.

Edición de "The Meritorious Price of Our Redemption" (1650)

Edición de "The Meritorious Price of Our Redemption" (1650)

1. Los Pynchon, en problemas desde el XVII. El primer libro prohibido en América fue The Meritorious Pride of Our Redemption, una crítica al calvinismo puritano publicada en 1650 y escrita por William Pynchon, próspero granjero ilustrado y fundador de la ciudad de Springfield-Massachusetts (EE UU). Hombre de paz y defensor del entendimiento con los nativos del nuevo mundo, Pynchon desató la pasión lectora entre los pobladores de la zona al reclamar un código moral basado en la bondad y la obediencia frente al castigo y el sufrimiento calvinistas. Acusado de herejía por los tribunales, el autor sufrió vejaciones por negarse a la retractación pública de sus opiniones. Para curarse en salud transfirió sus tierras y propiedades a su primogénito y se embarcó hacia Londres, donde murió en 1662. El caso del primer escritor sometido a la persecución por delito de opinión en América tiene un hermoso giro al considerar que Pynchon es un ancestro directo del novelista contemporáneo, iconoclasta y misterioso, Thomas Pynchon, un autor que padece fobia social y escribe sobre la entropía y la decadencia.

Primera edición en libro de "Madame Bovary" (1857)

Primera edición en libro de "Madame Bovary" (1857)

2. «Poesía del adulterio». Rebeldía, melodrama, violencia y sexo. La peripecia de Emma Bovary (adúltera, trágica, infeliz, irresistible) fue perseguida por la justicia francesa. Aunque hoy resulte incomprensible cualquier tipo de acusación contra una obra que, a nuestros ojos, es light en grado sumo, la justicia francesa persiguió con saña a Madame Bovary, una de las obras maestras del realismo, acusada de osbcena e inmoral por la fiscalía cuando su autor, Gustave Flaubert, que había empezado la redacción en 1851 y trabajado en jornadas diarias de doce horas, la publicó por entregas, entre octubre y diciembre de 1856, en La Revue de Paris y al año siguiente en libro. El juicio, que terminó con la absolución del escritor pero minó su delicada salud —sufría epilepsia—, convirtió la novela en un best seller que se leía por las calles y en los salones. La acusación pública acusó al novelista de propagar la «poesía del adulterio» y describir con demasiado realismo la «mediocridad de la vida doméstica».

Primera edición de "Alice's Adventures in Wonderlan" (1865)

Primera edición de "Alice's Adventures in Wonderland" (1865)

3. «Los animales no deben hablar». La fantasía alocada y, al tiempo, basada en la lógica formal y las matemáticas, de Las aventuras de Alicia en el País de las maravillas también ha afrontado prohibiciones y censuras, aunque, como corresponde a un libro abierto al amplio horizonte de la imaginación, fueron bastante desternillantes. La novela del diácono anglicano Lewis Carroll, publicada por primera vez en 1865 (sólo 2.000 ejemplares que se agotaron casi de inmediato y desataron un fanatismo instantáneo en lectores tan opuestos como el joven Oscar Wilde y la Reina Victoria), fue prohibida en 1900 en el instituto de secundaria Woodsville, en Haverhill-New Hampshire (EE UU), porque contiene, según adujo la dirección del centro, «referencias a la masturbación» y a las «fantasías sexuales» y se burla del ceremonial religioso. Años más tarde, en 1931, el libro, que ha sido traducido a casi cien idiomas, fue censurado de manera unilateral por el gobernador de la provincia china de Hunan, por un motivo todavía más insólito al considerar que «los animales no deberían usar lenguaje humano y es desastroso poner animales y humanos al mismo nivel». En el resto de China la obra podía leerse desde 1922.

Primera edición de "Call of the Wild" (1903)

Primera edición de "Call of the Wild" (1903)

4. Un perro «demasiado radical». La novella La llamada de lo salvaje, publicada en 1903 por Jack London, es una fábula sobre el libre albedrío, la supervivencia, el destino, la bestia primitiva, la manada, la ley del más fuerte y la conquista del poder. Está narrada en tercera persona, pero desde el punto de vista del perro Buck, un cruce entre San Bernardo, Pastor Escocés y lobo, que es sometido por la crueldad de los hombres durante el apogeo de la fiebre del oro de Alaska. Oscura y áspera, no deja de ser una lectura necesaria durante la adolescencia, edad en la que escenas como ésta cobran todo el sentido: «Cuando llegan las largas noches de invierno y los lobos siguen a sus presas en los valles más bajos, se lo puede ver corriendo a la cabeza de la manada bajo la pálida luz de la luna o el leve resplandor de la aurora boreal, destacando con saltos de gigante sobre sus compañeros, con la garganta henchida cuando entona el canto salvaje del mundo primitivo, el canto de la manada». En 1929, La llamada de lo salvaje fue prohibida en Italia por la administración del fascista-salvaje Benito Mussolini, por considerar la obra «demasiado radical» y tratarse London de un escritor «socialista». La vecina Yugoslavia hizo lo mismo unos meses después, pero extendiendo la censura a toda la obra del autor. Los nazis alemanes también consideraban que London era un «degenerado» y quemaron sus libros públicamente en las piras a las que arrojaban papel, quizá entrenándose para arrojar personas.

Primera edición de "Tropic Of Cancer" (1938)

Primera edición de "Tropic Of Cancer" (1934)

5. «Una reunión viscosa». Algunos tribunales de justicia tienen un estilo altamente literario, aunque de calaña adjetivizante y muy publicitaria. El Supremo de Pensilvania (EE UU) escribió en 1961 sobre la novela Trópico de Cáncer la mejor de las reseñas: «No es un libro, se trata de un pozo negro, una cloaca a cielo abierto, un pozo de putrefacción, una reunión viscosa de todo lo que está podrido en los escombros de la depravación humana». Pocos libros han sido más leídos por los jueces estadounidenses que esta novela de Henry Miller, publicada en París en 1934 (con una precisa anotación en la cubierta: «Prohibida la importación al Reino Unido y Estados Unidos»). Hasta casi tres décadas más tarde  el libro no fue editado oficialmente en el país natal del autor, aunque antes circularon de mano en mano abundantes copias pirata impresas en México. La valiente editorial Grove Press y las no menos heroicas librerías que vendían el libro se enfrentaron a una campaña ultraconservadora con cariz de santa cruzada: hubo 60 demandas por obscenidad en 21 estados. Tras las sentencias en primera instancia —entre las que abundaban las absolutorias—, el Tribunal Supremo falló en 1964 dictaminando que el libro —más cándido que cualquier entrega del Gran Hermano televisivo español— no era obsceno y podía ser distribuido libremente. La novela de Miller también estuvo en el objetivo de otros cuerpos represivos: en el Reino Unido Scotland Yard estuvo a punto de secuestrar el libro en 1961 y se echó atrás por la intervención pública en la polémica del influyente T.S. Eliot y en Canadá la Real Policía Montada retiró ejemplares de las librerías en la misma época.

Primera edición de "The Grapes of Warth" (1939)

Primera edición de "The Grapes of Warth" (1939)

6. Los peligros de dudar del sueño americano. La penosa epopeya de la familia Joad, jornaleros okie, es decir, esclavos en la land of plenty de los EE UU, obligados a mendigar durante los años de arena de la Dust Bowl (1932-1939), contada con verbo cincelado por John Steinbeck en la novela Las uvas de la ira (1939) no cayó nada bien entre sus contemporáneos. Aunque fue el libro del año, con 430.000 copias vendidas en pocos meses y ganó los dos premios más prestigiosos del país —el National Book Award y el Pulitzer—, algunos no soportaron la evidencia del espejo y hubo quemas públicas de la novela, considerada «socialista» y acusaciones directas a Steinbeck de promover la subversión, menospreciar a sus conciudadanos y narrar en tono «vulgar, inmoral y bestial». Los granjeros de California, retratados como explotadores sin alma de los emigrantes desfavorecidos, lograron que el libro fuese prohibido en todo el estado por tratarse de «propaganda comunista». Lo cierto es que el escritor, que había realizado un monumental trabajo de campo antes de afrontar la redacción, decidió endulzar las condiciones de trabajo y vida de los jornaleros emigrantes para que el libro no fuese acusado de excesivo dramatismo. La crónica de la «gente en fuga, refugiados del polvo y de la tierra que merma, del rugir de los tractores y de la disminución de sus propiedades, de la lenta invasión del desierto hacia el norte, de las espirales de viento que aúllan avanzando desde Texas, de las inundaciones que no traen riqueza a la tierra y le roban la poca que pueda tener» ha ganado la batalla del tiempo: Steinbeck fue Premio Nobel en 1962 y Las uvas de la ira se estudia hoy en todas las escuelas como un libro nacional sobre la pobreza, la injusticia y la desigualdad. Otro libro previo de Steinbeck de tema complementario, De ratones y hombres (1937), también fue saboteado por muchos libreros contener un «lenguaje ofensivo y vulgar». Desmontar el sueño americano es peligroso.

Primera edición de "Animal Farm" (1945)

Primera edición de "Animal Farm" (1945)

7. La piara de soviets. Rebelión en la granja, la sátira de George Orwell contra el estalinismo y el poder omnímodo del estado sobre las personas, tuvo muchos problemas para ser publicada. Orwell la terminó de escribir en 1944 y el momento no era bueno para presentar a Lenin, Trostky y Stalin en forma de piara de cerdos dominantes, envidiosos y personalistas. En Inglaterra, aliada de la URSS en la guerra contra el nazismo, el Ministerio de Información difundía instrucciones oficiales afirmando que la feroz represión política estalinista era una «invención de Hitler». Cuatro editoriales rechazaron el manuscrito para no poner en peligro el pacto de los aliados con Stalin, una de ellas tras un informe negativo de T.S. Eliot, el defensor de Henry Miller. Descreído del comunismo y sus prácticas manipuladoras desde su paso por los sucesos de mayo de 1937 en Barcelona durante la Guerra Civil española, Orwell logró la edición en 1945 e incluyó un prólogo sobre la «siniestra censura» en el Reino Unido. Rebelión en la Granja estuvo prohibida en todos los países de Europa del Este hasta 1989, pero circulaba en versiones clandestinas. En 2002 fue prohibida su lectura en todas las escuelas de los Emiratos Árabes Unidos porque en el libro aparecen cerdos antropomórficos que hablan, figura pecaminosa según el Islam.

Primera edición de "The Peaceful Pill Handbook" (2007)

Primera edición de "The Peaceful Pill Handbook" (2007)

8. Eutanasia de do it yourself. The Peacefull Pill Handbook, algo así como El manual de la píldora tranquila, escrito por los médicos australianos Philip Nitschke  y Fiona Stewart, montó un tremendo escándalo cuando fue editado hace casi cinco años. El libro fue prohibido en Nueva Zelanda y Australia (uno de los países con mayores restricciones a las libertades de imprenta y expresión) al ser considerado un manual de hágalo usted mismo para practicar la eutanasia. La obra recomendaba, por ejemplo, la ingesta de pentobarbital, un barbitúrico-sedante, que podía comprarse en México ilegaemente, pero en las farmacias y sin receta, dando antes una mordida a los empleados. Aunque puede adquirirse libremente por Amazon, el libro sigue siendo cuestionado en Australia, donde sólo se puede vender una versión reducida y con pegatinas de advertencia sobre el contenido en la cubierta. Después de una polémica con la familia de una mujer que decidió viajar a México y poner en práctica la opción del pentobarbital, Nitschke presentó un kit de utanasia de fácil acceso y simplísima fabricación.

Primera edición de "Jaeger" (2009)

Primera edición de "Jaeger" (2009)

9. Nunca reveles lo que hiciste durante la mili. El ex soldado de operaciones especiales del Ejército de Dinamarca Thomas Rathsack ha sido acusado formalmente de poner en peligro la seguridad nacional por lo que cuenta en el libro de memorias bélicas de la izquierda, cuyo título traducido sería Cazador: en la guerra con la élite, publicado en entregas por un diario y editado en un tomo en 2009. ¿Presunto delito? Revelar que los soldados daneses en Iraq y Afganistán no respetan los postulados de la Convención de Ginebra: se disfrazan con ropas locales para afrontar misiones de guerra y van armados cuando actúan en traje civil. Los tribunales se han negado a prohibir el libro, pero su autor tiene bastantes probabilidades de acabar en la cárcel. El año pasado, un editor estadounidense tuvo que destruir, por mandato del Pentágono, todos los ejemplares de la primera edición de Operation Dark Heart, las memorias de un agente de los servicios de inteligencia en Afganistán. No conviene poner en peligro la limpieza de los ejércitos occidentales en el exterior.

Primera edición de "Toppamono Sorekara" (2010)

Primera edición de "Toppamono Sorekara" (2010)

10. Policía contra yakuza. El escritor y artista gráfico japonés Manabu Miyzaki, que se autodefine como un «freelance yakuza» demandó en 2010 a la policía del distrito de Fukuoka de presionar a los compradores de la novela gráfica Toppamono Sorekara para que devolviesen la obra a las estanterías antes de pagarla. El libro, una autobiografía manga de Miyzaki, cuenta la historia del hijo de un clan yakuza. La Policía sostiene que está facultada para recomendar a los posibles compradores que no adquieran el libro dentro de la campaña de acoso a las mafias y recuerda, off the record, que el autor fue uno de los sospechosos de dirigir una red de secuestros a mediados de los años ochenta. Miyzaki, una celebridad pública en Japón, dice que ahora es un escritor y artista, que sólo vive de sus libros y que la policía se la tiene jurada.

Ánxel Grove